Cualquier cosa se habría esperado Cáliban, salvo verse tratado como un muñeco de trapo de una niña pequeña. El golpe fue duro y tuvo que agitar la cabeza para volver en sí, mientras veía como el tipo seguía como si nada. Las barras parecían ser algo más prioritario- Entretenerlo -dijo refiriéndose al viejo mientras se acercaba a una barra e intentaba moverla.
Motivo: Proezas de Fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 96(+25)=121
Motivo: (Abierta)Proezas de Fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 2(+121)=123
Esta vez Inari no dijo nada, guardó su arco e hizo lo mismo que su compañero Cáliban.
Entre varios hemos de lograr mover esto - se dijo mientras procuraba alzar la pesada barra.
Motivo: Proezas de Fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 78(+10)=88
Apretando los labios y haciendo un esfuerzo por sobreponerse a la situación, Leon decidió actuar y hacer un esfuerzo por tratar de salvar sus vidas, lanzándose a colaborar para tratar de quitar las barras que bloqueaban los mandos.
Al llegar hasta ellas, con un grito de esfuerzo mientras tensaba sus músculos, Leon ponía todo su empeño en tratar de desbloquear la dirección de La Dama.
Motivo: Proezas de fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 82(+50)=132
Al observar como el más fuerte de los allí presentes salía disparado por los aires, se dio cuenta de que no tendrían nada que hacer contra aquel ser. Por alguna razón le dio la impresión de que estaban destinados a caer al suelo, como si aquello ya lo hubiese vivido antes. ¿Acaso ya habría muerto alguna vez y esto tan solo fuera una reencarnación? ¡Quizá también fuese algún tipo de sueño cíclico que no hacía más que repetirse!
Por si acaso, Pyros lo siguió intentando junto a sus compañeros, aunque teniendo un ojo siempre puesto en aquel Desconocido, por si en algún momento decidía atacarles.
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 7(+35)=42
Joder que manco soy...
Había empezado con mal pie, pero Ariadne era una chica tozuda. Las barras se resistían, pero no se iba a resignar por un mal inicio. La muchacha tensó sus musculos, dispuesta a hacerlo mejor esta vez.
Motivo: Fuerza
Tirada: 1d100
Resultado: 80(+45)=125
Olvidándose del desconocido, tanto como él de ellos, entre todos consiguieron mover las barras metálicas y liberar lo que seguramente sería el timón. ¡Ahora podrían enderezar la nave!
Allí no había ventanas, no podían saber a qué altura se encontraban. Pero el hombre extraño cada vez reía más y más fuerte, como si su éxtasis tuviera relacióon con esa caída. Seguramente estábais muy cerca del mar o de la tierra...
Sin más demora, tras lograr quitarse de encima la pesada barra, Inari fue derecho al timón tratando de lograr poner recta la nave.
¡Tengo que conseguirlo, maldita sea!
No se había percatado de que el hombre seguía riéndose, estaba centrado en otra cosa más importante, salvar el pellejo de unos cuantos.
Pyros se colocó junto a Ikari, aquel hombre solo se reía, así que tampoco parecía alguien muy peligroso, aunque Cáliban seguramente no diría lo mismo. Por si acaso, el orondo chico trató de ayudar al hombrecillo que había tomado los mandos, trataría de hacer todo lo posible por ayudarle, aunque ciertamente no sabía como hacerlo. Y entonces una especia de dejavu volvió a venirle a la mente. La Dama tarde o temprano se estrellaría, y todos moriríamos con ella.
Sin querer entablar combate con semejante personaje, Ariadne se mantenía alerta. Se situó estratégicamente entre el extraño y el camino al timón, dispuesta a entretenerle mientras los demás enderezaban la nave pero sin lanzarse al ataque.
Estudiaba al hombre a la espera de parar cualquier ataque que realizara mientras sus compañeros trabajaban con la esperanza de que no fuera demasiado tarde.
Aquí hay un timón o está en la sala de mando de antes?
Eufóricos porque pensábais que lo habíais conseguido, fuisteis raudos al puente de mando. Allí, como si lo iluminara una luz divina, estaba el timón. Os lanzáisteis a él para retomar el rumbo de la nave y poder salir vivos de allí, pero entonces...
¡No giraba!
