Partida Rol por web

 Era el nuevo dia de un nuevo año, el colectivo llego y con ello los nuevos estudiantes pronto bajarian. Los que ya estaban hace tiempo los traian sus padres para ahorrar el viaje y para poder saludarlos.

  Bueno, bueno chicos vamos a formar una fila para poder entrar todos ordenados... Espero que hagan caso antes de empezar mal.

 Una señora mayor es la que sale en busca de todos los chicos, para los que la conocen saben que es una persona muy complicada llamada Jacinta.

Olivia bajó del coche que la había traído hasta el internado. Se bajó con un par de maletas que personal de su familia se apresuró a meter al interior. El viaje había sido agotador. 5 largas horas y todo porque su madre se había empeñado en que la llevasen personalmente y de forma escoltada al internado. Bueno, también contaba con que se había entretenido con el conductor por el camino.

Gracias, Charlie. Siempre tan amable. Le dijo con dulzura y picardía al chófer, joven y apuesto que algo sonrojado se puso a hacer su trabajo.

Cogió aire saboreándolo. Hogar, dulce hogar... Pensó. Sonrió al ver el enorme edificio y aún más al ver a Jacinta.

Cada año estás más joven, Cinty. Dijo con una sonrisa. Este año casi no se te ven las arrugas. Le dijo de nuevo con un tono de voz amable. Lo cierto era que le tenía cariño a esa anciana cascarrabias.

Luego miró alrededor, en busca de caras conocidas o... nuevas.

 La limusina paró delante del internado y bajé de ella. Mis padres, como siempre, habían estado demasiado ocupados como para venir a acompañarme a mi primer día en el nuevo internado, pero me daba igual, ya estaba acostumbrado a sus desplantes. A continuación miré el impresionante edificio antiguo, para luego a la anciana que hablaba. No le respondí, pero hice lo que nos ordenó, con rostro inexpresivo, mientras observaba a resto del grupo, incluida una rubia bastante atractiva y con mirada descarada que andaba no muy lejos de mí...

Iker llegó en transporte público hasta el internado. Como siempre sus padres se habían olvidado de que hoy empezaba el curso, no le importaba, estaba acostumbrado. Lo único que le molestaba es que ni siquiera hubieran contratado a alguien para que lo acompañase.

A pesar de lo mucho que le gustaba estar durante los meses de verano fuera de aquel lugar, había que reconocer que ya lo estaba extrañando. Así que con una sonrisa, con un par de maletas y una gran mochila, bajó del autobús y se acercó al edificio principal. Saludó a Jacinta, ella sabía que él era de los pocos en los que se podía confiar en aquel lugar, la dedicó una sonrisa amable, y después se puso a la cola sin decir más.

Parecía que aún no había llegado ninguno de sus amigos. ¿Vendrían este año?

 Me baje del colectivo publico junto a mi hermana Paula, me incline hacia ella para acomodar su pelo. Paula veras como te gusta este internado. Ni yo sabía como me iba a caer este lugar pero nuestro abogado nos mando por el motivo que aquí se encuentra la persona que nos adopto por así decirlo.

 Marcos pero no veremos a mama y a papa nunca mas?. Decía mirandolo y luego bajando al cabeza.

 Claro que lo veremos pequeña ahora deben estar en la isla magica de la cual te comente. La voz de una señora nos indica que debemos seguir. Vamos Paula.

El coche se detuvo cerca de la puerta, y Carlos salió de su interior. Con una cara totalmente serie y más pálido que de costumbre, se quedó junto a la puerta a la espera de sus padres. El chófer salió y, tras abrir las respectivas puertas, cogió las maletas del chico y se fue de allí.

Mientras volvía, sus padres se acercaron a Carlos

Qué pases un buen año, chico dijo su padre, tendiéndole la mano. Había decidido que así su hijo pasaría menos vergüenza, sin fijarse que muchos de los padres allí presentes besaban o abrazaban a sus hijos.

Sí, cariño, no tardaremos en vernos, seguro que no llegarás a echarnos de menos añadió su madre, que sí se acercó para besarle en la mejilla. Como acto instintivo, Carlos se separó, pero rápidamente se contuvo y dejó que su madre le besara.

No tardó mucho en que el chófer volviera, y los padres se montaron y se fueron. Ahora Carlos era diferente.

Caminó saludando a unos y a otros, molestando a los más pequeños y alborotando el pelo a las chicas jóvenes y presumidas que hablaban de sus novios de verano. Pasó cerca de Iker y le dio un golpe en el hombro a modo de saludo. Se acercó hasta Jacinta, que estaba con Olivia.

¡Jacinta, guapa! ¿Esto aún no cuenta como curso, no? ¡Dame un abrazo! abrió los brazos y se dirigió hacia la mujer, con intención de abrazarla y alzarla* Deberías contarle a Olivia la crema que usas, que por mucho que lo intenta jamás será tan guapa como tú.
 

Jacinta intenta golpearte suavemente pero falla, en sus ojos se nota una chispa que crece cada vez que te ve. Señorito Carlos Herrera espero que este año no este tan cariñoso porque sino tendremos varios corazones rotos.

