Partida Rol por web

Los actos de los extraños dejaron conmocionado al pobre hombre. Cuando esos supuestos salvadores abandonaron la taberna, el granjero se quedó congelado durante varios minutos, sin saber qué hacer ni qué pensar, envuelto en miedo, desesperación y una tremenda frustración. Ahora que le habían negado su ayuda... ¿qué le quedaba? Una gran ira comenzó a surgir en su interior, ira por haberle arrebatado de cuajo la única esperanza que le quedaba. Decían que iban a salvar el pueblo, pero se habían negado a aceptar su simple petición, su deseo de salvar a su amada. Golpeó con furia el suelo de madera repetidas veces, hasta el punto de hacerse un pequeño corte en uno de sus nudillos. Y entonces lloró. Lloró más que cuando se dio cuenta que su esposa había sido raptada, porque ahora su única oportunidad se había desvanecido.

Permaneció así un buen rato, hasta que algo brilló en su mente, algo que le decía que tendría que intentarlo una vez más. Esta vez no pediría ayuda a los extranjeros, sino que manejaría personalmente el asunto. Ahora que todo le había fallado, tenía que valerse por si mismo para conseguir su meta. No podía confiar en nadie para esa empresa.

Se levantó lentamente y respiró hondo, para luego salir con paso lento de la taberna. La noche le recibió con una brisa gélida, como un presagio de aquello a lo que se iba a enfrentar. Con la misma pausa, el gitano comenzó el camino hacia lo que probablemente sería una muerte segura, pero el acero de su voluntad era más fuerte que nunca. Iría a los dominios del mismísimo señor de las sombras para desafiarle y traer de vuelta a la persona que le daba sentido a su vida.

Salisteis de la taberna abandonando lo que sería una reunión rodeada de tranquilidad para adentraros de lleno en una pesadilla a la que teníais que poner fin.

Tal y como estaba al principio, las calles seguían desiertas, el cielo comenzó a nublarse cada vez más y más y las primeras gotas de lluvia comenzaron a mojar vuestros cabellos.

Un relámpago iluminó el horizonte donde tan solo había oscuridad por el transcurso del tiempo, en ese haz de luz se vio con claridad cual iba a ser vuestro objetivo, el castillo de Drácula, un edificio místico que se había materializado desde las tinieblas con oscuros propósitos.

A pié no tardaríais más de una hora en llegar, a caballo tan solo tardaríais unos diez minutos, el camino era visible, os estaban "invitando" a ir hacia el.

En poco tiempo recorristeis mucha distancia, la suficiente para que la majestuosa imagen del castillo maldito se alzara delante de vosotros, pero hubo algo que os llamó a la atención, justo antes de llegar a la entrada que daba a los jardines, había una oxidada y antigua verja de hierros que impedían el paso, y junto a ella, una figura encapuchada con ropajes negros que miraba al igual que vosotros en dirección al castillo.

Alguien al escuchar a vuestros caballos se giró bruscamente. Su rostro estaba bien tapado pero se pudo comprobar perfectamente que era un hombre.

- ¿Quienes sois y qué os ha traído hasta este lugar maldito? Huid ahora que podéis, refugiaos en vuestros hogares, la noche pronto pasará... -

Estaba harta de intromisiones, mi paciencia con éstas se había acabado.

-Quiénes seamos y qué venimos a hacer no es cosa vuestra, desconocido. En el pueblo podéis encontrar a un hombre que seguro querrá daros detalles, pero nosotros tenemos prisa. No tenemos tiempo para juegos, asi que mostraos o dejad paso.

Espero que no sea el necio del pueblo, que ha venido por su cuenta a jugar a los héroes.

Shalazar no dijo mucho más, no tenía nada más que añadir a las palabras de su compañera. Y si ella las había considerado apropiadas él también. Así que simplemente se limitó a asentir con cada frase que decían y no darle más importancia al hecho de que un posible nuevo enemigo se les plantase en sus plenas narices.

El hombre sujetó su capucha, en un intento por ocultarse aún más su rostro. El aura de misterio que le rodeaba ponía los pelos de punta a cualquiera.

- Yo no soy un siervo de este castillo si es eso lo que os preocupa, además el lugar es peligroso y cruzar este umbral no es apto para cualquiera, ni siquiera para un Belmont - comentó el hombre para vuestra sorpresa

- Decidme, ¿porqué debería permitiros pasar? ante mis ojos solo veo a una mujer que debería estar cuidando a su familia y a un descendiente de una gloria pasada... ¿qué os hace tan merecedores de arriesgar vuestras vidas? -

Las palabras del desconocido me enfurecen. Debería estar cuidando a mi familia, dice.

-Contened vuestra lengua desconocido, o seré yo la que no me contenga.