Partida Rol por web

¿Y que coño hacemos nosotros con un minuto?- piensa Alexander. No había enemigos a los que patear la cabeza y él no era bueno en eso de descifrar símbolos extraños. Sin embargo, tampoco había mucho que hacer y, al igual que Salvatore, comienza a inspeccionar la estancia, buscando algo que pueda llamarle la atención.

Había entrado en la sala circular escuchando lo que decía Octavio, un inmenso salón con unos impactantes dibujos
— ¿Marcas?, ¿Sacrificios fallidos?
Decía mientras las contemplaba, aunque mi cabeza iba de aquí para allá, y mis pensamientos se revolvían tan densos como la situación turba en la que me encontraba, podría hacerme millones de preguntas, pero era obvio que la respuesta llegaría por si sola pronto, así que ¿porque mortificarme?, solo me relajaría el minuto dado, de seguro lo que venía iba acelerar muchas cosas, ¿quien dijo que saber todo es bueno? A veces solo lo complica todo.

Aquello se hacía cada vez más raro. Tenía ganas de agarrar a aquel chiquillo por el cuello y obligarle a que cantara todo lo que sabía al respecto. Sin embargo apreté los dientes para reprimirme y pregunté de forma tosca y seca

- ¿Qué objetivo tiene el ritual? ¿Quiénes lo llevan a cabo?

Solo esperaba que el principe no estubiera involucrado o estaríamos en serios problemas. No me apetecía ser un renegado ni que declararan una caza de sangre sobre mi persona. Si había huido a España no era para volver a caer en los mismos errores.

Me acerco a las marcas, alimentada mi curiosidad, al ver que a todos parece interesarles en mayor o menor medida el significado de estos dibujos.

No le doy mucha importancia y enseguida desecho su atención una vez las he memorizado para seguir esperando mirando receloso el camino por el que venimos.

Saco las estacas de mis bolsillos para que no me pillen desprevenidos aquellos que parecen ascender detrás de nosotros y mientras el resto de mis nuevos compañeros parecen investigar el ritual yo prefiero rebuscar bien por la sala en busca de algo que pueda ayudarnos. Cualquier cosa, lo que fuese con tal de servirnos para hacer frente a lo que se nos venía encima.

Octavio se volvió a Christoph y le contestó

¿El objetivo del ritual? Despertar a Caín, por supuesto. Y lo lleva a cabo un vampiro que alguno de vosotros ya conocéis. Roberto Lebronch

Miró hacia el óculo y dijo:

Ya podemos salir

Y, como sus palabras fueran el detonante, esa parte del techo estalló. Al mismo tiempo que los cascotes, cayeron un par de cuerdas para ayudaros a salir.

Os aconsejo esperarme arriba, en el tejado.

El último en subir fue el propio Octavio y, cuando estaba llegando al final, se oyeron unos gritos provenientes de la entrada

Una mujer bastante bella estaba rodeada de otros vástagos. Su mirada denotaba una furia insaciable hacia Octavio

¡Tú! ¡Octavio! ¡Esta vez te mataré!

Se gira hacia sus acompañantes y les dice

¡Vamos! ¡Apresadlos de nuevo!

Y veis como salen corriendo hacia las cuerdas y empiezan a subir por ellas

Vaya, esperaba contar con más tiempo

Se gira hacia vosotros y os dice:

Se que alguno de vosotros vive aquí, en Toledo. Así que podéis encontrar el Barrio de Santo Tomé sin muchos problemas. Una vez allí, id a la tetería y preguntad por Eurídico. Él tendrá respuesta a todas las preguntas.

Desenvainó una espada corta que ocultaba en su chaqueta.

Debéis huir, yo puedo enfrentarme a Elena, pero el resto irán tras vosotros. En los tejados es difícil luchar, pero por allí encontraréis una plaza

Intentad llegar allí antes de que os alcancen.

Con un gesto rápido, corta las cuerdas que os habían permitido subir, haciendo que los vampiros cayeran. Pero tan pronto como caen, se levantan sacando unas pistolas de garfio y disparan.

