Partida Rol por web

Animado al ver la eficacia de los orcos Hardem y Cecil impactaron al unisono consiguiendo penetrar las defensas de la gran Calabaza pero sin hacer demasiado daño. Aún así todo valía para contribuir en la caída del pastor de calabazas.

- Seguid así chicos, nuestro destino depende de nuestro éxito aquí. les animó. Sus pensamientos se escapaban hacia la explosión y en saber que les había ocurrido a sus compañeros pero al igual que el debía confiar en ellos, ellos también confiaban en él. Por lo que siguió golpeando a diestro y siniestro junto a los orcos y la driada. La tarea era dura y larga pero no podían hacer otra cosa más que destrozar la calabaza.

Continuábais talando la gran calabaza hasta que notaste algo a tu alrededor. Primero fue un leve dolor en las sienes, luego la vista se te nubló y, finalmente, viste que lo veías todo en blanco y negro. Cecil corría hacia ti pero no fue lo suficientemente rápido. La dríade, en cambio, saltó y te abrazó, siendo absorbida ella también.

-Qué mala suerte. Gastar mi último pergamino para atraparte solo a vosotros dos. En fin, será un placer mataros.

El ataque a la calabaza iba mejor de lo esperado, las hachas de los orcos penetraban con facilidad la piel de esta. Pero no todo podía ir bien. La cabeza comenzó a dolerle a Hardem para después acabar nublandosele la vista. Algo extraño estaba pasando. De repente la driade se echó encima de él, Cecil corría sin pausa Pero no llego a tiempo. Hardem y la driada habían pasado a otro plano de existencia.

Llegáis exhaustos pero con la firme determinación de ayudar a Hardem a acabar con el Pastor. Pero para vuestra sorpresa Hardem no está, tan solo su enorme mascota y los guerreros orcos, que se encuentran subidos a la Gran Calabaza, reventada a base de golpes. Parece que no ha sido necesario reventar todas las raíces.

-¡Vencimos! -dice uno de los orcos.

El campo está inundado con savia y podéis apreciar como hay tres calabazas inertes, que han sido tratadas con gran violencia. Os dais cuenta que aquí ha habido un gran combate. Tume, que lleva a Boff a la espalda, pregunta:

-¿Dónde está el mago? ¿Dónde está Hardem? -El joven hechicero jamás se separaría de su mascota Cecil.

Los orcos borraron la sonrisa de su rostro y uno de ellos contestó:

-El Pastor se lo llevó al Plano de las Sombras junto a la dríade. Todo ser vivo que entra allí no vuelve de la misma manera.

-Una pena. Era un buen líder. -contestó otro. 

¿El Plano de las Sombras? ¿Era posible? Sabían que Astaroth les había atacado una vez desde allí y que usaba puertas dimensionales para moverse por el mundo pero nadie esperaba que secuestraría a uno de los aventureros. Cecil estaba completamente destrozada: tenía cortes y sangre por todos lados y gimoteaba, gimoteaba desconsoladamente. Pese a ello, no lo hacía por dolor. Si las comadrejas tenían sentimientos, aquella estaba llorando desconsoladamente por la pérdida de su amigo.

Al llegar al campo de calabazas insto a Tume a tumbar de nuevo a Boff e intento de nuevo sanarle para que recupere la consciencia. Venga tranquilízate, lo has hecho varias veces.

- Tume ayúdame con esto, estoy un poco nervioso y me fallan las manos.

Parecía que de nuevo las gasas escapaban de mis manos, pero Tume fue rápido y me ayudo rapidamente a anudar correctamente todas las vendas y así sanar a Boff.

Boff tose y parece recuperar la consciencia. Ni rastro de Hardem y la dríade, ni de Therk, Inovaz ni del el elfo del bosque.

Estaba dolorido y magullado, y posiblemente nunca más podría seguir su sueño de convertirse algún día en un pícaro famoso, cuyo nombre fuera temido incluso más allá de las fronteras del continente. Pero al menos estaba vivo. Había ayudado a acabar con la amenaza que pretendía aniquilar su aldea y a todo ser viviente en sus cercanías. O cuando menos habían conseguido completar su parte de la misión y se encontraban en Laderafría y esto era más de lo que de momento se podía decir de Inovaz, Therk y Hardem.

Se encontraba pensando en sus compañeros de aventura y deseando que se encontrarán bien y volviera a verlos pronto, cuando la voz de Durdem le devolvió a la realidad. Boff. Por un momento se había olvidado de él. Su amigo necesitaba ayuda y el explorador le pidió que se acercará y le asistiera mientras hacía uso de sus conocimientos de sanación.

Sintiendo un terrible dolor en la espalda que le trajo recuerdos recientes del terrible latigazo de la calabaza, Tume se puso en marcha y, con lágrimas en los ojos por el martirio por el que estaba pasando, ayudó a Durdem en su tarea. Y este tuvo éxito. Con una repentina tos, Boff volvió a dar señales de vida. Aún estaba entre ellos y el elfo lanzó una mirada de gratitud al mediano explorador por haberle salvado.

Con un tosido Boff vuelve a tener conciencia, que para él es como volver a la vida.

No podia creer que habian logrado salvarle, su rostro mostró una gratitud, que se le llenaban los ojos de lagrimas pero logró contenerlas.

-Ganamos? pregunta viendo a la cara a sus compañeros con la esperanza de obtener una respuesta positiva.

-Nuestro druida aún no ha vuelto, hay fuego en dos edificios del pueblo y el hechicero ha desaparecido. No sabemos nada del orco ni de la mujer guerrera que le acompañaba ni tampoco del druida elfo. Si esto lo consideras una victoria... -respondió uno de los orcos con un marcado acento.