Entro con cuiddo en el sagrado recinto, me dirijo despacio ne silencio y recogimiento hacia el primer banco del lado de la izquierda y me arrodillo para entrar en un estado de recogimiento y oración, peor manteniendo en todo momento el baston en mi mano.
En el lugar hay ahora 6 beatas, las cuales por supuesto; empiezan a murmurar al verte. El fraile esta rezando sus oraciones.
Mientras rezas el cura se acerca.
-Hermano que te preocupa.
" No hay cuitas en mi alma si no solo el hambre de la paz de la palabra de Theus padre, he venido a orar y ha meditar en la tranquilidad de este lugar sagrado, peor gracias por vuestra preocupación"
-Ora en paz entonces hijo, pero no descuides tu alimentación. Ni la mía.Dándote a entender que es hora de comer y tiene que cerrar.
Al entrar ves ya solo un par de veatas y a José terminando de orar.
Julián se santigua al entrar, no porque sea un hombre religioso, sino por deferencia al lugar que muchos consideran sagrado, porque daño no puede hacer, y porque siempre encuentra agradable la atmósfera de recogimiento que casi se paladea en una capilla sin demasiada gente. Sigue caminando y se aproxima a José. Sin romper el silencio, Julián sencillamente se sienta a su lado, esperando que no esté tan concentrado como para no darse cuenta de que alguien se coloca a su derecha.
-Veo, que llevo mucho tiempo. Dime ¿partimos ya?
Susurrando, Julián contesta:
- Sí, vamos.
Ambos salís y os reunís con el grupo.
Al camino de nuevo.