Partida Rol por web

Bree en apuros

Pruebas máster

Cargando editor
18/03/2020, 23:31
Director
Sólo para el director

IV. El circulo se amplía

Cuanto más lejos lleguéis, menos fácil será retroceder, pero ningún lazo ni juramento os obliga a ir más allá de vuestros propios corazones.

 

Muerte o suicidio de Ossandrei, registro de sus aposentos, no encuentran muchos documentos incriminatorios, pero muchos restos de pergamino quemados en su brasero. Solo encuentran otro pergamino, esta vez en lengua vernácula (oestron) en los que hablan de un cargamento de vino, del "enlace" y otras cosas sin aparente sentido (¿lenguaje en clave?)

Interrogatorio al esterlinga, no sacan nada en claro. Habla de unirse a la Gran Tribu y demas cháchara. Si algun PJ le enseña los dados del destino, se pondra muy agitado y hablará de una maldición. 

Visita a la casa, al verla quemada deben confesar la ayuda de Aranuir o seguir haciendoles creer que la han quemado ellos. En la casa habrá algun objeto relacionado con Azaroth (pero... Qué?) 

Bradoc recibe curas en enfermería, si lo solicita. 

Oyen referencias a los bandidos, que no tienen delitos de sangre pero mantienen ocupada a la guardia con sus robos, asaltos, timos, etc. Se dice que hasta 40 bandidos podrían formar parte de la banda (aunque es difícil saber quién lo es), que opera en el camino Norte y camino Este, además de participar en todo tipo de trapicheos turbios en el área de Bree. Un tal Cormac es el líder, pero muy poca gente lo ha visto nunca. Dicen sin embargo que es exento de crueldad, incluso simpático.

Concilio presidido por Meneldir, con presencia de los 3 hobbits exploradores + los PJs.

Meneldir explica todos los interrogatorios realizados. También han interrogado a Ham Arroyuelo, pero queda claro que éste ha sido un pelele en manos de Ossandrei, a quien servía en calidad de jefe de la inteligencia. No tiene vínculos con el mal.

Concluyen que no pueden señalar a nadie más en la guardia, lo que no significa necesariamente que no los haya.

Mut repite (ya lo ha dicho ante Meneldir) la historia de lo que vio en los túmulos. Orcos, huargos, desfilando de noche hacia los túmulos. Maniobras militares, antorchas. Uno parecido a un chamán dirigiendo la hueste.

Ampliación de la partida. Se añade un jefe militar Beórnida, y su hijo (posible PJ más adelante?). Llevarán 2 soldados más y a Mut como explorador. Cada grupo llevará un cuerno para avisarse si hay problemas. No se alejarán mucho uno del otro.

Trazan el plan de la expedición, dos noches. Meneldir les regala el caballo de Ossandrei, para que el equino tenga un dueño digno. Llevarán la carga de todos.

Bando dirigido al Rey, firmando un juramento los depositarios de la confianza de Arthedain. Todos deben firmar, incumplimiento supone alta traición. 

Si bien los rumores de que Ossandrei ha sido depuesto/eliminado empiezan a correr como la pólvora... estaba tan extendido su poder, y lo ejercía con tanto terror que su eliminación cambia la vida de muchos aspectos de la guardia.

Trama paralela: Un grupo de enanos de la misma zona que Öter está explotando de forma deliberada los tesoros de los Túmulos. Se han adelantado a lo que quería hacer Öter. A su vez, han contratado a los bandidos para ayudarles a meter los tesoros, convenientemente camuflados en los barriles de vino para las tabernas de Bree en un almacén desde donde hacer los envíos de los tesoros a la ciudad natal de los enanos. Esto lo hacen así porque traficar con tesoros de los túmulos está fuertemente penado en Arthedain. Ossandrei lo sabía porque los ha espiado, pero les deja hacer porque su idea es que, cuando todos los tesoros estén listos para ser enviados a las montañas, confiscará todo el cargamento y lo pondrá a disposición de Azaroth y el Rey Brujo. Para ello tiene un "enlace" (tal vez el alcalde Rory Matoso?) que se lleva su parte y sabe lo justo y necesario - pero ignora que sea para un fin maligno. La jugada es que todas las armas robadas a los túmulos pueden ser muy poderosas si se utilizan para un fin justo, como será la batalla final de Bree.

Preparación de la expedición:

Mostraron un mapa con anotaciones en color azul.

Aquí donde pone "Mut" es donde el hobbit presenció el desfile de los orcos y los huargos liderados por aquel estrafalario chamán. Marchaban de norte a sur, en la dirección aproximada que marca esta flecha. El túmulo de Valandur, según el descubrimiento que habéis hecho vosotros se ubica aquí - señalaron una X en el mapa con la anotación "Valandur"- se encuentra más al Sur, seguramente el contingente orco se dirigía hacia allí. Creemos que la mejor forma de aproximarnos es ésta - señaló con el dedo una línea entrecortada que partía de Bree y llegaba hasta la cruz donde aparecía Valandur. Salir por el Camino Verde al sur de la ciudad pero desviarnos pronto del camino para internarnos en las tierras salvajes que se extienden al sur de los campos de Bree. Por los reportes que tenemos, en esta zona hay muchos menos indicios de movimientos enemigos que a ambos lados del Gran Camino del Este. Además, la vegetación y la orografía de estas tierras es lo suficientemente accidentada para encontrar buenos emplazamientos para acampar sin ser vistos. 

- Tuvimos la discusión en cuanto a si acampar o no en las ruinas de la torre de Bar-en-Dindol - marcó Bit con el dedo en un símbolo sobre el mapa - es una vieja fortaleza de Cardolan, derruida desde hace mucho tiempo. Pero finalmente decidimos que es mejor evitarla, pues ocasionalmente sirve de refugio a bandidos o a criaturas peligrosas, como trolls. No querríamos encontrarnos este tipo de sobresaltos en nuestra expedición. Después de la primera noche, caminaremos cada vez más a refugio de los peñascos y de las paredes de las Quebradas, a partir de aquí el relieve nos da buenas opciones de cobertura...aunque estemos más cerca de la boca del lobo. Dormiremos la segunda noche ya muy cerca del destino final, pues sería una locura acometer la exploración del túmulo al final del día. Mejor despertar cerca de su emplazamiento y poder disponer de tiempo de luz para la misión final.

 

NOCHE EN LA TABERNA

Ham Arroyuelo se arrodilla ante los PJs suplicando perdón. Les cambia a habitaciones suite.

Actuación de Asianne y el bardo (poner música de Youtube). Les hacen una presentación de honor desde el escenario. Asianne (futuro PJ) danza y canta de forma muy sensual. Viene llegada de la lejana Harad, exotismo, etc.

