Después del susto del gorila invisible, Eddie se mueve entre el miedo y la paranoia, mirando atrás mucho más a menudo de lo que cualquiera haría y acercándose más al grupo de lo normal.
Mientras van caminando le tiende a su profesor una pistola, sabiendo que le habían perdido una intentando ayudar a aquel anciano que desapareció en la boca del metro - Tenga cuidado, no es un juguete - le dice, guiñándole un ojo a modo de broma - pero le debía una pipa, y soy un tío legal.
El camino empieza a hacerse enrevesado y el zumbido del vórtice se acentúa cada vez más, es entonces cuando se topan con un friki grabando con una cámara el vórtice.
Pero si los aparatos no funcionaban... - con su curiosidad natural, Eddie se acerca al individuo, aunque no demasiado, y coloca disimuladamente su mano detras de su espalda, empuñando la pistola que guarda en la cintura de su pantalón.
Señor, ¿se encuentra bien? ¿¿Qué está haciendo??
Habían sobrevivido, aunque de puro milagro, de eso estaba seguro. Así que no pierdo el culo para salir de allí. Lo siento por John, pero la vida es así de dura. Erigiéndome como líder temporal de la marcha, enfilo hacia el centro, reconociendo calles que hacía apenas unas horas estaban llenas de vida, de gente, de vehículos. Al pasar delante de mi panadería habitual, donde charlo sobre las últimas noticias con Susie, la dependienta, me pregunto qué ha sido de ella. Pero ahora sólo importa llegar al Vórtice, que se alza como una columna de luz ante nosotros. ¿Cuánto medirá de diámetro? Si me pongo a pensar, diría que casi como un campo de fútbol americano, pero es difícil decirlo con esas lenguas de energía que se extienden como si estuviera vivo. Y quizás es que es así, que está vivo, que late como un corazón humano.
Agradezco la pistola que me cede Eddie y evito preguntarle de dónde ha sacado una segunda. El muchacho sacaba malas notas, era un pandillero y quizás no acabaría los estudios, pero era valiente y de buen corazón. Y ahora, es lo que más le importaba. Que seguía con ellos. Que aún seguía vivo.
- Bill, despleguémonos, no sabemos quién puede ser ni qué hace - digo, quitando el seguro del arma. Eddie ya había llamado la atención del hombre, ahora sólo tenían que esperar.
Eddie pregunta al hombre por su estado y su actividad. Antes de que responda Jeremy y Bill se sitúan uno a cada lado de la calle por lo que pueda ocurrir.
El hombre se gira asustado y pasan unos segundos hasta que logra localizar la procedencia de la voz, parece que sus ojos han tardado en acostumbrarse al cambio de luminosidad.
Cuando se da la vuelta podéis ver que viste un viejo pijama y un albornoz totalmente sucio y deshilachado.
- ¿Qué? ¿Quién ha hablado?
Se agacha sobre la furgoneta y el metal cruje por el cambio de peso.
- Eh, chico, ¿que haces aquí?
Antes de que Eddie pueda responder el hombre ve Bill y Jeremy, entonces enfoca su cámara hacia vosotros y sigue hablando.
- ¿Sois supervivientes? ¿Por qué vais armados? ¿Os ha enviado la CIA? ¿Sois un grupo de operaciones especiales de la CIA? Esa cosa no deja de enviar monstruos, seguro que ha sido un experimento fallido del ejercito.
Junto a la furgoneta observáis como brilla algo, no tardáis en descubrir que se trata de un gorro hecho con papel de aluminio.
A simple vista el hombre no parece armado, su vieja cámara sigue grabando aunque ahora apunte al suelo mientras señala el vórtice.
- Ah, fabuloso, un conspiranoíco fanático de los OVNIs - pensé, mientras observaba el "uniforme" del hombre de la cámara - Somos sólo vecinos, señor. Yo soy Jeremy, aquel es Bill y el joven es Eddie. Dígame, ¿lleva usted aquí solo todo el tiempo?
