Partida Rol por web

Miré hacia atrás, estaban todos dentro y me alegré de ver a Hicks entre ellos, aunque no de aquella cosa que quería entrar, pero mi cometido era salir de allí ya, con ellos dentro. Luego vería quienes estaban bien y quienes se habían quedado atrás. Escuché el chillido de la criatura tras el disparo y un grito de dolor. El paner de control me mostró que la puerta estaba cerrada, era hora de irnos... - Mierda. - Murmuré disgustada.

El APC se me caló de nuevo...

Miré hacia atrás, estaban todos dentro y me alegré de ver a Hicks entre ellos, aunque no de aquella cosa que quería entrar, pero mi cometido era salir de allí ya, con ellos dentro. Luego vería quienes estaban bien y quienes se habían quedado atrás. Escuché el chillido de la criatura tras el disparo y un grito de dolor. El paner de control me mostró que la puerta estaba cerrada, era hora de irnos...

Pisé a fondo y el APC respondió enseguida. No quería que aquellas cosas se aferrasen al blindado, pues sabía que su sangre podría corroer con facilidad el metal y el vehículo no era seguro con ellos cerca. Lo cierto era que no sabía ni a donde ir, solo quería a lejarme de la colonia y cuando tuve ocasión, le pisé con más fuerza, frenando solamente cuando tenía que girar.

Me sentía perdida en un jodido laberinto de edificaciones de metal, solo quería salir de allí dejar aquellas cosas lejos y respirar.

Mentiría si dijese que no estaba asustada, porque la palabra correcta era aterrada. No sabía quienes había subido, no sabía quienes se habían quedado atrás, solo que debíamos salir de allí mientras que mi cabeza se preguntaba por Hicks y Frost, quizás con los dos que más había hablado y de alguna manera más me importaban de todos.

Esperaba que estuviesen bien, quería parar el vehículo y verlo por mí misma, pero esas cosas nos seguían por las estructuras de metal... no podía parar hasta no tener la colonia lo suficientemente lejos de nosotros para saber que estábamos seguros y hasta entonces, tendría el corazón en un puño y no sabría nada de nada.

Y el no saber consumía más y con más fuerza el cuerpo y la mente de cualquiera.

Con la llegada del APC llegaba el momento que podía ser incluso más crítico. El vehículo atravesó una pared para llegar a la puerta lateral tuvimos que dar un rodeo. Me retiré hacia la entrada sin dejar de disparar, pero estando demasiado concentrado en moverme, ni siquiera acerté a abatir a ninguna criatura.

Sorprendentemente, Burke estaba esperándonos en la puerta y comenzó a disparar para cubrir nuestra retirada, al mismo tiempo que Gorman barría al resto.

-Bienvenido a la fiesta, señor Burke -le dije, mientras me apoyaba en la puerta hasta que pasaran los demás.

Ninguno de nosotros pudimos prever que una de las criaturas iba a atacar a Frost, derribarle y arrastrarlo entre aullidos de dolor debido a la descarga de ácido que había caído sobre él.

Otro más, pensé, mientras me daba cuenta de las pérdidas que estábamos acumulando.

Cuando entró el último de nosotros, agarré la puerta para cerrarla y vi como una de las criaturas la detenía y amenazaba con cerrarla. Ni siquiera lo pensé. Alcé la escopeta, se la incrusté en la boca y le volé la maldita cabeza de un disparo.

El ácido saltó en todas direcciones, cayendo sobre un brazo de Hudson, pero no podía perder tiempo con eso. Terminé de cerrar la puerta, me volví y entonces vi a Ripley a los mandos del APC.

-¡Ripley, sácanos de aquí!

Vi entonces como se le calaba y en cuestión de segundos volvía a arrancarlo. Sonreí para mí.

Efectivamente, era una luchadora.

Me dirigí entonces hacia el puesto de conducción y me coloqué detrás de ella. Ella era quien había llevado el vehículo hasta allí, y también quien nos iba a sacar. Gorman nos había protegido mientras entrábamos, pero Ripley se había convertido en un miembro más del equipo, y teniendo en cuenta los pocos que quedábamos, era más importante que nunca.

Sigue así, Ripley. Lo estás haciendo estupendamente.

La salvación se abría delante de todos, la puerta del apc se deslizó silenciosa en medio de gritos y disparos, dejando ver a dos hombres armados que mostraban en sus caras el horror que Vasquez y el resto de marines estaban dejando atrás. “No mires a tras, no mires” no podría olvidar, habían dejado allí a muchos compañeros, y sentía que, aunque casi fuera de peligro, también se había quedado dentro de esas instalaciones parte de ella.