Aparición de Cormac disfrazado, se acerca a los PJ para sacar información. Siempre se disfraza para ir a Bree, se hace pasar por el Sr. XXX, un comerciante. Si pasan una tirada de percepción,  verán que Cormac se acerca al grupo de enanos y se pasan un paquete (es dinero). 

Dos lugareñas se acercan a los hombres para seducir. O quizás sea la hija del posadero, muy oronda, que les tira la caña. Asianne se acerca a los hombres, con objeto de crear contacto. Les dice que tiene hierbas, tanto para colocarse como lo contrario, para resistir el alcohol. 

El alcalde Rory Matoso también los saluda. Se sienten como gente notoria, cosa que les complace a la vez que les incomoda un poco.

Öter se encuentra con el grupo de enanos saqueadores de túmulos y los reconocerá de su ciudad natal. Forman parte de una familia rival, con pocos escrúpulos y acaparadora de riquezas. El líder será el primogénito de la familia y será un PNJ completo por sí solo. Aquí pueden pasar dos cosas: que Öter se anime a investigarles, o que ellos le investiguen a él (e incluso le roben el libro!). Tal vez se puede dirimir la cuestión de lo que pase en una competición de bebida en la taberna... Para ese pique de bebedores (tirando contra constitucion) , puede hacerse con hierbas para resistir el alcohol que vende Asianne y tumbarlos. Si es asi, podria subir a sus habitaciones y encontrar información sobre lo que han venido a hacer. 

Primero será Oter quien vea al grupo de enanos, y le haré un privado dandole los antecedentes de su ciudad natal. Luego el jefe de los enanos se parara en la mesa de PJs para saludar con provocacion a Oter y lanzarle el desafio de la bebida. 

 

 

Öter no separaba la vista de su presa, aquel tan odiado rival. Si bien era cierto que la marea de gente yendo y viniendo entre su posición y la de Grimbrand hacía por momentos difícil localizarlo, siempre conseguía vislumbrarlo otra vez. Ahí estaba de nuevo, pero ¡novedad! un hombre se había acercado a él discretamente y se hablaban entre susurros. Era un hombre con una barba corta, tocado por un sombrero negro, no de aquellos puntiagudos de mago, sino de comerciante o de burgués, y fumando un gran puro. No lo había visto antes. En un gesto rápido, Öter pudo ver cómo aquel hombre le daba a Grimbrand un bulto, una especie de bolsa que apenas cabía en la mano, y cómo el enano se la metía dentro de sus ropajes con discreción. Tras una nueva marea de Gente Alta ocultando de su vista, Grimbrand volvió a emerger. Pero el hombre del puro había desaparecido. Grimbrand no avanzó ni retrocedió. Se quedó en su sitio, mirando distraídamente al escenario, con disimulo.

Mientras tanto, sus siete robustos compatriotas estaban festejando por todo lo alto. Nunca antes se había sentado una mujer con tan buenas hechuras en su mesa. Y con la llegada de aquel amistoso hobbit, una nueva ronda de bebida fresca había aterrizado en la mesa. A todos ellos les empezaban ya subir los colores. 

- Estábamos esperándote a tí, jajaja, eso es lo que hacemos en Bree, mi buen amigo! Sobre todo si te vas a invitar otra ronda, jajaja - dijo uno de ellos dándole una contundente palmada en la espalda al hobbit, que casi le hizo sacar parte del capón relleno que había cenado en casa del Tío Ramaviva. De momento no soltaban prenda, pero aún había mucho partido. Rowen, en otro sector de la mesa, bebía a pequeños sorbos mientras soportaba el relato de una apuesta que habían hecho los dos enanos que se sentaban a su lado, allá en su ciudad natal. 

- Le aposté a este cretino que sería capaz de cavar en una noche los 25 metros de galería que quedaban para unir las dos salas de armas del concejo. Y ya te imaginas, ¡las ropas que ves es lo único que le queda!  

Los enanos aplaudieron el rapapolvo que el recién llegado hobbit había lanzado a aquella elfa que con una torpeza tan poco propia de los de su raza se había ido de bruces contra él. Los toscos enanos cumplían con todos los tópicos de su raza y ridiculizaron a la elfa mientras se alejaba de la mesa. Ruby se había ganado otro punto de simpatía entre ellos. Ahora el mediano se había levantado y el enano que le había dado la palmada le juró defender su sitio con su cerveza, si hacía falta, y eso era decir mucho, más que la propia vida.

Mithgannel esperaba a Ruby al pie de la escalera que subía a los alojamientos. Poco antes de que el hobbit se reuniera discretamente con ella, echó una mirada a su alrededor y le llamó la atención una mesa, bastante bien situada en el patio de mesas, ocupada por tres individuos de rostros adustos que no se relacionaban con nadie más. Llamaba la atención el tono de su piel, muy oscura para estas latitudes, aunque los ropajes eran convencionales. Había tres jarras de cervezas apenas empezadas sudando frío encima de su mesa. El ojo afilado de la elfa pudo ver algo a los pies de uno de ellos, no alcanzaba a verlo bien pero juraría que se trataba de una ballesta.

Una vez reunidos, elfo y hobbit subieron las escalera con una cierta separación entre ellos. Al encontrarse también las letrinas en la planta de arriba no llamó la atención su subida, pues había mucha gente que iba y venía por las escaleras. Más allá del descansillo de las letrinas, continuaba un pasillo con unas 6 puertas de habitaciones a cada lado y al fondo de todo había un ala, separada del resto de la planta por un arco de madera adornado, enmoquetada con un cierto gusto y con varias piezas disecadas de caza decorando las paredes. Si había una "zona noble", tenía que ser esa. Mithgannel y Ruby hicieron un rápido reconocimiento de la planta de arriba para ubicar esta zona noble, y justo antes del mencionado arco de madera decorada vieron que el pasillo hacía un recodo y al fondo del mismo había otra puerta de habitación. La puerta estaba entornada y una tenue luz brotaba de ella. Les sorprendió escuchar la voz de Ham Arroyuelo, el posadero, que provenía de su interior. No eran capaces de reconocer nada en concreto, pues estaban demasiado lejos. Para ello hubiera sido necesario aventurarse algo más cerca.

En aquel momento un murmullo general de expectación cundió en el piso de abajo. Parecía que, por fin, la gran Asianne acababa de aparecer sobre el escenario.

 

NOTAS:

Bueno, tras unas cuantas rondas de bebida, me saco de la manga una regla de la casa para ver el nivel de resistencia al alcohol de cuantos pasáis por la mesa enana. Se tratará como si fuera una Tirada de Resistencia a la magia, pero usando el bonificador por CONSTITUCIÓN. Cada vez que se falle una Tirada de Resistencia, se subirá un nivel de alcoholismo.

