Partida Rol por web

Abrir el gran portón que daba entrada al castillo fue más sencillo de lo que os podías haber temido. Era como si aquella puerta os invitase a pasar para que conocierais de primera mano los horrores que puede haber en su interior ¿pero podría ser peor que lo ya visto en los jardines?

Caminasteis por el pulido suelo que denotaba un excelente cuidado de la estancia; sin embargo la sensación de que todo aquello era mágico y siniestro seguía poniendo la piel de gallina.

Comenzasteis a moveros de manera muy sigilosa por aquel lugar, sin embargo aquella sensación de que estabais siendo observados seguía presente a pesar de que no había nada a vuestro alrededor. El hall era enorme y desencadenaba en un largo pasillo perfectamente iluminado; no había muchas alternativas por donde elegir ya que el camino era unidireccional, o seguíais adelante por los lujosos pasillos o dabais marcha atrás por la puerta.

De repente comenzasteis a notar un temblor bajo vuestros pies, pensasteis que se trataba de un pequeño seísmo pero la combinación de varios sonidos guturales hizo que miraseis en dirección hacia atrás.

En cuestión de segundos visteis a más de una veintena de no-muertos que estaban surgiendo del suelo, rompiéndolo tras su paso. Todos ellos parecían muy violentos y con la suprema necesidad de atraparos, sus brazos siempre estaban extendidos.

Al observar el interior del castillo, Ecris se sintió sobrecogida. No podía evitar sentir un escalofrío en su nuca, y por mucho que avanzasen, esa sensación la seguía teniendo ahí. Todo era tan lujoso y siniestro a la vez... Impresionaba la riqueza del mobiliario y los tejidos que adornaban la estancia. Al sentir el temblor y escuchar los sonidos que lo acompañaban, se dio la vuelta temiéndose lo peor. Miró a su espalda y su respiración se aceleró. Negó y se preparó para enfrentar a lo que venía.

<<Libera a la bestia... Libera a la bestia... Libera a la bestia>> Esa escalofriante voz sucumbía mi mente de manera reiterativa. De un momento para otro me sentía un poco decaído, por lo que me aferré a las paredes del pasillo, dí un largo y profundo respiro, y seguí adelante de manera sigilosa junto a mis compañeros. Sentí como mis piernas se sacudían de lado a lado y como mi cuerpo empezaba a tiritar producto de un gran sismo que ocurría bajo nuestros pies. Giré sobre mi propio eje desconcentrado y noté como una gigantesca masa de muertos vivos se abalanzaba con sus brazos abiertos hacía nosotros. <<Es hora de liberarla, libérala>> Toqué las paredes del pasillo para dejarme caer de rodillas, incliné mi cabeza y miré a los cientos de muertos vivos que venían a por nosotros. 

Apretaba los dientes y entonces llevé mi mano izquierda a mi cinto, rebuscando entre mis pertenencias antes de preparar la cruz e igualmente con la mano diestra desenvolvía el látigo, frunciendo el ceño y apretando los dientes.

-¡Mantengamos la distancia!-

Dicho aquello un fuerte agarre se hizo en el mango del látigo y me preparé para el enfrentamiento. Sabía que esto podía ser peligroso, pero estas criaturas eran de lo más bajo según las palabras y libros de mi familia.

Como siempre, antes de lanzar un hechizo, Ecris sentía como el mundo a su alrededor se ralentizaba. Movió, lo que a ella le parecía, lentamente las manos y murmuró las palabras que servían para concentrarse en el hechizo que quería lanzar. En ese momento, todo se aceleró de nuevo y gritó a la vez que el encantamiento se materializaba

Entonces agarrando con fuerza el látigo de mi familia lo hice chasquear un momento antes de lanzar una ondanada de golpes, dejando que el látigo chasqueara contra la carne putrefacta de aquellas fétidas criaturas que se acercaban a ambos. Fruncía el ceño, pues podía ver que esas criaturas eran lo más bajo de entre lo bajo, pero aun así esperaba que, por su número, no nos rodearan.

Sentí como mis extremidades superiores se iban ampliando, los huesos de mis dedos se fueron alargando y deformando hasta convertirse en afiladas garras. Solté un fuerte grito y me lancé hacía los enemigos con una sensación de cólera y vesania. Empecé a desmembrar a cada muerto vivo que se encontraba en mi camino, pareciendo que una sensación de crueldad invadía mi mente. No hacía falta ni pensar en la batalla, el filo de las garras se ocupaba por si sólo de masacrar cada extremidad, hueso o rastro de putrefacción que se disponía al combate. Crucé todo el pasillo, para luego girarme un poco agotado y más calmado. Miré como los restos yacían en el suelo, para luego mirar a mis compañeros. Las garras se fueron desvaneciendo poco a poco hasta que mis manos volvieron a la normalidad. -No sé que mierda acaba de pasar...- Les dije entre jadeos.

