Armand lleva todo este tiempo con gesto huraño, y repasando mentalmente donde tiene la pistola por si las cosas van mal dadas. Por lo que les ha dicho Lesniak, los han confundido con esos fils de putain suizos que habían tenido el descaro de arrimarse al sol que más calienta en cuanto empezaron a olerse problemas, y que esta campaña no sería solo marchas tirunfales y aplastar a garrulos y pueblerinos. Típico de los suizos. Salvo alguna que otra excepción, sólo un verdadero francés tiene el valro necesario para ser un húsar. Por lo general, en su dignidad ofendida la habría emprendido a sablazos con cualquier salope que se atreviese a asociarle con esa chusma, pero la discreción es la mejor parte del valor, y la suya le decía que claramente este no es el momento. Sólo espera que a estos rústicos no les de por agasajarles demasiado y se puedan escurrir con algo de provisiones antes de que se descubra el percal. En tierra enemiga ver, oír y callar. Cuanto más hables, más posibilidades de cagarla.
Pero todo eso cambia en cuanto entra en escena la encantadora hija de la condesa local. Armand sabe que tontear con una chica en estas circunstancias es invitar al desastre... bueno, medio lo sabe... cree... sabe que debería contenerse, pero no han pasado ni dos segundos desde que esa especie de angelito moreno les saludó con ese inocente recato propio de las doncellas de padres nobles, que su mente ya está trabajando en una respuesta debidamente arrebatadora. Si su caballo corriese tan rápido como sus entendederas, podría estar en las dependencias del Zar de Rusia en un par de minutos. Seguro- piensa- que esta cosita tan mona ni siquiera ha estado cerca de varón, menuda es la aristocracia local en este país de pelagatos y santurrones.
Armand cruza el brazo por delante del vientre, reposando el envés de la mano sobre el pomo de su sable mientras echa el otro sobre la espalda e inclina el cuerpo hacia adelante en una gallarda reverencia.
Señorita- responde en su mejor francés galante- allá do hay hombres gallardos y recios en la batalla, hombres que no teman morir defendiendo lo bueno y justo, hay húsares... aunque sea a la fuerza, como nosotros. Y en verdad que no hay causa más noble que proteger a las gentes esforzadas y de buen vivir, máxime aún cuando Dios tiene a bien enviarles a uno de sus ángeles para que sepan que tiene su favor.
Esto último lo dice levantando levemente los ojos, de modo que por un sólo instante, al decir la palabra "ángel", sus ojos se clavan directamente en los suyos. No dura más de medio segundo o un segundo- sabe que le están mirando- pero el mensaje ya ha llegado, de modo que puede permitirse apartar la vista al alzarse de nuevo, para no despertar spospechas.
Master, cabrito, me lo has puesto a huevo. SABIAS que Armand no iba a poder resistirse :P
La señorita se ríe encantadoramente, ocultando su sonrisa tras su abanico.
- Oh, que descarado es usted, señor...
Mientras el teniente improvisa un discurso en el balcón del Ayuntamiento, asistido por Lesniak:
- ¡Amigos españoles! Ayer el ejército consiguió una gran victoria ante el enemigo, hereje y traidor, gracias a vuestras oraciones y heroismo. Quiera Dios que consigamos liberar pronto todo el sagrado suelo español.
El populacho le aplaude fervorosamente, como si hubiera ganado él la batalla.
Jean-Baptiste asiente vigorosamente ante las palabras del teniente y de vez en cuando suelta alguna palabra al azar en alemán, como Ja, Gut, o Natürlich, para reforzar la pantomima de que son suizos (no es que conozca muchas más en alemán, aparte las que se usan solamente en los burdeles).
Al ver el flirteo de Armand con la españolita, sonríe, pero se acerca disimuladamente a él para, en un aparte y, aprovechando el jolgorio para que sólo le oiga su compañero, decirle en voz baja: ¿No te puedes estar calladito, espèce de connard ? Te tengo dicho que donde tengas la olla no metas la...
Tristemente debo decir que es cierto, señorita. Creedme si os digo, de todo corazón, que vuestra fresca y lozana inocencia no me pasa inadvertida, y bien sabe dios que antes pensaría en lanzarme a matar un regimiento de franceses a bocados que en propasarme con vos contra vuestra voluntad. Pero ya veis, ya decían los poetas helenos que lo que ni mil naves podrían forzar en un año, bastaría un solo rostro hermoso para que cayese en un día. Y así, triste de mi, hete aquí que el fortín de mi recato es poco más que una puerta carcomida ante vuestra radiante belleza, y mi lengua se vuelve más osada en este impertinente momento de lo que yo seré jamás en la guerra, ni así eche al francés a patadas de vuestro bello país yo solo.
Imploro pues, ya que tanto os parecéis a vuestras vírgenes, vuestra clemencia para este extranjero impertinente- finaliza Armand con una mueca contrita que, sin embargo, la contradice por completo la sonrisa de sus ojos.