Volvisteis a la sala de máquinas angustiados. Las barras metálicas estaban otra vez bloqueando el mecanismo. El desconocido las había puesto en el momento en el que os habías ido, apartando todo lo que estuviera en su camino*
El timón está en la sala de antes, creo que habéis malinterpretado mi frase. El timón estaba en el puente de mando, donde habéis matado al capitán Sadler. Al intentar girar el timón, no lo conseguís porque estaba atascado. Ahora estáis en la sala de máquinas, y habéis visto que esas barras de metal bloqueaban el mecanismo del timón. Una vez desbloqueadas, podíais volver al puente de mando y volver a girarlo. Voy a dar por supuesto que habéis ido al puente de mando otra vez.
* Si alguien se queda e intenta impedir que las vuelva a colocar, el desconocido lo aparta sin ningún problema.
El zepelín empezó a vibrar con fuerza. Todo parecía que se iba a derrumbar. Por algún extraño milagro, os conseguisteis mantener en pie, pero la situación era desesperada.
El hombre alzó de nuevo la mirada y la posó en vosotros Ya es tarde. La puerta a las Tinieblas ha sido abierta
Sin entender qué pasaba, Ariadne echó mano a su sangre fría para mantener la compostura. ¿De qué hablaba el implacable desconocido? No había ninguna puerta a la vista. Olvidando por un momento la caída, que también afectaría al que la había provocado, la joven espetó un - ¿Pero de qué demonios hablas? - incapaz de comprender a qué se refería.
¿El personaje ha vuelto al circulo o está con las barras?
¿Las Puertas a las Tinieblas? ¡Aquellas palabras hicieron que aquel extraño dejavú que no había hecho más que sentir desde el primer momento en que pisó La Dama, empezara a tener sentido!
Puerta a las Tinieblas. ¿Aquello significaría que irían a parar a un nuevo lugar? ¿O sería simplemente que ya habían muerto y todos habían ido a parar al infierno? Fuera lo que fuese, Pyros se dio cuenta de que no había nada que hacer. Si se quedaba para defender las barras, aquel ser lo apartaba como si no pesase nada. Y se alejaban de allí, el hombre, o lo que fuera, lo volvía a colocar.
Lo siento mucho chicos, pero creo que nuestro destino está sellado. Vamos a morir todos. O al menos nos estrellaremos. Dijo rindiéndose y preparándose para la catástrofe.
Inari escuchó incrédulo a lo que Pyros había dicho.
Pues yo paso de ser un títere en manos de nadie. Le voy a dar una buena a éste, no te jode - y dicho esto, le lanzó un ataque a dos metros de distancia.
¡Ven a la realidad de una puta vez!
No era normal que reaccionase así, pero no podía soportar el no manejar la situación.
El ser no pareció inmutarse ante los gritos de Inari. Sin embargo, cuando la flecha estaba a escasos centímetros de su cabeza, el desconocido alzó la mano y la cogió por la punta. Miró con desagrado al arquero y, con un rápido gesto, devolvió la flecha con tal fuerza y velocidad que parecía haberla lanzado con otro arco. Inari no se dio ni cuenta hasta que su propia flecha le atravesaba el hombro.
Sus carcajadas volvieron a resonar por toda la nave...
Pocos segundos después, sus carcajadas se congelan, transformando su triunfal expresión en asombro y rabia.
¡¡NO!! ¡NO ES POSIBLE!
La criatura comienza a gritar con todo a la ira de la que es capaz su sepulcral voz, mientras clava sus ojos en la nada...
En ese momento, el tiempo parece ralentizarse. Como si poseyerais un oído sobrenatural, escucháis como La Dama rompe el aire acercándose cada vez a mayor velocidad al mar. Las gaviotas se apartaban a su paso, con sus ásperos graznidos clamando furia por interrumpir su caza.
El mar estaba cada vez más cerca, casi podías notar el agua mojando vuestro cuerpo...
Una gran explosión lanza vuestros cuerpos hacia atrás, haciendo que prácticamente perdáis el conocimiento. Antes de cerrar los ojos, notáis como os deslizáis. La Dama se está hundiendo. El agua ha penetrado en la nave y su inclinación hace que vayáis directos a su encuentro... El frío contacto sólo consigue paralizaros, helando vuestra sangre y haciendo que la conciencia se esfume...