- Gracias por la charla. - Tratando de ser una vez amable en la vida. Una vez el posadero se va, se queda mirando a Corax por un instante antes de hablar. - Y dime. ¿Qué tan complicado sería hacer las dos cosas? ¿O las distancias son demasiado para lograrlo? -
Y yo como un tarado esperando que pongas algo porque habías posteado yo antes...
- Vaya, es una lástima, pero como ya le hemos dicho, ya trabajamos para otro señor y no tenemos tiempo.
Luego de dirigirse al tabernero, Corax habló a Gerrard
- No tenemos el tiempo de nuestra parte. Tenemos medio día de camino a Zul´Aman. La vuelta nos llevaría otro día completo.
Masculla algo para sus adentros y bebe un buen trago. - Otra vez será entonces. ¿Por qué me toca ser bueno en momentos así? - Mira el recho del lugar como esperando una contestación divina o de cualquier mujer que quiera dársela arriba también, pero de otra forma. - Bueno, a lo nuestro, si tu que conoces crees que es la mejor opción, hagamos eso y volvamos rápido. - Recayendo nuevamente su atención en Corax.
El tabernero, el cual no se habia movido de alli añade algo más, esta vez con un gesto claramente sorprendido
- ¿Vais a Zul´Aman? ¿Porque dos aventureros quieren buscar a la propia muerte en su guarida? Bueno, supongo que no es asunto mio, un placer haberles despachado caballeros.
Y tras deciros eso, se vuelve de nuevo a la barra, donde unos hombres le demandan a gritos cerveza.
En susurros, Corax se dirige a Gerrard.
- Creo que tenemos unos cuatro días para acabar con Lavaescarcha antes de que se convierta en lich, ¿no? No podemos perder el tiempo, y además me preocupa dejar allí al tauren. Ten en cuenta que en esta época no se sabe nada de los tauren en este continente, y llama demasiado la atención. Aunque claro, que eso lo diga yo...
Baja pesadamente la jarra, pero no en actitud hostíl contra Corax y si lo toma así, es su problema. - Maldito sea, ya está grandecito como para saberse cuidar solo a estas alturas, él sabe en lo que se metió. Nadie me dijo que haría de niñera al venir aquí... - Mira al costado, buscando tranquilizarse, cuenta hasta cuatro, porque a diez no llega del enojo que tiene. - Bueno, comamos y disfrutemos este momento, luego vayamos hacia donde dices y así poder hacer todo esto. -
Relaja tio, los fines de semana ni yo estoy presente.