Partida Rol por web

Todo el mundo derribando saurios y yo trabado en no poder posicionarme. El Sargento marca una orden de terminar con los saurios hasta que no quede uno y es ahí cuando logro avanzar entre las rocas y demás obstáculos hasta que finalmente planto mi arma para poder comenzar a apuntar.

Mientras iba avanzando cubriendo al cabo y escuchando los gritos desaforados del sargento dandonos ánimos puedo ver como uno de los saurios que huían asomaba su cabeza, momento en el que clavé rodilla a tierra y le disparé para luego seguir caminando y disparando a todo saurio que estuviera escapando.

Los últimos dinosaurios parecen resistir, pero viéndose en minoría, en vez de atacar esta vez intentan moverse lo más lejos posible, sin lograrlo del todo, pues están rodeados por hombres que siguen quitando la vida. De vuestro grupo el único capaz de acertar a cinco de los Dinos desorientado es Gerard, pues Rendor no paraba de correr para tenerlos a tiro.

Magdaleno respiró hondo y volvió a apuntar. Imitando una técnica que vio en un vídeo durante su adiestramiento como soldado, intentó separar el dolor de su cuerpo de su mente, y funcionó; ya no le temblaba el pulso. Entonces descargó una ráfaga mortal sobre varios saurios que cayeron abatidos bajo el poder destructor del rifle de postas.

«La batalla acabará pronto», pensó Magdaleno tras comprobar con alegría la masacre que había causado en sus adversarios.

Sin ser exáctamente consciente de cuántos enemigos quedaban, Frank siguió disparando hasta que dejó de ver saurios moverse...

Una vez que no quedaron enemigos a la vista, se permitió relajarse un poco...

Si entramos unos cuantos y dejamos a otros cubriendo la gruta, tendremos una unidad protegiéndonos por delante y otra por detrás... sin duda es la opción más segura pensaba para sí el sargento Bug, regocijándose por su gran idea.*

Cabo, organice unos hombres para protegernos mientras nos adentramos en la cueva, ese cabrón de Stealson seguro que ha vuelto a meter la pata y tendremos que entrar a rescatarle.

Tras mucho intentarlo logro posicionarme para tener a los saurios a tiro, quedan unos cuantos que no saben por donde escapar y pienso ahorrarles la frustración. - ¡SON MÍOS!- Grito más con bronca por tanto esfuerzo y frustración que por querer dar una orden al grupo.

Las balas surcan el aire y dan en muchos saurios que caen desparramados por todos lados. Ahí caigo que el Sargento me estaba dando ordenes a seguir. - Si Sargento, Magdaleno quédate conmigo y ustedes tres también. - Digo señalando a los que estaban junto a mi. - Formaremos una línea justo aquí para cerrarles el paso a los saurios que quieran tomar por la espalda a los nuestros. - Les voy indicando posiciones para formar un semicírculo protector con la excepción de uno que le hago pararse al revés para que nos vigile las espaldas y el cielo por si nos sorprenden mirando para el otro lado.

Rendor se adelanta a Magdaleno y acaba con los últimos saurios que había fuera de la extraña cueva. Los hombres del otro sargento habían entrado ya al lugar, así que no había tiempo que perder si queríais reíros en su cara y matar al animal.

Corréis como podéis mientras el cabo ponía algunos hombres en la retaguardia y otros alrededor, en forma de círculo improvisado. Pero de repente escucháis un rugido que provoca un desprendimiento de rocas, con las consiguientes bajas de dos soldados de los que van con vosotros, que suplican ayuda mientras varias rocas han aplastado la mitad baja de sus cuerpos. Finalmente la gruta se ensancha mucho más y deja ver la monstruosa bestia, seguida por varias crías que atacan a diestro y siniestro.

Atención, chicos, grité al ver lo que se nos avecinaba. ¡Fuego a discreción! ¡le invito a una ronda al que se cargue a ese grande!.

Como siempre, disparé hacia arriba para darle intensidad a mis palabras, sin embargo, con la emoción, apreté el gatillo antes de tiempo, con tal suerte que provoqué un derrumbe que aplastó a 5 de esas criaturas...

¡Tened cuidad chicos!, ¡La piedra no está tan firme como debería!

