Partida Rol por web

Los últimos días habían transcurrido tranquilos para la muchacha, que ahora mismo, transitaba por un camino a pocos kilómetros de la frontera que separa Gabriel de Moth. El camino discurría entre unos altos árboles, con unos troncos que se elevaban del suelo unos diez metros y era a esa altura dónde el follaje de las plantas comenzaba a crecer y a cubrir el cielo plomizo de la región.

Moth era una región fría plagada de pantanos y ríos, muchos de los cuales, eran bordeados por espesos bosques como el que rodeaba ahora mismo a Chris . Una densa niebla cubría sus pantorrillas, mientras continuaba por el camino como si nada importara. No tenía un destino fijo, eso estaba claro. Sólo había un objetivo en su mente, y era encontrar a su viejo maestro.

Pero esta vez, su camino la llevó hacia el territorio inexplorado de Moth.

Los ancianos cuentas muchas historias sobre estos parajes, algunos mitos realmente increibles, otros, imposibles de comprobar, pero cada uno más sorprendente que el anterior. No muchos creían en esos mitos, ni en las leyendas que se cuentan sobre esta región, pero los que lo hacían, tenían especial cuidado en no pisar los caminos que transcurren dentro de la sombría Moth.

Era bastante temprano por la mañana, ya que algunos rayos solares de tonos anaranjados perlaban el camino y los troncos de los árboles con raras motas que parecían bailar cuando el suave viento movía las hojas en la altura. Sin embargo, la niebla del suelo era tan densa que muchos de ellos no lograban penetrarla. Los que lo hacían, mostraban una serie de luces que danzaban en el suelo y en algunos casos, esta ilusión óptica parecía crear criaturas que se arrastraban por el suelo neblinado del lugar.

El viento era suave, húmedo y frío, y era tan débil que sólo hacía mover la parte superior de la niebla que cubría los pies de nuestra compañera.

Sin embargo, continuó avanzando, mientras el sol se elevaba en el horizonte y calentaba las hojas de los árboles, de las cuales comenzaron a desprenderse gotillas que caían sobre su cuerpo y humedecían sus ropaje. Los pájaros, parecieron despertar de repente y como en un coro, comenzaron a cantarle al amanecer... pero eran cantos apagados, sin alegría, mortecinos. Mortecinos como el paísaje que se mostraba delante de los ojos de Christine Tyn...

 Christine solia caminar por los camino incluso antes de que los animales se despertaran para comenzar a buscar su comida. era un momento en el que ella podia sentir sola y en paz. Sin nadie que la mirara, aunque habia veces que a ella le encataba que la miraran.

Sus pasos la dirigieron a un desolado lugar, que no conocia, una zona inexplorada.

Los pajaritos cantaban una cancion de muerte, pero poco le importaba, cuanto antes pasara por aquel lugar antes encontraria a su maestro.

Una sonrisa apareció en su rostro cuando recordó a su maestro. Vigoroso, fuerte y bello. Un escalofrio la cubria, junto con el frio que recorria el paramo.

Sus sentidos estaba puestos en cada ruido que escuchaba, incluso alguna ardilla que hacia ruido por el suelo, llamaba su atencion para luego tranquilizarse.

No pasaba nada, solo eran animalitos del bosque, sin ganas de atacarme.Ademas seguro soy mas rapida que cualquiera de estas criaturas.

Se decia tranquilizandose a sí misma. Su pensamiento volvia a concentrarse en su meta, en buscar a su maestro, y ahora debia seguir la ultima pista encontrada....y eso la dirgia al siguiente poblado/ciudad. Pronto le encontraria.

El paraje se mostraba bastante desolado, aunque poco a poco, se iba notando el calor del sol que se filtraba por las copas de los árboles. La niebla, en cambio, no parecía querer disiparse y se aferraba al suelo como una garrapata a un perro viejo. Sin embargo, la misma parecía clarear a medida que el sol ascendía en el firmamento y ahora, ya se podían ver la puntera del calzado si se miraba hacia abajo.