Dos haces de luz azul salieron de sus manos hacia la horda de esqueletos que avanzaba hacia ellos. A los que llegaba a golpear poco a poco se iban congelando, haciendo que sus huesos fuesen más quebradizos, facilitando así a sus compañeros que pudiesen acabar con ellos. 

Mientras estaba concentrada algo hizo que se sobresaltase - Qué demonios..... - trató de volver a concentrarse, pero era difícil con esa visión delante suya. ¿Qué era eso? - miró a su alrededor - ¿Era Edward?.

Cuando todo terminó, se alejó instintivamente de él, mirándole un tanto desconfiada. ¿Cómo que no sabes qué acaba de pasar?¿Te transformas en.... en...qué demonios era eso?

Varios chasquidos del látigo llenaron la sala conforme resonaban contra la pútrida carne de los no-muertos conforme se ponían al alcance. El tronar del propio cuero sobre la carne desnuda y el hueso nacido de la oscura magia hizo que varios de esos no muertos experimentaran una "desintegración" de sus cuerpos, quedando solo la ceniza tras sus cuerpos, llevados por el constante pisar de la horda la cual fue reducida cuando sucedió todo aquel enfrentamiento. Entonces me quedé mirando fijamente a Edward, abriendo los ojos sorprendido y boquiabierto. De no haber sido por la pañoleta, se habría visto mi quizá cómico pero extrañado gesto.

-¡¿Sois Licántropo a caso, Edward?!-

De un rápido movimiento enredaba de nuevo el látigo sobre si mismo, aunque sin guardarlo por distintos motivos, entre ello la extraña transformación del compañero y la estancia dentro del castillo de Dracula.

Creíais que habíais acabado con la horda de zombies, pero no dejaban de surgir más y más como si no existiese un final. Decidisteis escapar ahora que teníais más margen de tiempo ya que aún estaba emergiendo la nueva oleada del suelo.

De repente, visteis que si queríais avanzar por el pasillo tendríais que sortear un obstáculo bastante molesto, se trataba de un par de pilares que se habían caído destrozando parte de la sala y haciendo que se generase ¿de manera fortuita? un muro de varios metros que había que trepar para continuar, por suerte el haber eliminado a la primera oleada os dio unos segundos extra que os permitiría solventar dicho contratiempo sin demasiadas presiones.

Tienes un hambre atroz, te ves capaz de alimentarte de los cuerpos inertes de tus enemigos...

Al observar que, aunque habíamos eliminado a la mayoría de los seres que nos rodeaban, no dejaban de aparecer más Ecris avanzó por el pasillo, mirando de reojo de vez en cuando a Edward, claramente desconfiada. 

- No me lo puedo creer.... - murmuró al ver el "muro" que se había creado frente a ellos. Nunca le había incomodado especialmente escalar, aunque en la situación en la que se encontraba ahora, que no sabía si podía confiar en uno de sus compañeros, que no sabía lo que encontraría arriba... y que, por supuesto, no podía quedarse atrás, hizo que se enfadase consigo misma, así que comenzó a encaramarse al muro la primera, y, aunque claramente escalar no era lo suyo, poco a poco consiguió ir ascendiendo.

Una vez superado el obstáculo el grupo pudo continuar por los pasillos del Castillo.

Los sucesos transcurrían más lentamente cuanto se sabía que las amenazas estaban a la vuelta de cada esquina.

Había pasado un buen periodo de tiempo en el cual todo parecía extremadamente tranquilo, aquello os hizo sentiros inseguros ya que un lugar como aquel no puede proporcionar paz.

Según avanzabais vuestros sentidos se agudizaban buscando cualquier detalle que no encajase…

Cada vez más nerviosa y seria, Ecris miraba a su alrededor. Todo la ponía nerviosa, el mínimo crujir de la madera, los cuadros que mantenían la mirada fija en ella... Sabía que era su deber, pero estaba tan nerviosa que deseaba fervientemente estar en otro lugar. Aunque desde pequeña había deseado usar su don para, como decían de broma cuando eran pequeños, "hacer el bien", hacer el bien no era tan fácil como habría esperado. 

El silencio de sus compañeros no lo hacía más fácil, aunque podía entenderlo. La situación no era cómoda para nadie....

El grupo continuó su camino por los pasillos del Hall, subiendo varias escaleras e ignorando rutas que parecían no llevar a ningún sitio.

Fue entonces cuando encontraron una doble puerta bien ornamentada, era muy probable que allí dentro estuviese una sala lo suficientemente interesante como para encontrar nueva información sobre vuestro objetivo.

Ahora tan solo quedaba girar el pomo….