Partida Rol por web

Viento en popa a toda vela

Intro

Cargando editor
24/07/2022, 17:04
Director

 

Bienvenidos a 7º Mar

 

Cargando editor
24/07/2022, 18:00
Director

El crepitar del fuego sobre vuestras cabezas desentonaba notablemente con la refinada y cuidadosamente alineada decoración de esa inmensa sala de baile en la que habías terminado infiltrados para participar, sin que ninguno de vuestros corazones lo deseara realmente, en la pomposa fiesta de cumpleaños de una niña malcriada con más poder en sus manos del que ningún ser viviente debería tener.

Prisca, sentada en un trono de oro y cojines aterciopelados al fondo de la sala, se encontraba mareando un muslo de pollo por encima de la cabeza de un gato bien lustroso que se anunciaba como reglado de cumpleaños por el enorme y desproporcionado lazo rosa que lleva al cuello completamente ajena a aquello que se le venía encima. Ya fuera una viga maciza renunciando a su propósito de sostener el techo lejos de las cabezas de los invitados.

Vuestros diez ojos se sincronizaron para recorrer el techo en busca del inicio del fuego que podía acabar no solo con la misión que os traías entre manos sino también con la comodidad de estar vivos y mientras deseabais con todos vuestras fuerzas que en el origen del demonio rojo no estuviera Francina cometiendo -otra vez- un error de calculo contuvisteis la respiración danzando hacia la mejor posición para actuar en el peor de los casos.

El hocico del felino se agitó en el aire como eligiendo entre los olores cual de ellos tenía más interés y cuando la supervivencia venció a la gula, desvió su mirada del pollo e invitó a la Regente a levantar la cabeza. Dos segundos tuvisteis para actuar antes de que incluso los rubios tirabuzones de Prisca intentaran huir de su cabeza ensordecidos por el despavorido grito de su dueña.

Doce espadas fueron desenvainadas en ese instante y tras ello se perdió la cronología de los hechos: volaron golpes, patadas, dentelladas metálicas e incluso alguna que otra copa desperdiciando el mejor vino que habíais probado en largo tiempo; se rasgaron vestidos, cabelleras y sobretodo alianzas; cayeron sillas, hombres, insultos y amenazas. Y finalmente, el fuego decidió unirse a la fiesta y erradicar la pulcritud y toda esperanza de seguir siendo sutiles.

El caos había presentado su contraoferta a la fiesta de Prisca y por encima del ruido de la trifulca una risa oscura, cruel y triunfal ensordeció vuestro acero al reconocer el fatídico timbre de Makmortem, el eiseno que venía pisándoos los talones en la búsqueda del último trozo del mapa a la Cueva de las Mil Maravillas. Ese bastardo trepaba entre las llamas por una cortina, cría en hombro, camino a la galería superior al grito de: <<¡Solo los dragones vencerán!>>.

 

 

Cargando editor
24/07/2022, 18:57
Francina

Cuando se desvaneció el fundido en negro os encontrabais a bordo del Trasgo Saqueador, vuestras ropas todavía conservaban restos de ceniza en sus pliegues a modo de pista de cómo había terminado la escena anterior. 

Las punteras chamuscadas de las botas de Francina despertaron la única pregunta posible “¿Por qué seguía encargándose ella de la manobra distractora si eso os hacía acabar siempre envueltos en llamas?”

- Tomaros vuestro tiempo- fanfarroneó la criatura con los brazos en jarra apoyando sus puños en la cintura mientras terminabais de tomar conciencia del nuevo escenario-.  Ya he marcado en el mapa la nueva parada. 

Lanzó una mano a su espalda para rebuscar en el cinto un trozo de pergamino que luego extendió hacia vosotros con una sonrisa triunfal en los labios. El oscuro agujero en esa sonrisa provocado por el diente de leche que hacía tan solo tres noches que había perdido pidió clemencia ante vosotros enterneciendo la sobrada actitud de la niña hasta paliar los tintes de jactancia para ser leída como jovial. 

- Conseguí rescatar el cacho este antes de que nos tuviéramos que ir- anunció esperando un aplauso ajeno al tema del fuego-. Prisca lo tenía en un cofre en el despacho de su Concejal- esperó el tiempo justo de una bocanada de aire y luego se alzó sobre las puntas de sus pies-. Era tan obvio- dijo alargando la primera “o” y devolviendo su peso al suelo con la última. 

Con ese último trozo de mapa la búsqueda del tesoro ya tenía un rumbo claro: encontraríais la Cueva, hallaríais la espada de Acero Dracónico, la entregarías al Príncipe Egbert Kindlemüller de Eisen para que pudiera reclamar su título legítimo y, más importante, os pagara un buen pellizco y volverías llenos de riquezas a vuestras vidas de paz. Sin embargo, con la vida de la Regente de Montaigne en juego lo vuestro había dejado de ser “un trabajo sencillo”.