Partida Rol por web

Era el dia de presentacion del torneo y la calle desde el mercado hasta el estaba rebosante de gente: zancudos , malabaristas, tragafuegos y artistas varios. En el campo de batalla ya habia bailes de unas bellas jovenes seleccionadas por su belleza, en edades de merecer que habian practicado durante un tiempo estas danzas de corte, las cuales estaban calentando el ambiente y el publlico variopinto que ya estaba llenando las gradas casi al completo, ante la llegada de los caballeros en sus maravillosos especimenes de corceles por el puente, con sus escuderos y entre sus tiendas preparando las lanzas y abrillantando las armaduras.

Despejado de las jovenes , El duque Jilokasin y su esposa , acompañados de su sequito de nobles avanzan por la arena de la contienda hasta sus sitios presidenciales. En forma de desfile real de señores de la clase alta de la ciudad. Acompañado de un sonar de trompetas, que una vez acabado da pie al bardo a presentar la contienda

Los dos contendientes salen a la arena

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Los dos avatares entraron en la arena, orgullosos, con las miradas altas, dispuestos a dejarse la vida si fuera necesario.

Primero entra Ivar "El Justo"(Trevor) por su condición de visitante bajo los abucheos del público que son la bienvenida habitual de todo avatar visitante. 

Un poco después entra en la arena Jaskier "El infernal" (Illien) que sorprendentemente es recibido entre abucheos aún mayores. (Evento del público) que pillan por sorpresa al anfitrión de la arena.

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Ambos avatares se miran fijamente antes de lanzarse al ataque, analizan al rival, e intercambian gestos y miradas de desprecio.

Viendo la reacción del publico al ver mi llegada decido tomarme las cosas con calma. Camino lentamente acia mi objetivo, mientras rujo furiosamente lo que pretendo hacerle. El publico aprecia mi ansia asesina, y empieza a aclamarme: "¡¡¡Jaskier, Jaskier, Jaskier!!!"

Ivar responde acercándose también al enemigo.

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Al igual que jaskier, Ivar trata de enardecer al publico, sin exito, que parece estar del lado del avatar local.

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Viendo que el público es un caso perdido, Ivar trata de provocar a su adversario, con fuertes insultos y burlas.

Incapaz de resistir a los insultos de mi rival, corro enfurecido en su dirección. Al ser el más ágil que yo, atacará primero.

Comienza una encarnizada batalla cuerpo a cuerpo entre los dos avatares, Ivar desata su ira lanzando un poderoso grito y entonces comienza el intercambio de golpes.

Jaskier "el Infernal" abre la reyerta atacando con su espada segadora de almas infligiendo un daño considerable y robando fragmentos del alma de Ivar. El bárbaro responde avalanzándose sobre su oponente de un salto con sus armas en alto. 

El combate desemboca en un violento intercambio de daño que deja heridos a ambos gladiadores.

Los espectadores vitorean al segador de almas mientras que la incertidumbre puebla las gradas.

Jaskier no se deja amedrentar por el daño recibido, ya que el mismo opto reciirlo sin oponer resistencia. Con una son risa demoníaca en el rostro, utiliza el poder del alma que le ha robado al contrincante para sanarse las insignificantes heridas recibidas.
Tras superar el riesgo de que el alma que había robado explotase, "El infernal" decide usar ese poder divino robado junto con el suyo propio, viendo notablemente aumentadas sus capacidades mentales. Al ver este espectaculo, el publico se vuelve completamente loco, y al ver la ropa interior de sus admiradoras caer a su alrededor, El orgulloso demonio ve fortalecidas sus fuerzas.
¡¡Te estoy esperando!! Grita, a sabiendas de que no es lo bastante veloz como para lanzar el el siguiente golpe.

El giro de los acontecimientos deja conmocionado a Ivar, esa capacidad de regeneración es increible, y ese control del alma ajena... El bárbaro respira hondo, retira su atención de las cosas sin importancia, el jaleo de las gradas, los abucheos del público (las braga-fajas de abuela cayendo del cielo ;D)...

El tiempo se detiene por un instante.

El hacha de su mano izquierda le pesa, no le permite golpear con fuerza.

Las florituras y alardeos le distraen, no le permiten moverse con naturalidad.

El calor del sol, y el olor a sangre... Todo estímulos sin importancia, sin duda El Infernal es un oponente de otra liga, sin duda la batalla mas mortífera que Ivar haya experimentado jamás.

El tiempo vuelve a fluir al tiempo que ambos titanes corren al segundo encuentro, Jaskier con su colosal espada segadora de almas y Ivar balanceando con dos manos su brutal mangual de guerra.

Comienza un intercambio de golpes mucho mas salvaje de lo que nadie a presenciado hasta el momento.

En los años venideros, aquellos que asistieran a la batalla aun se estremecerían al recordarla, siendo completamente incapaces de describir adecuadamente lo que sucedió en ese momento.
Sin saberse muy bien como, El infernal y favorito de todos Jaskier resbalo de pronto con la mas fina lencería que los dioses puedan imaginar, recibiendo de pleno el golpe de el odiado Ivar. Increíblemente debilitado por un golpe tan duro, Jaskier intenta devolver el golpe, con intenciones de drenar su poder para recuperarse (no sin antes recuperar algo sus habilidades de lucha con el suyo propio). Sin embargo, mientras trataba de asestar el golpe notó como le repetía lo que había comido. Ya le avisaron que no debía comer gnomos antes de una batalla... Este tremendo malestar, unido a el daño recibido impide que pueda asestar un golpe a Ivar.
A pesar de que no ha perdido la esperanza, el segador de almas sabe que no tiene nada que hacer si no logra drenar suficiente poder como para recuperarse, y la dudo empieza a asomar en sus diabólicos ojos.

El combate prosiguió durante unos minutos, poco a poco la balanza se inclinaba a favor del bárbaro y se podía oler el miedo del infernal. Toda una vida de excesos comenzaban a pasar factura, los festines de gnomos hasta altas horas de la noche, los chutes de alma ajena en los parques, las largas sesiones de cruenta tortura a los viandantes paganos...

Ambos avatares se miraron por última vez, ambos sangrando por cada poro de su piel. Sabían que fuera cual fuera el resultado ambos serían recordados pues habían sido bañados en la gloria de los más altos avatares.

Ambos avatares se miraron por última vez, pero no era una mirada de despedida, no. Era una promesa de justicia, un deseo de reencontrarse, quizás en la otra vida, y luchar por toda la eternidad hasta saber quien es el mejor gladiador.

Finalmente el mangual del bárbaro asesto el último golpe al notablemente debilitado Jaskier. Las gradas, que aún apoyaban al infernal, enmudecieron, pareciera un minuto de silencio únicamente roto por el jolgorio mal disimulado de los espectadores gnomos.

Las miradas de ambos gladiadores se pierden en el cielo...