Partida Rol por web

-¿Que va a ser Strip Billiar?

No seré yo quien me niegue. Es una mesa de billar perfecta, al fin y al cabo

Le digo mientras me agacho a recoger las bolas y situarlas en posición en el triángulo.

Después cojo dos tacos y le cedo uno a Vanessa.

Las damas primero - Le digo mientras me sitúo estratégicamente detrás de la mujer, donde pueda ver cómo se inclina a romper el juego.

Mientras espero a que abra juego, consulto el móvil y escribo un SMS.

Bufo contrariado y guardo de nuevo el móvil.

Escucho el tono del móvil, pero lo ignoro. Cogiendo el taco con la diestra, apoyo la zurda en el tapete y echo mi cuerpo hacia adelante, tanto como puedo. Estirando la espalda, levanto las caderas, ofreciéndole una vista de mi pandero a Henry. Sin embargo, él si estaba distraído con la conversación por sms. 

Golpeo con fuerza y las bolas comienzan a chocar, me generaba un pequeño extraño placer estrenar la mesa de billar, aunque fuera para su función propia. 

-¿Qué ocurre?.- Al incorporarme cojo el móvil y miro.- ¡Oh, vaya! Tiene una lengua de plata el profesor.

Eso digo yo. ¡Oh, vaya!. Me he perdido la mejor parte...

Me levanto y avanzo hasta la mesa de billar inspeccionándola como si supiera jugar. No le gustaba haberse perdido parte de la diversión.

Ese memo es capaz de morir matando de pura estupidez.

Me agacho y deslizo suavemente el taco sobre la unión entre pulgar e índice para probar la fricción. Después doy un golpe seco a la bola blanca que golpea varias bolas sin llegar a meter ninguna.

Aunque Henry estaba más molesto que otra cosa con la actitud de Robert, la acusación de asesinato me había golpeado duramente.  Siempre había escrito novelas siniestras, nunca me esperé ser parte de una, al final cada uno escribe aquello con lo que fantasea. Por mucho que me lo negase dentro de mi cabeza, una parte de mí le estaba agradecida al que ha orquestado todo esto. Había encontrado un hombre maravilloso si, pero también había jugado a ser Dios, eligiendo quien vive y quién muere; había sido el Diablo, matando justificado por las circunstancias. Pero lo había disfrutado.

Robert me había recordado al obligarme a decirlo, que todos éramos inocentes. Sin embargo el pensaba irse con las manos limpias, un auténtico caballero.

-Se va a suicidar. Se va a elegir a sí mismo como víctima esta noche.- Con un suspiro hondo, me siento en uno de los laterales, paso el taco por mi espalda y me giro para mirar, ofreciéndole la línea de mi cuello al hombre que me acompañaba desde que había despertado en este macabro juego. Había algo en él, en su sonrisa que me hace olvidar que llevo tres días con la misma ropa y sin ducharme, que la casa esta llena de cadáveres y que mis manos están manchadas de sangre. ¿Querrá seguir conmigo una vez esto termine?

No sabemos cómo reaccionará el psicópata que ha organizado esto a un intento de suicidio de su último asesino. Si simplemente intentase salir a matar a cualquiera, todos sobreviviríamos menos él. Si en lugar de eso cabrea al psicópata, todos moriremos.

Ese hubiera sido un buen momento para golpear la bola blanca, para descargar la furia que le hacía sentir la impotencia de sentirse en manos de un hombre que podía llevarles a todos a la muerte. Pero su enfado no era con Robert. Eso no era justo.

Suspiró.

Espero que tengas razón, como hasta ahora. En cualquier caso, no dependemos de nosotros, así que más vale no darle vueltas.

Se sentó en la mesa para enfrentar a Vanessa y observó la porcelanosa curva de su cuello insinuante.

Confiaré en ti una vez más. Si vamos a salir vivos de aquí, tengo que hacerte una pregunta antes de que todo esto acabe.

Sonrió cautivador

¿A tus niñas les gustaría conocer Kenya?

Me giro hacia Henry, apoyo el taco contra la mesa y cruzo los brazos bajo mis pechos. Adopto pose pensativa mientras miro al cielo y mi índice va y viene tocando mis labios. Avanzo hacia él, dejando caer mis brazos a los lados. Poniendo un pie a cada lado de los suyos tomo su rostro en mis manos y lo alzo hacia mi.

-Estoy segura, de que nos encantará a las tres.- Inclinándome, beso sus labios por primera vez.