Hace poco más de un año, el consejo de comerciantes que controla el principado de Gabriel encargó al Príncipe Lucanor Giovanni, de Lucrecio, la construcción de un zepelín que fuese el orgullo de su país. Con él, Gabriel pretende demostrar a otros reinos su superioridad artística y económica. De hecho, la decisión de que el viaje inaugural tenga como destino Arkángel, capital del Sacro Santo Imperio, no es otra cosa que una provocación abierta a sus antiguos gobernantes. Por desgracia, el acontecimiento ha atraído la atención de unos pasajeros muy poco agradables, quienes por una causa u otra, no tienen intención de que el zepelín realice un viaje sin incidentes.
Partida privada