—¡¡Mierda!!—dio una patada a uno de los asientos de la tropa y después se sentó apoyando la cabeza sobre el frio metal del vehículo y cerrando los ojos, intentando borrar las imágenes de todo lo que habían visto allí dentro.

El APC se movía a toda velocidad por el laberinto de pasillos metálicos de la estación. En la parte de atrás, los abatidos soldados se agarraban a donde podían. El supuesto rescate había sido un fracaso. Y aunque Gorman, e incluso Burke, habían demostrado tener lo que había tener, lo cierto era que cinco de sus compañeros se habían quedado atrás. Cinco buenos marines. Apone giró la cabeza en dirección a los monitores que marcaban las constantes vitales de sus hombres desaparecidos. Eran débiles pero seguían vivos. Aunque si lo que decía Ripley era cierto, pronto se convertirían en huéspedes vivientes de nuevas criaturas.

Ripley no quería detenerse, parecía enajenada. Revivir el horror de lo que le había sucedido en la Nostromo le hacía actuar de manera imprudente. Ni siquiera esperó a que la puerta automática se abriera, sino que la atravesó en su loca huida.

Hicks impidió que la mujer siguiera destrozando la dirección del APC haciéndola frenar despacio. Después todos bajaron del vehículo a la espera de que llegara Ferro con la nave de descenso. Gorman había sido muy explícito: recogería a los supervivientes y luego volaría todo aquello en mil pedazos.

Por fin vieron la nave acercarse. Pero algo raro pasaba. Parecía que había perdido el control. Se bamboleaba de forma muy extraña ¿A qué estaban jugando Ferro y Spunkmeyer?

La nave perdió altura. Pasó demasiado cerca de una de las elevaciones montañosas chocando y esparciendo trozos de metal por doquier.

Finalmente cayó en picado y se estrelló contra el suelo.

La explosión ahogó su grito. Sudor. Nervios rayando la parte frontal de su cráneo como escarpias en un tocadiscos. El corazón bombeando sangre, primero a mil por hora, luego el tiempo pareció detenerse, entre latido y latido. Llamas, muerte. Horror. Desesperación. Ese era nuestro billete de vuelta a casa. Miedo, voraz como esas criaturas, royendo su mente, mordiendo sus talones, tratando de implantar su semilla dentro de él. Estaba asustado, mucho. Pero sobretodo estaba triste. Había perdido otros dos hombres más. Dos buenos marines. Aquello terminaría por hundirle.

Pero no ahora. Ahora me necesitan.

Bueno, necesitaban a alguien. Quizás o a él pero era él quien tenía los galones de teniente. Habían logrado escapar a duras penas de la emboscada y ahora ese accidente les volvía a poner los pies en el suelo. No hay escapatoria. Pero estamos vivos, eso tiene que servir de algo. ¿Verdad?

—Bishop, ¿Ha visto eso? Busque algún vehículo para salir de aquí. Tiene que haber algo que podamos usar.

Pensó en ir hacia los restos, pero serían un blanco fácil y para entonces las llamas ya habrían devorado las pruebas. Están muertos, Gorman, como otros tanto. Siete bajas, Gorman. Bonita medalla te acabas de colgar. Se llevó la mano a la frente, había sangre allí. ¿Suya? Quizás del golpe.

—Volvemos al APC, ya —orden —Bishop, vamos a su posición. Nos defenderemos en el laboratorio hasta encontrar una ruta de escape.

Burke contempló el desastre con estupefacción. Calculó a ojo lo que tardaría en llegar un equipo de salvamento. Más de dos semanas, seguro.

Volvamos a la entrada sur, teniente. Se volvió hacia Gorman

El laboratorio es el único lugar del complejo que estaba prácticamente intacto. Quizás haya algún motivo por el que esas criaturas no hayan llegado hasta allí.

Parece que se desplazan por los conductos de aire. Puede que los colonos consiguieran derruir las entradas y accesos. No lo sé, pero es el único lugar al que se me ocurre ir ahora mismo

Terminar con la misión, eso era lo que tenía Vasquez en sus pensamiento mientras abandonaban el APC. Nunca había necesitado huir, este era el primer trabajo que había superado a la soldado. “Ya queda poco, la nave llegará y saldremos de este jodido planeta.”Estaba a punto de gritar para animar a los compañeros, cuando el destino se torció.

