Partida Rol por web

Aventuras en los Reinos Olvidados

Histórico del primer grupo.

Cargando editor
15/12/2012, 15:46
Ark

Con gesto amable le entrego dos de las monedas que nos han dado por los ciempiés al pobre mendigo que se me acerca , confiando de corazón en que sea un mendigo de verdad y no un pedigüeño profesional. Sin mas dilación me acerco hasta el símbolo de Selune y me arrodillo para cumplir mi obligaciones sacerdotales , y como cada dia , aprovecho para "charlar" un poco con Ark , mi mentor contándole todo lo que ha hecho hoy.
Después de mi buena media hora en al que ademas de mis rezos , he comentado todos mis miedos e inquietudes con mi Diosa y mi mentor , me levanto y me dirijo cansado y dolorido hacia la posada que vi antes , ya que es la única que he visto de momento.
A medida que me voy acercando el olor a comida y las voces que surgen del interior me animan a pensar que ha sido una buena eleccion, asi que sin mas abro las puertas y entro.

Cargando editor
02/01/2013, 14:17
Director

La noche es fría como el hielo, y el viento que llega desde las cumbres borrascosas de los Picos de la Tormenta os corta el rostro. A vuestro alrededor se levanta una plaza antigüa, de sólida piedra y sin un sólo adorno: la plaza de Helm. Los edificios que rodean su perímetro tienen las puertas y las contras de las ventanas cerradas; demasiado frío para mantener algo de curiosidad.

Hay tres calles que desembocan en la plaza adoquinada; dos de ellas son transitables, pero la tercera está cerrada. Se accede a ella a través de un grueso portón de madera, con una mirilla que también permanece cerrada. Al otro lado, el viento se escucha todavía con más fuerza. Os dais cuenta de que, seguramente, si franquearais el portón os encontraríais con el gran puente que conduce a la Torre del Vigía, el templo del dios.

Sin embargo, a nadie se le ocurre llamar a la puerta. Uno a uno, (o de dos en dos, como Silbido y Mitheithel), habéis ido llegando hasta encontraros todos. Podéis haber estado hablando, o haber permanecido callados y ateridos ante el penetrante frío de medianoche, pero vuestro empleador tarda unos diez minutos en aparecer. A juzgar por su sonrisa amarilla y graciosa, no le importa demasiado haber llegado tarde.

(Sigue...)

Cargando editor
02/01/2013, 14:28
Freddo de Arkhen

"Ji, ji, ji", ríe quedamente mientras lo veis llegar desde una de las calles, envuelto en un pesado abrigo de marta y con una lámpara de aceite en la mano. "Una noche terrible, ¿m?". Tras echaros un vistazo a todos, asiente con autocomplacencia. "Oh, qué bien que hallais venido todos, así será mejor".

El hombrecillo se gira, y hace unas señas con el candil en dirección al fondo de la calle.

(Sigue...)

Cargando editor
02/01/2013, 14:32
Director

Poco a poco, veis acercarse a cuatro tipos fornidos, tan altos y fuertes como el mismísimo Ugdush y cubiertos con pesadas cotas de mallas y yelmos de rejilla. Por su forma de moverse y por lo gastado de sus armas y armaduras entendeis que se trata de hombres de armas que saben lo que hacen, y que sin duda han participado en unas cuantas batallas. Ninguno de ellos os hace ningún comentario; en lugar de ello, inspeccionan el lugar rápidamente.

Después se apartan y franquean una de las entradas, mientras otros dos, (son media docena en total), acompañan a una figura también corpulenta, aunque un poco más añosa, que retira la capucha de una impresionante capa oscura y se dirige a vosotros.

(Sigue...)

