Partida Rol por web

¿Los vampiros que enviaron y hablaron con el Príncipe para que no detuviera a Roberto? ¿Es eso lo que querías decir? dijo Errik sin apartar los ojos de las llamas, donde se veían reflejadas. Desvió la mirada para observar a Patricia, entreabriendo levemente la boca, quedando su cara como si estuviera loco. No se por qué no lo dices, querida, no vamos a hacer nada... Bueno, sí.

Sacó un móvil y empezó a teclear. En tres segundos, ya lo había guardado.

Ya he dado la orden.

Bien contestó Dakon juntando las yemas de sus manos.

Os hemos estado observando. Es cierto que dimos una orden al Príncipe para que se estuviera quieto, pero nos habéis ahorrado el trabajo. El señor Lebronch se acababa de convertir en una amenaza incontrolada.

Así que... Bueno, digamos que haremos caso omiso de lo que habéis hecho. Sí, desobedecer órdenes, beber sangre de otros vampiros... Oh, sí, claro que estamos enterados. Pero este asunto es muy... peliagudo. Os podríamos arrancar la cabeza, pero quién sabe si en un futuro nos resultaréis de utilidad.

Se oyó a lo lejos el sonido de un avión acercándose.

Deberíamos irnos. Aquí va a estallar algo...

Antes de poder alejarme dos figuras me cortaron el paso

"mas esbirros de Lebronch"

pensé al momento apretando las mandíbulas y los puños. Pero en seguida me di cuenta que no era aquello... era algo muy distinto. Ellos eran los jugadores de aquella partida de ajedrez que se dejaban ver cuando todas las piezas habían caído.

Los desprecié en silencio, como despreciaba todas las veces que me habían hecho sentir un títere en manos de fuerzas superiores y sintiéndome estúpido por creer que yo movía los hilos de mi existencia. Ahora más que nunca quería largarme lejos de aquella ciudad, pero grabando con claridad los rostros que veía en frente mío.

Lo de beber de otros vampiros fue la puñalada que me acabó de rematar cuando ya estaba a punto de soltarles algún improperios. En lugar de ello, decidí reprimir la rebeldía y tratar de aparentar normalidad.

Por sus palabras, parecía que ya habían encargado la limpieza del lugar con un ¿bombardeo? Me daba igual, la rabia no me dejaba pensar mucho en aquellos momentos.

Con un gruñido y sin perder a aquellos tipos de vista hasta el último momento, desaparecí andando a paso ligero entre las tinieblas.

Como no, volvieron a ser utilizados por los de arriba... era tan típico que Alxander estuvo apunto de reir sino fuera porque no le agradaba en absoluto que le usasen. Claro que tampoco iba a empezar un combate que a todas luces tenía pocas posibilidades de ganar.

Hizo lo propio, darse media vuelta y largarse de allí.

El sonido del avión y los demás marchando hacia la oscuridad son suficientes para hacerme la idea de que todo ha terminado aquí, al menos por ahora. Sin embargo, no es tanto el sentirme utilizado como el despotismo con el que somos tratados después de casi ser liquidados varias veces seguidas. "Nadie podrá culparnos por defendernos" dijo el Príncipe, pero estos canallas prácticamente lo están haciendo.

-¿Ser apresado por un pirado al que no habéis podido meter en cintura por vuestra cuenta lo llamas "desobedecer órdenes"? ¡Si os hubierais encargado de ese hijo de perra a tiempo no habría sido necesario que luchásemos para escapar de su condenada locura!- Y con un murmullo entre dientes añado - Pero los "señores" se quedaron observando. Pues bueno, no hay de qué, pero otro día os cargáis a vuestros lunáticos vosotros mismos.-

Hay demasiadas preguntas y el tiempo no acompaña a sentarse. Tampoco yo tengo ahora mismo la paciencia y el temple para escucharlo con rodeos y detalles así que me encamino junto a Christoph y Alexander pero hablando en alto para que también la mujer a la que hago referencia se dé por aludida.

-Creo que Patricia nos debe una explicación por todo esto. Está claro que ha callado lo que ha sucedido a cuenta de ese par- Luego me adelanto tomando mi propio camino, tengo hambre, y sueño.

Anubis se sintió utilizado y deprimido. Fue algo bastante incómodo, pero ya estaba escarmentado en que le utilizaran para cumplir los planes de los demás. Nada de aquello le sorprendió. Observó a los que en un principio había pensado que eran nuevos enemigos, luego miró a Patricia y por último a sus compañeros.

Ya no había nada que hacer allí y tal y como uno de ellos había avisado, ese lugar podría ser muy peligroso en apenas unos segundos. Así que sin despedirse de nadie y con la cabeza gacha por todo lo sucedido comenzó a hacer memoria sobre las últimas noches que había vivido y sobre los compañeros que habían caído por el camino.

Apenas podía recordarlos a todos, pues parecía como si hubiese pasado un año y medio.

¡Imbéciles! ¿Os lo habéis pasado bien? gritó Patricia sin poder contenerse. Su gesto demostraba miedo, peligro, rabia y furia.

Han muerto muchos de nosotros en su experimento escupió mientras señalaba al castillo derruido y gente cercana. ¡Nos hicisteis quedarnos quietos! ¿Qué hubiera pasado si no le hubiéramos detenido? Panda de imbéciles, no me extraña que os extingáis a pasos agigantados...

Patricia se fue de allí a paso sereno y refunfuñando. Errik empezó a caminar hacia ella, pero Dakon le detuvo. Negó con la cabeza y señaló al cielo. Ambos vampiros desaparecieron en la noche.

Un par de minutos después, unas explosiones os hicieron mirar hacia el castillo. Como habíais supuesto, lo habían bombardeado. ¿Con qué intención? Seguramente ocultar todo tipo de pruebas.

Aunque nadie podía saber si Roberto había escondido sus descubrimientos en otros lugares...