Partida Rol por web

Abrir el gran portón que daba entrada al castillo fue más sencillo de lo que os podíais haber temido. Era como si aquella puerta os invitase a pasar para que conocierais de primera mano los horrores que puede haber en su interior ¿pero podría ser peor que lo ya visto en los jardines?

Caminasteis por el pulido suelo que denotaba un excelente cuidado de la estancia; sin embargo la sensación de que todo aquello era mágico y siniestro seguía poniendo la piel de gallina.

Comenzasteis a moveros de manera muy sigilosa por aquel lugar, sin embargo aquella sensación de que estabais siendo observados seguía presente a pesar de que no había nada a vuestro alrededor. El hall era enorme y desencadenaba en un largo pasillo perfectamente iluminado; no había muchas alternativas por donde elegir ya que el camino era unidireccional, o seguíais adelante por los lujosos pasillos o dabais marcha atrás por la puerta.

De repente comenzasteis a notar un temblor bajo los pies, pensasteis que se trataba de nuevo de la bestia tricéfala pero la combinación de varios sonidos guturales hizo que miraseis en dirección hacia atrás y descubriérais la realidad.

En cuestión de segundos visteis a más de una veintena de no-muertos que estaban surgiendo del suelo, rompiéndolo tras su paso. Todos ellos parecían muy violentos y con la suprema necesidad de atraparos, sus brazos siempre estaban extendidos. 

Y finalmente las damas han decidido ingresar por la puerta principal, quizás siendo muy riesgoso. ¿Pero en qué lugar dentro del Castillo de Drácula no lo es? Justamente por esa razón, ya sea por A o por B, estaremos en un peligro constante con el cual lidiar. Es la magia de este vampiro, ya sabemos a qué nos enfrentamos. 

Así que decidido a continuar caminando, descubro en aquel lujoso Hall que las baldosas del suelo comienzan a moverse y no es nada agradable ver qué tenemos zombies brotando del piso. Vaya, no estamos de suerte y tocará ensuciarse un poco. 

- Chicas, les di la opción. Por mi los enfrento, que sea en la otra entrada o esta, algo tendremos. - digo mientras me preparo para atacar. - Belnades, ya puedes seducirme con tu magia preciosa. Toca jugar aquí. - termino por decir, desviando la mirada a Alexandra. - ¿Te atreves? 

No sentía nada más que el latido de mi corazón mientras avanzábamos por aquel pasillo. Todo transcurría en un silencio que daba miedo, además de la sensación siniestra que rodeaba el lugar por sentirnos observados a cada paso que dábamos. Escuchar aquellos ruidos a nuestras espaldas me hizo reaccionar e introducir una flecha en el arco mientras lo levantaba, girándome hacia lo que se estuviera acercando. Una expresión de sorpresa se vio pronto reflejada en mi rostro al contemplar un grupo de no-muertos rompiendo el falso suelo con sus decrépitos y huesudos dedos,  avanzando en nuestra dirección sin intención de detenerse. ¿Estaría ese suelo conectado con el pasadizo subterráneo? Antes de ponerme a pensar sobre ello, me centro en lo importante. ¿Huir o luchar? No quedaba otra que pelear, así que asiento a las palabras de Trevor.

-Luchemos y demos descanso eterno a sus almas -murmuro cerrando un ojo para afinar la puntería y acertar el disparo.

La entrada fue bastante sencilla y eso nunca auguraba nada bueno, aun menos siendo en ese castillo, el suelo parecía extrañamente brillante, dudaba que tuviesen servicio de limpieza, así que sin duda, había magia en ese lugar y no de la buena. Poco tiempo después le dio la razón, del suelo empezaron a salir no muertos con no muy buenas intenciones. Vio que sus dos compañeros optaban por luchar contra aquellos indeseables -Vamos pues, a mandarlos a descansar de verdad- dijo mientras se remangaba un poco, lista para usar su magia.

Tras el último ataque de Crysta, cuya llamarada incineró al zombie que estaba más cercano, la amenaza quedó disuelta... o al menos eso parecía.

Creíais que habíais acabado con la horda de zombies, pero no dejaban de surgir más y más como si no existiese un final. Decidisteis escapar ahora que teníais más margen de tiempo ya que aún estaba emergiendo la nueva oleada del suelo.