Tras un buen rato de caminata, un par de kilómetros más por el camino, el clima estaba bastante más templado.

Una bandada de pájaros pasaron volando en dirección a Gabriel, y sus graznidos retumbaron entre los árboles dejando un eco casi imperceptible, pero que allí estaba, rebotando en los troncos para ir desapareciendo poco a poco.

No se podía ver mucho más allá de la niebla, pero los ojos entrenados de nuestra compañera, lograron divisar a la lejanía una figura extraña que parecía estar sentada a un lado del camino. En ese instante, una musiquilla muy tranquila llegó a los oídos de la muchacha. Era una música que provenía de alguna especie de instrumento de cuerdas, y su sonido era bastante agudo, sin embargo, para nada desafinado.

 Christine camino y escucha la musica y se acerca en silencio, pensando se mete entre los arboles para no molestar al muico, pero así poder acercarse lo suficiente como para escucharlo bien y ver quien o que era.

Era una hermosa melodia la que tocaba aquella persona. Algo la hizo sonreir. Esa musica la tranquilizaba, y era hermosa donde las hubiera.

¿Seria un embrujo? Frunció su ceño ¿Quien sabe si era un espiritu vengativo que deseaba llevarsela? Luego hace una mueca de pasar del tema. ¿Como era posible que ella pudiera pensar algo así? 

Rie para sí...escuchando la melodia con atencion.

Te acercaste un poco más, siguiendo la dulce melodía que continuaba sonando desde un poco más adelante. A medida que te acercabas, la silueta de la persona que estaba tocando esa canción que resonaba por todo el mortecino bosque, parecía tomar más forma. Cuando sólo te encontrabas a unos veinte metros de dónde estaba aquella figura, ya podias distinguir una forma humanoide, con la espalda encorvada y cuyos brazos se movían sobre el Koto de manera armoniosa.

El anciano no pareció verte llegar.

El continuaba tocando su instrumento, como si no existiera otra cosa en el mundo, mientras continuabas caminando hacia delante.

El hombre no parecía peligroso, pero ya sabes que en estos bosques, las apariencias suelen engañar.

Y mucho.

En el momento que te acercaste a un par de metros del anciano, pudiste ver bastante bien sus facciones. Era un anciano, de eso no cabía duda. Su rostro estaba surcado por muchas arrugas, que se resaltaban al tener los ojos cerrados, concentrado en continuar con la melodía. Llevaba una larga barba gris, que caía hasta su abdomen e iba vestido con un kimono completamente blanco, con un obi dorado. Tenía las piernas cruzadas sobre la roca en la que estaba sentado y sobre ellas, tenía depositado el instrumento que estaba tocando.

Cuando terminó la melodía, ni siquiera levantó la mirada. Aún así, habló.

- Konnichi wa, viajera. - Dijo con la voz cascada.

 -Konichiwa ojii-sama

Decia sin faltarle el respeto al anciano.

-Tocaba usted una hermosa melodia.

Dijo la joven mientras se acercaba mas a él, pero sin descuidar su seguridad, ya que su sigilo habia fracasado, era mejor no ser descortes.

-No quise interrumpirle, en verdad quedé fascinada por las notas que producia

Se puso frente al anciano y ponia las manos tras de sí, mientras le sonreia ampliamente cual niña buena intentando agradar.

El anciano dejó su instrumento a un lado de su pierna derecha y metió sus manos dentro de las mangas de su kimono, cruzando las manos sobre el pecho y pasó su mirada sobre tus ojos, como escrutándolos pero sin signos de violencia, por lo menos por ahora. El hombre inclinó la cabeza hacia un lado, como extrañado por verte allí.

La verdad es que parecía tan receloso como tú.

Después de todo, los bosques oscuros de Moth no era lugar para viajeros ni gente común y corriente.

Pero eso no pareció importarle al anciano.

