Partida Rol por web

Nicomedes cogió ambos tratados con cuidado, y los volvió a cubrir con el paño cubierto por símbolos arcanos e inscripciones con letras hebreas en el que habían estado envueltos. Miro a los ojos del rabino, como si fuera a decirle algo, pero al bajar la mirada a lo que sujetaba entre las manos, sacudió la cabeza, se volvió y decidió salir de la pequeña estancia en la que estaban. Cruzó la sinagoga, salió a la calle y se sentó en la pequeña plaza en cuyo centro estaba el pozo que se quedó mirando. Cuando los niños que jugaban en la plaza se fueron, permaneció en silencio sentado. Pasaron aún un par de mujeres y un moccasin, que le miró de reojo. Cuando se apagó la última luz en las ventanas que daban a la plazuela, se acercó al pozo y levantó la tapa. Posó los libros envueltos en el borde, y se dispuso a tirarlos al fondo.
-Queredes convencerme de non arrojarlos, ¿verdad?- dijo. A su lado, la hermosa melena negra rizada de su mujer, le sobrecogió y la mirada de sus ojos oscuros le heló la sangre. 
-¿Por qué tirarlos esposo mío? ¿Non contienen acaso saberes ocultos que pudieren aliviar los sufrimientos de tu pueblo?-
- Esposa mía, non se si sois un dybbuk o tan sólo un recuerdo, más Dios non aliviará los sufrimientos de nuestro pueblo mientras siga guardando aprecio a saberes ocultos et desprecie los bien visibles..-
- Cuando todas las gentes morían... et los gentiles comenzaron a maldecir a los judios, tu padre inscribió las palabras secretas en la puerta de cada casa et los gentiles que seguían a aquel carnicero, non pudieron fazer mal alguno. Et tu fillo, cuando comenzó a sufrir fiebres et delirar, sorprendió a tu padre llamando al Señor por su nombre, que non podía saber de forma alguna..-
-Et después, perecisteis todos..-
-Si, más sin miedo et en la esperanza..-
Nicomedes volvía a estar sólo. Agarró la tapa del pozo y lo volvió a cubrir. Del esfuerzo, un par de lagrimas resbalaron por su rostro adentro del pozo. Cogio los libros y regresó con sus compañeros meditabundo.