Partida Rol por web

Mientras Lizzy me hacía esa pregunta, pensaba en todos los obstáculos que podríamos encontrarnos en el camino en la búsqueda de las respuestas que debíamos conseguir para el beneficio de todos, el futuro del pueblo y del exterior dependía de nuestro buen trabajo:

"-Debemos averiguar. Ir al castillo y no dejar ningún rincón sin revisar."

Un señor se había presentado ante nosotras. Parecía cansado, quizá había viajado muchísimo para llegar a esta Taberna. Le sonreí y le respondí a la pregunta que había realizado a viva voz:

-"¿Qué caballeros buscáis, noble señor?"

Miro a la mujer con armadura y a su acompañante con mucha desconfianza  -  un centenar Hombres preparados para asediar el castillo- dijo con un poco de desesperación su cara demostraba ansiedad, recargo la pala que llevaba cercas de el, volvió a ver a las mujeres detenidamente -de noble no tengo nada, yo soy sepulturero - señalo su pala era vieja y tenia algunas manchas secas de sangre 

-Madame Cruz me hablo de forasteros que solucionarían los raptos- con una cara de incredulidad y tomando su pala  hablo - ¿ Son ustedes?- 

Apenas si habíamos contado con el tiempo justo para las necesarias presentaciones o algún intercambio de pareceres. En mi labios todavía el sabor del ultimo planteamiento formulado, quedando difuso e inconcluso entre ambas, inundando mi razonamiento con aun más preguntas.

-Rito… reencarnación... preparación... llegada.

Tal vez alguna palabra suelta pudo ser escuchada de aquel hombre que irrumpió en la taberna, levantando amenazador una pala de trabajo, antes que Ágata certificara la necesidad de entrar al castillo.

Sin dudar poniéndome en pie, el austero manto negro conformado por la capucha y el amplio capote que cubría mi figura se agito, mi  lenguaje corporal respondiendo equitativamente al supuesto agresor, ciñendo mis dedos con fuerza alrededor del bastón. La túnica blanca que conformaban mis prendas interiores, las túnicas sacerdotales, se dejó ver entre el pliegue de la capa apenas unos instantes, volviendo el manto negro a la impavidez inicial coordinando  con el lúgubre entorno.

-Es lo más lógico, una cuadrilla de guerreros para enfrentar una amenaza local. Asentí, mirando de reojo a Ágata, pues no me correspondía ventilar los detalles de Castlevania.

-Nosotras estamos estudiando el fenómeno. -Me aventure a comentar, ya Ágata podría aleccionar más detalles si lo consideraba apropiado, aunque sin flaquear la presión del bastón. – ¿Cuál es su nombre señor? Yo soy Lizzy y por favor podría comentarnos sobre esos raptos.

Un suspiro agresivo salio de sus labios - Investigar-  su cara dibujo una mueca - ¿Solo investigar?- dijo  de modo malhumorado - Mi Hermana y los demás podrían estar siendo, siendoo.. -sabia que palabra buscaba pero se negaba a creerla y menos a decirla - Malditos Turcos o incluso si son los hombres de los Hunyadis malditos,  yo iré por mi Familia - murmuro, sus manos apretaban fuertemente la pala, se giro rumbo a la salida dio unos pasos y volteo hacia las mujeres - Mi Nombre No importa Mujer, Lo que importa esta en el castillo , Pero soy Luca- escupió el suelo mirando decepcionado  a las mujeres. 

Enarque una ceja estudiando la actitud de aquel desconocido. Modales. Torcí involuntariamente los labios chasqueando la lengua consecuentemente algo hastiada.

-Tsk.

 Extendí la mano en el aire con intención de detenerle con aquel gesto.

-Sera mejor que se calme Luca, el ímpetu está muy bien pero sería un suicidio irse solo para hacerle frente a...

a quien sea.

Me mordí la lengua a propósito. ¿Para que me metía en estas? Quizá su aspecto agobiado y desesperado hacía que me condoliera con él, incontables las cacerías de brujas que habían pegado muy de cerca; de cierto modo entendía la frustración. Termine volviendo a mi asiento con aire abatido antes de dirigirle una triste sonrisa. 

El ruido de la pala al caer fue ensordecido por el crujir de sus dientes, sus ojos demostraban la poca cordura que la situación le permitía tener, casi de un salto se acercó a la mujer cubierta con un manto oscuro – A quien Mujer, ¿A QUIEN ¡?-  en un impulso desenfrenado jalo el manto de la mujer aferrándose a él con fuerza,  sacudiéndola esperando una respuesta.

-¿Dónde Está Eloise?, Dime Mujer-  grito desesperado fijando sus ojos en los de la mujer. 

Me levanté de inmediato de mi asiento cuando observé que el hombre que se había presentado como Luca estaba perdiendo los estribos. El miedo era un enemigo implacable en cuanto a mantener la cordura se tratase. Le puse una mano en el hombro con fuerza, pero sin hacerle daño y le hablé claramente intento calmarlo:

"-No somos los caballeros que esperas. Nosotras seremos las responsables de averiguar lo que está aconteciendo en este pueblo y quizás erradicarlo. Ten calma Luca, que estamos aquí para ayudar"

El aire estaba tenso, tendríamos que salir pronto y no dejar que los minutos corrieran, la desesperanza se podía sentir en todo el lugar.

"-Elizabetha, debemos partir luego, la gente de este pueblo necesita que encontremos la fuente del peligro a la brevedad"

No fue el sacudión lo que llamo mi atención, las manos fuertes que aprisionaron los bordes del manto negro, el acto iracundo plagado de violencia contenida ni siquiera sus palabras angustiosas.