Cargando editor
02/01/2013, 14:43
Beren Acuñamoneda

El hombre se dirige a vosotros con una voz profunda y grave, pero amable. "Vaya... siento el frío, de verdad. Hubiera preferido que nos viéramos en mi mansión, con una copa de vino, una chimenea caliente y cómodas sillas, pero prefiero que por ahora no se me relacione con vosotros por razones que os explicaré a continuación. Mi nombre es Beren, y soy... bueno, perdonad la falta de modestia, pero quizás el hombre más poderoso de la ciudad", afirma llevándose los pulgares al cinturón y sonriendo sin separar los labios.

Después se encoge de hombros, y os expone la situación. "Veréis... la verdad es que tengo un pequeño problema. Como seguramente sabréis soy un amante del arte, y las obras de mi colección privada son famosas en toda la ciudad. Una vez al año declaro una jornada de puertas abiertas, y muestro al público alguna extraordinaria e impresionante nueva obra. Este año, la obra iba a ser una maravilla mecánica construída por el famoso artista Talaso de Ordulín, al que seguramente conozcais". (Tirada de Saber: Local, dificultad 15).

"Como mecenas, le invité a acudir a la ciudad y vino hace tres meses. Me pidió un taller que contara con un molino, así que lo instalé fuera de las murallas, junto a los astilleros, donde se encuentra el único taller de carpintería de la ciudad con un molino de agua. Y por supuesto, garanticé su seguridad a los demás mecenas. Talaso tiene patrocinadores por todo Cormyr, y son muy celosos. Así que pagué a la guardia de la ciudad para que dejara una patrulla frente a la puerta del artista". Con un resoplido, podéis ver cómo una chispa de furia se enciende tras sus ojos oscuros.

"Debí destinar a esa tarea a los hombres de mi propia Ámbula. La guardia de la ciudad está formada por imbéciles e inútiles, como descubriréis pronto si os quedais en nuestra ciudad una temporada. Lo que ha pasado es que el genio ha desaparecido dentro del taller, y su creación con él. Los guardias han investigado el lugar, pero no han encontrado nada. Evidentemente, no puedo arriesgarme a que se sepa que el artista ha desaparecido. Sus otros mecenas me causarían bastantes dolores de cabeza. Así que os ofrezco un total de mil piezas de oro si lo encontrais y me lo traeis, y otras quinientas si hacéis lo mismo con su creación".

Después, el hombre sonríe como si se le hubiera pasado el mal humor. "Por supuesto, nadie debe enterarse de que el artista ha desaparecido. Sólo lo saben algunos miembros de la guardia que son de completa confianza, así que si se filtrara esa información sabría de qué boca ha salido". El noble mercader os lanza una mirada penetrante, y no dice nada más. A juzgar por la media docena de mirmidones que lo acompañan, no os cabe duda de que podría poneros las cosas muy difíciles si algo de ésto se supiera. Cuando Beren se percata de las miradas que lanzais a sus gorilas, vuelve a cambiar su rostro en una afable mueca.

"Oh, supongo que os estaréis preguntando porqué no uso a mi propio personal para esta tarea. Bueno, es sencillo. En esta ciudad tengo enemigos, y mis hombres están siempre bajo vigilancia. No quiero que nadie se entere del asunto, así que recurro a extranjeros que no tengan nada que ver conmigo. De hecho, esta conversación no ha tenido lugar. Por alguna razón, los guardias que vigilan el taller os dejarán entrar si os presentais allí mañana, y podréis investigar a gusto. Si deseais poneros en contacto conmigo, solo tenéis que localizar a mi chambelán", enuncia señalando con la cabeza a Freddo, "Él será nuestro enlace. Podéis encontrarle en el puerto fluvial, supervisando la entrada de nuestras mercancías en los almacenes".

"En fín", dice con un suspiro y una sonrisa, "¿Alguna pregunta?".

(Sigue...)

Cargando editor
02/01/2013, 15:10
Director

Notas de juego

Todos los personajes ganan 30 px por postear.

Próximo turno el viernes 04 de enero de este año de nuestro señor de 2013 ;)

Cargando editor
02/01/2013, 18:50
Bronas

 El gran norteño, arrebujado en una capa de cuero rematada con pieles de lobo, fue de los últimos en llegar a la plazuela de piedra, apenas unos momentos antes de que lo hiciera el risitas de la barba amariconada.