—¡¡Joder !! —todo se había ido al garet. Estuvo a punto de tirar su M56 al suelo, pero no tuvo tiempo, corrió de nuevo dentro de APC a la voz del teniente. Tenían que encontrar otro transporte, porque la otra alternativa no le gustaba nada.

A pesar de estar en una situación infernal, Ripley se había manejado bien. No habíamos salido de allí todavía, pero en lo que a mí concernía, la colonia estaba perdida, inundada de criaturas agresivas y peligrosas que nos superaban en número y que bien podían aumentar su cantidad en cuestión de horas, lo que hacía que solo tuviésemos una salida.

Marcharnos.

Ripley continuó manejando hasta que nos hubimos alejado de la base, pero incluso entonces continuó conduciendo, como si estuviese poseída por una necesidad instintiva de estar en otro lugar. La entendía; cuando había llegado el momento de la verdad, fue capaz de dejar sus miedos a un lado, pero ahora era difícil volver otra vez a pensar.

-Está bien, Ripley, ya estamos fuera. Detén el vehículo -le dije, cuando vi que si no hablaba, quizás acabáramos por destrozar el APC, que no estaba hecho para marchar a tanta velocidad por aquel suelo irregular y lleno de rocas -. Si no paras saltará la dirección. Frena, Ripley.

Cuando por fin lo hubo hecho, la miré, con una mezcla de asombro y al mismo tiempo orgullo.

-Nos has salvado, Ripley. Ahora solo hay que esperar a que nos recojan -le dije, echándole una última mirada antes de volverme hacia lo que quedaba de nuestro equipo. Solo unos pocos de todos cuantos habíamos descendido al planeta.

Había sido un maldito desastre.

Pero ya habría tiempo para lamerse las heridas. Ahora teníamos que volver a la nave y volarlo todo, porque eso era lo único que se podía hacer. Cualquier otra cosa, como enviar a otro batallón a "limpiar" las instalaciones, podía significar tener que enfrentarse a cinco o diez veces más criaturas.

-Ripley, ve con la pequeña. Vásquez, abajo. Protege la zona mientras esperamos.

Una vez abajo, lo único que teníamos que hacer era esperar a que llegasen Ferro y Spunkmeyer. Cuando vimos la nave aparecer en el horizonte, no sonreí, pero sí que me sentí aliviado. Pero solo duró unos segundos; de repente me di cuenta de que la nave no estaba volando como debía, que se agitaba a izquierda y derecha como si tuviese problemas, y que se acercaba peligrosamente al suelo a demasiada velocidad.

Finalmente, chocó con una formación rocosa, perdiendo completamente el control y dirigiéndose hacia nosotros. Sin pensármelo dos veces, me volví y corrí hacia Ripley y la pequeña para cubrirlas y empujarlas fuera de la trayectoria, bajo la protección del APC, que parecía estar fuera del punto hacia el cual iba a estrellarse.

Gorman pensó exactamente lo mismo, pero ya no se trataba solo de eso.

Ahora había que buscar otra manera de escapar de allí y para empezar, una de protegernos de los ataques de las criaturas. Asentí con la cabeza ante la sugerencia de Burke.

-El laboratorio es un buen lugar. Desde allí tenemos acceso a todo el complejo, los mapas y también las comunicaciones -dije, mirando apesadumbrado a Ripley. Me hubiera gustado sacar a las dos de allí, pero estaba claro que eso iba a tener que esperar. Aún nos quedaba mucha pelea por delante.

La nave estalló en pedazos alrededor de todos ellos llevándose también las esperanzas de salir de allí. Incrédulo ante lo que veía, Hudson recogió un pedazo del fuselaje aún humeante mientras miraba a su alrededor asustado.

-Esto es fabuloso ¡Realmente fabuloso, chicos! ¿Y qué se supone que vamos a hacer ahora? ¡Estamos totalmente cubiertos de mierda! -sonaba realmente histérico-. ¡Bueno, ya está bien chicos, se acabó el juego! ¡Se acabó! ¿¡Qué coño vamos a hacer ahora!? ¿¡Qué coño vamos a hacer!?

Gorman se plantó delante de Hudson, serio, estirado, la espalda recta. Un oficial de primera. La sombra de lo que debería ser. Una proyección de sus sueños inundaba de miedos, a la vez, una imagen, sólida. Quizás una imagen era todo cuanto podía ofrecer. De ser así, es lo que haría. Lo poco que tengas, lo poco que des.