Me parece increíble que lleve a solas desde que empezó todo esto, considerando las bestias que ha escupido el vórtice, y que haya salido ileso. ¿Quizás por la cercanía con la columna de luz? Sin embargo, no me termino de fiar de todo esto, así que no suelto el arma y me aseguro con una mirada que Bill haga lo propio.
- ¿Le funciona la cámara? - no tiene sentido que algo eléctrico funcione, pero por preguntar, que no quede.
Mi respiracion. Me centro en mi respiracion. Me siento muy agobiado, triste, asustado y cabreado... una medusa voladora, hojas que intentan matarme... joder sihasta hemos visto un gorila transparente! Y por que no me ha atacado? Por que ha seguido a por john si yo estaba en medio? Vuelvo en mi y me doy cuenta que el niño y el profesor estan de chachara con el loco asi que decido dejarlos tranquilos y quedarme en mi esquina vigilando por si veo venir lo invisible... habre visto muchas peliculasnpero creo que este es un buen sitio para una emboscada... - dios estoy paranoico... calmate idiota
Tirada oculta
Motivo: echar un vistazo vigilando que no se acerque nada extraño por detras nuestro
Tirada: 1d20
Resultado: 15(+2)=17
¿¿De la CÍA?? ¿¿De la CIA?? ¿De verdad tengo pinta de ser un agente de la CIA? - Eddie estaba a punto de cabrearse de verdad, pero entonces se percató del gorro de aluminio. Recordó que lo llevaban los dementes en muchas pelis y, dada la situación y actividad de ese tipo, no debía estar muy lejos de ellos.
Se tranquilizó un poco y se fué acercando a la furgoneta, quería fisgar un poco mientras los adultos hablaban, quizá así averiguase algo más del misterioso desconocido.
No se si debería tirar "sigilo", "robar" o nada, así que no dejo tirada, pero si quieres tíralo por mi.
El peculiar hombre se sienta en el techo de la furgoneta, sus piernas cuelgan sobre el portón trasero enseñando unas pantuflas bastante desgastadas.
- ¿Vecinos? Los vecinos que conozco no llevan armas, y menos aún ese tipo de armas. Pero supongo que estáis de mi lado, habéis venido de allí - señala la calle por la que habéis llegado - y no de allí, - su pulgar mira hacia el vórtice que ahora está a su espalda - así que no venís si no que ya estabais.
Ante la primera pregunta de Jeremy el hombre se encoge de hombros antes de responder.
- Estaba en mi sótano, preparado para todo esto. Generador propio, revestimiento de amianto, comida para un año y una conexión a internet vía satélite. Suponía que iba a ocurrir algo así pero no a cuatrocientos metros de mi casa. Cuando salí todo el mundo se había ido, no se si voluntariamente o no. - señala ahora al cielo aludiendo a la desaparición de la gente.
El vórtice suelta un latigazo de energía, como si hubiera sufrido un momentáneo pico de tensión. Después continúa su actividad, sea cual sea.
- He salido, he visto esa cosa, y me he puesto a grabar. Mi generador esta frito, pero esta pequeña se ha puesto a grabar. Lo mejor de todo es que la batería está en casa, ni siquiera sé como funciona.
Os enseña la cámara y veis como el hueco para la batería está vacío y, sin embargo, en la pantalla aparece todo lo que captura el objetivo.
Mira hacia abajo, a Eddie, y vuelve a encogerse de hombros.
- La CIA tiene un ejercito de niños, nadie sospecharía de ellos y son capaces de eliminar a enemigos de la agencia. Los tres podéis ser agentes de la CIA, de lo contrario no hay una explicación a vuestra presencia en la ciudad. No hay nadie más, y la excusa del sótano fortificado ya la he usado yo.
La furgoneta no parece que sea suya. En un lateral se puede ver el nombre de una empresa de instalaciones de televisión por cable y montaje de electrodomésticos. Parece que simplemente estaban trabajando en la zona cuando ocurrió todo.
Vuestra retaguardia parece segura, a simple vista nada ni nadie os sigue. Los alrededores sin embargo son un lugar propicio para ocultar enemigos, las casas, las vallas y los arbustos constituyen multitud de parapetos y escondites para cualquiera.
