Antes de despuntar el sol en Grabos, Lekion ya se había levantado y había comprado y preparado las provisiones para el viaje. También le consiguió una cuerda de arco a Nehifile. Un día despejado y cálido empezaba con su habitual tono azulado.
Una vez todos estuvieran listo para marchar, se pondrían en camino hacia el aserradero.
Kitsu se levanta como los demas. Su mente aun no ha dejado el com bate del dia anterior y se esmera en cuidar de sus armas y armaduras. Tras desayunar y hacer sus ejercicios matutinos se une a los demas para seguir el viaje.
Hola, teniendo en cuenta que soy herrero me gustaria ver si puedo reparar mi espada. Pagaria por el alquiler de la forja ya que entiendo que el daño no era muy grande.
Como herrero, sabes que debes dedicarle al menos un día para devolverle el filo que le corresponde a la espada. Hacerlo en menos tiempo descompensaría su estructura y se volvería frágil.
El grupo partío a lo largo de un sendero por tierras frondosas y llenas de vegetación.
Lekión aprovechó para informar de que hacía 3 días que nadie volvía del aserradero, cuando siempre había un transportista que iba y venía. Los leñadores tenían turnos de semanas, mientras estaban en su turno de trabajo, al terminar la jornada dormían en unos barracones. Podía haber entre 10 a 20 leñadores, además de un capataz y algunas bestias de carga.
Después de medio día, poco antes de comer empezaron a ver el gran bosque que se extendía hacia la lejanía, creando un manto verdoso que solo dejaba pasar algunos rayos de luz.
Nehifile estaba un poco refunfuñona por su arco estropeado, pero cuando el bueno de Lekion le consiguió una, se puso más contenta que una niña con una muñeca nueva.
Jefeee, a mis brazooos! Dándole un estrujante abrazo. Si es que tenemos el mejor jefe del mondo! Luego se puso a volar por ahí como una loca, excitada de tanta alegría. El arco se el caía de las manos porque todo lo quería tocar y todo lo quería hacer a la vez. Disparar una flecha, dar volteretas en el aire, lanzar el arco y recogerlo, levantar a Lekion unos palmos del suelo,... Vamos, una fiesta. Luego se calmó cuando le llegó el olor de la comida. Comer es sagrado.
Una vez descansados, partieron. Como la vegetación era muy frondosa, Nehifile no se alejaba tanto como antes. Adelantaba un poco y se esperaba. Pero al menos iba a su ritmo caprichoso, mucho menos aburrido que el de los caminantes.
Preparaos por si hay que entrar en combate.
Nehifile, sobrevuela la zona y vuelve para decirnos que ves.
Lekion no cesa de mirar hacia el aserradero intentado ver algo extraño sin ningun éxito.
Nehifile saltó y se puso a revolotear a cuarenta pies de altura la zona. Buscó un lugar donde esconderse para posarse un momento y espiar con tranquililidad antes de adentrarse demasiado. El aserradero, antes lleno de gentes trabajando, debería estar vacío, pero sería así? Su aguda visión le permitía ver detalles que escapaban a la vista de los demás.
Si todo iba bien, revolotearía de nuevo sobrevolando el lugar.
Motivo: Esconderse Sombras
Tirada: 1d100
Dificultad: 70-
Resultado: 20(-1)=19 (Exito)
El sitio para esconderme debería estar alrededor de 60 pies de distancia si lo hubiera. Podría ser más cerca.
Le daremos algo de tiempo para que pueda explorar. Si se retrasa mucho iremos a buscarla.
Lekion aprovecha para ir a la mula que lleva las provisiones y coger algo de carne seca para comer un poco.
Nehifile se acerca volando, siguiendo el sendero que lleva hasta un pequeño claro en el bosque. Es fácil ver que el claro es hecho por la mano de los hombres. Allí dos edificios grandes de madera permanencen silenciosos.
Encuentra un árbol cercano, donde es fácil esconderse y observar la zona. Uno de los edicios es cerrado, con una puerta dando hacia el centro del claro. El otro, solo consta de dos paredes y el techo, puediendo ver trozos de madera y troncos esparcidos en el suelo y lo que llega a ver de las paredes, herramientas colgadas.
Agudizando la vista, Nefehile consigue ver trozos de carne fresca esparcidos por la zona. Sea a quien perteneciera ya no los necesitará. Aquí y allí, alguna pluma de un tamaño inusualmente grande queda esparcida en el suelo, manchadas de sangre.
Una pequeña brisa sopla moviendo las hojas haciendo que la puerta del edificio completo se entorne y se cierre repetidas veces.