De repente, visteis que si queríais avanzar por el pasillo tendríais que sortear un obstáculo bastante molesto, se trataba de un par de pilares que se habían caído destrozando parte de la sala y haciendo que se generase ¿de manera fortuita? un muro de varios metros que había que trepar para continuar, por suerte el haber eliminado a la primera oleada os dio unos segundos extra que os permitiría solventar dicho contratiempo sin demasiadas presiones.

Durante unos segundos sentiste un fuerte dolor de cabeza que te hizo hincar la rodilla; esa extraña sensación fue acompañada de una voz que parecía susurrarte...

Tienes un hambre atroz, te ves capaz de alimentarte de los cuerpos inertes de tus enemigos...

Por suerte hemos andado de maravilla y esa horda de Zombies no es nada en comparación con mi destreza, tanto como la de Alexandra, más el gran poder de Crysta. Esto me roba una sonrisa, es que claro, me siento confiado y ese ego propio de los Belmont sale a manifestarse en cada gesto de mi rostro. Es suficiencia pura, pero también soy precavido y sé que como me siga confiando demasiado, esto no termina bien. 

- Puessss, toca mover chicas. - digo indicando el muro. - Subiré último, las damas primero y espero que no se preocupen por lo que pueda ver desde abajo. Je. - comento para quitarle hierro al asunto, sonriendo de lado. - Venga, que nuestros amigos se reproducen y no tengo ganas de sacar el látigo de nuevo. Hala, muevan. 

Insto a mis compañeras para que comiencen a subir, prefiero que lo hagan primero por si alguna se tropieza o algo, estoy aquí para sujetarlas y en todo caso apañarme con los nuevos amigos que tengo en el hall del castillo. 

-¡¡Puegh!!- dijo al percibir el olor a quemado que dejo el zombie.

Niega con la cabeza, este hombre.... piensa tras su "broma". Sale corriendo hacia el muro -¡¡Vamos Alexandra!!- le dijo a la mujer, tenia buena forma física, pero igual necesitaba ayuda para subir y seguro que Belmont se las arreglaba solo -pasado el muro no podrán seguirnos- comenzó a escalar, afianzando los pies en los posibles huecos y las manos.

Mientras Trevor se encargaba de mantener a raya a los no-muertos con una notable destreza, yo apunté a uno de los que estaba más cerca. La flecha silbó en el aire antes de clavarse en su pecho; sin embargo, pese al certero impacto, no se detuvo. Mis ojos se abrieron de par en par e, incapaz de reaccionar, no vi que estaba ya delante de mí. Rápidamente introduje una nueva flecha en el arco y al levantarlo, sentí una dentellada en mi brazo, lo cual hizo que moviera el arma hacia arriba, fruto del sobresalto y el dolor, y soltara la cuerda provocando que el disparo atravesara al zombie desde el mentón hasta la cabeza. 

Me llevé una mano al brazo, tapando la herida, de la cual emanaba la sangre sin parar. Arranqué con gesto de cansancio un trozo de la manga de mi túnica y apreté los dientes al cubrir la herida con la tela. Crysta se había encargado con su magia del restante, pero seguían surgiendo más y más del suelo. Teníamos que marcharnos de allí cuanto antes. Ahora nos tocaba sortear un nuevo obstáculo en forma de muro. 

-Dejad las bromas para más tarde -le digo a Trevor empujándolo levemente con un toque en el pecho y una mirada de reproche-. Avancemos, no hay tiempo que perder.

Y justo cuando voy a empezar a escalar, un fuerte dolor de cabeza me hace flaquear y caigo de rodillas, asiéndome las sienes. ¿Me ha parecido escuchar una voz o ha sido mi imaginación? Me levanto con la mayor celeridad posible, un tanto mareada, mientras trato de subir por ese improvisado muro que han formado las columnas.
 

Una vez superado el obstáculo pudisteis continuar por los pasillos del castillo.

Todo parecía ir más lento cuanto se sabía que las amenazas estaban a la vuelta de cada esquina.

Había pasado un buen tramo de tiempo en el cual los alrededores parecían extremadamente tranquilos, aquello os hizo sentiros inseguros ya que un lugar como aquel no puede proporcionar paz.

Según avanzabais vuestros sentidos se agudizaban buscando cualquier detalle que no encajase…

- Lo logramos, a ver que sigue. - digo preocupado. - No te enojes. Pero vale, como digas Milady. 