Esto se pone interesante

Lo de invocar a Caín me dejó en estado de shock durante unos segundos, al principio quise echarme a reír pero empecé a pensarlo bien: las voces decían su nombre y Lebronch bien parecía el tipo de necio capaz de tratar algo tan descabellado. Evidentemente ni si quiera pare un segundo a plantearme si aquello podía ser un ritual legítimo, ¡por supuesto que nadie puede invocar a Caín! Pero la tierra esta tan sumamente plagada de estúpidos que no me parece raro que alguien crea que es factible y que el padre de todos los vástagos no dejó este planeta hace mucho mucho tiempo.

Pienso todo esto mientras termino de escuchar las explicaciones de Octavio, presentando extrema atención a los nombres de los vástagos que allí se mencionan: Elena, Octavio, Robert, Eurídico...

Parecía que la pelea era inminente y definitivamente, hacía un par de minutos que se había demostrado que la lucha no era mi talento natural. Debía huir y tratar de descubrir más sobre todo éste sin sentido.

Sin dudarlo un segundo más cuando veo que ya no va a haber más revelaciones, me giro y analizo las vías de escape en un segundo. Rápidamente empiezo a correr y saltar por los tejados. Correría hasta estar completamente seguro que había despistado a cualquier posible perseguidor.

La información fue bastante notoria, y más de lo que podría haber imaginado, todo lo que vino después fue muy rápido como un desenlace en una sinfonía donde todo los instrumento suenan al mismo tiempo, allí estaban los violines y violonchelos intentando tomar a la flauta que en un silbido enviaba a los demás instrumento a las siguientes notas, reacciono y ya me encuentro en un estado y sitio distinto, viendo desde otro Angulo esa gran orquesta de personas andantes, ¿que debía hacer? Quedarme para ver la conclusión de extraña obra musical, participar en ella o dejarla así y correo rápidamente mientras aun las ondas repercuten en mis oídos.
De pronto veo que uno de los jóvenes que estaba conmigo allí abajo intentar huir también, y dentro de mi sabía que era la decisión mas acertada.

Alexander quería bajar a luchar. A decir verdad quería vengarse de aquellos que le habían secuestrado. No obstante, dos de sus compañeros se habían marchado y no era de los que le gustaba el enfrentamiento en desventaja. Decidió optar por lo mas prudente que era salir de allí. 

Así se da la vuelta y comienza a correr por los tejados, sopesando la nueva información revelada.

¿Invocar a Caín?- la idea le parecía absurda y demencial al mismo tiempo. A decir verdad, no se lo había llegado a creer del todo, pero no tenía intención de hacer mas averiguaciones en ese momento. Lo importante ahora era salir vivo de allí, luego ya vería que haría. 

Me alegro cuando por fín mis pies se posan sobre el tejado del edificio y mis ojos ven de nuevo la luz de las estrellas, sin embargo el ruido de nuestros perseguidores hacen que el alivio se esfume tan rápido como ha llegado. Al parecer, todavía vamos a tener que esforzarnos mucho para poder sobrevivir a esta luna.

Mientras veo como nuestros perseguidores empiezan a trepar por las nuevas cuerdas, pienso rápidamente en nuestras alternativas. Si nos quedásemos a pelear, contaríamos con una posición de gran ventaja, lo que inclinaría la balanza a nuestro favor, pero en nuestra contra tenemos una grave falta de armamento.

El instinto de conservación de nuestra raza toma la decisión por nosotros antes que mi cerebro. Muchos de mis compañeros salen huyendo hacia las sombras en distintas direcciones como ratas cobardes, y yo no tardo en hacer lo mismo, separándome del resto. No conozco a ninguno de los otros, así que realmente no me importa lo que les pueda pasar

Octavio había hablado de que alguno de nosotros conocía aquella ciudad. Yo había sido mandado allí, pero apenas me había dado tiempo a conocer la ciudad antes de la fiesta. No me gustó escuchar el nombre de aquel tipejo, pero ese tal Octavio sabía muchas cosas y sería muy interesante poder hablar con él.

No sabía bien lo que había pasado, y aún seguía mareado y extrañado por todo  lo que le había llevado a estar allí.

Situado en algún edificio de la ciudad de Toledo. Miré a todas partes, me palpé bien para saber si tenía las estacas y por propia supervivencia tomé un cascote de los que habían caído del techo.

Cuando vi que uno de ellos tomaba la iniciativa, le seguí. Quizá fuese él el que sabía donde estaba la plaza y el barrio de Santa Teresa. No había más tiempo que perder y había mucho por averiguar.