Justo en ese momento, con una sonrisa de disculpa, Armand se inclina hacia su compañero para escucharle mejor, y mantiene el gesto afable al responder. Poco tiempo voy a tener para metello, camarada, y menos aún para que se organice un escándalo. No se tú, pero yo tengo intención de largarme de aquí en cuanto estos paletos nos dejen en paz y nos den algunos víveres... cosa que de momento no parecen muy dispuestos a hacer. Mientras esperamos, vos bien podéis sacarle brillo a vuestro sable de caballería, que yo ya le sacaré brillo a mi sable de varón, tu me comprends.
Ciertamente, Armand puede entender el enfado de su compañero. Sus líos de falda y alcoba ya le han costado más de un disgusto, e incluso él mismo es capaz de ver que este no es, de seguro, el mejor momento. Pero por desgracia se conoce muy bien... toda su vida ha sido una constante batalla contra el impulso de perseguir a cualquier cosa bonita con faldas, y sus intentos de contenerse siempre, siempre, han fracasado. Por eso entre otras cosas es un húsar. Sabe que no vivirá una vida larga, pero al menos mientras la viva, no tendrá que pelear contra sus impulsos.
... y de todos modos... mañana estarán a kilómetros de aquí. ¿Qué van a hacer? ¿Perseguir a sus corceles de guerra con mulas por el honor de una muchacha? Si las cosas funcionasen así, le estaría persiguiendo media Europa.
- ¡Dios mío, soldado, cuan atrevido sois! Dad gracias a que no están aquí mi padre o mis hermanos para pediros cuenta por vuestra arrogancia.- aunque por la sonrisilla que tiene, no parece muy ofendida.- Más como soy buena cristiana, os perdono.
- Todo eso está muy bien.- gruñe el sargento- Pero necesitamos repostar los caballos y viveres. Debemos partir de inmediato
- Pero... ¿qué prisa hay? Les habíamos preparado un banquete... Mañana podrán irse.- el alcalde os mira muy apenado.
Nosotrros muy agrradesidos, herr Burgmeister, perro der General quierre nosotrros vuelve enseguida, ¿ja? Liberrar España y luego banquete, ¿ja?, colabora deChamberlac a convencer a los locales en su macarrónico pseudoalemán.
Tal y como dije, mi buena señorita. Un auténtico ángel de Dios, capaz de perdonar los agravíos de mi lengua atrevida, que tan vilmente se comporta. Pues si manos blancas no ofenden, como a fe mi señora bien debe saber por experiencia, entonces las mías han de ser más negras que el corazón del francés. Estoy, señora, en deuda por vuestra bondad y caridad cristiana, y bien por seguro tened que habré de pagároslas como os dignéis a convenir.
master ??? voy a estar en la partida o no
Si! El problema es que no sé quien eres... Me sales como si fueras el director!
Todos pareceis tener el firme propósito de marcharos, pero en ese momento el teniente pierde los sentidos: su herida se ha reabierto, y sangra aparatosamente. Se lo llevan a una casa para atenderle. Mientras el cirujano local se prepara para la operación, os avisa que puede llevar su tiempo. Así que no teneis excusa para no ir a la cena de gala...
Al ver que no hay más remedio que asistir a la cena, Jean-Baptiste suspira, se ajusta el dolman, se asegura de que el colbac esté bien colocado en su cabeza, y se resigna a ver qué les depara el destino esa noche.
Por si acaso y en un aparte, disimula en la pelliza las dos pistolas de silla y se las lleva, por lo que pueda pasar.
Sé reconocer un plot device cuando lo veo.
Cita :
Pues mira tu que yo llevo con esa sensación desde que apareció la hija de la condesa... XD
Cita:
Ne me foutez pas!, digo... ¡No me digas!
Mientras os dejan unos momentos a solos para lavaros la cara y las manos mientras montan las mesas, el sargento os reune a todos en corro.
- Muy bien, ahora os daré unas instrucciones básicas: primera, hablad lo menos posible. No entendeis nada de español. Nada de meteduras de pata. Segundo, no se os ocurra emborracharos. Por un segundo olvidad que sois húsares. Y por último, y éso va por ti, MARCEL, nada de flirtear. ¿Me has entendido, pedazo de sátiro? Pues hala. Sonreid y comeos la sopa como buenos escolares. Y en cuanto el tenientillo esté remendado y os caballos hayan comido, todo el mundo a la silla y arreando.
Ça n'ira pas, mon sergeant, y Usted lo sabe. Más vale que tengamos a punto las pistolas, porque vamos a tener que abrirnos paso a la brava.
¿Que Marcel no flirtee? Mejor pídale a ese sol de justicia que se gastan por aquí que no salga mañana, tiene más posibilidades de éxito.
¿Que no metamos la pata? ¡Parbleu, sargento!, ¡Que somos húsares, no mariconas de un puto regimiento de la puta infantería de línea! Esos seguro que ponían cara de bobos lo suficiente como para pasar por tales, de hecho no les hace falta nada para el disfraz. ¿Pero nosotros? Se nos va a ver el percal a dos horas de distancia.
Pasad a la escena EL BANQUETE DE LA VICTORIA