Después de las palabras de Julian me levanto con el estómago lleno.
- Sí, desde luego va a ser desagradable viajar con el estómago tan lleno. Con buena gana me recompensaba con una siesta. Espero que no esté lejos la ciudad que mencionais -
Pues a un par de días de camino, estimo yo. Sin embargo, lo más preocupante es el comentario del tabernero. Si, como dice, la ciudad más cercana está a casi un día de camino deberemos forzar mucho la marcha para llegar de noche, o buscar algún lugar donde reposar. Además ha comentado algo de vadear un río, pero la verdad es que no me quedó muy claro al respecto.
Deberíamos preguntarle más detalles a él o a su hija - Dice mirando a Aldaña - En Castilla, aunque no haya población en un largo trecho, suelen habilitar hospedajes algunas órdenes monacales para hacer escala entre largos trayectos en las rutas más transitadas. Sin embargo, no creo que esta ruta sea muy transitada, y no se si en Eisen existe algo semejante. ¿Qué nos puedes decir al respecto Leyna?
Que bastánte suerte teneis de que la gente sea tan amable, no me entendais mal, saliendio de una guerra pensaba que los lugareños serían más apáticos. Pero creo que por esta zona pueden ocurrir dos cosas, o bien que la guerra no haya sido tan dura o que hayan salido muy aventajados con respecto a sus vecinos y no sientan rencos por nadie. Aparte de lo que me dices, creo que la mayoría de los monasterios están hechos una ruina, si bien no los están reconstruyendo ya.
Leyna echa un largo trago de agua y prosigue.
Si bien no encontramos algún que otro monasterio abandonado donde acampar puede que encontremos uno en reconstrucción. Pero no os puedo asegurar nada, yo soy del norte de Eisen y salvo los viajes que me he visto forzada a hacer, no me había movido de mis tierras.
Termina levantandose con el resto de los compañeros y se ajusta sus guanteletes.
Y sino ¡que demonios! Dormir al raso en primavera no es tan malo.
Sea pues. Pongámonos en marcha. Debemos salir cuanto antes si queremos tener tiempo de elegir un sitio seguro en el que descansar.
Julián se despide del tabernero y su hija y coloca sus cosas en el caballo, preparado para partir.
- Venga chicos, aprovechemos las horas que nos quedan de luz.
Con esa parte de su personalidad que le lleva a mostrar acidez y, quizá, incluso, socarronería en sus expresiones, Julián contesta:
- Sí, aprovechemos para dar un estupendo paseo a marchas forzadas a la grupa de un caballo huesudo que, de no descabalgarnos, sin duda nos dejará las posaderas como si acabaran de apalearnos...
Ya habrá tiempo para descansar. Alguien debería adelantarse para ir a buscar a José Antonio a la capilla.
Dice Enrique mientras prepara su montura después de haber pagado y salido de la taberna
- Ya me acerco yo. Dice Julián, saliendo de camino a la capilla.