Habrá 3 niveles etílicos, siendo 0 sobrio y 3 pérdida de consciencia/coma etílico. En cada nivel intermedio (1 y 2) habrá una pérdida de facultades que afectará las habilidades del personaje y le hará más proclive a sonsacarle información o ser influenciado de alguna manera. Superado el tiempo de superación sin nueva ingesta de alcohol, se bajará al nivel anterior. 

 

Afectación etílica
Nivel 0 Nivel 1 Nivel 2 Nivel 3

Sobriedad.

Sin afectación. 

+ 20 a las tiradas de liderazgo e influencia que se realicen contra él

- 20 a todas las BO, BD y resto de habilidades

Tiempo de superación: 1h

+ 40 a las tiradas de liderazgo e influencia que se realicen contra él

- 40 a todas las BO, BD y resto de habilidades

Tiempo de superación: 2h

Pérdida de consciencia.

Tiempo de superación:6h

 

Tiran los siete enanos (Grimbrand no, por no estar bebiendo) por primera vez, para ver si se quedan en nivel 0 o alguno llega a nivel 1. La CONSTITUCIÓN de todos ellos es bastante aceptable (+20).

  • Rithôr
  • Thar
  • Sorgmi
  • Darber
  • Romthor
  • Zadfun
  • Dokha
  • Danduum
  • Rorin
  • Thifur

 

 

Ruby y Rowen deben tirar también, sumando su bonificador de CONSTITUCIÓN. Además, Ruby se puede añadir un +50 por el efecto de las hierbas contra la resaca que le ha dado su tío. El valor a superar en esta tirada de Resistencia, con todos los modificadores es de 65 (se trata de un alcohol bastante peleón). Evidentemente Ruby lo tiene casi casi hecho, pero si sacaras un valor de 01-05, al ser tirada abierta, deberías restar una segunda tirada, así que aún puede cagarla. Debes por tanto tirar también, Ruby.

Mith, hago valer tu tirada de percepción de antes para ver a los hombres de tez oscura y la (posible) ballesta. Öter, tu seguimiento de Grimbrand tiene por fin éxito pues puedes ver como recibe la bolsa de aquel hombre y sigue estando bajo tu radar. 

 

 

 

V. Rumbo a las Quebradas del Sur

 

No os preocupéis demasiado esta noche pensando en el camino. Pues los caminos que seguiréis todos vosotros ya se extienden quizás a vuestros pies, aunque no los veáis aun».

— Galadriel

 

EXPEDICIÓN A LOS TÚMULOS

Amanecer y partida. Lèah lee a todos, o solo a Mith, el relato de Azaroth  (la transformación de su hermano).

Primera noche: aparición de Asianne, les ha estado siguiendo. Forma parte de los bandidos, reporta directamente a Cormac. Han tenido un problema puesto que su jefe y algunos compañeros bandidos están recluidos en la torre de Bar-en-Dindol por un grupo de 3 trolls peligrosos. Suplican la ayuda de los héroes. Se desencadenará una discusión entre Bit y Zoz, que normalmente son parejos en opiniones: uno querrá seguir el camino, pues al fin y al cabo son nada más que bandidos que encima les seguían, el otro dirá que hay que salvarlos por moral, porque pueden sacar información (sobre todo de lo de las mercancías) y porque no les retrasa en la expedición. Los PJ tomarán partido por uno u otro bando y lo que gane será lo que finalmente se haga. Evidentemente, hacerlo tendrá peligros pero también premios. 

Segundo día o más tarde el mismo día, aparición del lobo atacado por huargos. Está herido y Asianne lo cura y se lo da a los PJs. Habrá que ver con qué PJ conecta más y se convierte en su amo. 

Segunda noche: Ataque bestia del campamento, sonarán el cuerno y llegarán los refuerzos a mitad melé. El beórnida se transformará en oso. Habrá alguna pérdida importante, o herido/s grave/s (Roywill o su hijo). Léah desvelará su librito a los PJ, en los que se describen dos historias importantes:

- La transformación en el mal del hermano de Mithgannel tras las torturas por parte del rey brujo, adquiriendo el nombre de Azeroth. Cómo aprovecha su capacidad de aunar diferentes culturas para aglutinar en sus ejércitos desde orcos, hombres del norte, hombres del Este, etc, etc.

- La ofensiva en los túmulos, con Azaroth abriendo con la canción todos los túmulos y todos los hombres saliendo a la guerra hacia Bree. Además se ve que hay un nuevo "tridente" de las 3 flechas: Azaroth, Mithgannel y Bradoc. 

 

 

VI. En el túmulo de Valandur

 

EL TÚMULO DE VALANDUR

Piedra-puerta con runa del primer verso.

Descubren que los orcos están cavando en el  túmulo, posiblemente para conectarlo con otro/s? Esa parece ser la estrategia.

Aparición de la bestia alada?

Huevos de bestias alada.

Aparicion de la hermana de Mithgannel en el momento álgido, recibida la misiva de su hermana.

 

EL REGRESO

Visita a Aranuir. Ha sido asesinado (ahorcado), pero en su rictus señala a un mueble. Dentro del mueble hay una carta firmada por Gandalf (una G. pero no puede ser otro) en la que se adjunta la canción completa con el orden de los túmulos. 

Rowen descubrirá que el asesino es su antiguo esposo, informado por su rival aprendiz de Enuanor.

Hreimdar, el padre de Öter, habrá acudido en busca de su hijo y reconocerá sus éxitos (traido por las noticias de que Grimbrand ha caído).

LA GUERRA (el capítulo se llamará "Tambores de Guerra")

Cómo usarán la canción para adelantarse a las fuerzas de Azaroth?

Alguna fuerza poderosa, como Gandalf y/o Radagast, entrarán en escena y conocerán a los PJs. También llega el rey de Arthedain desde Bree, con su mujer y su hija. Mujer e hija siguen hacia el sur, para refugiarse en Gondor (el servicio de escolta que tenía que hacer Bradoc era ese). Estos PNJs Les pedirán que escriban a sus familias / pueblos en sus orígenes para enviar fuerzas a Bree y preparar la batalla final contra las fuerzas de Azaroth.

La batalla final seguirá las reglas de combate de batallas (ver reglas no oficiales colgadas en internet). Los PJs formarán parte de sus destacamentos, liderándolos.

Con todo ello ganarán cantidad de Puntos de Experiencia (PEXs). 

 

Cargando editor
13/09/2020, 15:28
Director
Sólo para el director

LA HISTORIA DE CORMAC

Si preguntáis por mí a la guardia de cualquier aldea de Eriador os explicarán multitud de historias. Datos, datos y más datos. El problema, para ellos, es que nadie sabe exactamente quién soy "yo". 

