Partida Rol por web

El frío recibe a Uve y Liv cuando cruzan las grandes puertas de piedra que antes bloqueaba Toriel. Al cruzarlas un extraño espectáculo se despliega con majestuosidad ante las niñas: un misterioso bosque, aún en el interior de la cueva subterránea en la que se encuentran.

El camino en el mismo está cubierto de nieve, y es evidente que alguien debe de vivir por aquí cerca, ya que pueden ver un puente con un arco sobre él, así como lo que parece una casita o algo similar en la lejanía.

Todo está muy muy tranquilo...

Quizás muy tranquilo para las niñas, que tienen mucho en la cabeza ahora mismo. ¿Habrán hecho lo correcto? Es difícil de decir... pero lo cierto es que de alguna manera se sienten más FUERTES. Sus ALMAs se han curtido tras este terrible encuentro fatídico... ¿será esto lo que llaman "hacerse adulto"? Aún es pronto para decirlo...

En cuanto Uve sale a lo que parece un páramo nevado, se abraza así misma y se frota los bracitos quizá algo desilusionada. Realmente esperaba que atravesar la puerta las llevara a ambas a casa, pero no es el caso... Solo un bosque con caminos repletos de nieve las espera.

-Una pena no contar con unos esquís... O con un abrigo calentito de plumas, o con un vaso de leche caliente...- Ya por pedir, ¿qué menos que pedirlo todo? Uve empieza a caminar por el lugar con mirada observadora, como si estuviera en busca de algo o mejor dicho, si estuviera muy alerta por cualquier cosa que pudieran encontrarse.

De momento los habitantes del lugar no es que hayan sido muy simpáticos, no.

Liv bufó, desanimada, cuando vio el paisaje nevado. Una nubecita de vaho salió de su boca y se disipó en el aire. 

Ella se esperaba una pradera soleada o algo así. Bueno, si hubiesen salido ya de aquella extraña cueva habría sido todo demasiado fácil. 

Con animo de seguir hacia adelante - y encontrar al menos un refugio calentito - Liv echó a andar. Pisaba con fuerza, deleitándose en el crujir de la nieve bajo sus pies. 

- Sí, es una pena... - respondió a Uve.

Quizá se habían precipitado en irse de la casa del monstruo sin una mantita o algo de comida. ¿No le quedaba ya nada de tarta?

- No deberíamos entretenernos mucho por aquí. Si se hace de noche pasaremos mucho frío - dijo sin pensar. Luego miró hacia arriba y estuvo callada unos segundos -. ¿Aquí se hará de noche?

Tras encogerse de hombros, Liv se permitió adelantarse a Uve y abrir la marcha, en dirección al puente.

La nieve cruje suavemente bajo los pies de las niñas que avanzan conversando junto al bosque helado. Sin embargo, algo llama su atención mientras caminan... ¿y la tarta? Ella había cogido de más...

Cuando se para a examinar sus pertenencias Liv se gira por un momento al escuchar un levísimo crujido a sus espaldas. Los trozos de tarta están allí, en el suelo, unos cuantos pasos por detrás de ella como si se le hubieran caído... pero además, junto a estos hay unas pequeñas, muy pequeñitas pisadas en la nieve. Parece como si algo hubiera intentado quitarle la tarta... ¿se habrá escondido en el bosque?

Y mientras las peques se detienen a ver qué o quién ha podido intentar tal fechoría...

¡Una musiquilla! Si, un ser se acerca por el camino del puente tarareando una tonadilla de lo más pegadiza. Hace sonidillos muy graciosos, agudos y graves mezclados en unaarmonía a la que acompaña su caminar, de lo más resultón.

Es... ¿un cuervo? Oh, quizás no exactamente: es un ser pequeñito, cubierto en una toga negra y con la cara cubierta en una máscara de cuervo. Lleva además un bastón coronado por un pico de pájaro, sobre el cual se apoya parcialmente para caminar y gira de cuando en cuando al ritmo de la tonadilla. Va tan enfrascado en sus cosas que aún no parece haberse dado cuenta de las dos niñas humanas que  le observan desde la nieve...

¿Querrán Uve y Liv pararse a conversar con este estrafalario personaje o quizás se ocultarán en la arboleda para dejarlo pasar sin más?

[Quedarse en el camino] [Esconderse]

Uve se gira al escuchar el mínimo sonido, percatándose de que los trozos de tarta han caído de la mochila de Liv. Al ver pisadas en la nieve empieza a sentir amenazada su supervivencia. ¡Encima que tras la puerta de las ruinas no había una salida hacia su hogar humano, hace un frío de tres pares de narices! ¿Y qué más? ¡Que por si fuera poco en los lugares fríos no hay comida y han intentado robarles! Eso significa que alguien quiere matarlas. Su rostro se contorsiona en... algo así.

En definitiva, que se queda en el camino casi pegándole patadas a la nieve buscando al ladrón. Como que ignora al personajillo y a la musiquita, que si se pasa de listo a lo mejor cobra. Y no precisamente en billetes ni monedas, no. Eso si, como encuentre al ladronzuelo, a lo mejor cena hoy zumo de patada.