No me fío un pelo del lugar, ya nos tiene en vilo desde el minuto uno, así que reviso el entorno mientras busco diferentes vías o caminos. 

No había más que seguir adelante y sin duda debían estar alerta, ya habían tenido dos muestras de lo que les deparaba aquel castillo y nada era muy amigable, aunque no esperaba menos, después de todo era el castillo de Drácula, no esperaba que los recibiesen con flores y fiesta.

Alexandra estaba demostrando mucho valor y mucha fuerza de voluntad, sin duda el amor por su esposo era algo muy arraigado en ella y sin duda lo amaba con todo su ser, y era algo que últimamente no se veía mucho, eran tiempos difíciles, en cuanto a Belmont, sus destinos estaban quisieran o no unidos desde hacia muuucho tiempo, sus familias hacia mucho que eran las responsables de destruir aquellos fenómenos, aunque por su parte aun a Belmont le tocaba demostrar mucho.

Conseguimos escalar sin demasiados problemas ese improvisado muro y continuar con nuestra particular exploración. No me gusta el silencio que rodea todo este lugar. Tampoco me gusta que no hayamos encontrado ninguna pista que nos conduzca a nuestro destino; en mi caso, a mi querido Alphonse. El brazo me duele, el trozo de tela que he empleado para cubrir la mordedura se ha adherido y está cubierto de sangre. Pero no tengo ni el material adecuado ni tiempo que perder. No soy una gran guerrera ni puedo conjurar hechizos, pero sabe Dios que hasta mi último aliento seguiré luchando y avanzando. 

Abro bien los ojos y mantengo mis sentidos despiertos, por si se nos escapa algún detalle imperceptible a simple vista. Nunca se sabe si puede haber pasadizos ocultos...
 

Tanto Alexandra como Crysta, en un atisbo de lucidez, se percataron que uno de los espejos que decoraba el pasillo no mostraba reflejo alguno ¿Cómo era aquello posible?

Una rápida investigación hizo pensar que aquel objeto no era lo que realmente parecía. El cristal que debía componer el espejo era realmente de un material líquido… pero lo más curioso sucedió cuando os acercabais más y más al espejo, ya que el reflejo inexistente se convirtió en la imagen de una capilla, una capilla como la de una iglesia tan real que parecía que se podía tocar… e incluso acceder a través del cristal.

Ya mirando el entorno no descubro lo que hay, siento que veo espejos normales y posiblemente no lo sea así porque estamos en el Castillo de Drácula, lugar lleno de trampas. Así que haciéndome a un lado, esperando a que las chicas revisen lo que yo ciego como topo no puedo ver, espero a que ellas decidan. 

- ¿Por dónde seguimos? Yo cambiaría el rumbo... Seguir avanzando. - digo un tanto distendido. - No se fíen de nada, aquí todo es un peligro. Intenten no tocar nada, aunque claro... eso puede ser difícil cuando hablamos con el rey de la ilusión. 

"¿Y este espejo tan extraño?" -pienso acercándome unos pasos para observarlo más de cerca con curiosidad. Rozo con los dedos su contorno y para mi sorpresa, la sensación es la misma que tocar una sustancia acuosa. No, definitivamente no era un espejo común, sino más bien un objeto que albergaba una imagen ilusoria detrás. ¿Sería eso tal vez? No estoy versada y educada en la magia, pero comprendo algunas cosas de libros que he podido ojear a lo largo de mi vida. Me giro escuchando a Trevor y asiento, puede tratarse de una ilusión óptica y en realidad no existe tal capilla. De hecho es intrigante pensar que el castillo de Drácula pueda esconder en su interior un elemento religioso como ese. Sin embargo, quizá haya algo interesante dentro.

-Deberíamos entrar... Una capilla es un lugar que alberga paz y luz en medio de tanta oscuridad -comento mirando con un brillo de decisión en los ojos a mis compañeros de viaje. 
 

Una vez superado el muro sin mucha dificultad, siguieron hacia delante. Un pasillo repleto de espejos, no era nada raro, los "ricos" podían ser muy presumidos, les gustaba verse por todos lados, pero ese espejo.... -este espejo no tiene reflejo- toco, como acariciando, el labrado de alrededor del espejo, luego miro la imagen que este le mostraba... -vamos- susurro y puso una mano sobre la superficie de este, y empujo suavemente para introducirse, si es que se podía.