Porque puedo ser este hombre barbudo y desaliñado que tenéis delante, pero ojo, porque cuando os acerquéis tanto a mí que me haga sentir incómodo, ¡pum!, dejaré de serlo, así, de inmediato. Y después a lo mejor aparezco en otro sitio y con otro aspecto. Por, ejemplo en mi oficina de Bree donde ofrezco servicios de escolta a grandes personalidades y ricos mercaderes. ¡Sí! seguro que no lo habíais adivinado...¿o sí?. El agente Draon, ese empleador de vuestro amigo Bradoc, también soy "yo". Tendréis que reconocer que ser el hombre que ofrece seguridad a los viajantes, protegiéndoles de los bandidos del camino, cuando el jefe de todos los bandidos es ese mismo hombre, es una jugada maestra! "Sinergias entre negocios", lo califico yo. Y está claro porqué los viajes son más seguros cuando me contratan a mí, jajaja.

Pero sigamos: el hombre que habla con la banda de enanos fumando un gran puro, ese también soy "yo". No me gusta mucho ese disfraz, sólo lo uso cuando estoy haciendo algún asunto que me huele mal. No estoy cómodo quedándome mucho tiempo en esa identidad, la del hombre que fuma puros....pero a veces no tengo más remedio. Así que, queridos amigos, como podéis ver, la Ley y el Orden tienen un pequeño problema cuando se trata de dar conmigo.

Anoche, después de los terribles atentados en "El Descanso Real", a duras penas tuve tiempo de quitarme el atuendo del hombre que fuma para convertirme en Draon. Esta señorita, aquí presente estaba en un gran apuro, y eso no es engaño, os lo aseguro. Sé que pensáis que todo yo soy un gran engaño, pero debéis creerme. Esta señorita, la gran Asianne de Harad, está en grave peligro. El régimen que gobierna en su tierra ha puesto en marcha varias partidas de asesinos en búsqueda y captura suya. Los de ayer no son los únicos de los que mis hombres o yo mismo tenemos noticias últimamente. 

Pues bien, como decíamos, cuando anoche le dije al Capitán Meneldir que "yo, agente Draon", me haría cargo de la seguridad de la señorita Asianne, no decía más que la verdad. Aunque en aquel momento mi plan era confiarle la seguridad del viaje hasta Tharbad a este compañero que está a mi lado, Sigimun. En la ciudad de Tharbad la señorita Asianne dispone de buenos amigos que pueden protegerle, así que mi obligación para con ella estaría sobradamente completa si Sigimun la llevaba hasta allí a la mayor velocidad. Pero entonces, ocurrió algo que me hizo cambiar los planes:

Cuando volví a la agencia, siendo Draon, aún azorado por los terribles acontecimientos de la posada, me desplomé en mi sofá y caí en un convulso sueño. Unos firmes golpes en la puerta me despertaron. Miré el reloj de la mesa y marcaban las 2 de la madrugada. Me toqué el rostro para saber de quién iba caracterizado: ser Draon estaba bien, puesto que me encontraba en la Agencia de Draon. Encendí el quinqué y me acerqué a la puerta para mirar por la mirilla. Todo oscuro. Abrí la puerta por si acaso y no pude reprimir un respingo al ver ante mí una figura negra como la noche, de amplias hechuras y fuerte constitución, a pesar de que una túnica oscura ocultaba todos los detalles. 

- Buenas noches - dije con un hilo de voz, aún sin reponerme del susto - ¿en qué puedo ayudarle?

Levanté el quinqué para enfocar hacia el lugar donde debía estar el rostro de aquella sombra, y se me heló el corazón al descubrir un rostro horriblemente desfigurado, como si estuviera consumido por el fuego. La visión duró apenas un segundo, pues, a pesar de que no corría ni una gota de aire, el quinqué se apagó de inmediato. Envuelto en la más oscura de las sombras, sabiendo que me encontraba delante de otra sombra más negra que la más oscuras de las noches, no pude atinar a nada más que escuchar lo que aquel ser quería de mí. 

Y lo que quería era lo siguiente: sabía que yo colaboraba con Ossandrei, subcapitán de la Guardia de Bree, para desviar los cargamentos de los enanos de  Grimbrand, engañándolos. Sabía lo que contenían esos barriles y a partir de ahora le pertenecían a él. Sabía lo que le había ocurrido a Ossandrei y a partir de ese momento quien iba a mandar sobre mí era él. Y lo primero que me ordenó era que le dijera dónde estaban los barriles.

Como un muñeco exento por completo de voluntad, me limité a contestar, con las mínimas palabras posibles y con un escalofrío permanente recorriéndome el espinazo, indicándole el lugar y la forma de llegar. Cuando se lo hube dicho, como una exhalación se giró y se lo comieron las sombras de la noche. No sé si fue una alucinación producto del terror en el que estaba inmerso, pero me pareció que, poco después de desaparecer aquella sombra, escuché un aleteo tan descomunal por encima de mi cabeza que ningún ave conocida sería capaz de realizar, excepto quizás las grandes Águilas. 

Por supuesto, ni se me pasó por la cabeza engañarle o mentirle acerca del paradero de los barriles. Algo en mi interior me decía que ponerme en el camino de aquel ser podría ser mi perdición, si es que no estaba perdido ya. Así que lo canté todo, sin omitir nada: llegando al Bosque de Chet, siguiendo un sendero hacia el Oeste, contar unos cientos de metros y entrar en un claro del bosque. Ahí hay una vieja casa abandonada, que además había ardido hasta los cimientos hace tan sólo dos noches. Pero mi gente se ocupó de llegar hasta allí justo ayer tarde y constatar que los barriles se encontraban completos, ya que se encontraban en un sótano que había quedado prácticamente indemne. 37 barriles llenos de armas, joyas y otros tesoros de los túmulos, que la partida de Grimbrand, el enano, se había ocupado de desvalijar en las antiguas tumbas tumulares de los antiguos reyes de Arnor, durante catorce días y sus noches, desoyendo todo tipo de advertencias contra las maldiciones contenidas en ellas. 

Grimbrand había entrado en contacto conmigo, a través de mi fama como bandolero, hacía más de un mes, para que les ayudara a ocultar el ilícito cargamento en Bree y posteriormente sacarlo de la ciudad rumbo a las Montañas Azules, su tierra. De alguna manera Ossandrei supo de tal encargo y me ofreció el doble si le ayudaba a estafar a los enanos, cambiando los barriles por copias exactas, llenándolas de piedras y desviando los barriles auténticos a un depósito que sólo él conocía. Al principio me chocó su ofrecimiento, pero después pensé que, siendo Ossandrei el segundo del Capitán de la Guardia de Bree y que el robo de los tesoros de los Túmulos estaba duramente perseguido por decreto Real, era normal que echara mano de mí como jefe de los bandidos para dar una lección a los expoliadores enanos y recuperar el tesoro robado. Hasta me pareció que por una vez estaba dando mis servicios a fines éticos, además de muy bien pagados. Por tanto me pareció una idea genial.

