A pesar de ignorar a Inari, él prosiguió, tratando de llamar su atención.
Mi señor, mi nuevo señor. Si lo que queréis es el Flauros, yo os lo puedo conseguir. Deme unos instantes y lo tendrá en sus manos. Se levantó a continuación, recogiendo su arco.
Le dio la espalda a su nuevo "dueño". Se llevó una de sus manos a la espalda con calma.
Miró a sus compañeros, aunque en ese momento probablemente ni le estuviesen devolviéndole la mirada. Cerró los ojos.
Que mi vida os lleve hasta la victoria.
Rápidamente lanzó una flecha contra aquel ser y tras la flecha se avalanzó contra él con otra flecha en su mano, queriendo clavársela en su garganta.
Cuando dije espada antes, quise decir arco (me confundí con otro PJ xddd)
Pyros se había quedado boquiabierto al ver que Inari iba a traicionarles, la cólera embriagó todo su cuerpo y por unos instantes, si no hubiera sido porque el enemigo que tenía frente a ellos era aún mucho más poderoso que la unión de todos sus poderes, se habría lanzado para patearle.
En el fondo, una traición por parte de Inari, era lo que más se hubiera imaginado en ese momento, pero para antes de que pudiera odiarle, Inari reveló su verdadera intención, estaba tratando de disuadirle y de llamar su atención aunque el Ser lo ignoró por completo.
Al ver lo valiente que era Inari, Pyros no decidió quedarse atrás, León ya se había sacrificado por todos, y solo faltaba Cáliban por unirse a la contienda.
Esperaba que Ariadne fuera suficientemente rápida para entregarle el flauros a Seline y pudieran salir todos con vida.
Por si acaso, él apoyó al arquero, y le lanzó la misma patada voladora con la que impactó a la Pesadilla con la que se había enfrentando momentos antes.
Me he equivocado con un mensaje que le puse a Ariadne. Sólo lo puse para director XD Así que pospongo este turno para Inari y Pyros, y espero que Ariande mueva ficha ahora que va a tener el post para ella.
Disculpad
Primero lentamente, después cogiendo velocidad para alejarse de Raptor, Ariadne consiguiío llegar hasta lo alto de la catedral. A pocos pasos, estaba Seline, con su aspecto de niña, pero con un rostro lleno de preocupación, angustia y urgencia.
¡Rápido, dame el Flauros!
Sin pensárselo dos veces, Ariadne entregó el preciado artefacto a la niña. - Espero que haya valido la pena - pensó con preocupación por sus compañeros.
Gracias la inocencia que parecía caracterizar a la joven estaba presente en esas palabras, pero se esfumó tan rápido como tuvo el Flauros en su mano. Lo miró detenidamente unos instantes y, con un simple gesto, lo desmanteló.
Ante la mirada de Ariadne, el cuerpo de Seline se ensombreció, ocmo si en ella se reuniera toda la oscuridad de la isla, mientras recuperaba su aspecto real. Bella, pero tremendamente siniestra, aterradora.
Se encaró majestuosa hacia Ariadne con una sonrisa y, sin que esta pudiera decir o hacer nada, desapareció.
Cáliban había sido el más astuto. Confiaba en las intenciones de Inari, aunque Pyros no lo hiciera. Su mano ya tocaba el mango de su gran arma segundos antes de que el arquero se levantara y cerrara los ojos. Y, justo antes de que lanzara la fecha, Cáliban había desenvainado su arma.
Sus rápidos pasos quisieron acompañar a la flecha, que era excesivamente veloz. Raptor no tuvo ningún problema en desviar la flecha con un gesto de su mano. Su mirada se clavaba en Inari, hasta que Cáliban saltó, desatando toda su fuerza contra Raptor, sabiendo que sus posibilidades eran pocas...
Y tan pocas. Raptor paró el golpe sujetando entre las palmas de sus manos la hoja de la espada. Cáliban, todavía en el aire, intentó reunir la fuerza que quedaba en él, pero debían ser pocas. Raptor giró la muñeca y la espada se rompió como si fuera una hoja de papel. Cáliban cayó al suelo y, antes incluso de que pudiera alzar la cabeza, Raptor le cortó el cuello con el trozo de espada que tenía en su poder.
Cada vez quedáis menos...
Si queréis combatir, a la escena de combate.
Por un segundo, Ariadne pensó que entregando el Flauros todo se arreglaría, pero la desaparición de Seline fue como un jarro de agua fría. ¿Se marcharía sin más, abandonándoles frente a " la Muerte"?
Su pensamiento voló a sus compañeros, solos contra "eso" y suspiró. Si ese tenía que ser el final, al menos llegar a él unidos. Desenfundó su arma y echó a correr escalera abajo, dispuesta a vender cara su vida hombro con hombro con los demás.