Sin más dilación, salió corriendo tras Cristoph

Instintivamente trepo para ponerme en una posición elevada y escapar de aquel atolladero. La sola sensacion de percibir que una reyerta era inminente me sobrecogió preparado para acabar con el primer enemigo. La sangre me hervía por luchar y cobrarme con creces la deuda pendiente que aun tengo con Mary y Roberto. Ellos tal vez ni lo consideran así, solo un experimento que se va al garete, una molestia.

Al salir y estar al aire libre se aligeró el miedo del que hasta ahora no había sido del todo consciente reemplazado por simple y llanamente ganas de pelea. Alexander parecía compartir un animo similar, pero al ver que debido a la presión del grupo hasta el daba media vuelta y hecha a correr, no me queda otra opción que chasquear la lengua y seguirles.

Despertar a Caín suena a culto supersticioso, leyenda antigua y rumor sobrevalorado pero no veo a Roberto como alguien que pierda el tiempo en invocaciones de farándula, chismorreos y demás banalidades.

Extrañamente se me antoja muy poco que sea de Octavio. Si no nos acompaña él sabrá, solo lamento no poder ver como termina todo esto, pues me habría gustado ver al menos como se quita de encima a ese tropel de mal nacidos, por lo que voy dando vistazos atrás mientras corro en silencio.

Salís todos corriendo en la misma dirección. Parece que os seguís unos a otros, sin saber muy bien por dónde, hasta que Alexander toma la delantera y parece seguir una dirección particular.

De pronto, unas risas a vuestras espaldas os hacen girar la cabeza para ver qué sucede.

Veis de espaldas a Octavio y, en frente suya, a Elena y dos vampiros más

Octavio dice Elena, que también lleva una espada en la mano estoy harta de ti. Te podías haber unido a nosotros cuando te lo propuse, pero no quisiste.

Ahora, tengo que matarte dice con un tono de voz que os resulta hasta triste.

Se pone en guardia al mismo tiempo que dice

Vosotros, atrapadlos mientras os señala.

Salen corriendo hacia vosotros, mientras Elena y Octavio dan un salto en el aire y comienza su batalla particular

Seguís corriendo por los tejados siguiendo a Alexander, hasta que llegáis a una plaza. Debe ser de la que ha hablado Octavio.

Tenéis a los vampiros de Elena tras vuestros talones, ya no podéis huir mucho más. Así que decidís bajar de los tejados.

Según bajáis os ponéis en guardia, pero los otros vástagos no aparecen por ningún sitio.

La plaza es rectangular con varios coches aparcados. Tras vosotros, hay dos calles perpendiculares, una cuesta abajo y la otra tiene una ligera pendiente ascendente.

A vuestra izquierda, hay unas escaleras que llevan a una puerta. Hay una placa al lado de la puerta, que dice "Economía y Hacienda. Intervención general"
A vuestra derecha, otra puerta. Ésta es bastante grande y antigua, y está protegida por varios barrotes de hierro de un poco más de dos metros de altitud.

Al fondo, veis otra calle, perpendicular a la plaza

Tu estancia en Toledo te ha permitido conocer ciertas zonas.

El lugar de donde habéis salido, actualmente es un edificio del Gobierno, o por lo menos para los ciudadanos toledanos. Pero, antiguamente, fue un manicomio. 

La plaza en la que estás ahora se llama la Plaza del Colegio de Doncellas. Sabes cómo se puede ir al Barrio de Santo Tomé, y sabes que la calle que se ve al fondo es una de las direcciones correctas.

Aunque, en Toledo, con más o menos vueltas, se puede llegar al lugar que se desee

Vaya, ¿los hemos despistado?- pregunta, mientras observa con recelo su retaguardia- si es así hemos tenido suerte.
Mira hacia el frente señalando la calle perpendicular a la plaza- si seguimos por aquí llegaremos a nuestro destino. ¿Vamos?

- Parece que sabes moverte por la zona. ¿Has estado ya antes aquí? 

Venga, vamos, no esperemos al resto, yo no quiero saber si les hemos despistado o no. Octavio está luchando contra esa tal Elena y no quiero esperar a ver como se resuelve. 

Así que si sabes donde está la dichosa tetería no esperemos más. ¡Venga!

Estaba muy nervioso, no era el más hábil en los combates, a pesar de que estaba armado y tenía algún que otro talento oculto, no quería participar en uno. No eran mi especialidad.