Partida Rol por web

-No creo que en tu pueblo haya nada para saquear. Pero si no te, lo crees, déjame a algunos de tus hombres y en breve volveremos con noticias de que el Caos llama a tu puerta. Supongo que con un pueblo arrasado te servirá, ¿no?

Ionor estaba empezando a cansarse de tener que dar explicaciones a un humano para salvar a sus congéneres.

¿Qué mierdas me importarán a mi estas personas?

Todo pueblo del imperio esta arrasado, si dices que viene un ejercito de hombres bestia, no sera difícil encontrarlo.Dice seguro de si mismo. Bien, te acompañaran dos hombres para encontrar ese ejercito.

Calculas que una vez encuentres el ejercito y vuelvas, aunque los refugiados de este pueblo, nunca podrán refugiarse en la caravana de Untergard, ya que también serán demasiado lentos, solo los podrán atrapar gente con buen ritmo y sin parar la noche entera.

 - Muy bien, buen hombre. ¿Quieres que te diga cual será el modo en que vosotros descubráis que no somos saqueadores? No... no contestes. Yo te lo diré. Cuando un caudillo cornudo alce su arma y haga que sus huestes avancen contra vuestra aldea... Os saquearán. Pero creeme que eso no será vuestra unica preocupación. Porque no necesitareis casa, grano, comida... ya que estareis todos muertos, Alcalde. Y si las bestias, o quien sea, os saquea, destruye vuestro pueblo... Tened claro una cosa: Siempre es mejor y más fácil volver a levantar un pueblo de las cenizas, que cavar tumbas para niños, ancianos, mujeres y buenos hombres. Os saqueen o no, si sobrevivís, podréis volver a cultivar, a talar, a cazar, a cultivar... pero decidme una cosa... ¿qué hogar es capaz de construir un muerto?

 Cahir negó, habiendo escuchado las palabras de Ionor y el Alcalde.

 - No se mucho de administrar pueblos, Alcalde. Pero si yo estuviera en tu lugar haría el petate y seguiría la caravana de Untergard, ¿por qué? Porque ante una suposición de vida y muerte, prefiero salvar mi vida y las vidas que de mí dependen... que no condenarlas por esperar a que la "suposición" sea segura. Ionor... puede que no os de tiempo a encontrar a las bestias. Puede que os maten. Puede que cuando volvais ya hallan pasado por aqui. ¿en que dirección comenzarás a buscar? ¿Cómo sabes que la dirección por la que empezarás a buscar es la correcta? ¿Y si te equivocas? - Luego volvió a mirar al Alcalde. - Señor alcalde... ¿está usted dispuesto a arriesgar las vidas que de usted depende... por... comprobar si son ciertas las noticias que corren? Si las bestias se echan encima, no habrá escapatoria, eso debe tenerlo usted claro.  - Cahir se dirigió hacia la puerta, para salir fuera, pero antes de salir se giró para terminar por decir. - Señor alcalde, este mismo mensaje se lo daré a sus vecinos. Que cada cual decida qué hacer con sus vidas. Mañana al amanecer partiré por el mismo camino por el que vine. La caravana de Untergard no estará muy lejana... quien quiera acompañarme que lo haga... quien lo haga... que rece entonces para que usted tenga razón y todo sea una simple abladuría. - Y tras esto, Cahir salió para, mirando enrededor, evaluar la situación.

El alcalde hace cara sorprendida por las pocas respiraciones que hace con toda la explicación del joven humano. Cuando finalmente el humano se marcha, mira a la joven elfa.

Siempre es así de irrespetuoso?  De todas formas enviaremos unos batidores para que nos confirmen vuestras sospechas. Si quiere partir con ellos sera bienvenida como le daremos las gracias si regresa con su caravana.

El hombre se levanta hacia la puerta para dar para cerrada la conversación.

La empalizada queda trozos medio tumbados, algunos falta completamente y otros aun estan de pie. La aldea tiene unas 50 casas, por lo menos antes, aunque su estado en general es ruinoso

-No puedo partir con sus batidores. Mis deberes para con Untergard me llaman. He venido a ofreceros la salvación, pero vosotros mismos la habeis rechazado. Más no puedo hacer, y tengo que partir si quiero llegar a tiempo con el resto de mis protegidos.

Ionor salió de la habitación tan rápido como lepermitian sus piernas.

Nada más salir intentó localizar a Cahir. Cuando le encontró y comprobó que nadie escuchaba, se acercó al oido de Cahir.

-¿Qué es lícito hacer para salvar estas vidas?¿Es lícito simular que somos bestias y hacerles huir?¿O es más correcto largarnos y dejarles que mueran sin hacer nada al respecto?

