Partida Rol por web

Anubis permaneció a la espera de que sus compañeros dijesen algo en respuesta a la pregunta del príncipe. Ellos parecían saber quien era esa niña o al menos saber su relación en toda esta historia. Era mucho mejor dejar hablar a ellos.

Por otra parte pensaba en Eurídico y en si habían cometido un error al no dividirse y no haber ido en busca de aquel hombre. Ahora, tal vez, cuando llegasen, ya estuviera muerto y quizá no llegásemos a obtener todas las respuestas que necesitásemos.

Alexander se mantiene en segundo plano. Esperaba que Christoph o Salvatore tomasen la palabra. Desde luego, él no iba a tomarla, so riesgo de decir algo inapropiado. No era de los que hablaba en la corte del Príncipe. Simplemente, no era lo suyo.

Miré a mis compañeros un momento. Estaban todos expectantes. Demostraban su respeto por el príncipe y esa era la impresión que necesitábamos transmitir para conseguir la mayor ayuda posible.

El príncipe hizo una breve referencia a la niña. Comentario que aproveché para dirigirme a él.

- Esta, su majestad,- Odiaba utilizar aquellos calificativos, pero mis años de servicio entre las filas del führer me habían enseñado lo importante de los rangos y lo que les gusta a los poderosos que les enjabonen con sus títulos. Hice mi comentario con un deje de teatralidad, bajando ligeramente la cabeza y señalando a la niña.- es la prrueba patente que la integridad de los presentes peligrra muy gravemente.

Levanté la cabeza altivamente

- Fuimos atacados una ves más en nombrre de Roberto Lebronch vensiendoles trrabajosamente

Exageré en este último aspecto para victimizarnos en mayor medida ante los ojos del príncipe

- Logramos recuperar de sus sarpas un objeto que Patricia comentó, serría de gran valor para usted

Me hice a un lado para que Salvatore le ofreciera la preciada daga e imprimí en mi voz la mayor fuerza y convicción de la que fuí capaz

- Con este obsequio y ante el repetido intento de violazión de la sexta y consecuentemente, la segunda de las tradiciones de nuestra sociedad, creemos nesesaria la declarazión del lextalionis según exige el código de la estirpe y nos comprometemos a llevar a cabo nosotros mismos la caza con la ayuda que pueda prestarnos.

Christoph ha expuesto la situación de forma breve pero clara, así que no veo necesario añadir nada más por el momento. Me limito simplemente a ofrecerle la daga al príncipe con una pequeña inclinación de cabeza

iba observando lo que decia Christoph y me sentia bastante complacido, la cordialidad del asunto y el tacto con el que él se habia dirigido daba por echo una respuesta positiva por parte del principe, o por lo menos eso es lo que aun estaba esperando, habiamos tardado tanto en tomar una decicion que ya era hora de que la situacion avanzara, de seguro, Roberto si deberia estar moviendose rapidamente, y es algo que no nos conviene.

El Príncipe tomó la daga de las manos de Salvatore y se sorprendió. La miró una y otra vez con asombro y miró a Patricia. Sus miradas se cruzaron e hizo un gesto de asentimiento.

Ya veo... 

Se levantó y se acercó a la niña. Posó el filo de la daga bajo su barbilla e hizo fuerza para que Mary le mirara a los ojos.

Creo adivinar que no os ha contado nada, y dudo mucho que lo haga ahora...

Se dio la vuelta y comenzó a caminar de un lado para otro.

En cierta manera, estoy atado de pies y manos. No puedo declarar una caza contra Roberto, pues me lo han prohibido. Ellos quieren ver hasta dónde nos lleva esto, así que me han pedido que me quede mirando... Pero esto no se puede permitir.

Tomo vuestra palabra le dijo a Christoph Os encargaréis de dar caza a Roberto. Yo puedo cubriros. Al fin y al cabo, nadie os juzgará por defenderos, de eso nos encargamos Patricia y yo.

Decidme, ¿qué necesitáis?

Armas- dice Alexander- y un refugio en el caso de que las cosas se pongan feas- añade- y no estaría mas conocer si se tiene información de Roberto, como cuantos hombres tiene, habilidades y demás.

Me sorprende ver que Alexander participa en la conversación, ya que hasta este momento, nunca había hablado delante del Príncipe. Su petición, aunque no demasiado educada, es directa y eficiente, como la que haría un soldado experimentado. Decido dejar en sus manos, más capacitadas que las mias, la petición de las armas y equipo militar, pero ármas no es todo en esta vida.

- Por supuesto, como ha dicho mi compañero, necesitaremos armas suficientes para enfrentarnos con Roberto, pero me gustaría hacer una petición más mundana. Ya quedan pocas horas de oscuridad, así que sería temerario atacar ahora. ¿Quizás podría cedernos un lugar donde pasar el día? Así también le daríamos algo más de tiempo para conseguirnos el equipo necesario.