Cuando al fin me logré situarme y dar de baja a los últimos saurios toda la escena se volvió caótica. Roca cayendo por todos lados acabando con la vida de dos soldados. Por suerte estábamos bastante lejos del lugar como para que algo nos pasara pero aquellos dos compañeros no, fueron triturados por las piedras.

Intento avanzar por el suelo que ahora es un campo vertiginoso y hace las cosas realmente complicadas para poder colocarse en una buena posición sin exponerse innecesariamente además de dejar situar bien el arma.

Si, tirad iniciativa

Al ver a aquel dinosaurio enorme, solo pude apuntar contra él y comenzar a disparar, sin embargo escuché los disparos del Sargento y sus gritos y al ver el derrumbe provocado por estos me distraje y no pude darle a nada concreto.

Rojo no tuvo mucho tiempo para pensar en ayudar a sus compañeros heridos. Una mole gigantesca con malas pulgas se acercaban a ellos, sin contar con sus pequeños, pero no menos peligrosos, compañeros.

- ¡Aparta chico!- Le dice a un bisoño soldado situado en la trayectoria del monstruo mientras abre fuego con su arma.

— ¡Eso sí que es un dinosaurio y no los mierdecillas que habíamos machacado antes! — exclamó Magdaleno animado ante la visión de tal colosal criatura. No dudo en descargar una letal ráfaga con su rifle de postas que acertó en la tripa de la criatura, hiriéndole, aunque no lo suficiente para acabar con él, pero si para minar sus fuerzas y energías.
 

Frank provocó un derrumbamiento con su ráfaga, casi por descuido, pero había aplastado a 5 de los dinosaurios, por lo que tenía que estar contento.

Los hombres del otro sargento se quedaron un poco extrañados al ver entrar al pelotón de Frank, lo cual podía acarrear serios problemas disciplinarios, pero al momento recibieron la orden de seguir atacando más ferozmente. Parecía que esto se convertía en una batalla de egos entre sargentos.

Los dinos comenzaron a atacar a los que se acercaban a su gran T-REX, y aunque eran pocos se defendían ferozmente, de hecho a uno de los soldados lo partieron por la mitad de un bocado. Había que tener cuidado. Entonces el T-REX comenzó a disparar un láser rojo que se acercó al Sargento Frank y se llevó a decenas de hombres que tenía alrededor. El láser parecía salir de sus dos ojos, y fulminaba a una velocidad acojonante.

Tomás no se esperaba que un bicho de ese calibre además tuviese rayos láser por los ojos que masacraba a los soldados a su paso. El soldado coloca sus piernas en tensión por si hay que tirarse al suelo al pasar el rayo y una vez bien estabilizado, apunta sobre uno de los feroces pequeñines para darle una buena ráfaga de plomo.

Más y más balas certeras salían del rifle de postas de Magdaleno hasta alcanzar sus objetivos. Algunas atravesaban el ojo de algún dinosaurio hasta destrozar su cerebro, mientras que otras cercenaban miembros en un espectáculo bastante sangriento. La suerte estaba de su lado y no desperdició la oportunidad de esbozar una leve sonrisa bajo su destrozado casco. La victoria estaba cerca, pero la sangre que goteaba de su pierna le recordaba que los dioses de la guerra todavía no se habían decantado por ningún bando.

Imagenes de otros lugares pasaron por su mente, otros lugares donde preferiría estar antes que aquí... se empezaba a plantear si había hecho bien enrolándose, las imágenes poco a poco fueron desapareciendo, bañadas por charcos de sangre que inundaban todo. Y poco a poco el sonido de los gritos y los tiros empezó a retumbar en sus oídos....

Cuando se dio cuenta de donde estaba volvió a apretar convulsivamente el gatillo

MORIIIDDD YAAAAAAAA

El sargento todavía en cólera comenzó a disparar a bocajarro, lo que le permitió acertar al punto débil del T-Rex: Los ojos. Éste se retorció haciendo volar a una veintena de hombres que se le tiraban literalmente encima, y finalmente cayó al suelo con un terrible estruendo. A ver quién era el listo que se adelantaba al gran Sargento Frank Bug.

Los soldados de su patrulla lo celebraban levantando el puño hacia el cielo, pues habían acabado con todas las especies de ese planeta y era tiempo de relajarse en la "Nave Madre". Fiestas y alcohol les esperaban, hasta llegar a su próximo destino.