Al tratar de llamar con el teléfono este hace un pitido demasiado agudo que incluso te daña el oído.
Apartó el móvil de la oreja con desagrado y sorpresa.
-¿Pero qué...?
Totalmente incomunicados y sin saber qué pasaba. La puerta bloqueada no podía ser una casualidad. Volvió a la ventana para abrirla.
¿Encerrado por completo e incomunicado? ¿Cómo coño habían bloqueado la ventana sin que él se diera cuenta? Empezó a preocuparse. Una cosa era una emergencia. Otra no tener información. Otra muy diferente era estar incomunicado y encerrado.
Era normal pedirle a los vecinos que se quedaran en sus casas en casos de emergencia. Lo que se salía de los protocolos era encerrarlos totalmente contra su voluntad y sin conocimiento. Se sintió atrapado como una rata.
Fue corriendo a la puerta de nuevo, dispuesto a desatornillar el pomo y salir de allí. Y si no era posible, tendría que romperla.