En cuanto a ella - señalando a Mary - salvo que usted quiera quedarsela por algún motivo, sugiero que nos deje interrogarla lo que queda de noche. Tal vez consigamos sacarle algo de información.

La idea de torturar a la niña no me resulta para nada atractiva, pero estoy seguro de que alguno de mis compañeros no tendrá tantos escrúpulos.

Observe como mis compañeros se expresaban sus mas que razonables peticiones. El príncipe iba a hacer la vista gorda a cualquiera de nuestros actos en la ciudad. Aquella inmunidad para mi era suficiente pero, ¿cumpliría con su palabra? teníamos su favor, pues le habíamos devuelto la daga. Pero no había nada que le impidiera romper su promesa y eliminarnos a todos cumpliendo con la ley una vez le hagamos quitado de encima la molestia que supone Lebronch. Al menos esto era lo que yo haría en su posición.

Me hubiera gustado conservar la preciada daga como rehén hasta que el principe hubiera cumplido lo propuesto pero ya era demasiado tarde para ello. Solo se me ocurrió añadir algo a las peticiones:

- Informazion

Miré al principe con recelo

- Estoy seguro que sus aliados y contactos le podrrían proporcionar datos como el paradero donde se refugia Lebronch durante el día, sus sistemas de seguridad, sus puntos débiles o individuos y objetos que aprecia especialmente... cualquier coza que pudieramos utilizar en su contrra sera especialmente valiosa 

«Para lo arrogante que suele ser Christoph, es muy inteligente, eso es algo que no negaría jamás, armas y refugios, son muy buenas cosas, pero que a la final son vanas, podríamos conseguirlas de cualquier forma, claro que esa ayuda en este momento nos podría facilitar todo» —Pienso dentro de mí, mostrando una pequeña sonrisa y centrando mi mirada en las últimas palabras de Christoph—. «Pero la idea de información, es más jugosa, mas privilegiada, este men cada vez me cae mejor, lo dice alguien que a veces le cuesta estar enfocado, pero tener a un metrónomo andante en el grupo que marque el ritmo del caminar siempre es bien recibido».

- Y contactos... Anubis tampoco solía hablar delante del príncipe, pero aquello le pareció más importante que las armas. Tener buenos contactos les facilitaría la tarea para localizar a Roberto, para obtener armas y para quizá lograr un pequeño ejército contra él. Si El Príncipe no podía ayudarnos no estaría de más que nos ayudara alguien que conociera.

Quizá pudiéramos montar un pequeño ejército para dar caza a Roberto y sus secuaces.

El Príncipe desenfocó su mirada, volviendo al pasado.

Hace décadas que Roberto llegó a Toledo. Era respetuoso, vino con velocidad a presentarme sus respetos. Parecía amable y educado, muy pronto se ganó a toda la Corte, sin pertenecer a ella. 

Pero yo también me enteraba de cosas, claro, sigo teniendo gente fiel. Roberto vino a Toledo porque es una ciudad llena de magia e historias antiguas. Cavernas aún no descubiertas, tesoros de los grandes reyes antiguos... En este suelo, aún hay mucha cosas que descubrir. Y parecía que Roberto tenía mucha curiosidad en ello.

Se adentraba en las alcantarillas y cuevas, buscando algo con insistencia. Se que un día lo encontró, porque ya no volvió a aparecer por aquí. Y empezaron las desapariciones.

Vampiros de Toledo, que siempre habían estado aquí, se esfumaban como una brizna de paja en medio de un huracán, sin dejar rastro. Mis sospechas apuntaban a él, pero mi Corte no quería que atacara sin más a Roberto, necesitaba pruebas.

Por desgracia, no me dio mucho tiempo. Llegó Lord Stannis, de la Camarilla. Me prohibió hacer nada contra Roberto, pues querían estudiar sus movimientos en secretos. No me contó de que se trataba, pero vuestra historia parece encajar...

Roberto es un Tremere, y como tal, tiene sus habilidades. Sin embargo, es muy poderoso, pero no llego a conocer cuanto.  A su lado no tiene muchos hombres. De hecho, creo que esta niña era uno de sus mejores apoyos. Luego está una mujer rubia muy guapa... No recuerdo su nombre. El resto son bastante normales, algo brutos, pero fieles a su señor.

Roberto es vanidoso, se cree superior a todo el mundo. Solo se aprecia a sí mismo. Le dará igual que matéis a todos sus hombres. Eso sí, si tocáis alguno de sus cuadros, enfurecerá.

A pesar de lo que podría estar protegido, el muy estúpido no lo está. Tiene dos guardas en la entrada de su casa... Bueno, casa, es un castillo. El Castillo de San Servando, fuera del casco viejo de la ciudad. Es grande y espacioso. Si os movéis bien, no os detectará.

Tomo aire y se puso a dar vueltas.