Ossandrei y yo nos comunicábamos a través de un gorrión que él había entrenado para llevar mensajes atados a sus patas. Para Ossandrei yo siempre era Cormac, el mismo que aquí veis, así como para Grimbrand yo siempre había aparecido caracterizado como el hombre del puro. Y la verdad es que, al principio, todo transcurrió según el plan: Grimbrand fue extrayendo los tesoros y los metió en barriles, marcándolos con una inscripción en khazad y sellándolos con cera marcada para evitar que nadie los abriera sin dejar rastro. Mis hombres iban yendo hasta las mismas Quebradas para recogerlos y llevarlos a un lugar seguro dentro de Bree, manteniéndolos a resguardo de todos los inspectores de aduanas de Bree que saben que con mis hombres no deben meterse. Pero donde realmente iban los barriles era al taller de un viejo artesano que los replicaba y hacía facsímiles de la misma inscripción en khazad. Por suerte, descubrimos que los harteros enanos habían previsto esta circunstancia y habían añadido una segunda inscripción, casi imperceptible, en un lateral de los aros de hierro del barril, la cual fue también fielmente reproducida por mi artesano. Y allí, en aquel taller, se hacía el cambio: piedras por tesoros de los túmulos. Por último, mi artesano reproducía el sello de cera con exquisita fidelidad en cada uno de los barriles llenos de piedras. Luego los tesoros iban a parar a la casa en las afueras en la linde del bosque de Chet y los barriles de piedras se preparaban en un carromato que sería llevado a la casa de Grimbrand en las montañas azules. 

Anoche, antes de la actuación de Asianne, fui a la posada a cobrar mis honorarios y a darle a Grimbrand el salvoconducto que le permitiría llevar el carromato hasta las Montañas Azules sin sufrir inspecciones. Cuando se diera cuenta de la estafa, yo ya habría "matado" a mi alter ego fumador de puros. Además él tendría una orden de busca y captura en todo Arthedain por intento - frustrado- de expolio de los Túmulos. 

Pero tras los atentados y el caos que siguió, de alguna forma Grimbrand y sus enanos fueron arrestados y ahí empecé a ponerme nervioso. Pero me calmaba pensando que, si los enanos hablaban de mí a la Guardia Real, Ossandrei intercedería diciendo que yo estaba colaborando secretamente con Bree para frustrar los planes de unos expoliadores. Pero cuando supe, en boca de la horrible figura que me visitó en la madrugada, que Ossandrei estaba arrestado y dando a entender que aquel ominoso ser mandaba sobre el subcapitán de la Guardia, mis nervios sufrieron un bloqueo y tomé la resolución de acompañar yo mismo a Asianne fuera de Bree, fuera de Arthedain. Sí, huir. Hasta Tharbad y tal vez más lejos. Quizás para no volver. 

Cormac continuó explicando cómo habían parado en Bar-en-Dindol para hacer noche, cómo habían escuchado el aullido lastimoso de un lobo ceca de ellos y habían descubierto al gran animal blanco, gravemente herido, detrás de un arbusto cercano.

- Parece haber sido atacado por otros animales de su especie, pues las heridas que tiene en el costado son como dentelladas - señaló al lobo que yacía tranquilo, con los ojos cerrados y una respiración más regular, después de recibir el ungüento de Asianne.

Después llegaron los trolls, saliendo de la nada mientras Asianne había salido a por hierbas curativas para el lobo y cayeron sobre ellos. Les ataron y retuvieron durante angustiosas horas, hasta que los aventureros consiguieron liberarlos.

La historia que Cormac había relatado aún flotaba en el aire. Tanto Lèah como Mithgannel, las únicas que habían estado dentro del sótano de la casa de las afueras, se miraron atónitas. No podían creer haber estado tan cerca de los tesoros. Pero sí, recordaban los barriles. No les habían prestado mayor atención.

¡Auxilio! estoy...atada - respondió una débil voz femenina. Mithgannel y Roywil Galeof descendieron a un húmedo sótano donde se amontonaban algunos barriles y restos de viejos aperos. Sin perder de vista aquellos ojos verdes claros que desafiaban la oscuridad de bajo tierra, mantuvieron las armas prestas para cualquier sorpresa. 

Del capítulo IV. El círculo se amplia, página 2. 

 

Asianne rompió el silencio tras concluir Cormac su relato de los acontecimientos:

- Agradezco a Cormac la delicadeza que ha tenido en presentarme como una mera usuaria puntual de sus servicios, pero me veo con la obligación moral de ampliaros la información hasta alcanzar a toda la verdad.

Hizo una pausa y un silencio de expectación se adueñó de todos los presentes:

- No es la primera vez que Cormac y yo colaboramos. Durante años he estado recorriendo Arthedain y otros lugares del norte buscando financiación, medios e información para mi causa, que ya os he referido. El derrocamiento del régimen de Harad, mi gran misión en la vida, requiere de infinidad de recursos, y mi influencia en las grandes casas de Arthedain me han estado proporcionando gran cantidad de ellos. Incluso sabéis lo que dicen las habladurías, que el mismo Rey es uno de mis...mecenas. En fin - dijo, sin hacer ningún gesto que confirmara o desmintiera este último punto - Cormac y sus bandidos han sido quienes durante todo este tiempo se han dedicado a transportar el dinero conseguido y el resto de medios para equipar a la insurrección, siempre hacia Tharbad, donde la influencia de Cormac languidece y mi red de resistencia tiene agentes para administrar convenientemente los bienes obtenidos y hacerlos llegar a quienes deben recibirlos, muy lejos en el Sur.

Así que, sí - prosiguió Asianne - yo sabía de Cormac y de Draon, y fingimos encontrarnos ayer noche por primera vez, después de los atentados. Pero el resto de lo que sabéis de mí - dijo mirando fijamente a Mithgannel - es totalmente real. Y sincero.   

Cargando editor
21/09/2020, 17:43
Director
Sólo para el director

La situación había dado un vuelco con la muerte sorprendente e inmediata del baboso troll y la herida en el pecho de Lèah. Mith acudió a donde se encontraba la joven y examinó el origen de aquella herida. Mala pinta, pero nada que no se arreglara conteniendo la hemorragia. No es incumbencia de este cronista dilucidar si la elfa sinda se detuvo más tiempo de lo que dicta el decoro en la curación de la herida, pero si lo hizo, fue sin duda involuntariamente o traicionada por los nervios, dado el sonrojo que siguió a su improvisado vendaje y que antecedió a sus entrecortadas palabras. Por otra parte, Öter, más ducho en pegar mamporrazos que en curar heridas, se había acercado llamado por Ruby Moss en silencio para que le acompañara al interior de la torre. 