El anciano abrió la tapa de un pesado cofre que tiene a su lado y extrae una pequeña estera, que depositó en el suelo. Mientras de la estera emana unligero olor a moho, sus imágenes azul cielo llaman vuestra atención, el mural representa la vida de un hombre heroico. Antes de que podáis mirarla mas, el anciano se arrodilla en el centro de la estera y alisa los pliegues.

- Bella dama, podríais alcanzarme esa cajita que se encuentra dentro del cofre. - Dijo señalando una cajita de madera con algunas letras extrañas.

 Chris se quedó un poco maravillada con aquello y rauda cogió la cajita con cuidado apra tendersela al anciano.

-Aqui tiene señor

Dijo con los ojos como platos esperando ver que hacia ahora. Y de que se trataba aquello.

-¿Que es esto ojii-sama? Es algo realmente hermoso

Esperó su respuesta deseosa de conocerla.

-estoy en un mision personal. busco a alguien y mis infrmaciones me dirigen por estos lares. Espero encontrar pronto a esa persona.

Dijo mientras miraba como hervia el agua sin fuego alguno.

-¿Como ha hecho para que hierva el agua? Es algo inusual

Sonrie ampliamente , aqulla situacion le gustaba, parecia que poseia ante ella un hechicero...o quizas no. Pero de ilusiones tambien se vive. Y le encantaba la magia. las cosas que se pueden hacer con la magia, crear y destruir, era como ser un dios en pequeñito.

-Por cierto, es un gran juego de té. Pero para quien e la tercera taza? 

 Chris sonrió ante la respuesta de la tercera taza. era un gesto bonito.

-Oh oh..vaya...yo tampoco me presenté, mi nombre es Christine Tyn, un placer Wu Chia-sama. Decis una granja, con animalitos y todo eso? Vaya es algo que me fascina. Em...bueno, perdonadme soy muy efusiva para algunas cosas.

Dijo mientras cogia la taza de té que le ofrecia y bebia un poco, quemandose los labios tras beber, ya que estaba ardiendo, y el gesto de su rostro hizo ver que se habia quemado hasta el cielo dela boca.

- Está muy....caliente

Luego dejó la tacita enfrente de ella esperando que se enfriara un poco.

Y el anciano comenzó a beber lentamente su té mientras entre sorbo y sorbo soplaba con fuerza.

- ¿Quién es esa persona que buscas? Tal vez yo pueda conocerle... aunque por estos caminos no pasan muchas personas, la verdad... y como ya he dicho, las que pasan, no suelen regresar. -

-Firth, Marcus Firth.

No era para nada conocido asique no tenia reparo en decirlo, y ademas habria mas de uno en el mundo, no solo su maestro. por eso deambulaba tanto por las tierras, en busca de muchos firth que no eran su maestro, pero algun dia lo encontraria, encontraria esa hermanadad que se lo habia arrebtado, y lo rescataria para así volver a estar con él.

Sus mejillas se ruborizaron un poco al pensar en él, tan joven, guapo y serio. le encantaba esa clase de hombres, pero no habia ninguno igual a su maestro...era unico.

Soplaba el té, imitando al anciano mientras bebia pocamente de él, para disfrutarlo al maximo, y tambien de la compañia, pues no mucha gente oraia acercarse a hablar con ella tan tranquilamente.

- Lo siento. - Dijo el viejo mientras sorbía algo de té de su taza. - No conozco a esa persona. -

Fue en ese momento, cuando el sonido de varios aullidos os sacaron de la quietud de la conversación.

El anciano no pareció inmutarse, simplemente, acompañó los aullidos con un largo sorbo de su taza y negó con la cabeza.

- Los lobos no aullan en vano. - Sentenció mientras dejaba su taza junto a su pierna sobre la roca. - Te voy a dar un consejo, viajera, un consejo que les doy a todos los que viajan por este camino. Como todos, puedes escucharlo y decidir. -

El viejo Wu volvió a meter sus manos en las mangas del kimono, cruzándolas delante de su pecho.

