El recuerdo del terrorífico desenlace fue demasiado para John Dwight. De institución psiquiátrica en institución psiquiátrica, nadie había logrado esclarecer lo sucedido aquella noche, acontecimientos de los que solo él es testigo. Naturalmente, nadie iba a creerse semejante historia, pero John Dwigt sabía que era verdad, una verdad que su cuerpo y su mente ya no podían seguir soportando. Tal vez, pasar el resto de sus días en el rincón de un sanatorio sea lo mejor para él, olvidar los horrores vividos y dejar que la medicación atenúe los recuerdos trágicos vividos. La muerte de Salina, Jules y Peter. Las muertes de sus compañeros del caso anterior, el recuerdo de Arthur D. Lewis y de todas sus victimas.
Se dijo que el Asesino de la Polaroid estaba meditando en su celda de aislamiento, aproximadamente a la misma hora a la que sucedían los terribles sucesos de Ashville, cuando cayó en un repentino estado catatónico del que nunca regresaría. Mientras tanto, se descubrió que Martín Hill había escrito una carta días antes de aquella noche a una misteriosa tienda de Joshua Tree en agradecimiento por el espantapájaros y la máquina Polaroid que había comprado allí mismo. En la misiva, Martin Hill decía sentirse muy agradecido por el buen funcionamiento del espantapájaros. La tienda, llamada "Cosas curiosas", estaba cerrada cuando las autoridades se acercaron hasta allí siguiendo las pesquisas de la carta del Viejo Hill.
Nadie supo jamás que era realmente Arthur D. Lewis el responsable de las muertes de Ashville. Durante los años que había pasado encerrado había desarrollado un talento psíquico que permanecía dormido en él y que en parte era el responsable de su trastorno asesino. Con él, ha logrado desdoblar su mente del cuerpo y realizar viajes astrales.
Durante uno de esos viajes, en los que Arthur se evadía de su encierro, una extraña y oscura fuerza le atrajo hacía un objeto que yacía en una tienda de curiosidades. Se trataba de un espantapájaros muy antiguo que irremisiblemente y de alguna forma, hizo que el cuerpo astral de Arthur entrara en él y le permitiera controlar el esqueleto humano que habitaba en su interior, dotándole de mayor fuerza y agilidad hasta límites sobrehumanos.
Desde su nuevo cuerpo, Arthur, aterrorizado al principio, vio a un extraño hombre que movía el muñeco y lo cambiaba de sitio mientras canturreaba una extraña letanía en una lengua que no conocía. De algún modo, parecía que aquel hombre sabía que Arthur estaba allí, ya que en varias ocasiones le miró directamente a él a través de los agujeros en la calabaza que hacía las veces de cabeza de aquel espantapájaros. Poco después, Arthur volvió a su cuerpo y trató de comprender lo que le había ocurrido.
Varios meses después volvió a ocurrirle, pero esta vez vio ante si a un viejo sucio y desdentado que reía ante él mientras colocaba algo en la cabeza del espantapájaros. Instantes después de que se marchara aquel hombre, una imagen apareció ante Arthur y sintió que la excitación que le llevaba a matar volvía a él después de mucho tiempo. Con esfuerzo comenzó a moverse dentro del muñeco. En la quietud nocturna un espantapájaros se soltaba de los palos que lo sujetaban y miraba a su alrededor con ansia creciente.
Pudo ver que se encontraba en un maizal de gran extensión, y que a sus pies yacía una vieja guadaña. Pero pronto eso dejó de importar ante la sed de sangre que se apoderaba de él, mucha más que cuando utilizaba su cuerpo real. Su mente se nublo y de pronto se encontró ante su primera víctima en tres años. La guadaña del huerto estaba entre sus manos y la utilizó. Vaya si la utilizó.
Desde entonces, Arthur ha perfeccionado su don. Ahora es capaz de permanecer consciente durante todo el tiempo en el que posee al espantapájaros; ya sabe que el viejo le compró en aquella tienda y que el vendedor le explicó lo que tenía que hacer para librarse de sus problemas: colocar un foto Polaroid en la cabeza del muñeco. Mató al padre Tenson, a James Elmore y a Robert Bale, y después mató a Lucile Stevenson, a la Sheriff Baker y a los impertinentes agentes del FBI. Hasta que el fuego consumió el cuerpo del muñeco y la mente de Arthur quedó atrapada en una especie de limbo del que nunca lograría regresar.
Cosas curiosas es la tienda donde el viejo Martin adquirió su misterioso espantapájaros. Hace casi un año, decidió viajar a Joshua Tree para arreglar un papeleo que tenía con la granja y que en Ashville no podían realizar, allí paseando, encontró la extraña tienda donde compró el espantapájaros que terminaría con las provocaciones de sus vecinos más molestos y los enfrentamientos con éstos.
Su propietario, un extraño y encorvado hombre de pelo blanco enmarañado y ojos oscuros, abrió la tienda de la noche a la mañana y desde entonces pasa todo el día en su interior, relacionándose sólo con sus clientes, que son poquísimos. Nadie sabe como es posible que Neville Milton, así se llama, lleve cinco años viviendo de ese negocio, y muchos rumorean que tiene una fortuna a sus espaldas que le permite vivir pese a no vender nada. En la pequeña localidad, muchos habitantes acudieron a la tienda movidos por la curiosidad pero pocos han salido con artículos comprados, ya que el ambiente y los productos resultan demasiado escalofriantes para los habitantes de Joshua Tree. Por su fuera poco, el extraño propietario, se empeña en narrar la terrible historia que encierra cada objeto, advirtiendo de los riesgos, maldiciones y desgracias que entraña cada objeto como si no deseara venderlo.
Cuando uno penetra en el interior de la tienda, lo primero que nota es el cambio en la luz y la atmósfera. Parece como si se entrara en otro mundo. La luz del día es apenas perceptible y las luces permanecen encendidas todo el tiempo. El aire se carga de una forma pesada que pone los pelos de punta a los más sensibles, que de pronto se ven rodeados por todo tipo de objetos estrafalarios apiñados allá donde miren. Los objetos que se pueden encontrar son de lo más variopinto: bolas de cristal de variados tamaños, plumas exóticas de tamaños inimaginables, libros polvorientos en idiomas extraños, muebles de madera oscura de formas extrañas, cabezas reducidas, calaveras tatuadas, jaulas demasiado grandes para que sean para pájaros, joyas hechas de materiales desconocidos y un largo, largo etcétera.