Emeldir no conocía la senda del hielo aún, pero sí había observado a su hermana desde pequeñito, lo cual era prácticamente lo mismo. Su frialdad se le antojaba a veces insoportable y así, el esbelto y bello elfo, imitando los gestos de Riwen, lanzó una mirada glacial al enano de modales impertinentes.
Mejor ni hacer ni decir nada.
Es verdad que Emeldir podría levantar al enano en el aire sólo con un gesto delicado de la mano y después dejarlo caer desde una altura elevada para que sus huesos quedaran triturados tras el choque... pero Emeldir no era violento.
Después de todo su rostro es tan desagradable que parece que ya le hubieran molido a golpes.
No hizo falta más. Ya otros salieron a defenderlo.