—¿Qué vamos a hacer? Ir al laboratorio, preparar la defensa, lanzar un SOS, buscar formas alternativas de escape. Soldado, esto es una colonia. No estamos aislados. ¿Qué vamos a hacer? Proteger a los civiles, pelear y salir de aquí. Pero le necesito con nosotros, Hudson. Con nosotros.

-¿Un S.O.S, señor? La partida de rescate tardaría en llegar diecisiete días ¡No creo que podamos resistir ni diecisiete horas, señor! Si vamos al laboratorio, esas cosas entrarán ahí ¡y cuando lo hagan nos matarán a todos!

Dentro de la APC se sentía algo más segura, cerró por unos segundos los ojos e intentó relajar sus músculos mientras escuchaba a Hudson y al teniente exponer sus posiciones y no pudo mantener su boca cerrada—Tal vez en los muelles de carga encontremos otra nave, tendrían que transportar de alguna forma la jodida producción de este lugar. La mala noticia es que habrá que limpiarla de xenomorfos y eso no va a ser fácil, … no creo que ninguna de las opciones que tenemos sea la buena, nos ganan esos malditos bichos..

La niña se había quedado hecha un ovillo bajo los asientos del APC. Cuando empezaron a entrar marines se escurrió a esa pequeña oquedad de la cual ya no se movió. Quería dejarles espacio para que cada uno ocupase su plaza, sopena de la evidencia de que aquellos que habían quedado atrás, dejarían su asiento libre. Sin embargo la pequeña Newt temblaba de miedo y solo cuando el vehículo comenzó a dejar atrás a los monstruos en dirección a la salida del complejo, volvió a emerger de su pequeño escondite.

Algunos de los marines habían muerto. Ni siquiera sabía los nombres de la mayoría, pero de algún modo entendía que ahora aquellos hombres le harían caso y la sacarían de allí. En otras circunstancias, la niña habría estado nerviosa y excitada ante la perspectiva de montar en una nave interplanetaria, pero en ese momento solo podía sentir la más absoluta prisa por abandonar aquel planeta para siempre. Y precisamente por eso, cuando vio en el cielo oscuro de LV-426 a la nave de rescate escorarse perezosamente hacia un lado, el miedo más atroz volvió a hacer presa de sus entrañas. Ya jamás abandonaría aquel lugar dónde, tarde o temprano acabaría presa de aquellas bestias negras que habían acabado con la vida de cuantos había conocido a lo largo de su vida. Al estallar la nave, Newt corrió y se abrazó a Hicks temblando como una hoja.

—Vámonos... por favor, vámonos de aquí. Dime que nos iremos de aquí. —rogó con la cara regada en lágrimas. —Pero no al laboratorio... allí están los huevos. Allí es dónde murió mi papá.

Hudson era un crío malcriado, que a pesar de ser un importante miembro del equipo, camarada y amigo, se estaba viendo superado por la situación. Cuando retrocedíamos, cada arma era importante y había fallado. Ahora no estábamos en peligro inmediato, pero era nuestra obligación transmitir seguridad, a pesar de las dificultades.

-Hudson, relájate. Estamos vivos, eso es lo que cuenta. Ahora te necesitamos. Necesitamos a todo el mundo. y esa pequeña confía en que la saquemos de aquí -le dije, señalando a la niña, que permanecía al lado de Ripley.

Me dirigí entonces hacia el APC, no sin antes detenerme delante de la pequeña y agacharme para mirarla directamente a los ojos.

-Tranquila, te prometo que te sacaremos de aquí. Todos saldremos de aquí y no te pasará lo mismo que a tu padre -le dije, elevando después la mirada para fijar en Ripley. Aunque no dijese nada, a pesar de que era fuerte y una superviviente nata, todo aquello debía estar afectándola. Nosotros éramos marines, y la muerte formaba parte de nuestro trabajo. Incluso Hudson aceptaba aquello, o terminaría por aceptarlo cuando se diese cuenta de que había cosas de las cuales nadie podía escapar. Pero no ella; Ripley se había adaptado a una situación inesperada y había demostrado su fortaleza más allá de lo que cualquiera de nosotros en su situación, seguramente, hubiésemos podido hacer.

Pero ahora todos debíamos empujar un poco más.

Me puse en pie sin decir nada más y me volví hacia el Teniente.