Liv resopló, molesta.

- Es como si me la hubiesen intentado quitar, ¿no? - comentó mientras recogía los trozos de tarta. 

Se alegraba de estar con Uve. Sentía que podía compartir con ella sus problemas. Ir sola por este bosque helado sería terrorífico.

La niña se distrajo mirando como Uve daba patadas a la nieve. 

"Debe de tener unas piernas muy fuertes..." pensó Liv mientras recordaba cómo su amiga luchaba. Tan distraída estaba que no se percató del misterioso personaje que se les acercaba... ¡hasta que fue demasiado tarde!

Liv trató de coger a Uve por una mano y tiró con suavidad. Su intención era esconderse tras un árbol cercano y dejar que el ser pequeñito ese pasase de largo. Pero Uve parecía tener intención de quedarse, y Liv no había sido muy rápida así que...

- Ups - soltó cuando estuvieron cara a cara con el chico cuervo.

El extraño ser continua sus cómicos andares y cantar hasta llegar a las dos niñas, junto a las cuales no se detiene. En lugar de ello sigue andando y da un par de vueltas en torno a las mismas hasta que finalmente se "para" frente a ellas. No se detiene realmente, ya que sigue andando en el sitio, moviendo los pies arriba y abajo al igual que su bastoncito.

Es ligeramente más alto que Liv y más bajo que Uve. Las chicas no pueden ver nada de su piel ya que todo está oculto o bien bajo la máscara, o bajo la toga o bajo unos guantes blancos muy gastados. De esta extraña guisa, sin decir una palabra siquiera, el pseudocuervo mete una mano en una ajada bolsa que porta consigo y saca dos cosas: una pequeña bolsita en la que se escuchan monedas y... un extraño frasquito con una luz negra.

Sin decir una palabra extiende las manos hacia las niñas, como si les estuviera ofreciendo los objetos. ¿Se los está regalando? ¿Vendiendo? ¿Por qué no habla?

El frío hace tiritar a las niñas mientras piensan qué hacer... hay que decidir prontito.

[Tomar el frasco] [Tomar las monedas] [Tomar ambos] [No tomar ninguno]

El curioso chico cuervo las rodeó y, sin decir nada, les ofreció dos objetos. 

Porque se los estaba ofreciendo, ¿verdad?

Liv miró a Uve, algo confusa. Y luego volvió a mirar al chico cuervo.

- ¿Quién eres? - preguntó algo desconfiada. 

Aunque bien podría haber sido un humano disfrazado, lo más probable es que fuese otro de esos malvados monstruos. ¿Por qué les ofrecía esas cosas? ¿Era una trampa acaso? La verdad es que no tenían nada de dinero...

La niña acercó las manitas con cautela y tomó la bolsa con las monedas. Al mismo tiempo miraba fijamente al chico cuervo, esperando ver su reacción.

- ¿Gracias? - agradeció, tentativamente.

-Si, y no me gustan nada los ladronzuelos...

Uve sigue buscando al ladronzuelo hasta que el espantajo ese empieza a darles vueltas y a canturrear. Algo no le gusta, le pone algo nerviosa que esté jugando con ellas de alguna forma. Al menos la musiquita y sus andares tienen ritmo, aunque no es lo que más le gusta... Ella es más de pasos más suaves y refinados al son de la música menos alborotadora.

Al ver que el "bicho" les ofrece cosas, Uve observa con bastante duda. En primer lugar decide no tomar ninguna de las dos cosas, pero al notar una brisita de viento frío recuerda el mal estado en el que están. Necesitan o dinero para comprar cosas o algo que les impida morirse de hambre / frío. Y les está ofreciendo dinero y a saber qué brebaje... además, ¿quién dice que es un monstruo de esos? Lleva una máscara; a lo mejor es majo.

-Bueno... pues vale... ¿quién eres tú?- Cuestiona tomando al frasco al ver a Liv tomar la bolsa de monedas. A ver si al menos el extraño chico les dice algo que puedan entender...

La bolsita de monedas se siente algo pesada en las manitas de Liv pues ¡tiene bastantes! En total 50 moneditas de oro que tintinean alegremente cuando la niña abre el saquito. ¿Por qué les estará regalando este dinero el extraño de córvido aspecto?

Por otro lado el frasquito de luz negra brilla más intensamente por un momento cuando Uve lo toma... Y luego parece apagarse con rapidez, quedando completamente vacío y hueco, y por tanto, muy ligero. El ser lo toma de vuelta y lo vuelve a guardar en su bolsita.

Y girando su bastoncito, siempre tarareando su canción y sin decir ni pío -nunca mejor dicho- se dispone a seguir con su paseo, en concreto hacia la casa de Toriel de donde vienen las niñas.

¿Lo dejarán marcharse sin más o quieren detenerle?

[Detener a Crowlet] [Dejar que se marche]

La luz negra del frasquito no se apagó sin más. Cuando se consumió no estaba desapareciendo... estaba entrando en el interior de Uve. La chica se sintió mal cuando esto pasó, no porque doliese... era una extraña sensación, como de estar entrando en un pozo con muchas hormigas y gusanos...