- Puedes continuar por ese camino, tal vez el destino os haga un favor y puedas salir de este sombrio bosque, o también puedes desandar el camino andado, y regresar desde dónde partiste. Es aquí el punto de inflexión, más allá de dónde nos encontramos... - El anciano señaló el camino y tu miraste en esa dirección.

Cuando volviste a mirar hacía dónde estaba sentado el anciano, sólo pudiste ver la roca vacía mientras que la tacita que tenias entre tus manos, lentamente, como si estuviera echa de polvo, fue desapareciendo con la suave brisa hasta que no quedó nada...

Sólo la voz del anciano, que retumbaba en el bosque y llegaba a tus oídos entre el viento que movía las hojas de los árboles.

- ...el destino puede ser benévolo contigo, o puede que no. Ese es mi consejo. -

Después, sólo el sonido de tu respiración.

 Chris se quedó algo anonadada con aquel suceso. El anciano habia desaparecido. Como por arte de magia, o como si de un espiritu se tratara.

-¿Pero que diablos....? Seguir o retroceder?

Quedó pensativa durante un largo rato. Si volvia atras seria una perdida de tiempo los dias que habia necesitado ara llegar allí, y si seguia hacia delante quizas encontraria a su maestro. Su joven y adorado maestro....

Un suspiro salió de entre sus labios al pensar en el.

Luego frunció su ceño y asintió a si misma.

-Un buen consejo, pero debo encontrar a mi maestro, y la pista me lleva por aqui, si muero será responsabilidad mia....

Hizo una reverencia al aire, no queriendo que el anciano se enfadase. y prosiguió su camino.

Dicen que los primeros que empezaron a darse cuenta de eso fueron los niños... Los bosques oscuros, que ocultaban laderas de sombrías colinas; el arco plomizo yperenne de las nubes grisáceas; los oscuros arroyos que fluían en completo silencio, y los vientos solitarios que susurraban por los pasos. Muy ocultamente, pero sin que se supiera desde cuento... El silencio había dejado de ser un simple silencio.

Como si se tratase de un cuento antiguo que los ancianos cuentas a los niños y como se estuviera allí desde siempre y a la vez desde hace tiempo, en el silencio, ciertamente había algo que respiraba.

El aullido de los lobos resonaba en el bosque como los lamentos de las ánimas en pena.

La muchacha decidió continuar por el camino, y lentamente, se alejó del anciano.

Paisaje sobre paisaje, colinas sobre colinas, ladera tras ladera, la aventurera caminó durante horas por aquel crepúsculo de bosques interminables. Camino que había sido como un sueño de vientos salvajes y halcones cazando en libertad.

Ocurrió entonces, que al llegar al extremo de una curva, casi al final de una línea de árboles, se encontró frente a frente con una extraña escena que sacó a Crhistine de su ensimismamiento:

Empalados en grandes postes, plantados en el suelo a lo largo de las márgenes del camino, a manera de árboles con frutos humanos, había dos hileras de esqueletos amarillentos que bordeaban el sendero, como un pequeño bosque en el que sólo se escuchaba el silencio de la muerte que sigue al tumulto de la batalla lejana.

La muchacha se siente un poco afectada por lo que estaba viendo en ese momento, pero la visión de esos empalamientos, no la hace retroceder. Simplemente, giró un poco la cabeza, durante unos segundos, para digerir la cruenta escena y después, se quedó quieta en el lugar.

Fue en ese momento, cuando un grito la sacó de su concentración.

No era un grito de terror, para nada, era un grito con fuerza, seguido de un terrible estruendo de metal contra metal. El ruido venía desde los árboles de la derecha del camino, pero no parecía cercano. Tal vez el viento estaba haciendo de las suyas y atraía ese sonido hasta los oídos de la aventurera, sin embargo, el sonido continuaba llegando. Una y otra vez, los golpes de metal contra metal traspasaban los troncos de los árboles y reberveraban en el camino...

Al parecer, las sorpresas todavía no se habían acabado...