 Sin mucho esfuerzo identificó al resto de los presentes mientras buscaba un umbral en el que apoyarse y resguardarse las espaldas, cuando aparecieron los guardias personales acompñados por el tintineo de sus armaduras. Se mantuvo en silencio viendo el proceder de esos, atento. Al parecer aseguraban el perímetro como si no quisieran oídos ajenos. Cuando lo creyeron oportuno, llegó el pez gordo.

 Un sureño lo suficientemente forrado de oro como para desprenderse de una buena suma de él para que unos le hicieran un trabajito.

 Siguió en silencio la conversación, aguardando a que terminara para espetarle.

 - No tienen por que ser guardias o nosotros los que anuncien la desaparición, quizás sea alguno de los celosos mecenas que mencionáis. ¿Alguno especialmente interesado en haceros quedar mal?

Cargando editor
02/01/2013, 19:33
Ugdush Matadragones

Para Ugdush la única información clara que se le grabó en la mente fue la recompensa, ¡hasta 1500 monedas podría ganar si todo sale bien!. Aquello hizo que esbozase una sonrisa mientras miraba embobado la escena, escuchaba hablar a aquel tipo que tanto poder decía tener, como si solo el dinero otorgara prestigio pensó casi refunfuñando.

El semiorco asintió ante la pregunta de Bronas, pero quiso añadir algo que le rondaba por la cabeza

- ¿Y que pasa si vamos a ese tallercillo y no logramos encontrar nada?¿nos mataréis para que no desvelemos tu "descuido"? - dijo mientras reía.

- Tal y como has planteado la situación me das a entender que no tenemos muchas opciones para negarnos o llegar al fracaso, conmigo podrás contar pero no tengo experiencia rastreando tipos de piel blanda y mente prepotente, pero siempre puede merece la pena un esfuerzo adicional con esa recompensa -

Cargando editor
03/01/2013, 01:00
Silbido

Silbido y Mitheitel no tardan en llegar a la plaza. Ninguno de los implicados en el incidente de esa tarde, ni siquiera los que no aceptaron el oro, han faltado a la cita. El único que aún no ha hecho acto de presencia es el hombre que los ha convocado. La chiquilla se detiene en la entrada de la plaza y observa a ambos lados, buscando un lugar apropiado desde el que esperar. En la amplia explanada, sin vegetación que utilizar como protección o cobertura, se tiene que conformar con la oscuridad bajo una balconada, donde se acuclilla junto a la pared, arrebujada en su capa, el arco bajo las rodillas, las manos entre los muslos apretados. No le molesta en exceso el cortante viento, pero sabe por experiencia que el cuerpo frío no se mueve con eficacia.

Tras unos minutos de silenciosa espera, pasada ya la medianoche, el tal Freddo se digna por fin a aparecer, y tras comprobar la situación y hacer señas con una linterna, su señor, rodeado de hombres bien armados y, aparentemente, entrenados. Hace muchos años que Silbido no se encuentra con hombres como estos. Había algunos de ellos entre los hombres de su padre. El semiorco pintado de negro y el tipo grande del portal, o los aventureros y mercenarios que acaba de ver en la posada, tienen un aspecto intimidante y un aire de competencia, pero no transmiten la misma sensación de pragmática profesionalidad. Los seis convocados se acercan tanto como les es permitido.

El señor se presenta como Beren Acuñamoneda, y asegura ser el hombre más importante de la ciudad. Sea o no cierto, Silbido no duda de que ha de ser rico y poderoso para comandar a tales hombres. Habla largamente, con seguridad. No está acostumbrada a escuchar hablar a una persona durante tanto tiempo, y se da cuenta de que Acuñamoneda tenía bien preparado lo que quería decir antes de llegar allí.