Lekion, agradecería que me prestase un cuchillo. Confío en la magia pero es de necios limitarse en recursos.
Thessaly mira fijamente a los ojos a Lekion.
Y por cierto. Ten cuidado. Hoy has aparecido en mis sueños... y eso nunca es un buen presagio.
Ryouta, se baja del caballo y se estira. Viendo que el descanso va para largo descarga a su montura y la refresca. Tras ello se pone a ejecutar los complejos movimientos de un cata marcial. En todo el rato no dice nada. Sus ojos demuestran una profunda concentracion en todo lo que hace como si sus movimientos fuesen muy pesados.
Nehifile, tras echar un primer vistazo, se preguntó de qué serían las plumas grandes. Seguramente serían de buhosos, pero Nehifile no era precisamente muy lista. Así que pensó que podrían ser de aves gigantescas. Justo los bichos que cazaban seres voladores como ella.
Oh, mierda, nos ha jodido madre, aquí es peligroso volar!
Así que se volvió revoloteando para no llamar la atención.
Motivo: INT
Tirada: 1d20
Dificultad: 7-
Resultado: 18(-1)=17 (Fracaso)
Nehifile regresaba con noticias. Parecía algo inquieta. No se sabía si era ansia o miedo.
Jeje, jefe, he visto plumas enormes por el suelo! Debe haber pájaros rapaces "d´esos" grandes o "argo". Y ha "habio" una carnicería. Hay trozos de carne por "toas" partes. No he visto ni un alma, pero tampoco he "entrao". Da un poco de "canguele".
Cuando se ponía nerviosa, le salía su jerga adoptada de sus tratos con los marginados de la sociedad.
No creo que las plumas sean de Rocs, pero Nehifile no tiene muchas luces. ;D
Lekion le pasa su daga a Thessaly con gusto, pero tras oir su advertencia se queda completamente pálido. Una pequeña gota de sudor recorre su frente.
Cuando llega Nehifile y cuenta lo que ha visto no puede evitar que le tiemblen las piernas mientras murmura.
otra vez no, dioses, otra vez no.
Con mano temblorosa, saca una camtimplora para beber agua. Hace unas respiraciones rápidas y se echa agua por la cabeza. Ahora más calmado y con una determinación en su voz os dice.
Vamos allí, preparaos para un combate duro.
La elvariel preparó su arco recién arreglado y colocó una flecha sin tensar la cuerda. A pasar del canguele, regresó revoloteando al árbol donde ya se colocó y esperó a que llegaran los demás, escondida.
El grupo avanzó por el sendero hasta llegar a una pequeña explanada. Un edificio grande de dos paredes y techo se alza a un lado. De sus paredes cuelgan diversas herramientas y en medio varios troncos estaban siendo preparados para su transporte.
Al otro lado, una gran casa de madera con una puerta entreabierta mecida por el viento choca intermitente contra su marco, dos tragaluces en el tejado dejan entrar luz.
Por el suelo, exparcidos se encuentran trozos de carne y huesos a medio comer de seres que ya no los echaran en falta y por algunos sitios plumas grandes manchadas de sangre resisten salir volando por el enpuje de la brisa.
Sin que Lekion le dijera nada, Nehifile, revoloteando, se acercó a la casa de madera, buscando los tragaluces. Antes de que entrara nadie, echaría un vistazo. Al sentir a los demás cerca debía haberse envalentonado. O quizá se había olvidado del miedo.
En el interior del edificio se pueden ver diferentes camastros ocupando gran parte de la planta, en una de las esquinas, dos baules permanencen inmoviles y un pequeño armario en la pared opuesta a la puerta. Una pequeña caldera de hierro está extrañamente movida de la esquina donde debería estar.
En la esquina opuesta, dos grandes figuras envueltas por plumas yacen tranquilas, descansando tranquilamente
Nehifile, tras ver qué pasaba, hizo una seña a todos para que no hicieran ruido. Se acercó revoloteando y le dijo a Lekion en voz baja:
Jefe, hay dos bichos grandes durmiendo en una esquina. Tienen plumas en vez de pelo. Si entramos sin hacer ruido, podemos sorprenderlos. Yo vigilaré desde los tragaluces y dispararé si alguno se despierta antes de hora.
Creo que ninguno es muy sigiloso, pero bueno, por intentarlo... Tenemos la ventaja de que están descansando.
De acuerdo, vamos a acabar con ellos, no debe costarnos mucho con los que somos. No soy de los que se escabullen en silencio así que Nehifile, disparales flechas desde arriba mientras nosotros cubrimos la salida, cuando intenten salir les daremos con todo lo que tenemos. ¿Os parece bien?