Untar políticos, recalificar terrenos, triscar en la piscina del hotel, salir en videos de Primera, codearse con la high, traficar con drogas, lucir tipín en la playa, matar a unos cuantos facinerosos... Bienvenidos a Marbella, ciudad de vacaciones.
El sol tórrido, la burbuja inmobilaria, el Atlético que va a ganar la Liga, y se ha zampado la Copa del Rey, las guiris en bikini, sin entender una mierda, se tuestan como gambas y le echan el ojito a la fauna local. Comerse un frigopié, mientras deshaucian a un par de desgraciados que no quieren vender sus terrenos. Grúas por doquier, coches de alta gama, fiestas de la high, donde Rappel echa las cartas. Imperioso en su cuadra, echando bostas como si no hubiera un mañana.
Corre el año 1996, y Aznar acaba de ganar unas elecciones generales. Es la época del ladrillazo, de la recalificación salvaje, de construir a dos metros de la línea de playa. Triunfa el Rambo Mix, los primeros pentium con Windows 95, los bikinis escandalosamente pequeños y los largos veranos de tres meses al sol.
"España va bien", y la gente lo disfruta con sus comilonas y sus pijadas. Al calor del dinero, Marbella crece como un virus, atrayendo a gente con pasta. El carismático alcalde pasa de todo, dice lo que le sale de los cojones, y la gente le ríe la gracia. ¿Para que preocuparse, si va todo de puta madre? Ponme otra de chipirones, niño.
La pasta, sin embargo, trae problemas. La mafia rusa, los saudíes, los políticos corruptos y los trepas que quieren hacer fortuna en éste caldo de cultivo propicio, se codearán puerta con puerta con las fiestas exclusivas donde lo peta la Gunnila, o quizá frecuenten las últimas "catedrales del techno", poniéndose hasta las cejas de la droga que abunda y no me preguntes por qué.
¿Medrarás en ésta ciudad sin ley?, ¿O te comerás una mierda como el sombrero de un picador? Quizá llegues a lo más alto, o quizá te quedes tirao en la cuneta, mientras un tío con gafas descomunales y un traje amarillo pollo te suelta: "Que mala sueeeelte chaaaato. Jua, jua, jua."
Partida cañí para dioses del roleo umbriano.
Ritmo estajanovista, como no podía ser de otra manera.