Asianne, la bella danzarina haradrim, que durante el combate se había mantenido apartada, se puso en camino hacia donde estaba la herida Léah, para ofrecerle también su ayuda, cuando de pronto, del interior de la torre en ruinas emergió un largo y prolongado lamento, un lastimoso aullido que todos podían asociar al de un lobo, aunque no sonaba desafiante o amenazador como suele hacerlo el de este tipo cánido. En lugar de ello, se percibía como un aullido de profundo dolor y desesperación. Inmediatamente Asianne modificó su destino y en lugar de acercarse a Lèah se precipitó hacia el interior de la torre, pasando por delante de Ruby y Öter y atravesando la pelliza de cabra que habíase puesto a modo de puerta de entrada. 

Tras ella, Ruby y Öter, alarmados y sin poder ya contener su curiosidad, entraron en la torre detrás de Asianne. La planta de la torre, circular, se mantenía bastante entera a pesar de los años y las vicisitudes pasadas. Todo el techo se había ido cubriendo de los modos más variopintos, a trozos con cuero, a trozos con cortezas de alcornoque, o bien maderos procedentes de barriles, y en algunos casos inclusos con viejas velas de barcos. El caso es que toda aquella amalgama de materiales servían para cubrir la sección derrumbada de la torre, protegiendo a sus ocasionales visitantes de las inclemencias del tiempo, en aquellos casos en que era utilizada como refugio.

Los ojos de Öter, acostumbrados a la oscuridad de los pasadizos de las Montañas Azules, no tardaron nada en acostumbrarse a las tinieblas, y por tanto, a discernir todos los detalles de la escena que se estaba desarrollando allí dentro: dos hombres, vestidos con pardos ropajes de camino, se encontraban en el suelo, atados de pies y manos con fuertes ataduras. Algo más apartado, contra la pared, un enorme lobo de pelaje increíblemente níveo parecía batirse interiormente a los rigores de grandes dolores. El enano se fijó que en el flanco tenía grandes heridas que manchaban su blanco pelaje con tonos sanguinolentos, así como en el cuello. Eran heridas recientes y frescas. El lobo estaba echado sobre y apenas podía levantar la cabeza del suelo. Sus afilados dientes se mostraban una y otra vez mientras fruncía el hocico en muecas de auténtico sufrimiento. En un instante Asianne había llegado al lado de aquella bestia y, rodeándola maternalmente con sus bellos brazos alrededor del cuello, le susurraba suaves palabras en su oído, intentando tranquilizarle.

Oyeron como el troll que hasta ahora había dormido.... 

Notas de juego

Esto es lo que ha ocurrido en este asalto. 

Lèah y Mith, os iba a hacer tirar para el vendaje pero vuestra narración ha sido tan colaborativa y efectiva que la damos por vendada. Solo sufres 1 Punto de daño por este asalto, pero ya no vas a perder más mientras no se caiga el vendaje.

Por haber pasado otro turno, también ha tirado el segundo troll para despertarse, en este caso la dificultad a pasado a "fácil" debido al inoportuno aullido del peludo can.

Cargando editor
16/10/2020, 22:12
Director
Sólo para el director

[Director] prueba de exportacion

Notas de juego

OffTopic

Cargando editor
07/12/2020, 14:22
Director
Sólo para el director

Tras toda la noche en marcha, a las 9 de la mañana, cuando la claridad empezaba a dominar el día, los orcos encontraron un lugar a refugio de una pared rocosa y descabalgaron de sus monturas. Ese era el horario de descanso orco, conocidas criaturas nocturnas, aunque al menos un tercio de los enemigos permanecieron de guardia en todo momento vigilando a sus prisioneros. Y no solo a los prisioneros, también a los escoltados Mithgannel y Sigimun les mantuvieron fijamente observados durante todo el tiempo que duró el descanso. 

Los aventureros, a pesar de lo peliagudo de su situación, durmieron como niños hasta aproximadamente las 15h. Al despertar, se oía bronca entre las filas orcas: el lobo blanco había huido. Se veían las marcas de sus ataduras mordisqueadas. ¿Qué había podido pasar? Al parecer, los huargos de los orcos, menos disciplinados que sus amos, no habían mantenido guardia alguna y, rendidos por la larga travesía llevando a aquellos orcos en sus lomos, habían caído en un sueño plomizo. Sus finas pituitarias, dormidas, no fueron perturbadas por la huida de su congénere más agraciado físicamente, el lobo blanco de Forodwaith. En cuanto lo supo, despertándose, la bella Asianne, dio un suspiro de alegría, como con una especie de maternal instinto. 

El jefe orco mandó a uno de sus secuaces montado en huargo en su busca, y la comitiva reinició la marcha rumbo al Oeste. Los más conocedores de aquellas tierras descubrieron rápidamente que los orcos habían elegido una de las más rápidas rutas hacia los túmulos, sin tomar ninguna de las precauciones que se hablaron la reunión con Meneldir y los exploradores, ya que en este caso, el "enemigo" eran ellos mismos y por tanto, no había que tener ningún cuidado. Tanto tiempo se ahorraba siguiendo esta ruta que, en el atardecer del día en que según el plan de Meneldir habrían acampado por segunda noche, la comitiva ya estaba llegando a la posición del túmulo de Valandur.

El terreno subía gradualmente y de pronto se precipitaba hacia abajo en una profunda depresión. En el fondo de aquella "sartén", desde su posición elevada los aventureros pudieron echar una ojeada al que no podía ser otro que el túmulo de Valandur. Y, junto a él, un sorprendente campamento de guerra que se había instalado a sus pies. Era necesario asomarse hasta allí para verlo, ya que la orografía del terreno mantenía totalmente oculto todo aquel asentamiento tan sólo unos metros más abajo del borde de la cresta.

 

Estaba desapareciendo el sol por el Oeste cuando la comitiva descendió a la depresión por un sendero rocoso, apareciendo junto a lo que parecía un puesto de mando custodiado por varios soldados orcos. Desde allí, los aventureros pudieron echar un vistazo al campamento, de tiendas todas ellas de aspecto oriental, sobre la que destacaba en magnitud una de ellas, situada en el centro. Aquí y allá ardían algunas hogueras, y extraños totems plantados en la tierra. De las tiendas entraban y salían guerreros de aspecto oriental, llevando en sus manos armaduras y yelmos dorados, o transportando enseres y herramientas. Algunos caballos pacían atados a estacas junto algunas de las tiendas más grandes.

El jefe orco habló brevemente con los soldados orcos del puesto de mando sin que nadie de los prisioneros pudiera escuchar, y al poco uno de los soldados sacó sendos asientos de madera de tosca apariencia, haciendo señas a Mithgannel y Sigimun para que tomaran asiento. Poco después, dos de los soldados orcos se acercaron a lo que parecía un pozo en el suelo, excavado a escasos metros, y cubierto por un pesado enrejado de hierro. Con gran esfuerzo, reiteraron el enrejado y a punta de cimitarra introdujeron a todos los prisioneros - incluida Leah, a pesar de su condición de "consorte" de Sigimun - en su interior. Era un agujero de unos 2 metros de profundidad y unos 5m de diámetro. Cuando todos hubieron entrado, dejando fuera únicamente a Mithgannel y Sigimun sentados en sus asientos, los orcos volvieron a situar tapando el pozo el enrejado. Por lo menos, los cautivos fueron liberados de sus ataduras tras largas horas con ellas, y la sangre volvió a circular por sus apretujadas muñecas.