 - Es más correcto dejarles decidir... - Susurró Cahir. Entonces alzó la voz. - ¡Hombres! ¡Mujeres! ¡Vecinos todos, escuchadme! Una hueste de hombres bestia ha atacado recientemente la población de Untergard. El Imperio sofoca reveliones y en Middenheim sufren también ataques, por lo que les es dificil enviar destacamentos a defenderos. Careceis de defensas suficientes, y por mucho que lo intentéis, el valor y el arrojo, la valentía, no sirve para combatir las hachas y las mazas de las bestias. Vendrán. Tarde o temprano. Y no se contentarán con pasar por aqui. Saquearán vuestros graneros. Quemarán vuestras casas y mataran a todo el mundo que se encuentren. Da igual que sean hombres, mujeres o niños. ¡Puede que lo diga nunca suceda! ¡Y recemos a Sigmar para que sea así! Pero decidme, ¿estáis dispuestos a comprobarlo? ¿Y si despertáis un día y encontráis las bestias frente a vuestra precaria empalizada? ¡Escuchadme! Se que es dificil abandonar un hogar... pero si sobrevivís podréis reconstruir vuestros hogares, volver a labrar la tierra y recolectar sus frutos. Pero si perecéis, no tendréis esta oportunidad. Yo os digo, acompañadnos hasta Middenheim. Allí nos resguardaremos tras sus murallas, y ayudaremos a combatir a las bestias. ¡Mataremos a todo astado que hubiera puesto un pie en nuestro sagrado Imperio! Y cuando todo esto acabe, seremos recompensados con los bienes más preciados. La vida. Y la libertad. Sin más bestias en nuestros bosques, las ciudades y los pueblos volverán a prosperar. Pero para eso necesitan a sus vecinos y ciudadanos con vida. Vosotros elegiréis. Nosotros partiremos antes del alba, para intentar alcanzar la caravana de Untergard. Quien quiera poner a su familia bajo el resguardo de las fuertes murallas de Middenheim, será libre de acompañarnos. Y quien quiera comprobar si mis palabras pueden hacerse realidad o no, que se quede. Todos sois libres de hacer cuanto queráis.

 Cahir alzó la voz hasta el punto de que su garganta cosquilleaba y le raspaba. Quería llamar la atención del mayor número de lugareños. Que todo el mundo le escuchara y sopesara la situación. Y que decidieran si quedarse o no.

Ionor miró con cara de extrañeza a Cahir. Ella ya lo había intentado, pero lo único que había conseguido había sido apatía y desconfianza. Sin embargo, este joven humano lo intentaba con todas sus fuerzas una y otra vez, sin rendirse para nada.

Es un ejemplar más que curioso de la raza humana. Si todos fueran como él, el mundo sería mucho mejor.

Tu discurso bien construido y expresivo, llega a la mayoría de orejas de los aldeanos que están por ahí, incluso uno se para de trabajar para escuchar, cuando terminas convencido de que has conseguido tu objetivo, se te acerca un chaval de no mas de 10 años.

Perdonar señor, pero ya nos lo ha dicho una mujer rara, mis papas dicen que deberías ir a hablar con el alcalde.

Intentas entender las caras de la gente, entiendes que si la elfa hablo con el alcalde ya, es que lo intento en su momento sin éxito.

Ionor miró con un cierto desprecio al niño.

Nos arriesgamos por salvar sus vidas y tan sólo se aferran a sus posesiones materiales. Se merecen lo que les pase.

Estiró la mano y cogió del brazo a Cahir. Con cara de pena, le habló:

-Cahir, si no quieren salvarse no podemos obligarles. Vámonos y atrapemos la caravana antes de que esto esté infectado de bestias. Hemos hecho lo que hemos podido.

Le soltó el brazo y se agachó hasta que sus ojos quedaron a la altura de los del niño.

-Chico, recordad que si teneis problemas con las bestias, nosotros os hemos venido a ayudar. Sois vosotros los que nos habeis negado ese derecho. Si vienen, partid a Middenheim. Allí os podrán proteger. Sed fuertes, ya que no sois prudentes.

Echó a andar sin mirar atrás, sin comprobar si alguien la seguía.

-Recordad, Middenheim es la solución.

 - Bah, muy bien chaval. Vuelve con tus padres y no seas malo... - Despachó el joven al chaval.

 Una vez despachó al niño, el joven se dio la vuelta hacia Ionor, desandando el camino que le había traido hacia aquella aldea. - Gastas saliva innecesariamente. Tal vez los de tu raza no lo entiendan... pero los humanos miramos por NUESTRA supervivencia. Aunque algunos podemos hacer algo por el prójimo... pero si no se dejan ayudar no me voy a pelear con ellos. - Cahir se encogió de hombros. Al parecer partirán de allí mucho antes de lo que esperaban. - Que hagan lo que quieran, la oportunidad se la dimos. Si caminamos a paso ligero puede que encontremos la caravana antes del anochecer...

Ionor comprobó con una cierta alegría que Cahir la seguía. Relajó el paso hasta ponerse al lado de su compañero y escuchó lo que decía.

-Pero me sabe mal abandonar a alguien en manos del Caos. Estos pueblerinos tienen derecho a vivir aunque sean estúpidos, ¿no?