Partida Rol por web

Jorunn miró con curiosidad aquellos brazales dorados. No tenía mucha idea de cuanto podrían valer, pero estaba segura de que sería una fortuna. Estaba claro que lo mejor sería que se llevasen los animales con todos los objetos de valor incluidos. Pero, antes de decidir nada, espero a que su amiga intentase averiguar que ritual habían estado haciendo aquellos bandidos.

Observando los pequeños huesos, las runas y demás confirmas lo que Jorunn y el scalda habían dicho, aquellas eran piezas rituales. Pero lo que tus compañeros no podían saber es que esos materiales se usaban para hacer una maldición, lo cual es un delito muy grave en toda scandia y no es algo muy común, como tu bien sabes. 

A pesar de sentirse aún sorprendida por la descarada actitud del scalda, Hild se acercó a estudiar los objetos que le mostraba, todos parecían de lo más normales y cotidianos en cualquier tipo de invocación... huesecillos, piedras, hierbas... un anillo... Frunciendo el ceño y en un acto reflejo, la völva golpeó las manos que sujetaban los objetos para hacer que cayeran al suelo mientras se sujetaba con fuerza el colgante de su cuello.

- Esto no es bueno... una maldición, eso es lo que han estado haciendo. Pocos son los que se atreven a realizarlas sobre todo sabiendo que si se les descubre serían perseguidos. Mal asunto es éste.

La völva seguía mirando los objetos ahora caídos en el suelo mientras movía la cabeza en un gesto de negación.

¡JO JO JO! Que hay ahí pequeña Jorum- el berserker lanzó una risotada mientras apoyaba su mano ensangrentada sobre el hombro de la nobre y miraba sobre él para ver el contenido de la alforja - Thorgrím no tiene ni idea del valor de esas cosas o de si son oro de verdad, pero parecen bonitas.

Soltó las bridas de los caballos y las ató todas juntas mientras empezaba a caminar hacia el poblado llegandose los animales con él y dejando a la nobre con la alforja y su contenido.

Thorgrím cree que será mejor avisar de esto a tu padre, y de paso tomar un par de cervezas antes de la cena.

"Vayamos pues. No sabemos si estos hombres son solamente una avanzadilla de un grupo mayor, así que no perdamos el tiempo"

Sigurd agarra uno de los cascos de un soldado muerto. Quizá quiera conservarlo para ver si alguien del pueblo puede identificarlo mejor. O quizá sólo sea un trofeo.

La fuerte mano del bersheker presionó el hombro de la joven que se volvió con cara de preocupación hacia su amiga.

Vamos al pueblo—respondió a Thorgrimm antes de comenzar a dar instrucciones al resto— Tenemos las monturas cerca: no perdamos más tiempo. No me gusta la idea de que alguien esté lanzando maldiciones a punto de celebrarse el  jöll... ni mucho menos con mi hermana embarazada.

Guardaremos los caballos en los establos: Sigurd, te encargaras de dejarlos en el lugar mas recondito de las caballerizas, donde los invitados no hayan dejado sus caballos, Thorgrimm te acompañará, así si alguien os ve pensará que son caballos extraviados en los bosques. Hild y Klemet, vendreís conmigo a llevar las pruebas ante mi padre. Ynwe, cuando entren con los nuevos caballos, si hay gente les entretendras para que no hagan preguntas.

Sin esperar respuesta, Jorunn partió en busca de Audhildr, su temperamental percherona. Las cosas se ponían peliagudas por lo que, tras avanzar unos pasos se paró y volviendose hacai sus compañeros añadió.

Sobra decir que no comenteís nada de esto a nadie, al menos hasta que haya hablado con padre—la mujer posó su mirada de forma penetrante especialmente en el bardo, que era conocido por su lengua rápida y su gusto por el alcohol— Estamos en tiempos dificiles y el silencio es nuestro aliado

Con cierto gesto de desagrado Hild se agachó para recoger los objetos que habían servido para la maldición. Aquellas artes estaban penadas y la völva se preguntaba quién estaría tan desesperado para llegar a esos extremos.

- Sí, será mejor que vayamos cuanto antes... aquí poco más podemos hacer y no sabemos a qué peligros nos exponemos.

Montó en el caballo dispuesta a volver al pueblo. No había tiempo que perder, lel jarl tenía que saber lo que estaba pasando.

"Vámonos, chicos", dice el Hirdman hablando a los caballos, dando alguna palmadita en el lomo a alguno mientras recoge sus bridas. Acto seguido vuelve hacia el establo, intentando acceder a él por la zona menos transitada posible.

El viaje de vuelta con los caballos a la aldea estaba siendo tranquilo, la sangre de sus enemigos estaba empezando a resecarse sobre su piel y el berserker decidió que se tiraría un pozal de agua por encima antes de entrar en la aldea. Jorunn quería discreción, y volver lleno de sangre de pies a cabeza no era precisamente algo que no despertara la inquietud entre la gente.

El gigantón se acercó al scalde y le preguntó- ¿Habrá espacio en tus sagas para la hazaña de Thorgrím en la tarde de hoy?

Yngwe se mantuvo extrañamente cabizbajo ante la petición de Jorunn - Esto... sí, claro - El caballo caminaba despacio provocando en sus jinetes el incómodo balanceo que luego exigía de una buena friega en la espalda, aunque todos sabían montar, unos lo aguantaban mejor que otros... Yngwe pensaba en esto mientras se le ocurría algo...

De camino de vuelta explicaba a Thorgrím acerca de sus relatos  - Jorunn nos ha pedido discreción, por ahora deberemos omitir lo que ha sucedido, hasta que el jefe haga público los hechos, y querais explicar cuanto ha pasado hoy. -

Me apresuro a seguir al grupo a caballo, seguro que ellos preferirian que me quedara aqui pero no les dare esa satisfacción, sigo pensando en los objetos relacionados con la magia, muevo la cabeza en señal de desaprobacion, los caminos de los dioses son complicados, pero si de algo estoy seguro es de que nada bueno puede acaecer de lo visto el dia de hoy, se avecinan tiempos dificiles y lo unico que podemos hacer es confiar en los dioses y intentar honrarlos con nuestras futuras acciones.

El grupo se alejó del claro donde habían matado a aquellos guerreros. No hubo ceremonia alguna, habían muerto con la espada en la mano y las valkyrias estarían bajando para llevárselos al salón de los dioses y festejar junto a Odhinn padre de todos los dioses. La nieve había quedado teñida de sangre y el cielo seguía gris sobre sus cabezas mientras se alejaban de los arboles en dirección a Rohald. Todos se preguntaban que era lo que estaba ocurriendo. Unos misteriosos hirdman acampados en el bosque, un caballo sin alforjas, oro y una maldición. Aquello no auguraba nada bueno en un día como aquel, cuando se celebraba el Jöll. Con tantos invitados en la aldea sería complicado descubrir lo que ocurría...