De repente el jefe orco y muchos de los jinetes de huargos habían desaparecido con sus monturas. Sólo estaban cerca los soldados orcos, entrando y saliendo del puesto de mando. Uno de ellos se acercó a la posición de Mithgannel y Sigimun y encendió una especie de pebetero, para volver a desaparecer dentro del puesto de mando.

Pasó todavía más tiempo sin que nadie más se acercara por ahí, hasta que Leah, cautiva en el pozo, se acercó a las rejas de ese calabozo improvisado y poniéndose de puntillas le susurró a Mithgannel: - Entra en mí, ahora...como ya hiciste aquella vez*

Aunque aquellas palabras tuvieran poco sentido para el resto, Mithgannel captó al momento que Leah se refería a cuando, usando el collar de su hermana, penetró en la mente de Leah aquel primer día en el sótano de la casa de las afueras. Acto seguido, Leah llamó a Ruby y a Öter y se acercó a ellos, llevándoles hacia una de las paredes de aquel pozo y, lanzando una mirada a los bandidos que no admitía lugar a dudas - "ni se os ocurra acercaros"- refirió a sus pequeños compañeros la siguiente historia, que no era otra cosa que una página clave contenida en su libreta traída desde el futuro:

LA HISTORIA DE AZAROTH

Amigos míos, suponiendo que el periplo que me ha llevado desde otra época y desde otro lugar tenga algún sentido bajo las estrellas, no tengo ya más remedio que referiros todo lo que sé a vosotros, compañeros de fatigas, puesto que la situación en la que nos vemos da visos de terminar de forma funesta. Si algo me acaeciera, quisiera que al menos vosotros, en la esperanza de que sobreviváis, sepáis todo lo que yo sé acerca del enemigo al que nos enfrentamos y cuya infamia atravesó los siglos, documentado en los anales de las bibliotecas de Fornost, primero, y más tarde tras su destrucción en las bibliotecas de Gondor. Yo la encontré en unas crónicas del Reino de Arthedain de la biblioteca de Dol Amroth, y esa es la versión que ahora voy a relataros, pues es la única que conozco.

El enemigo del que hablo no fue conocido como Azaroth siempre, pues esa palabra es una transcripción de los fonemas que en lengua negra significan "el convertido". Pero el nombre anterior y origen de Azaroth no trascendió nunca en las citadas crónicas. Lo primero que se conoce de Azaroth es su brutal proceso de "conversión". Se dice que había sido un valeroso líder a las órdenes del Bien, caído y capturado en batalla en las Landas del Etten. Al parecer debió ser una estrepitosa derrota, dado que ningún testimonio del bando de la luz pareció haber sobrevivido a esa matanza para relatar la batalla. Pero algunos pueblos dunlendinos, en su tradición oral, habían referido a visitantes extranjeros la historia de un valeroso guerrero venido del Oeste que había levantado al pueblo sometido de los dunlendinos y los había llevado hasta las puertas mismas de Angmar, dispuesto a vencer o a morir, como tristemente ocurrió.

Si bien hay cosas que son peores que la muerte...y lo que le sucedió a aquel valeroso guerrero fue una de aquellas cosas. Algunos oscuros servidores del Rey Brujo tomaron morbosa nota de los cambios que se iban experimentando en el guerrero caído a lo largo de las semanas que duró la conversión. El Rey Brujo estaba combinando el tormento físico con la magia negra. Para lo primero, utilizó el fuego en todas sus dolorosas manifestaciones. Esta fase culminó con la desfiguración del rostro por acción de las llamas. Era preciso transformar la belleza en algo de un orden superior, y para ello era necesario eliminar todo rastro de aquella. Se dice que de su nombre anterior, olvidado para siempre, sólo mantuvo la inicial "A", de la misma manera que de su antaño hermoso rostro sólo pudo mantener la claridad de sus ojos verdes. 

En la vertiente de lo espiritual, la conversión de Azeroth, endiabladamente dirigida por el Rey Brujo, maestro de la magia negra, consiguió despojar las capas de moralidad e ideales del otrora valeroso guerrero, manteniendo indemnes su diligencia, su eficacia, su autodisciplina e, incluso, sus capacidades diplomáticas. De lo poco que se sabe de la vida anterior de Azeroth es que tenía una capacidad asombrosa para poner a sus servicio a las más diversas tribus y de movilizar pueblos enteros, uniendo las más diversas facciones y haciéndoles olvidar antiguas rencillas. 

En su nueva etapa, una vez completada la conversión, Azaroth mantuvo todas aquellas habilidades, a las que se añadieron otras nuevas por obra y gracia de la magia negra, además de una infinita lealtad al Rey Brujo. No olvidó nada de su vida anterior, pero su nuevo Señor le enseñó a rememorarla con gran sentimiento de vergüenza y culpa. Sólo la conversión de otros de sus antiguos allegados podría reducir ligeramente el escarnio que le provocaba recordar su antigua vida, aunque todos sus antiguos compañeros de fatigas habían perdido la vida. Sólo cabía tratar de encontrar a su familia, sí, tenía dos hermanas en Mithlond, y someterlas a la conversión, así como a todos aquellos que algún día hubieran compartido la vida con él. Evidentemente, con el fin último de engrosar las filas de servidores de su nuevo dueño, el Rey Brujo de Agmar, y cumplir todos y cada uno de sus designios.

Los años posteriores a la conversión coincidieron con el resurgir de Angmar, y mucho tuvo que ver el papel de Azeroth en ello. Consiguió crear cuerpos de élite de orcos con habilidades montaraces, totalmente inéditas para la raza; consiguió traer la muerte desde los cielos criando y domando una raza de bestias aladas que servían de montura a sus oficiales más capaces; haciendo gala de su proverbial capacidad diplomática, consiguió atraer a su causa a crueles príncipes del lejano Ruhr, en el extremo Este y de Khand, prometiéndoles suculentos botines en forma de oro y esclavos.   