Silbido no comprende todas las palabras, ni entiende con exactitud las justificiaciones y quejas de Acuñamoneda, pero se hace una idea de lo ocurrido. Un inventor que se encontraba bajo la protección del hombre, fabricando un aparato, ha desaparecido en el taller que le había proporcionado, pese a estar vigilado por la guardia de la ciudad. Ofrece una recompensa por encontrarlo, a él y al aparato. Si alguien se entera de lo ocurrido, considerará responsables a los seis, y se ocupará de que se arrepientan. Al acabar su discurso, el hombre se ofrece a responder las preguntas de los reunidos. La muchacha tiene muchas dudas, pero se da cuenta de que exponerlas solo pondrá en evidencia su ignorancia, e incluso aunque fueran respondidas, solo generarían más dudas.

Los dos tipos de aspecto peligroso hacen su preguntas en primer lugar. Silbido solo tiene una que añadir:

—¿Si está muerto?

Cargando editor
03/01/2013, 15:24
Ark

Tranquilamente y a mi ritmo termino por llegar hasta la plaza, bien arropado en mi capa, que si bien tiene muchos remiendos, es cálida y abrigada. Aun así no pude evitar una breve sonrisa al fijarme en el vaho de mi respiración y recordar algunos consejos de mi mentor, que me recomendaba tener cuidado con las bufandas no se me congelara la barba y se me quedara pegada a la cara.

Cuando arribamos a la plaza, algunos de los sujetos de esta tarde ya estaban allí reunidos, Si es que se puede llamar reunión a varias personas en un plaza cada uno por su lado. Por fortuna, no tuve mucho que esperar pues casi al momento llego el otro bruto bárbaro y una guardia que debía de escoltar al que se iba a presentar como Beren, y que era el jefe del tal Freddo.

Atiendo con calma a sus explicaciones, y las preguntas de los que iban a trabajar en el caso mientras sopesaba en mi interior si merecería la pena entramparse con un hombre rico y de tanto poder en una ciudad , en la que quería quedarme una temporada , pero el sentido común me decía que era mejor no contrariar a una persona poderosa sin tener un muy buena razón .

-¿Tendremos alguna clase de apoyo o de autoridad para preguntar?¿ y la recompensa en por cabeza o a repartir?

Cargando editor
04/01/2013, 05:18
Heian Nailo, "el artesano del Valle de la Pluma"

¿El precio del que habláis se refiere a por cabeza o a dividir entre todos? Sea cuál sea me parece que es poco. ¿Habría alguna posibilidad de que nos aumentase un poco más la oferta? Nuestro trabajo conlleva un precio. Creo que si lo llevamos a buen fin debería darnos algún tipo de incentivo.

Cargando editor
04/01/2013, 13:58
Beren Acuñamoneda

El Príncipe Mercader responde a primer lugar a Bronas, asintiendo. "Es algo en lo que pensé cuando traje a Talaso aquí, uthgard. Por éso escondí al artista en el barrio de los astilleros; sólo Freddo, yo, y algunos hombres de confianza sabían que estaba allí. Ninguno de ellos se atrevería a decírselo a los demás mecenas", dice con una mirada valorativa al bárbaro. Luego se dirige al orco y a su sugerencia sobre mandar matarlos.

"¿Y qué ganaría yo haciendo éso?. Soy un hombre práctico. Si no tenéis éxito en vuestra empresa, o si preferís no llevarla a cabo... no sucederá nada, y quizás pueda emplearos en otros menesteres más adelante". Un inmóvil amago de amenaza aparece en sus ojos durante un momento. "Sin embargo, el mero hecho de habernos encontrado os obliga a cierta discreción sobre mis asuntos. Si hablais de ésto con otras personas, lo sabré". Luego, la afabilidad vuelve a su rostro con la misma rapidez. "Aunque éso no va a suceder, ¿verdad?. Puede que tú no sepas rastrear artistas, pero pareces saber matar a quien los retiene. Ocúpate de éso, y deja el rastreo a tus compañeros".