En Toledo hay casas en las que podéis descansar. Fijaos en la puerta. En el marco superior derecho veréis una raya en diagonal. Si está cruzada, está ocupada, si no, es toda vuestra para que descanséis.

Y, con respecto a lo del ejército, me temo que no os puedo ayudar. Los vampiros de la zona saben que la Camarilla está presente. No harán nada en contra de ellos, pero tampoco en contra vuestra.

Armas... Toledo es la ciudad de las espadas. De esas tenemos a montones y de todos los tipos. Si queréis, también os puedo conseguir alguna pistola. Pedid lo que queráis, veré lo que os puedo dar.

Se quedó enfrente de la niña y la miró con odio

Esta niña es vuestra. Haced lo que os plazca con ella. Eso sí, cuando terminéis, matarla, os doy mi permiso también en esto.

Unas espadas me vendrían bien a mi, así como la pistola- dice Alexander, que ya comenzaba a entenderse con el Príncipe. Ya tenían una dirección para ir, y su permiso. A partir de ahora la cosa se pondría interesante- en cuanto a la chica podemos intentar sacarle algo mas de información, pero dudo mucho que lo consigamos. 

Bien, esto ayuda a aclarar muchas cosas. Aunque me gustaría saber dónde tiene esa colección de cuadros de la que hablas. Si lográsemos quemarla quizá pudiéramos atraerlo solo ante nosotros y por lo menos no atacarle en su propio castillo. Dices que es un lugar grande y que no nos detectarán, pero atacar al enemigo en su propia casa me parece ir directamente a la boca del lobo.

¿Qué tal si lo torturamos un poco y comenzamos por matar a la niña esta y continuamos con sus cuadros? Quizá su niña le de igual, pero los cuadros... 

Por cierto, yo agradecería una pistola o incluso una ballesta, se me dan bastante bien ese tipo de armas. Sería de más ayuda que lo que soy ahora.

Me rascaba la barbilla tratando de elaborar un plan, cuando Anubis me sorprendió con una muy inteligente estrategia.

Mis ojos mostraron aprobación a la vez que sorpresa.

- Tienez razón, yo ni me molestarría a acercarme al castillo

Se me ocurrió una idea y me giré de nuevo hacia el príncipe.

- En cuanto a armas yo voy a pedirrle explosivos.

No quería exponer mi plan delante del príncipe. Se había mostrado como un buen aliado, pero los únicos en los que realmente podía confiar eran los que también estaban amenazados

- En cuanto habemos recogido los provisiones, propongo que nos vayamos a buscar una de las casas francas que nos ha dicho su mahestad. 

Deberríamos pasar el día juntos y azegurarrnos mañana de acabar con Lebronch.

Os estamos muy agradecidos por vuestra ayuda. Sin ella, no creo que tendríamos nada que hacer contra Roberto.

En cuanto a las armas, me temo que no estoy hecho para la lucha cuerpo a cuerpo, así que, sería mucho más útil si también me pudiese conseguir una pistola.

Como ha dicho Christoph, lo mejor será que consigamos todo el equipo que podamos y nos retiremos a una casa franca para pasar el dia. A ser posible, para evitar posibles problemas, sin que el Príncipe sepa en cual nos alojamos. Cuando estemos situados, tendremos tiempo para decidir la estrategia de ataque.

-Yo en cambio si lo soy y si se me proporcionan dos espadas voy a darles buen uso- No soy un experto esgrimista pero tampoco hace falta para sostener tales armas. - Siempre me ha parecido que terminar todos los asuntos a golpe de espada tiene cierto encanto...pasional.-

Estoy de acuerdo en reunir el material y juntarnos para planear nuestro plan aunque empiezo a estar hambriento y el deseo intrusivo de cazar empieza a manifestarse poco a poco.

Yo también quiero una espada y una pistola a ser posible- se le daba bien manejar ese tipo de armas, y las iba a necesitar en caso del mas que seguro combate.

La ballesta creo que será un poco complicado de conseguir, pero veré que tengo en mi repertorio... Patricia, busca las armas. Encárgate de dárselas antes de que salgan por la puerta.

Sus cuadros... Se que tiene bastantes en su castillo. Allí guarda creo que de los mejores. Pero en el museo de Santa Cruz hay unos pocos, en una sala... Sala del Toisón, si mal no recuerdo el nombre. Siempre hay algún guardia vigilando la sala, que es un hombre de Roberto... No le matéis y acudirá a él. Preparaos si atacáis sus cuadros. Si le interesan lo suficiente, él acudirá. Si no, mandará a sus sirvientes.

Se queda pensativo y añade:

Creo que es todo lo que puedo deciros. Si tenéis alguna pregunta más...

- Bien, pues no esperemos más, marchémonos.

Lo mejor era elaborar el plan en la casa a la que llegaramos, allí estaríamos más seguros. Ahora teníamos armas y un posible punto débil de Roberto. Aunque seguro que no sería tan fácil como parecía...