Te duelen los ojos, notas el sabor acre de la sangre en tu boca y el duro asfalto en tu espalda.
Solo ves una silueta negra y una luz intensa que te enfoca directa a los ojos, y de fondo, como una gran banda sonora, las sirenas de un coche de policia.
Extrañado, confuso, comienzo a incorporarme, si puedo, mientras toso ligeramente. Antes habia estado librando una última batalla contra todo, contra todos, inmerso en una especie de frenesí violento impropio de una persona tranquila como había sido toda mi vida. Ahora solo notaba un punzante dolor en la cabeza y unas luces de policía. Alzo la mano lentamente, moviéndola a un lado y a otro, esperando que alguien viniese, que alguien me explicase que pasaba allí. Recordaba un grito, una carrera, y a los demás. Recordaba sobretodo el disparo, y esa Voz, pero todo se mezclaba en un cúmulo de sensaciones a las que no pretendía echar cuenta. No sabía si estaba a salvo, tampoco podía hacer nada por ello. Entrecerré los ojos de nuevo, mientras murmuraba unas palabras con los rastros de consciencia que me quedaban...A...agua...
Retiro la linterna de los ojos del chico y me dirijo a mi compañero
¡Hey, este está vivo y parece que no tiene fracturas! ¡Traed la camilla rápido!
A continuación notas como una camilla de doble cierre se situa debajo tuyo y te levantan en vilo, luego, te meten en un vehiculo mientras no dejan de hablarte.
¿me oyes muchacho?
¿como te llamas?
Hablame chico, vamos, no vamos a perderte a ti también, vamos vamos vamos...
Mientras apresuradamente le coloco una via intravenosa y una bolsa de suero.
Intento decir mi nombre, algo aletargado. He sentido como me metían en una camilla, como comienzan a tratar mis heridas, aunque ahora mismo una gran confusión en mí interior se debatía en mi cabeza. Da-Daniel Smith....el incidente....Iara....fuego y voces metálicas...ataño a decir, mirando a ambos lados con los ojos entrecerrados.
Tranquilo chico, estás en shock... pero no te preocupes, estás en buenas manos... no creo que podamos decir lo mismo de tu coche por eso.
Lo miro con cierta cara de lastima.
Venga, cuentame como pasó ¿te dormiste al volante?
¿Volante? Miro ligeramente a quién me ha comentado eso. Deseo contarle todo, deseo que me crea, pero en el fondo de mi mente lo comprendo: de alguna manera, todo lo que había vivido no se sabría jamás. Que casi estuve a punto de morir, que sufrí junto a mis compañeros las torturas de un grupo de desconocidos, de ser parte de su juego, no lo vislumbraría jamás más que en las pesadillas que me atenazarían desde ese día. Tragué saliva con dificultad. Todo había cambiado, pero solo yo lo sabría.
Niego con la cabeza. Eh...sí, claro, me despisté. Contesto secamente. ¿Dónde estaba?¿Hacia dónde iría ahora?¿Podría volver a la universidad como si nada?¿Dónde estarían Iara, Jack, Luis...? No tenía respuestas para todo, no tenía respuestas para nada. Me...me quedé domido, sí. Estaba cansado. ¿Dónde estamos? Cre--creo que he perdido la memoria. Comento con tono lastimero.
Estamos en Boston, Massachusets.
Digo maquinalmente, como si lo hubiera hecho miles de veces antes.
Conducias tu coche por la interestatal y chocaste frontalmente contra el guardarrailes de la incorporación. No viajaba nadie contigo y has tenido suerte de salir por el parabrisas o ahora mismo habrias muerto quemado.
Sigo en el mismo tono maquinal.
Pero no te preocupes, parece que no tienes traumatismos graves y pronto podrás irte a casa.
Añado en un tono de voz más conciliador.
Después de un par de días en el hospital, el médico te da el alta y vuelves a estar en tu habitación de tu residencia universitaria, parado delante de la puerta, mirandola con ojos nuevos y con las llaves en la mano.
Abro la puerta lentamente. Una nueva vida. Tras un par de días en el hospital, había comprendido todo lo que sucedió en esos días, horas o lo que fuese que pasó allí dentro. Había terminado de reorganizar mis recuerdos, mis sensaciones; sabía que no me abandonarían jamás, sabía que nadie me creería nunca. Lo peor era no tener consciencia de qué le había pasado a mis compañeros. Ellos me salvaron la vida con el asunto de la bomba, y si no hubiese sido por ellos, yo ahora mismo no estaría aquí. Aprendí que la vida merecía la pena mucho más de lo que yo pensaba: me alegraba de estar vivo, y el sacrificio de imnumerables noches sin dormir no era suficiente para la cantidad de mañanas que vería nacer. O eso esperaba, pues quería pensar que aquella voz, aquellos individuos, se olvidarían de los desechos una vez satisfecho sus necesidades.
Sí, una nueva vida. Inserté las llaves con un suspiro.
Al abrir la puerta, notas que choca con algo que hay en el suelo y el corazón te da un vuelco. Pero los segundos pasan y nada explota ni nadie sale de detras de la puerta para matarte.
Al abrir la puerta, has empujado un maletin de cuero negro, situado en el suelo y con un sobre encima donde simplemente pone SMITH impreso mecanicamente.
Temblando ligeramente, lo observo durante unos instantes, que se hacen eternos. El simple hecho de encontrarlo despierta todas mis sospechas, pero poco a poco voy cobrando la calma, cierro la puerta, y lo cojo para llevarlo al salón. Allí, una vez en la mesa, me dispongo a abrirlo con lentitud, mientras el corazón golpea mi pecho y aisla cualquier otro sonido. Deseaba saber que había dentro.
Al abrir el maletin una sorpresa mayuscula te golpea: El interior está relleno de billetes de cien dolares, cuidadosamente colocados en su interior y la cabeza te da vueltas de pensar en la cantidad que puede haber ahi dentro.
No entiendes nada, pero algo te dice que el sobre que estaba encima del maletin es la explicación.
Sudando, incrédulo, cojo el sobre que había dejado a un lado y lo abro con rapidez, con ansia, buscando una respuesta que dé sentido a lo que tengo delante mía. ¿Cuántos dinero habría?
Al sacar el papel del sobre, este empieza a oscurecerse por los extremos y arrugarse a medida que vas leyendo
Cita:
Ha sobrevivido usted y ha hecho ganar mucho dinero a gente a la cual le importa un comino si vive o muere, pero lo que hay en el maletin, cada uno de los cinco millones de dólares, es suyo para hacer lo que le plazca, es la parte que le corresponde de las apuestas.
Esta nota no sobrevivirá a su lectura, y no tendrá usted otra prueba de lo que pasó, nadie le creerá y menos después de su "grave accidente de coche".
Le dejamos por seguro, eso si, que no podra ser escogido para otra carrera en la isla, no intente buscarla en los mapas, no la encontrará.
Que tenga usted un buen día
Y el papel se arruga y ennegrece, un simple proceso de quemadura química que no deja más rastro que unas cenizas.
Fin de la aventura, señor Smith, felicidades por haber sobrevivido ;-).
Ahora esperaremos que acabe la señorita Von Mermaid y cerraré la aventura y la pondre en público ¡buen trabajo!
Agg menos mal que sobreviví (suspira fuerte) Pues ahora dejaré mi comentario en el Off topic.