Partida Rol por web

(* CORREGIDA *) Ménar pensó fugazmente en acudir en ayuda de su compañera; pero, viendo a su rival directo recuperándose rápidamente de su aturdimiento, decidió que no sería de mucha ayuda si dejaba que su adversario lo atravesara por detrás. Así que, pensando en dejarlo inutilizado de una vez por todas, le lanzó otro tajo con su acero.

Néret intenta alejarse del gigante, pero estaba demasiado magullada para ir muy lejos. Godos avanzó sobre ella, dispuesto a hendir su cabeza con su arma. Cuando se disponía a lanzar toda la fuerza de su golpe sobre ella, Drundan reapareció en escena. Todavía no estaba en condiciones de lanzar un ataque, pero intentó arrojarlo al suelo barriendo a los pies de aquella bestia con su bastón. Aunque no logró su objetivo de derribar a Godos, logró abortar su ataque. Con sus ojos llenos de furia, el gigante se enfrentó a la disyuntiva de a cuál de los dos matar primero.

Por su parte, Ménar y Rodos intercambiaron golpes y estocadas, con escaso éxito por ambas partes.

Los clientes de la taberna, aterrados, intentaban ponerse a salvo.

La cabeza aún le daba vueltas, y la pierna le dolía, pero ahora no era el momento de pensar en eso. Néret miró a Drundan a los ojos, deseando que entendiese lo que pretendía hacer. Aún no se sentía con fuerzas para atacar a aquella mole, pero si conseguía que dejase de prestarle atención a Drundan, quizás tuviese posibilidades. Siguió retrocediendo y se preparó para el defenderse del ataque, cuando llegase.

-No sabía que por aquí la gente trajese a sus mascotas a las posadas-le dijo a Godos con la mejor sonrisa que pudo-¿Has tenido un bonito paseo o tu amo tiraba demasiado de la correa?¿Has encontrado algún arbol a tu gusto?

*bajo control del director debido al retraso* Ménar maldijo a sus dioses tras, poco menos, haber errado su estocada, pero sabía que no podía perder los nervios y que debía mantener la calma. Esto era un combate real,  cuerpo a cuerpo, y se estaba jugando la vida en ello. Respiró hondo y se lanzó de nuevo al ataque contra el gigante.

- ¡Maldito bastardo, me has atacado a traición!, tronó aquella mole de Godos a la vez que se arrojaba furioso sobre Drundan.

Néret, sin embargo fue más rápida, agarró una jarra que había sobre la mesa y arrojó su contenido al rostro de Godos, cegándolo por un momento. Drundan no lo dudó un instante, era su oportunidad, y golpeó a Godos con todas sus fuerzas. Aquel golpe destrozó la mandíbula del gigante con tal fuerza que cayó allí mismo, muerto, sin un gemido siquiera.

 Ménar, por su parte, observó con cuidado a su oponente y, por un momento, vio un hueco en su guardia, y se lanzó contra Rodos. Su espada no erró esta vez, y abrió un gran tajo en el costado de su oponente, que quedó tambaleándose malherido.

Ahora que Mole nº 1 estaba muerta, Néret no dudó en aprovechar el respiro. Las armas de filo no estaban mal-pensó- pero el arco tenía un encanto especial. Se lo descolgó de la espalda y cogió una flecha del carcaj. Su punta enseguida estuvo apuntando al jefe de aquellos matones.

-Ahora vamos a comportarnos como personas civilizadas-dijo sonriendo-. porque como no nos comportemos de forma civilizada alguien acabará con un penacho de plumas sobresaliendole del pecho.

En la noche que corría, Celebdel había bajado al pueblo y como en otras ocasiones se disponía a ir a cenar una sabrosa cena en su taberna favorita. En las proximidades de la "Flor de Tojo" había cierto revuelo, suponiendo Celebdel que sería otra discusión acalorada producida por el vino peleón de Tobias.
nada más entrar en la posada, Celebdel observó que los grandotes gemelos Rodos y Godos, y su odiado jefe Ursus, estaban inmersos en una violenta pelea con unos forasteros. Pensando que este sería el mejor momento para vengarse de una vez por todas del hecho que esos tres vándalos le quemasen su pequeña y coqueta cabaña de madera, consciente de que sólo Celebdel no podría enfrentarse a ellos.

El rostro de Ursus no disimulaba en modo alguno su sorpresa. De un momento a otro se encontró con que sus dos lacayos habían sido eliminados, quedándose él solo frente a aquellos tres aventureros. Dudó si sacar su arma y hacerles frente, pero eran tres contra uno, y uno de ellos estaba tenía además un arco.

--- ¡Os arrepentiréis de esto!, al decir esto, y antes de que nadie pudiese reaccionar, Ursus saltó por encima de la barra con agilidad felina, lo que le permitía cubrirse de las flechas de la muchacha. Manteniéndose agachado entró en la cocina, huyendo luego por la ventana de la cocina.

--- ¡Alto a la guardia!, oyeron gritar afuera.

Fue entonces cuando entraron varios milicianos --- encargados de velar por la seguridad de la villa---. Probablemente alguien había hecho sonar la alarma de que había una pelea en la taberna.

--- Bueno, creo que hemos llegado tarde --- dijo su capitán.