Eso, claro está, si hay aquí a la vista algo que sea un "matamonstruos" :P
Pyros trató de agudizar la vista para ver si veía o no a Ariadne. Las cosas se estaban complicando mucho, y tras la muerte de Cáliban comprendió que tratar de distraerle no iba a servir de nada. Para él, matarlos, no era más que un juego de niños. Pero debían distraerle. No podía dejar que se diera cuenta de que la pelirrosa estaría a punto de salvar el mundo en el que se encontraban.
Alzó la mirada para observar a Raptor, y luego miró a Inari, Es inútil. No lograremos conseguir nada atacándole. Acaba con nosotros como simples insectos. No hay nada que hacer. Dijo esperando que a Inari se le ocurriera algo, porque Pyros ya no estaba dispuesto a luchar, no si aquéllo era una auténtica muerte segura.
Es una auténtica bestia - le dijo a Pyros refiriéndose a Raptor. Todo lo que intenta dañarle, acaba hecho trizas.
¿Qué podían hacer?, ¿qué opción alternativa se les ocurriría?. Atacarle de frente era una muerte segura, negociar con él no les llevaría a nada, rendirse tampoco era ninguna opción, ¿entonces?
Su cabeza pensaba y pensaba en segundos, le daba vueltas y vueltas, pero lo veía todo muy negro y su compañera estaba en serio peligro inminente.
Entendía que Pyros no quisiese jugar la vida, pero él pensó en algo.
Soy un superviviente, no tengo ni he tenido a nadie a mi lado, salvo estos días que he estado rodeado de todo este grupo. Ellos, para lo bueno y para lo malo, han sido mi primera familia. Si he de sacrificarme por ellos, que así sea.
Miró brevemente a Pyros.
Su rostro, denotaba frialdad, pero seguridad. Era su despedida y así se lo quería transmitir.
Ha sido un honor estar todo este tiempo contigo grandullón.
Y tras ello, se lazó a la carga contra Raptor, a la vez que le lanzaba una de sus flechas a su garganta.
Inari pensó que podía atacar a Raptor y sobrevivir unos segundos más. Quizá que una leve herida provocase un manantial de sangre y que la criatura cayese rendido al suelo, pidiendo misericordia.
Lo que estaba claro que no se esperaba era que, tras dedicar esas palabras a Pyros, al ir a apuntar... Raptor ya estuviera allí, a su lado, con una sonrisa maquiavélica. Inari intentó apuntar con su arco, un último movimiento antes de que su vida expirara a manos de Raptor. Pero tampoco tuvo la ocasión. El hombre movió tan rápido la mano que no la vio venir, y su garra apresó el cuello del arquero. Antes de volver a respirar, éste le alzó por los aires e hizo que Inari perdiera el arco y la flecha, así como la vida se empezaba a escapar de su ser
Mira gordito, este amigo tuyo caerá primero, y después tú. Voy a torturarle, dejar que sus pulmones se sequen antes de darle el golpe de gracia. Pocas cosas hay peor que morir asfixiado, estoy seguro Inari intentaba liberarse de él, pero era inútil. Su vida estaba sentenciada.
Pero algo pasó. Pyros e Inari notaron cómo las sombras de la sala parecían ascender, alejándose de Raptor. Él mismo encogió el rostro y mostró algo que no parecía posible. Temor, miedo.
En ese momento, Ariadne apareció por las escaleras, viendo cómo Raptor soltaba a Inari y empezaba a caminar hacia atrás aterrorizado.
Sin nada que poder usar para proteger a sus compañeros, Ariadne no tuvo más remedio que descender rápidamente. Ya no había necesidad de ir en silencio. Si Seline les había traicionado, estaba claro que morirían a manos de aquella bestia. Si no era así, no entendía porqué la mujer se hacía de rogar.
Al bajar por las escaleras, vio un espectáculo horrible. A la muerte de Leon, Cáliban estaba en medio de la catedral, tirado en el suelo. Su espada rota y su cuello cortado. Otro más que había pasado a mejor vida.
Pyros estaba allí, vivo y con cara de rendición. Por su parte, Inari parecía haber intentado luchar, pero no había logrado nada. Raptor le alzaba por el cuello, su arco y su flecha descansaban en el suelo, y su piel poco a poco se iba azulando.
Mira gordito, este amigo tuyo caerá primero, y después tú. Voy a torturarle, dejar que sus pulmones se sequen antes de darle el golpe de gracia. Pocas cosas hay peor que morir asfixiado, estoy seguro Inari intentaba liberarse de él, pero era inútil. Su vida estaba sentenciada.
Ariadne pudo notar cómo las sombras de la catedral iban moviéndose, alejándose de Raptor. Él mismo encogió el rostro y mostró algo que no parecía posible. Temor, miedo.
Tras unos segundos, Raptor soltó a Inari y empezó a caminar hacia atrás aterrorizado.