Tras ésto, pasa a responder a la pequeña muchacha que permanece acuclillada bajo la sombra de un balcón. "¿Si está muerto?", pregunta como un eco. "Entonces no cobraréis por su rescate, por supuesto", sonríe socarrón. Parece no interesarse mucho por la vida de Talaso; está claro que lo que valora es sólo que los demás mecenas no lo culpen de la desaparición. "Pero todavía podéis conseguirme el artefacto y cobrar por él, ¿no?".

Los últimos en hablar son Heian y Ark; el aristócrata responde a la vez a sus preguntas. "El dinero será para todos, vosotros decidiréis cómo repartirlo. Tened en cuenta que, por lo que Freddo me ha contado, ya se os ha pagado una generosa suma simplemente por combatir unos gusanos. Y si ésto sale bien, habrá más monedas de donde han salido éstas. Podeis haceros ricos sirviéndome en tareas que nadie relacione conmigo, os lo aseguro", expone. "En cuanto a apoyo, podéis contar con el mío mientras nadie se entere. Contactad con Freddo; él puede abriros algunas puertas y conseguiros algunas audiencias de gente importante. Pero recordad; yo siempre debo permanecer en la sombra. Nadie debe saber que trabajais para mí".

(Sigue...)

- Tiradas (1)
Cargando editor
04/01/2013, 14:22
Director

Tras el turno de preguntas, sus guardias comienzan a preparar la marcha de Beren. ¿Haréis alguna otra pregunta antes?. ¿Decidiréis presentaros una vez se marchen?. ¿Trabajaréis juntos o seguiréis por separado?. ¿Iréis al taller ahora, en plena noche, o esperaréis a la mañana siguiente?. Y si lo hacéis en plena noche recordad que el taller está en el puerto; ¿cómo intentaréis pasar por el portón cerrado de la ciudad?.

Es vuestro turno ;)

Notas de juego

Todos los personajes ganan 30 px, menos Mitheithel.

Próximo turno el martes 08 de enero del año de nuestro señor de 2013.

Todos los jugadores ganan regalos de reyes la mañana del día 06.

Cargando editor
04/01/2013, 17:37
Ugdush Matadragones

El semiorco buscó un lugar donde apoyarse y valorar la situación.

- A mi me ha convencido - dijo brevemente tras escupir en el suelo algo que llevaba mascullando desde hace un buen rato. Aunque no quisiera decirlo en voz alta, Ugdush no tenía intención de realizar ese trabajo en solitario, era simple cuestión de lógica, si iba acompañado del resto de "gentuza" podría beneficiarse de sus habilidades y aumentar las probabilidades de éxito y lo que es más importante, de cobro.

Una vez adoptada la postura cómoda decidió hablar

- Yo que vosotros dejaría todo esto para mañana al amanecer, todo es más sospechoso cuando se actúa de noche y basta que os vean merodeando por allí para que todo se complique, pero oye, que si metéis la pata y acabáis en la horca más recompensa para mi jeje - se quitó una de sus botas para comprobar que no hubiera algo en su interior, llegó a hacer incluso ruidos molestos al golpear la suela contra la pared más cercana provocando un estruendo poco sutil a esas horas.

Cargando editor
05/01/2013, 11:32
Bronas

 El norteño escucha a unos y a otros, moviendo sus mandíbulas bajo su espesa barba. Finalmente asiente.

 - Sea, me convencen las condiciones, que así sea.- Miró al resto de desconocidos con los que se había topado durante el medio día buscando sus respuestas mientras añadía.- Si hay problemas que deban resolverse con el filo de un arma, no os fallaré.