Nos han llegado crónicas de los hechos acaecidos en el verano del año 1780 de la T.E. - ¡es decir, en el verano de este año!. Los cronistas, todos ellos sabios de Fornost, adornaron sus pavorosos relatos de lo acaecido con adjetivos superlativos y descripciones asombrosas que nos dejan dudas sobre la fidelidad a la realidad de lo narrado. En algunos puntos coinciden todos ellos. Al parecer, la miopía militar del reino de Arthedain y más particularmente, de su avanzadilla en Bree, permitió que paulatinamente las fuerzas del mal, comandadas por el eficiente Azaroth, fueran tomando posiciones en varios de los túmulos de las Quebradas del Sur desde la primavera del año referido. En concreto, en veinte de ellos. Como veinte eran también los versos de una vieja canción del reino extinto de Arnor. Y aquí es donde las crónicas de los sabios se tornan más fantasiosas:

Se dice que en la noche del solsticio de verano de 1780 T.E, precisamente la más corta del año, una terrible tormenta surgida de la nada se cernió súbitamente sobre el cielo de Bree y sus alrededores. Un grupo de exploradores de Bree que en aquel momento acampaban bordeando el extremo oriental de las Quebradas fue testigo de excepción de un cielo cruzado por terribles relámpagos, y recortándose contra aquella noche eléctrica, una enorme bestia alada montada por un caballero que elevaba su mano al cielo. De pronto, en un volumen de sonido que ninguna garganta humana es capaz de alcanzar, al menos en ausencia de sortilegios, una voz metálica y cavernosa recitó: "De Valandur la muerte gloriosa en el valle angosto", y de pronto, siempre según los aterrorizados testigos - y los a veces desmesurados cronistas posteriores - el suelo retumbó y de la parte superior de uno de aquellos túmulos se movieron las rocas, dejando emerger de su interior un reguero de criaturas del mal, en cantidades nunca vistas, que iban descendiendo el túmulo y reuniéndose en caótica formación en sus laderas. De nuevo resonó la voz y recitó un segundo verso, pero el terror de los testigos era tal, que ninguno de ellos fue capaz de recordar ese segundo verso, ni ninguno más de los que a continuación fueron recitados, hasta llegar a los veinte versos de la vieja canción. Antes de huir despavoridos hacia Bree, los exploradores alcanzaron a ver como, después de cada verso, el suelo temblaba y de un túmulo diferente brotaba un sinfín de orcos, huargos, trols, e incluso a veces, otras criaturas aladas como la primera que habían visto. Cuando ya galopaban a todo lo que sus aterrorizados caballos daban de sí, en una elevación del terreno giraron sus cabezas hacia las Quebradas y la mancha de enemigos que inundaban los túmulos podía cifrarse en decenas de miles de efectivos.

Aquellas fueron las fuerzas que, apoyadas por numerosos aliados esterlingas cuya llegada había pasado igualmente desapercibida para la guardia de Arthedain, en los siguientes días cayeron sobre Bree, provocando terribles estragos, muerte y destrucción, en un fatídico episodio que aún hoy en día se considera el principio del fin del Reino del Norte. 

Justo acabó Leah de susurrar esta historia a sus compañeros, leída a distancia también por la mente de Mithgannel, cuando un estrafalario orco vestido en una raída túnica gris y portando un báculo de madera tallada descendió el túmulo acompañado por el jefe orco y dos escoltas orcos más. Debía tratarse del chamán del que antes había hablado el jefe. Mirando fijamente a Mithgannel y a Sigimun, se acercó al borde del pozo y se quedó mirando a los cautivos. Sin mediar palabra, se acercó al pebetero donde ardían las llamas.

El chamán orco tomó una jaula que le dio el orco que anteriormente había llevado allí el pebetero. La jaula estaba cubierta por una tela y el hechicero la descubrió, viéndose en ella dos murciélagos que se movían nerviosamente. Tomándolos uno en cada mano y sujetándolos boca abajo con los pies, los acercó al pebetero hasta que las llamas empezaron a consumirles desde sus cabezas, desatándose una algarabía de chillidos histéricos, hasta que murieron y el chamán los soltó dentro del pebetero. Acto seguido, se sacó un frasco de entre sus ropajes y lo vertió sobre la macabra ofrenda, apareciendo inmediatamente una nube de penetrante olor parecido al azufre y un humo de color violeta-cobre empezó a emanar del pebetero. Las hebras de humo dibujaban en el aire de la recién estrenada noche unas formas fantasmales que el chamán observaba en silencio. Parecía estar haciéndo preguntas en un idioma indescifrable. Tras cada una de estas preguntas, el chamán esperaba y observaba las hebras de humo. Al rato, el humo se dispersó y el chamán pareció dar por finalizado este ritual. Llamó al jefe orco y le susurró palabras en voz baja. Al instante, el orco ordenó a su escolta que prendieran a Sigimun, quien, con gran violencia, fue conducido y empujado al pozo, y en su lugar sacaron a Leah y la colocaron sentada junto a Mithgannel. 

De nuevo cerrado el enrejado que cubría el pozo, al rato se acercó un guerrero humano de apariencia oriental - un esterlinga, a juzgar por sus rasgos, raza que los aventureros habían visto y sufrido recientemente en la casa en las afueras - y en un oestron muy rudimentario se dirigió al chamán y al jefe orco:

- Khamdûr se aburre...ha empezado a tener una de sus crisis de aburrimiento, y eso no es bueno. Pero, por suerte, hemos visto entre vuestros recientes prisioneros algunos caprichos que podrían interesarle. La mujer y a los...contrahechos - dijo gesticulando con sus dedos, como si les enseñara una miniatura.

El chamán guardó silencio, miró al jefe orco con gesto contrariado, miró a Mithgannel y finalmente, con un movimiento de cabeza, dio a entender que aceptaba la petición. El enrejado del pozo volvió a abrirse una vez más para sacar a Asianne, Ruby, Öter, Bit y Zoz, que fueron nuevamente maniatados y conducidos a punta de cimitarra por los orcos junto al esterlinga.

Mithgannel y Leah pudieron observarles alejarse desde sus asientos con el corazón en un puño, camino de las tiendas del campamento esterlinga. Parecía claro que, frente a aquel hechicero, sus anteriores prerrogativas y privilegios como hermana de Azaroth tenían un valor relativo. ¿O es que aquel malvado ser había penetrado, utilizando sus malas artes, en lo más profundo de su conciencia y había desenmascarado sus auténticas intenciones? 

 

Notas de juego

Perdonad el tochazo, pero era necesario para avanzar la historia y situaros en la que va a ser, esta vez sí, el último acto de esta aventura. 

* Me tomo la licencia de actuar por Leah para referir la historia de Azeroth, que de otra forma hubiera salido a la luz demasiado tarde para la historia - también porque nadie volvió a preguntar por ella :P

Podéis comentar, plantear dudas o lo que queráis. A continuación vais a separaros en dos grupos y yo deberé postear a cada grupo la situación que se le plantea. Tardaré un par de días más en tener sendos posts listos, mientras tanto podéis postear lo que queráis, ya estamos en juego!

Disculpad que todavía no haya pie para mucha decisión y acciones por parte de los PJ, pero es necesario realizar estos prolegómenos para la mejor comprensión futura de la historia.