-Señor, debemos mandar ese mensaje lo antes posible e informar de la pérdida de la colonia, pero antes hay que asegurar el laboratorio, cerrar todos los accesos y buscar todos los recursos de los que podamos disponer. Si esta pequeña ha aguantado tanto tiempo con vida, sola, nosotros podemos hacer lo mismo.

Y buscar algo más de información. Quizás en el laboratorio haya algo que nos indique pueda haber otro vehículo que pueda sacarnos de aquí- añadió el sargento- pero de mientras habrá que prepararse con un perímetro defensivo en esta zona.

Cabo, necesito que contabilices cuanta munición tenemos- habían gastado bastante durante el combate contra aquellas cosas, y necesitaría saber con cuanta disponían aún.

No era uno, eran decenas, decenas de ellos y estaban acabando con los marines como si fuesen simples civiles con armas de juguete. Esperaba inquieta en el APC a que subiesen todos y aceleré en cuanto así lo hicieron. Mi corazón bombeaba con tanta fuerza como mi pie se ajustaba a los controles de aquel blindado.

Decenas.

Si uno, solo uno me dio tantos problemas, no podría enfrentarme a decenas. Y lo peor es que, tal y como dije, los marines no estaban preparados para ellos. Por eso huía, huía lejos de allí. Necesitaba sentirme segura y a salvo y eso solo sería lejos de la colonia.

Ni me di cuenta de que Hicks estaba a mi lado a pesar de que estaba preocupada por él. Simplemente aceleraba y me alejaba cada vez más y más. Era como si dejar aquellas cosas atrás me diesen la paz que necesitaba.

Y alguien logró hacerme parar el APC, aunque no la fuerza con la que latía mi corazón, ni el temblor de mis manos ni el miedo que seguía moviéndose por dentro de mí. Y entonces le miré, a aquel que tenía junto a mí y era Hicks. Y sentí la necesidad de abrazarle con fuerza y de decirle que me alegraba de verle y no soltarle en un rato. Pero no podía hacerlo.

Simplemente no era correcto.

Y para cuando me quise dar cuenta, Hicks me estaba mandando ir con la niña y solo pude verle alejarse, sin poder decirle nada. Salí del APC con la pequeña de mi mano, al menos venía el transporte aéreo, nos recogerían, cogeríamos a los demás y luego de vuelta a la nave, para hacer lo que les dije desde el principio que hiciesen. Volar aquello en mil pedazos desde el espacio.

Pero ocurrió algo que no nos esperábamos. La nave falló o algo la derribó... la vi rebotar y explotar una y otra vez, sin moverme. Era como si todo se hubiese congelado en mi entorno y solo viese los fogonazos de las explosiones de nuestra única salida de allí y los golpes que se daba contra las formaciones rocosas. Y de golpe un empujón me derribó, una sombra me hizo caer junto a la niña y su cuerpo nos protegió del peligro. Al mirar a nuestro salvador me encontré con el rostro de Hicks de nuevo con la voz del teniente de fondo.

¿Qué me pasaba? De alguna manera sentía que estaba perdiendo facultades. El cabo respondió al teniente y la niña corrió asustada a él buscando protección en sus brazos. No era tonta, la verdad es que yo hubiese hecho lo mismo. Era más, deseaba hacer lo mismo. Pero nuevamente era algo incorrecto y miré al suelo cuando vi a Hicks mirarme.

Pero de golpe vi que había alguien más a quien le sobrepasaba todo aquello. Hudson estaba casi fuera de sí aunque no tardaron en contenerle. El laboratorio parecía el lugar elegido, pero no me gustaba la idea. Allí estaban aquellas dos cosas aún vivas y la pequeña hablaba de huevos en aquel lugar también. Eso no era bueno. Hicks trató de calmarla y por su mirada, sentí que buscaba aliviarme a mí también.

No podía rendirme ahora.

Me acerqué a la pequeña. - No te preocupes por esas cosas. Los marines tienen lanzallamas, los abrasarán a todos y no quedará ninguno que pueda hacernos daño. Ahora ya saben a lo que se enfrentan. - Miré a Hicks a los ojos. - Ahora si están preparados para vencerles. Pero debemos dejarles pensar y organizarse ahora que estamos en un sitio seguro.

O eso esperaba al menos. Pero el miedo me hizo mirar hacia atrás, hacia la colonia, por si acaso nos habían seguido dar la alerta, pues todos parecían más pendientes de que hacer a lo que había en nuestro entorno.

- Paranóica y loca, así acabaré si sobrevivo.