Partida Rol por web

Y tras poco más de una semana, en el horizonte se recorta el perfil de la Ciudadela. Están a pocas horas de llegar a su destino. Han usado unos cuantos portales para acelerar el camino, pero tras cierto punto, Sir Lance creyó conveniente solo cabalgar.

-Bueno... ante nosotros, el final de nuestro camino.

Acelera un poco el ritmo.

Ha sido una semana dura, sin parar de entrenar o cabalgar más que para dormir un poco. Lo mínimo necesario para no caerme del caballo. Cualquier retraso es por mi, claro, pues soy el único mortal. Pero no pienso demasiado en ello. Me centro en entrenar. En acomodarme a la armadura y en mejorar con mi espada y mi voluntad. Es más sencillo canalizarla por esa espada, pero no lo habría logrado de haberla tenido desde el principio. Y puedo hacerlo sin la espada, pero más como un golpe a todas partes, que uno dirigido.

-¿Qué haréis cuando lleguemos?

Por lo que sé, no se revelarán como dioses.

-Ser lo que hemos sido siempre para ellos. No podemos desaparecer porque sí.

Siguen avanzando. En eso tiene razón. Tres salieron de viaje y tres deben volver. Sir Lance no está muy convencido de las habilidades para mentir de Alex y quizá no pueda inventar una excusa adecuada para la muerte tanto de Sir Lance como de su escudero.

Me inclino hacia él, y susurro audiblemente.

-No se lo digas a Il...le toca más tiempo como Thomas...estás en peligro, Mir.

Con la ciudad ya a la vista, suspiro.

-Vamos allá...¿Algún último consejo? Algo como una super debilidad de Eulipte o sus seguidores no estaría mal...

Se queda pensativo mientras cabalgan.

-Eulipte es bastante traicionera, pero el problema no será ella. Hay peligros mucho mayores. Si ellos toman parte en la batalla, entonces revelaremos nuestras identidades e impediremos su avance. Tú debes centrarte en el Emperador.

Intenta tranquilizarlo.

Y en sus huestes, supongo. No va a venir solo.

Asiento a Mir.

-Ya suponía que si ella interviene directamente, eso os daría vía libre a vosotros. Espero que no se llegue a eso. Me refería a algo como "todos los seguidores de Eulipte tienen miedo al ajo". Me haría la vida más fácil.

Solo bromeo a medias. Molaría mucho una debilidad de ese tipo.

-Bueno, vamos a que me mangoneen y den órdenes.

Llegan al atardecer. Las puertas de la ciudadela se abren para ellos en cuanto están en ellas. Parece que se han armado hasta los dientes. Las defensas se han doblado en los muros exteriores e interiores y parece que hay más defensas de otro tipo en puntos estratégicos.

Pero ahora deben llegar a la Sala de Consejo. Desmontan en el patio interior de la Ciudadela y Sir Lance encabeza la marcha hacia la sala. Nada parece haber cambiado en el interior de la edificación. Ahora parece un poco más abarrotada pues los civiles de las casas entre muros se han resguardado ahí.

Parece que fuese a haber un ataque en cualquier momento...¿No avisarían los exploradores y vigías?

Sigo a Sir Lance, un paso tras él y a la derecha, tras despedirme de Thomas. A mi espalda llevo el escudo, el Espejo del Alma, tapado. En mi cadera la espada que se me regaló. Quizá algo más fuerte, más alto. Pero aparte de eso...no creo que se me note cambiado en absoluto.

¿Qué pensarán al verme? ¿A cuantos decepcionaré?

Justo antes de entrar en la Sala del Consejo y sin verlo venir, una mata de pelo rojo lo ataca por la espalda. No ha notado ningún peligro y no parece que vaya a morir... al menos, en los próximos tres segundo. La mata roja no es otra que Nicky que le abraza con fuerza. 

Es como si quisiese fundirse con él. Como si creyese que no es real, que no está ahí.

Al sentirla contra mi noto como una parte de mi se relaja por primera vez en lo que me han parecido años. Apoyo mi cabeza contra ella a la vez que la ayudo a sostenerse llevando atrás mi brazo. 

-Nicky...-  no me había hecho ilusiones de verla antes de la reunión del consejo. ¿Y si me lo negaban? No quería hacerme ilusiones...pero tenerla ahí, simplemente eso, me serena mucho.