Luego comienza a caminar hacia dentro del internado. Ahora vamos a menos que quieran darme 1 semana de cuadras.

 Seguí a la mujer mayor, a la que el tipo efusivo había llamado Jacinta, junto al resto de los alumnos. Parecía que no era conveniente tenerla como enemiga, pero, por alguna razón, también había algo en ella que me inspiraba confianza. Mientras andábamos, miraba a mi alrededor, buscando cualquier cosa de interés...

Me rompes el corazón, ¿este año tampoco quieres nada conmigo, Jacinta? Carlos se empezó a reir, pero con buen fondo, en ningún momento quería molestar a la mujer. Se puso a su altura, dando unas cuantas zancadas, y siguió hablando con ella, pero en susurros

Ya sabes que, durante el curso, no te daré ningún abrazo, para que no te enfades le guiñó el ojo. Ambos sabía que estaba mintiendo. De hecho, todos los que llevaban más de un año en la escuela, sabía que mentía.

Iker se quedó parado y ligeramente molesto ante el empujón de Herrera, nunca entendía aquella forma que tenía de saludarle, y tampoco comprendía por qué tenía que ser tan dasagradable con la pobre Jacinta. No le contestó, tan solo soltó un suspiro a modo de desesperación ante su presencia. Continuó mirando hacia fuera, estaba claro que ya no llegaría nadie más. Este año no vendrían. Aunque quizá pudiera conocer a alguien nuevo, alguien que fuera más simpático que todos los niñatos con los que ya estaba empezando a acostumbrarse a tratar.

Se acercó al recién llegado, y mientras avanzaban le tendió la mano a Marcos, hola, soy Iker, ¿no te había visto nunca por aquí, verdad? ¿sois nuevos? Luego se puso en cuclillas y saludó a la niña que iba con él mientras agitaba su mano, ¡hola! ¡qué guapa eres! Le dijo a Paula.

 Comienzan a pasar, al entrar ven el hall. A su derecha notan una puerta doble donde se encuentra el despacho del director, a su izquierda hay otra puerta grande también que es la sala de profesores, adelante de ustedes estan las escaleras como una Y, detrás de esta se encuentra la biblioteca y para finalizar hay dos pasillos del lado de la escalera.

 Cuando entran una persona ya esta esperandolos, los mira y sonríe.

 Bienvenidos al internado Laguna Negra, para muchos sera un nuevo año que irán a por todas. Para aquellos nuevos les comento que este lugar sera su nueva casa y esperamos que se acostumbren ademas de que estudien para sobresalir el dia de mañana. Luego termina y se queda mirando. Ahora vayan a sus dormitorios.

Olivia acompaña al grupo. Los que llevaban años ya en el internado, la conocían. Era una chica pícara y maliciosa. Muy divertida si le caías bien y un poco cabrona si tenías la mala suerte de caerle mal. Esto era así.

Al entrar y escuchar el discursito de cada año del director, Olivia puso los ojos en blanco. Menudo muero, a ver si les dejaban libres pronto. Cogió sus cosas y se dirigió a su cuarto sin pensárselo. Ojalá pudiese conseguir cuarto propio, pero cada año lo intentaba y cada año se lo denegaban. Qué aburridos.

 Escuché con atención el discurso de que, suponía, debía de tratarse del director del internado. Era bastante más joven de lo que me esperaba, ya que me esperaba más bien de  la edad de Jacinta. Luego, tras que terminase, me dirigí a las habitaciones, con intención de guardar mis cosas en el lugar correspondiente...

Antes de que el recién llegado les contestaran, les arrastraron todos hasta dentro del internado.

Un año más los llevaron hasta el hall para escuchar el discurso aburrido de siempre. Al ver a Héctor de la Vega una sonrisa afloró a su rostro. Le gustaba ese hombre, era un buen director, justo, educado y siempre trataba de ayudar a los demás. Aunque cada año repetía las mismas palabras y eso le hacía parecer muy aburrido.

Después se dirigió hacia su antigua habitación que ahora estaba vacía, pues como le habían dicho el año anterior sus amigos, era muy probable que para este curso no vinieran. Y así había sido. Así que ahora pudo elegir la cama cercana a la calefacción, odiaba tener que dormir en la que estaba junto a la puerta, porque era donde más ruido había y encima era la más fría. Colocó todo su equipaje en los armarios y esperó a ver si este año estaría solo, o si por el contrario, ya le habrían asignado nuevos compañeros de cuarto.

Carlos no había tenido buen trato con el director. Se mostraba frío y distante, al menos con él. El chico no conseguía tener ningún tipo de respeto hacia él. Aunque, haciendo honor a la verdad, tampoco lo había intentado nunca.

Se colocó junto a sus compañeros y reprimió un bostezo. Por suerte, sabía que no duraría mucho. No era un hombre que daba charlas en exceso, excepto cuando quería echar la bronca, que se pasaba.

Cuando dio órden de ir a los dormitorios, sonrió Por fin susurró, caminando hacia ellos.