Fueron sus ojos cuando clavo su mirada en la mía. Todo lo que era o sentía me traspaso……podia haberme quejado en mi acostumbrado irónico proceder, pero era la primera vez que veía lo que mi encomienda podía significar para otros; para el mundo entero como Ágata condensó urgiéndome a partir cuanto antes.

Levante mis manos, refrescantes contra la piel afiebrada del rostro de Luca, dulcificando el tono de mi voz, realmente algo turbada ante su reacción. Acaricie sus mejillas buscando infundirle paz, si para algo valía esta maldición, que corría por mis venas, heredada de mis antepasadas.

-La encontraremos Luca, ahora mismo necesitas soltarme.- Le susurre apartándolo suavemente de mí.  

Mi voz profunda, calmada. Por sus actos antes sabía que no podría resistirse a ir también hacia el castillo, no tenía sentido insistirle que se quedara en el pueblo.

-Partiremos en este momento, y sé que iras pero necesitas dejar que seamos nosotras quienes vayamos al frente. ¿Puedes hacer eso? ¿Puedes velar nuestra retaguardia?

La confusión se sembró en el  no entendía por que  la mujer había hecho eso, ni siquiera le dio importancia a lo que dijo la pelirroja solo a esas suaves palabras que el quería oír..  -La encontraremos..- murmuro ,sus manos lentamente soltaron a la dama de negro, su mirada se perdió en la distancia, ¡la encontraremos... la palabra se repetía en su cabeza deshaciendo la mayoría de sus cavilaciones, volvió a ver ala dama de negro y asintió con la cabeza apartándose un poco de ellas y volviendo a tomar su pala.

"-Tomen sus cosas. Luca, ven con nosotras, necesitaremos toda la ayuda posible para averiguar que es lo que está pasando en este lugar"

Me levanté de la mesa y dejé un par de monedas como pago a lo que se me había servido. Caminé rápidamente hasta la puerta de salida. Antes de hacerlo, dí una última mirada a Lizzy y Luca, buscando tal vez, convicción en lo que haríamos en las próximas horas. 

Estaba preparada, tenía todo lo necesario para hacer frente a cualquier situación maligna que me enfrentase, había sido educada para ello.

"-Vamos, debemos darnos prisa, cuiden sus pasos y no teman"

Emprendimos rumbo al castillo, ignorantes sobre que podría haber allí.

Asintió con la cabeza a la mujer pelirroja pero seguía mirando  fijamente a la mujer de Negro,  cuando la mujer pelirroja voltio a mirarlo en su cara se arqueo una ceja y la expresión de su quijada era dura demostrando que su motivación era real y no  meras palabrerías.

-Discúlpame- murmuro de manera forzada inclinando un poco la cabeza a lizzy pensando que ella era la líder, mantenía sus ojos en ella esperando algún tipo de orden y si sus miradas se cruzaban asentía con determinación. 

Aspire profundo asintiendo levemente, tanto a Luca como a  la emprendedora Ágata. Tenía tantas dudas aún por resolver, más bien cosas personales inconclusas, no solo asistir a la elegida sino también guía espiritual o consejera de paz. Me había convertido sin quererlo en testigo fiel de las consecuencias a un mal mayor.

 -Sera mejor dejarnos guiar por Ágata, ella tiene experiencia en el campo de la batalla y está preparada para ello.

Concluí con la voz apagada zanjando así cualquier posible comentario dirigido a mi persona, necesitaba estar sola con mis pensamientos y replantearme algunas cosas.

Un poco abrumada, sin volverme a mirar a Luca, recogí mis pertenencias y tras dirigir mis pasos en pos de la guerrera rumbo a la puerta cruce el umbral como lo había hecho al entrar, resuelta o resignada daba lo mismo a estas alturas y físicamente mi lenguaje corporal no aportaba diferencia entre las dos. Partiamos a un destino incierto.

Salisteis de la taberna abandonando lo que sería una reunión rodeada de tranquilidad para adentraros de lleno en una pesadilla a la que teníais que poner fin.

Tal y como estaba al principio, las calles seguían desiertas, el cielo comenzó a nublarse cada vez más y más y las primeras gotas de lluvia comenzaron a mojar vuestros cabellos.

Un relámpago iluminó el horizonte donde tan solo había oscuridad por el transcurso del tiempo, en ese haz de luz se vio con claridad cual iba a ser vuestro objetivo, el castillo de Drácula, un edificio místico que se había materializado desde las tinieblas con oscuros propósitos.

A pié no tardaríais más de una hora en llegar, a caballo tan solo tardaríais unos diez minutos, el camino era visible, os estaban "invitando" a ir hacia el.

En poco tiempo recorristeis mucha distancia, la suficiente para que la majestuosa imagen del castillo maldito se alzara delante de vosotros, pero hubo algo que os llamó a la atención: justo antes de llegar a la entrada que daba a los jardines, había una oxidada y antigua verja de hierros que impedían el paso, y junto a ella, una figura encapuchada con ropajes negros que miraba al igual que vosotros en dirección al castillo.

Alguien al escuchar a vuestros caballos se giró bruscamente. Su rostro estaba bien tapado pero se pudo comprobar perfectamente que era un hombre.

- ¿Quienes sois y qué os ha traído hasta este lugar maldito? Huid ahora que podéis, refugiaos en vuestros hogares, la noche pronto pasará... -