Cuando aquel tarado nos explica lo de su propio refugio y cómo la cámara estaba funcionando por sí sola, todas mis teorías al respecto del vórtice se desmoronan como un castillo de naipes. Imaginaba que era algún tipo de portal a otro mundo, y que su llegada a la tierra había generado un pulso electromagnético que había dejado fritas las instalaciones eléctricas. Pero ahí estaba su cámara, funcionando sin batería. Al carajo el fundamento científico.
- Hágame caso, somos supervivientes, y llevamos armas parap protegernos de las cosas que salen de esa columna de luz - me acerco a él, necesitábamos más información y discutir sobre conspiraciones no nos iba a llevar a nada - Dígame, ¿ha visto algo extraño, aparte de los picos de intensidad y las criaturas que trae? ¿Alguna forma de detenerlo?
Aquel tipo estaba fatal de la cabeza, eso había quedado claro, pero cuando Eddie estaba a punto de pasar completamente de él, algo llamó su atención ¿Tenía internet?
¿Señor, ha dicho que tiene internet? - la actitud del chaval había cambiado por completo pues hacía mucho que no se conectaba y él pertenecía a la era de la tecnología - ¿Cree que podría conectarme? ¿Dónde vive?
El gesto del hombre se convierte en duda cuando Jeremy menciona la actividad del vórtice.
- ¿Detener eso? ¿Tenéis algún arma nuclear? Esa cosa ha creado su propio campo de exclusión, mirad esa niebla, ni se disipa ni se ve afectada por el viento. Si existe algo que genere esto desde luego no está a este lado. Viendo el tamaño no creo que tengamos nada en este mundo capaz de detenerlo, aunque no me he acercado lo suficiente para saber como es.
El peculiar hombre frunce el ceño ante la petición de Eddie.
- Si, claro, agente de la CIA, ahora mismo te doy acceso a mi ordenador para que me encierren para siempre en Guantanamo. De todas formas no funciona la conexión vía satelite, puede que los satélites estén fritos o los servidores de internet hayan caído. No se como están las cosas fuera de aquí, ni siquiera se si seguimos en nuestro mundo o la niebla no es mas que una burbuja que envuelve la ciudad para transportarla.
Un nuevo ruido procedente del vórtice hace que el hombre se gire. Todos veis como llega algo a través de él, la diferencia es que esta vez parece metálico ya que reflecta la luz del remolino.
- Me pregunto si eso sirve para enviar tropas, colonos o simplemente están tirando la basura.
Les dedico una reveladora mirada a mis compañeros mientras arqueo las cejas, dejando claro que de alguien así no vamos a sacar nada en claro, y relajo mi postura. No es más que un paranóico, un fanático de las conspiraciones que nos pone en más peligro que otra cosa. Además, el destello que desciende del vórtice me pone en alerta, recordándome que no podemos quedarnos parados.
- Nosotros nos vamos, muchas gracias por su tiempo, ¡y suerte! - le digo, mientras empiezo a caminar hacia un lateral. Mi intención es dirigirme a la columna de luz, no sólo para intentar saber cómo detenerla, sino porque mi lado más científico me pide a gritos que lo mire más de cerca, que intente saber cómo funciona. Sin embargo, no iremos de frente, quisiera dar un rodeo para evitar una emboscada.
Pese a que avanzar directamente hacia el vórtice parece la opción mas rápida también puede ser la mas peligrosa.
Dejáis atrás al peculiar conspiranoico, sus últimas palabras confirman que su imaginación es la mayor de sus creencias.
- ¡Dadles duro marines! La CIA hará de ti un héroe, muchacho. ¡U.S.A! ¡U.S.A!
Un rodeo a través de los callejones os oculta de cualquier posible perseguidor o espectador no deseado, a vuestra retaguardia seguís sin noticias del gorila y a medida que avanzáis no encontráis mas visitantes.
Sin embargo vuestra suerte no tarda en cambiar.
Una enorme plaza ajardinada con forma rectangular alberga la comisaria a un lado y el ayuntamiento a otro. Completando los lados hay distintas casas de estilo victoriano cuyo valor es bastante superior al resto de la ciudad. Junto al ayuntamiento, un edifico de dos plantas reformado hace cuatro años, se encuentra la iglesia.