La desplazo hasta que está delante mía y miro sus ojos, su rostro. Comprobando que es ella, que está bien.

-Yo...Nicky...- no me salen más palabras. La atraigo a un fuerte abrazo, hundiendo mi rostro en su pelo, oliéndola.

El abrazo sigue un poco más. Ella se separa y sonríe.

-¿Cómo estás? ¿Estás bien? 

Le importa bien poco que estén los otros por detrás mirando y esperando a que Alex acabe con lo que esté haciendo para entrar en la Sala del Consejo. Sir Lance se acerca a ella.

-Me alegro que estés aquí, sana y a salvo.

-¿Yo? Como estás tú? Nicky...cuando te llevaron...

Aun la veo siendo arrancada de mis manos. Cada vez que recuerdo eso me embarga el miedo y la furia.

-Nunca más.- no lo digo, pero lo siento como un juramento.

La estrecho de nuevo y llevo mis labios a su oido para susurrarle. -Es Mir.- no guardaré secretos para ella.

-Ahora estou bien.- no quiero soltarla. -¿Te dejan entrar al consejo?

-Ya te lo contaré. No creo que sea el momento ahora... en medio de un pasillo. 

Coge su mano.

-Pero lo digo por lo de la mujer aquella en el sueño. ¿Te hizo algo? 

Sonrío de medio lado.

-Pues...ya te lo contaré. No es el momento ahora, en medio de un pasillo.- le guiño metiéndome con ella.

Subo su mano a mis labios y la beso. No la suelto cuando echo a andar hacia el consejo. L oque quiero es besarla. Besarla de verdad. Pero como empiece...no pararé. Y no hay tiempo ahora.

-Te dejen o no entrar, vienes conmigo.- le guiño de nuevo.

-Qué bien, tengo pase vip a una reunión.

Sonríe. Todos van hacia la Sala del Consejo. El bullicio es considerable en el interior de la sala, incluso con las puertas cerradas. Cuando se abren, se encuentran lo que es más una sala de guerra con un gran mapa en la mesa central. Y lo que menos se ve allí son a los ancianos del consejo.

Es lógico. Un consejo de guerra es más adecuado en este momento.

Espero a que se me hable, no es plan de interrumpir. Eso sí, no me privo de mirar el mapa para comprender lo que está ocurriendo. No suelto la mano de Nicky por ahora.

-Bueno, vip o plc. El caso es que lo tienes.- sonrío tras susurrarle al oido. -Plc = "por los cojones".

No creo que nos ignoren mucho, al menos no a sir Lance. Tendrá que informar de su misión.

Poco a poco, el silencio se hace en la sala. Al paso de Sir Lance que se abre paso hasta primera fila del consejo. Lady Olenna levanta la mirada para clavar los ojos en el caballero. Luego, su mirada se posa en Alex.

-Veo que nuestros aventureros han llegado ya. Y en el momento oportuno.

Alex sabe que eso solo es posible gracias a las artes de los dioses.

-Hablemos en privado.

Les lleva hacia una sala adyacente. 

Asiento a Lady Olenna. Al menos la primera charla no será una humillación pública. Es algo. No suelto la mano de Nicky, mis dedos enlazados a los suyos.

Al llegar a la sala privada, espero a que se me de la palabra o se me diga lo que se me tenga que decir. A fin de cuentas el mayor rango es el de Lady O. Sin revelar el divino secreto de Sir Lance, claro.

-¿Y bien?

Primero mira a Sir Lance y luego mira a Alex. Espera un informe completo sobre lo sucedido durante esas semanas. Sin Lance mira a Alex para que informe de lo que el considere necesario y luego él hablará sobre lo sucedido. Sin duda, es la mejor manera de contar solo lo que él quiera.

No aparto la mirada de sus ojos. No soy el mismo, el viaje me ha cambiado. Supongo que se diría que he madurado.

-Emprendimos viaje siguiendo el sol. En el bosque de las almas se me concedió el escudo, el Espejo del Alma. Fuimos a la Boca del Infierno y a la Cima del Mundo. En esos lugares se me otorgó conocimiento, una armadura y una espada, ambas forjadas por los dioses. Pero no La Segadora de Almas ni La Espina. Armas hechas para acabar con lo inmortal no son necesarias en una guerra mortal. No son adecuadas.

Me encojo de hombros.

-No voy a detallar como he entrenado ni nada de eso, basta decir que lo he hecho.