Partida Rol por web

Abrir el gran portón que daba entrada al castillo fue más sencillo de lo que te podías haber temido. Era como si aquella puerta te invitase a pasar para que conocieras de primera mano los horrores que puede haber en su interior ¿pero podría ser peor que lo ya visto en los jardones?

Caminaste por el pulido suelo que denotaba un excelente cuidado de la instancia, sin embargo la sensación de que todo aquello era mágico y siniestro seguía poniendo la piel de gallina.

Aquella sensación era de sobra conocida. Sabía que el Castillo del Señor Oscuro tenía ojos en toda su morada. Así que alguien, o algo le estaría observando. Miró a su alrededor al tiempo que avanzaba por el hall de entrada. Sacó su látigo mientras lo sujetaba fuértemente con su puño.

¡Soy Shalazar Belmont! Heredero de Trevor Belmont, poseedor del látigo Vampire Killer, y he venido aquí a retarte. Muéstrate. No te escondas. He venido para acabar contigo y dar final a tu tiranía.

¡Prepárate a morir!

Comenzaste a moverte de manera muy sigilosa por aquel lugar, sin embargo aquella sensación de que estabas siendo observado seguía presente. El hall era enorme y desencadenaba en un largo pasillo perfectamente iluminado, no había muchas alternativas por donde elegir ya que el camino era unidireccional, o seguías adelante por los lujosos pasillos o dabas marcha atrás por la puerta.

De repente comenzaste a notar un temblor bajo tus pies, pensaste que se trataba de un pequeño seísmo pero la combinación de varios sonidos guturales hizo que mirases en dirección hacia atrás.

En cuestión de segundos viste a más de una veintena de no-muertos que estaban surgiendo del suelo, rompiéndolo tras su paso. Todos ellos parecían muy violentos y con la suprema necesidad de atraparte, sus brazos siempre estaban extendidos.

Zombies...

El Maligno no tenía valor, lanzaba a sus criaturas a enfrentarse al Belmont. Si lo que quería era debilitarle no estaba haciéndolo muy bien. Era de sobra conocido que los zombis eran criaturas lentas y torpes, y el Belmont era precísamente lo contrario. No dejaría que le atraparan, no dejaría que le tocaran, así que, sin ningún tipo de preocupación más que escapar de allí, salió corriendo por la estancia para cruzarla.

Cuando acabe con él, todas estas criaturas desaparecerán. No hay porqué malgastar fuerzas...

Comenzaste a escapar, aunque no eran demasiado rápidas, surgían por todas partes y se hizo costoso para ti esquivarlos, además comenzaban a amontonarse y su número crecía más y más. El suelo se agrietaba cada vez por más partes, era como si hubiera todo un ejército en el subsuelo de aquel castillo y estuviera decidido ahora por emerger.

De repente, viste que si querías avanzar por el pasillo tendrías que sortear un obstáculo bastante molesto, se trataba de un par de pilares que se habían caído destrozando parte de la sala y haciendo que se generase ¿de manera fortuita? un muro de varios metros que había que trepar para continuar, de no lograrlo en muy poco tiempo aquella legión de no-muertos podría acorralarte.

A duras penas el Belmont fue capaz de escalar el muro que se había formado con las columnas. Le costaba horrores y esfuerzos, los zombis parecían querer interponerse en su camino y dificultarle cada paso que daba. Pero el heredero era capaz de sobre ponerse a eso y a cualquier cosa con tal de derrotar al malvado.

Unos simples zombis y unos simples muros no se interpondrían en su camino. Su objetivo era claro, acabar con Drácula.

Intentaste escalar el muro pero la presión de verte acorralado por tantos no-muertos estaba mermando tu concentración. Te resultaba muy complicado anclar tus pies a la fría piedra y para colmo la altura era lo suficientemente alta para que no pudieras acceder de un brinco.

Sabías que sin la presión de los zombies podrías sortearlo con algo de tiempo, pero parecía que aquello no iba a suceder.

Echaste la vista atrás y tenías a 10 zombies babeantes produciendo sonidos guturales y extendiendo las manos, sería cuestión de tiempo que te alcanzaran.

Shalazar Belmont, portador del látido Vampirekiller y elegido para acabar con la amenaza que regía aquel castillo desistió de su intento de escapar. Frente a él había, no una, ni dos criaturas zombis, sino el total de una decena. Debía aniquilar a todos antes de que vinieran más.

Con el Gran Látigo cogido con su mano izquierda, comenzó a oscilarlo en el aire para después descargar el golpe contra una de esas criaturas. Debía ser fuerte y poderoso, debía creer en que él era elegido y que aquello tan solo era una prueba a superar antes de acabar con el maligno. Ya era hora de demostrar sus verdaderas habilidades.

´Uno a uno los zombis iban cayendo bajo la fuerte presión del latígo de Shalazar Belmont. Aquel arma era una prolongación de su brazo, y con cada gesto que daba o hacía, trozos de carne saltaban por los aires. No había rival para un siervo del bien.

Los zombis no pudieron evitar los latigazos que Shalazar iba dando, y sin que llegaran a acercarse lo más mínimo logró acabar con todos ellos.

¿Esto es todo lo que me ofreces? ¿Este es todo el mal que puedes invocar para impedir que llegue hasta ti? Dijo entonando una burla al aire.

Luego se acordó de su compañera, la Belnades estaría en alguna parte del castillo, y solo esperaba que ella estuviese teniendo tanto éxito como él.

Con el hall libre de enemigos, Shalzar Belmont trepó el obstáculo que antes se le había antojado seriamente difícil. Ahora, sin enemigos aparentemente cercanos, se le hacía raro que le hubiese costado tanto.

Era hora de continuar, ya había perdido mucho tiempo.