Pero la sensación pasó. Cuando se fue Uve se sentía mucho mejor. Más... fuerte de algún modo.

- Jijiji... qué bien... Necesitamos más de eso... - susurra la vocecilla en su oído.

Cuando toca el frasquito Uve pone durante unos momentos una malísima cara, con un ojo entrecerrado y gesto de profundo asco, temblequeando levemente como si hubiera sufrido una fatiga inmensa con ánimo de arcada. Tras ello parecería ser que traga su asco y sonríe un poco, carraspeando. -Wah... eso ha sido bastante raro, pero ahora me siento muy bien. Va a ser generoso al final.

No obstante, cuando observa que el chico cuervo se va en dirección a la casa de Toriel, Uve frunce el ceño. ¿Que va a darles más cosas al resto de niños tras lo estúpidos que han sido? Ni de broma, vamos. Antes prefiere pararle y decirle que hay algún peligro o algo así.

-¡Eh, perdona, señor cuervo! Por ahí es sendero muerto.- Jajaj. Sendero muerto, qué chispa. Como la cabra pesada que no quería dejarles salir. Uve empieza a pensar que debería controlar un poco su humor negro interior.

Liv sopesó la bolsita con curiosidad. Aún algo desconfiada, miró cómo el misterioso chico cuervo se alejaba en dirección a la casa de Toriel. 

Si era amigo suyo quizá no le gustaría ver que Toriel había muerto. ¿Pensaría que habían sido ellas? Bueno, en cierto modo había sido responsabilidad suya, así que... 

Por suerte para la indecisa niñita, Uve tomó la iniciativa al tratar de evitar que el chico cuervo siguiese avanzando.

- ¡E-eso! - confirmó Liv, aunque sin sonar muy convencida -. Precisamente venimos de ahí. No hay nada que ver. ¡P-por cierto...! ¿Sabes si está muy lejos la salida de este bosque?

No preguntaba sólo por querer saber, si no para entretener a Crowlet.

- ¡STOP! - la voz grita desesperada, y entonces se percata de que la pequeña puede oírla - ¡Lo logré!

¿Qué es esto? No es el lugar nevado de hace un instante. El niño-cuervo no está. Todo es confuso. No hay lugar concreto ni formas ni colores. Todos es agobiantemente impreciso. Solo hay una cosa a la que agarrarse: la voz. La voz parece muy feliz de que por fin Liv la escuche, y muy estresada al mismo tiempo.

- He conseguido estabilizar el puente. No durará mucho. Escúchame, debéis deteneros. No debía ocurrir así ¿por qu é es t á is ahciendo ets o? ¡No! ¡On tna pr o n t o!

La voz comienza a distorsionarse apenas ha conseguido empezar a hablar y eso parece llenarla de miedo y de angustia. Se está volviendo imprecisa como este extraño no-lugar.

- ¡ebeisd de n te eros! ¡NO LO HAGÁIS! 

- ¡STOP! - la voz grita desesperada, y entonces se percata de que la pequeña puede oírla - ¡Lo logré!

¿Qué es esto? No es el lugar nevado de hace un instante. El niño-cuervo no está. Todo es confuso. No hay lugar concreto ni formas ni colores. Todos es agobiantemente impreciso. Solo hay una cosa a la que agarrarse: la voz. La voz parece muy feliz de que por fin Uve la escuche, y muy estresada al mismo tiempo.

- He conseguido estabilizar el puente. No durará mucho. Escúchame, debéis deteneros. No debía ocurrir así ¿por qu é es t á is ahciendo ets o? ¡No! ¡On tna pr o n t o!

La voz comienza a distorsionarse apenas ha conseguido empezar a hablar y eso parece llenarla de miedo y de angustia. Se está volviendo imprecisa como este extraño no-lugar.

- ¡ebeisd de n te eros! ¡NO LO HAGÁIS! 

Uve se queda mirando hacia el vacío con los ojos muy abiertos, sin entender qué está pasando por delante de sus... ¿ojos? ¿su psique? ¿su mente? El caso es que una voz está otra vez diciéndole lo que hacer... ¿y por qué habla como el hombre malo? ¿aquel que intentaba matarla por no hacer nada malo? ¡Espera, era encima por haber hecho un amigo!

-¿D-dónde... estoy, qué es esto...? ¿Por qué... tengo que hacer caso a lo que me dices? ¡No sé quién eres! ¿¡Y qué no debemos hacer!?- Cada cosa que la voz dice consigue alarmarla de sobremanera. Las lágrimas acuden a sus ojos, asustada... ¿por qué todo suena tan amenazante?

Uve es una personita a la que le gustan las cosas claras... y bueno, la verdad es que una distorsión temporal parpadeante extraña no está siendo clara con ella en absoluto.

-¿Me... me oyeeees?

Liv se llevó las manos a la cabeza, molesta por el confuso sonido de estática.

- ¿Quién eres? - preguntó al aire en un grito ahogado -. ¿Qué quieres?

Trató de mirar a su alrededor, sin ver nada realmente. Liv se dejó caer de rodillas donde quiera que estuviese y esperó a que todo volviese a la normalidad, hecha un ovillo.

Odiaba aquel lugar.