Os encontráis mas cerca del vórtice y sentís cada cambio en su corriente, con cada fluctuación os zumban los oídos momentáneamente.
A simple vista no hay nadie en la plaza, pero veis fugazmente una figura cruzar un par de ventanas del primer piso de la comisaria.
El interior está a oscuras y la pobre iluminación exterior, ya que se encuentra de espaldas al vórtice, no facilita la visión.
Cuando el zumbido os lo permite podéis escuchar lo que parece ser una melodía, pese a lo disparatado de la situación juraríais que se trata del órgano de la iglesia.
A medida que avanzamos, no puedo evitar pensar en lo injusta que es la situación. Que tipos como ese, que sólo se han preocupado por sí mismos, sigan vivos, mientras que ese pobre soldado que intentó salvanoes, estaba muerto, me parece muy triste. Pero, ¿acaso no es siempre así? Los verdaderos héroes, aquellos que se sacrifican por los demás, mueren sin pena ni gloria, mientras que tachan de leyendas a multimillonarios que dedican sólo una parte de su inmensa fortuna para ayudar a unos pocos. El maldito ideal americano.
Interrumpo mis lóbregos pensamientos cuando escucho aquella música, y miro a mis compañeros para comprobar que ellos también lo escuchan. Sí, efectivamente, hay alguien en la Iglesia. Quizás esté tocando para avisar a los demás supervivientes. Estaría genial encontrar gente cuerda por una maldita vez.
- Vamos a la Iglesia, pero estad atentos - no me ha pasado desapercibida esa sombra que hemos visto en la Policía pero, aunque podría ser sólo mi imaginación, si algo he aprendido de esta situación es que no puedo confiarme.
Y el tío a lo suyo, menudo chiflado, la CIA dice el fulano... - marcha refunfuñando detrás de su profesor el cual se encontraba extrañamente silencioso - supongo que esta maldita cosa nos pone nerviosos a todos - piensa mientras repara en la cercanía del Vórtice - y cuanto más nos acerquemos será peor.
El movimiento en el piso superior de la comisaría no pasa desapercibido para nadie, pero más inquietante es aún la música que emana de la iglesia - joder, que mal rollo - pero parece que Jeremy quiere explorar la iglesia primero.
Sinceramente prefería la comisaría, pero será mejor no separarnos - con ese pensamiento intenta evitar el acojone que le produce entrar a las dependencias del Señor bajo esas circustancias.
¿Y ahora qué? - El silencio recalca el zumbido y los cambios en el Vórtice, creando una situación tensa y poco comunicativa.
Rebusca la linterna en la mochila y saca la pistola de la parte trasera de la cintura de su pantalón, no enciende la linterna para no delatarse, pero supone que el interior de la Iglesia será lúgubre y oscuro.
¿Que tal si abren y me asomo a ver que hay?
La plaza del ayuntamiento, llamada Plaza Martin Van Buren en honor al octavo presidente de Estados Unidos, siempre es un lugar concurrido. Pese a la ausencia de tiendas en la zona el lugar sirve como punto de reunión para los vecinos.
Ahora, al igual que el resto de Darkville, parece una ciudad fantasma. Incluso con la extraña iluminación procedente del vórtice la plaza toma un aspecto tenebroso, digno de las mas clásicas películas de terror.
El portón de la iglesia está abierto, se puede ver el interior iluminado pobremente con una docena de velas alineadas a ambos lados del pasillo central que se forma entre los bancos.
Tras una búsqueda sin éxito de peligros o amenazas vuestra vista se fija en el órgano. El padre Wilson, conocido por todos independientemente de creencias o prácticas, está tocando el instrumento con suma concentración. A su lado, un hombre parece realizar algún tipo de medición con lo que parece ser un teléfono móvil.
El hombre, cerca de la treintena, viste un traje negro parecido a un mono de motorista pero de un material distinto.
La localización de las columnas os oculta de ellos, pero es imposible acercarse sin ser vistos.