Cargando editor
05/01/2013, 12:03
Silbido

Mil quinientas monedas de oro, a repartir entre seis personas. Está acostumbrada a medir distancias a ojo, e incluso a proyectar mentalmente la trayectoria de una flecha, incluso entre la lluvia y el viento, o a predecir los movimientos de una presa, pero no a calcular. Aprendió hace muchos años, en su antigua vida —¿cómo se llamaba el tutor?—, y no le ha sido de gran utilidad en la nueva. Doscientas cincuenta piezas de oro, si el hombre esta vivo, y se recupera su aparato. Silbido no sabe si es mucho, o poco, nunca ha necesitado oro, pero a juzgar por la reacción de los tipos grandes, no debe ser una cantidad despreciable. Y, lo más importante, el hombre ha indicado que podría conducir a nuevos trabajos. Precisamente lo que vino buscando a la ciudad. Mejor, posiblemente, que fabricar arcos. Y, si en algún momento, el hombre solicita algo que no esté dispuesta a llevar a cabo, nada le impide escabullirse de la ciudad y volver a empezar en otra, o incluso regresar a casa con el rabo entre las piernas.

Los guardias del patrón comienzan a preparar la marcha, dejando a los seis "contratados" con sus propias reflexiones. El semiorco y el hombre grande son los primeros en romper el silencio. El primero parece arrogante, y el segundo seguro, y Silbido no duda que sean competentes con las armas que llevan encima. Más que ella, probablemente, que nunca ha tenido ocasión de utilizar la fina espada y el pequeño escudo que lleva a los costados. Pero en una ciudad, donde no impera la ley natural, sino la del hombre, se pregunta, ¿qué valor tiene la destreza con las armas? ¿Qué valor tiene lo que yo soy capaz de hacer?

Silbido se pone en pie y se sujeta el arco a la espalda con la correa.

—Mañana —indica con un hilo de voz, apenas suficiente como para que le oigan—, tras las primeras luces. En el taller.

La chiquilla se da la vuelta y se marcha por la calle por la que llegó a la plaza, de vuelta a la posada.

Cargando editor
07/01/2013, 16:41
Ark

con un gesto acepto el trato que nos ofrecen y me dispongo a partir cuando se me ocurre que seguramente este individuo tiene multitud de porpiedades y seguro que nos puede dejar alguna casa para alojarnos.
-Disculpe , tal vez podria prestarnos alguna casa para quedarnos y poder organizarnos para investigar. Acabo de llegar a la cuidad y ni tengo aliojamiento ni conozco a nadie aqui

Notas de juego

Perdon la brevedad y las faltas , mensaje movil .

Cargando editor
07/01/2013, 19:36
Heian Nailo, "el artesano del Valle de la Pluma"

Aquello suponía un total de 250 piezas de oro. Con eso no tendría ni para comprar la copa de su sombrero perdido. Necesitaba ese objeto para poder regresar a casa y allí no lo conseguiría. Pero quizá por el camino si podría lograrlo. Si se lo montaba bien y saqueaba un poquito de aquí y otro poquito de allá quizá lograse hacerse con algo más de oro que le permitiese recuperar lo que había perdido.

Heian asintió con la cabeza, aquel hombre parecía duro para negociar y no tenía pinta de que pretendiese darle más monedas de las que fuesen necesarias.

Así que no dijo mucho más, se ajustó su sombrero a la cabeza, se acomodó sus ropas de artesano y se limitó a esperar al resto del grupo con el que tendría que competir, a la par que ayudarse, para conseguir las monedas.

Cargando editor
08/01/2013, 01:06
Miteitel

Sonrío amigablemente a Silbido y cuando al fin llegamos a la plaza, siento frío, y me quedo parada en el sitio sin moverme, con el viento la sensación térmica se amplifica y me cubro con la capucha que se me había caído para protegerme y mi perro se queda quieto junto a mi.

