Partida Rol por web

- ¡HAZ EL MALDITO FAVOR DE MORIRTE!- gritó Kemdrael algo desesperado por la resistencia del orco.

¡Increíble! Ahora una contrafinta del bruto había detenido el ataque del semielfo, que no podía dar crédito a lo que sucedía. Por un momento estuvo tentado a tirar la espada, alejarse unos metros y ensartar a aquel asqueroso piel-verde a base de flechazos. ¡Y mientras tanto sus compañeros en peligro! Sólo esperaba que pudieran deshacerse del otro brulag con más habilidad de la que él estaba demostrando con su orco.

Hannah se sacudió rápidamente el brazo protector de Siyara de encima, abochornada.

-¡Estoy bien, estoy bien, no ha sido nada!-gritó rápidamente, para que quedara constancia-. ¡Ya voy, ya voy!

Mirando alrededor, consideró que Ulgmar iba a tener más problemas que cualquiera de los demás (a pesar del extraño comportamiento de Kem, que parecía haber olvidado el uso de la espada), así que salió corriendo para ayudarle, y de paso para matar a aquella bestia que casi la había hecho sonrojarse por cuarta vez en su vida. ¡Faltaba más!

Había salido bien una vez. No como él lo había visualizado en su mente, porque el bruto no había caído de un solo espadazo, pero tampoco había errado el golpe, ni el brulag lo había tocado a él. Entonces, ¿por qué no podía salir bien de nuevo?

Arremetió de nuevo ayudado por el hecho de que el halcón de Siyara estaba haciendo pases que molestaban al terrible enemigo, y por la propia Hannah, quien se había levantado tras su caída. No tendría muchas oportunidades, así que intentó aprovechar ésta.

Siyara se encontró debajo de su caballo, pequeña, frágil, sin protección de ningún tipo, al lado de una Hannah que se sacudió de sus manos como un animal rabioso y se alejó de nuevo en dirección al Brulag. Y no supo qué hacer: todo en ella había estado enfocado a socorrer a su compañera, y ahora no tenía nada en lo que ayudar. Y estaba a pie, y estaba sola, ¡y gracias que estaba a distancia del Brulag! Pues si no, eso le hubiera significado la muerte. Y aún podía significársela, mucho más que a cualquiera de los otros que batallaban de forma enloquecida y brutal, por lo que decidió retroceder.

Enyi continuaba allí, a modo de péndulo, molestando los ojos y la vista de las terribles criaturas. Siyara hizo lo último que podía hacer mientras caminaba hacia atrás: tensó la cuerda y volvió a disparar, directo al Brulag más cercano. Quería darles un apoyo, una distracción. Inmediatamente luego, volvería a montar y se alejaría. Era todo lo que podía hacer.

Kurgan miró con fiereza la inmensa mole que caía bajo sus espadas. La suya y la de Marcus.

- Muerdes bien, Viejo Lobo - dijo con una de sus características torcidas sonrisas sin labios -. Trituremos ahora a esa mierda que permanece en pie - casi rugió lanzando un espadazo hacia el brulag.

Marcus tomó aire con un pesado suspiro, conteniendo la excitación del combate y manteniendo cuidadosamente oculta la llama de esperanza que parecía haber nacido de la muerte del Brulag.

Junto con Asolación estaba ya encarándose contra el otro enorme bruto y entonces lo vio...

Brillante como el reflejo de un estanque un día de verano. El tiempo parecía haberse parado y Marcus enfocaba al bruto de forma difulminada, excepto un hueco en el flanco. Como un relámpago, como un lobo agazapado que se abalanza sobre su presa, Marcus golpeó. Shannia se hundió mas de un palmo en el pellejo del enorme brulag, en una trayectoria diagonal ascendente. Marcús la extrajo sin interrumpir el movimiento, haciendo un amplio desgarro en la bestia. Terminó el movimiento con un molinete que sacudió la sangre de la hoja y esta quedó de nuevo en posición de combate.

- Muerdo donde debo de morder. - Respondió tras el letal golpe a Kurgan, con un atisbo de sonrisilla en el rostro.