Observo el lugar de reunión, la plaza de Helm, sobria y fría como el mismo viento que me acecha por entre los bordes de mi capa. Iba a llamar a una puerta que conducía al templo de Helm pero no conozco esta ciudad y esta plaza me impresiona, era noche cerrada y no había ni un alma por las calles, sólo silencio y el gemido del viento, y viendo a los que iban llegando me quedé aún más quieta sin atreverme a romper ese silencio, me planto en la entrada para tener una vía de escape, mi instinto me decía que esto no me iba a gustar, demasiado secretismo, Silbido se aleja buscando un lugar donde acomodarse, la comprendo, yo prefiero quedarme inmóvil mirando a los presentes manteniendo las distancias, los conozco a todos, la espera parece interminable hasta que de pronto aparece al fin Freddo, el hombre que nos convocó al atardecer, y a continuación, seis hombres que a mi entender son guerreros, altos, fuertes y diestros en el combate.

Un par de ellos se ponen detrás de mí en la entrada a la plaza, pues me quedé en la entrada sin moverme, les miro de reojo con desconfianza, algo en ellos me da pavor, y no dejo a mi perro que se acerque, hasta que se presenta otro hombre, que parece un guerrero también pero no tan joven, y con ropas que delatan que es un hombre con riqueza. El caballero se presenta, Beren no sólo es rico también tiene, según dice, poder en esta ciudad, escucho lo que relata sin rechistar.

Cuando termina, estoy algo angustiada - sólo quería venir por poder colaborar con mi ayuda en esta ciudad y ayudar a sus gentes, pero no sé dónde me meto - el suceso del genio me intriga... - podría ser cosa de magia... no se quién es Beren ni conozco a Talaso, este hombre parece querer el anonimato, y nos trata como si fuéramos matones a sueldo que sólo buscan dinero - miro a los que parecen no sólo guerreros sino matones que trabajan para él - qué trabajo nos pedirá después si sobrevivo a esta tarea, matar a alguien? ...no debería haber venido...pero ya no hay vuelta atrás, habrá que callarse y aunque sea por el arte localizar al artista y su obra, así que será mejor que vaya de día, debo descansar, es tarde, además, los guardias nos dejarán pasar si vamos mañana, no hoy, así que cuando salga el sol iré al taller junto a los astilleros.

Cuando termina de hablar, escucho a los otros cuando comienza la ronda de preguntas, previsibles algunas, yo prefiero no hacer ninguna, permanezco en silencio pensando en una idea que me daba vueltas en mi mente, la angustia por todo esto me atenaza el corazón, desde mi infancia cuando atacaron a mi pueblo guerreros despiadados y sin escrúpulos como estos, miro a los guardaespaldas que me traen recuerdos sangrientos y luego a Beren..., me doy cuenta de que me he quedado tan pensativa que ya se va y no le he dicho lo que que necesito saber y reuniendo valor, y haciendo de tripas corazón, me acerco con mi perro donde Beren lo que me permitan sus guerreros, y con una de las más encantadoras sonrisas haciendo acopio de mis últimas fuerzas, le digo clavándole en sus pupilas fijamente mis ojos azules claros como el cielo - ¿cómo es esa maravilla mecánica construída por ese famoso artista? y le ruego que me describa el aspecto de Talaso de Ordulín para alguien tan ignorante como yo que no lo conoce.

Cargando editor
08/01/2013, 13:13
Freddo de Arkhen

Beren hace un gesto a Freddo para que responda vuestras últimas preguntas, mientras se retira subiendo por la calle empedrada, acompañado de sus imponentes guardias. El hombrecillo toma la palabra cuando Mitheithel habla, mostrando esa sonrisita suya; "Talaso es un cuarentón de pelo castaño, muy largo, y delgado. Más alto que yo".

El último de los guardias pasa a su lado dándole un pequeño empujón sin demasiado respeto, y le comenta; "Éso no es demasiado difícil, enano". El hombrecillo resopla por la nariz y se coloca las ropas, mirando esta vez a Ark; "Tenéis tres habitaciones dobles en la taberna del Grifo, pagadas durante una semana... aprovechadlas, anda". Acto seguido se da la vuelta y se retira detrás de la comitiva, aguado su buen humor.

(Sigue...)