Partida Rol por web

El oso lanza un zarpazo rompiendo huesos, músculos y tendones. La sangre salta por todos lados y el color rojo salpica la hierba gris. El animal, en el momento que cae el mago, se lanza a acabar con él pero en ese instante se desvanece.

Has perdido el sentido y tienes el pecho abierto. El animal ha roto costillas y esternón. Tu situación es muy grave. Aunque tu no te das cuenta, Astaroth se pone junto a ti, te toca el pulso y vuelve a reír.

-¿Aún no estás muerto? De todos modos no tardarás mucho.

Se sienta a tu lado sin hacer nada, solo sonríe.

-Sabes, voy a quedarme aquí viendo como te desangras. Luego, robaré otro pergamino de Puerta Dimensional y volveré para acabar lo que comencé. Me has dado duro, me has quemado una oreja y lastimado mis huesos. Casi me has pegado tan duro como lo hicieron en el pasado los archimagos de Cormyr. 

Todo se habían nublado, una salpicadura roja le había llegado a su cara. El oso había acabado con él. No había conseguido derrotar al mago. Maldita fuera la hora. Sus pensamientos se desvanecían mientras la sangre le salía a borbotones por la boca.

Sentía a Astaroth al lado suyo, pero allí estaba indefenso, no podía hacer nada más que esperar su profunda muerte. Varias lágrimas empañaron sus ojos.

Astaroth reía y reía. Sabía que Hardem tenía algo de consciencia de lo que pasaba a su alrededor, por lo que aprovechaba para continuar jactándose y carcajeándose del mago.

-Tus padres... tus padres serán los primeros que usaré para alimentar a la Gran Calabaza. Pero primero comenzaré por tus amigos. Esa sabandija élfica, el mediano, el orco... todos. Y mi padre... sí, se que has estado hablando con mi padre. A ese lo ensartaré con mi hoz y lo transformaré en un bonito sauce llorón. 

Miró a la dríade.

-Es una criatura muy bella, ¿sabes? La has traído aquí y ha muerto. No puedes sacar a una dríade del bosque. Pierde su vínculo. Pero tu que vas a saber si eres un vulgar niño que hace trucos. Espero que cuando te conviertas en sombra, que es lo que vas a ser al morir en este Plano, seas de más utilidad que en vida.

Apenas llegaba a entender lo que Astaroth le decía, la agonía del dolor era muy elevada y sólo entendía las maldades que iba a realizar en cuanto pudiera volver. Sin embargo, no podía ni alzar el brazo, el brazo con una daga fría que aún sostenía. Lo había dado todo y sin embargo el esfuerzo de poco había sido recompensado. Quizá hubieran ganado la batalla pero mientras Astaroth siguiera vivo la guerra aún no había terminado.

Respirando con dificultad, expulsando sangre cada vez que tosía, Hardem se encontraba en sus momentos finales. La familia, sus amigos, todo le pasaba rápido delante de sus ojos. Una sensación de impotencia le bullía la sangre pero no podía hacer nada, se estaba muriendo y Astaroth, aquél que había amenazado a toda la gente que más quería, aquél que le había arrastrado en ese lugar tan cercano pero a la vez tan lejano, no paraba de reírse.

De pronto, paró. Como pudiste abriste los ojos y te viste rodeado de oscuras formas. Sombras, diferentes a la que os había visitado en el Refugio del Montañero. No sabías quienes eran pero no te atacaron. "Quizás eran los heraldos de la Muerte, que vienen a buscarme". 

Cerraste los ojos y te dejaste ir. El dolor apenas se notaba, tu cerebro ya no recibía estímulos, tus pulmones ya respiraban de forma irregular. "Llegó la hora".

EPÍLOGO:

-¡¿Dónde estoy?! -gritas. Te tocas el pecho y ves que no llevas nada más que unos pantalones, con una gran cicatriz en el medio. Una figura oscura, de piel azabache y ojos blancos y brillantes se te acerca.

-Fuiste muy valiente plantándole cara solo al Pastor de Calabazas. Estás en Groomwrought, la Ciudad Sombría. Te encontramos al borde de la muerte en un campo a varias leguas de aquí.

-Pero... pero... ¿y el Pastor?

-Gracias a que lo mantuviste a ralla, nuestros sabuesos sombríos rastrearon su olor y todo el personal de la prisión salió en su búsqueda. No lo hemos atrapado y sigue vagando por este Plano pero no te preocupes. Nos hemos puesto en contacto con el Plano Material y nos encargaremos personalmente que no vuelva a cruzar una Puerta Dimensional. Se escapó de nuestra prisión y eso es algo que no toleramos. Nosotros los shadovars reconocemos los errores y los enmendamos. 

El shadovar te explicó el trato al que llegó Groomwrought con el Círculo de Druidas y los Archimagos de Cormyr. Astaroth el Viejo no quería que matasen a su hijo por lo que decidió encerrarle para toda la eternidad en la Ciudad Sombría, en otro Plano de existencia. Ahora Astaroth, aunque débil por el combate y por el ritual fallido, vagaba por el Plano de las Sombras buscando nuevos aliados para volver al Bosque Frío y llevar a cabo su venganza. 

Aquello podía durarle semanas, años o décadas, pero tenías seguro que volvería y que descargaría contra ti toda su furia tal y como la descargó contra la dríade. "Pero al menos podré descansar un tiempo y formarme como hechicero"

-¿Cuando volveré a mi Plano?

El shadovar esbozó una sonrisa. Entonces se dirigió a uno de sus ayudantes en una lengua que desconocías. Se volvió hacia ti.

-Lamentablemente no es tan fácil como crear una Puerta Dimensional y volver. Has estado al borde de la muerte y te han curado. En el Plano de las Sombras eso se paga. Alguien ha pagado tu completa recuperación, la habitación que ocupas y los servicios que recibes. Ignoro quién eres o de quién eres hijo pero has tenido suerte, por regla general dejamos morir a los extraplanares que llegan moribundos a nuestro hogar. No nos incumben los asuntos de fuera del Plano a menos que haya un negocio de por medio o haya un peligro para ambas realidades.

Una criatura azulada y altísima, de más de dos metros y medio de altura entró en la sala. Parecía levitar. Era lo más raro que habías visto jamás, y eso que llevabas tres días enfrentándote a calabazas animadas.

-Hola Hardem -dijo la figura azulada.

La luz se veía al fondo del túnel, momento en el que sus pensamientos fueron directos a sus familiares y amigos, a Cecil y a la dríade. Habían fallado en su misión final, el camino acababa aquí. Los ojos se fueron cerrando para no volver a abrirse.

La risa que oía de fondo se paró en seco. Hizo un último esfuerzo y volvió a abrir los ojos. Sombras, sombras y más Sombras se arremolinaban ante él. Habían venido a buscarlo. Volvió a cerrar los ojos y se dejo llevar. Estaba moribundo y no podía más. "Llegó la hora" es lo último que escuchó.

Despertó de golpe, apurado no podía ser. Iba a morir, ¿Cómo estaba aún vivo? La cicatriz donde el oso le había desgarrado estaba cerrada, no podía ser. Una sombra se volvió hacía él y comenzaron a conversar. Por desgracia no habían dado aún con el Pastor.

- Él... él estaba gravemente herido, no ha podido ir lejos. le dijo. Shadovar se había llamado a su colectivo, no los conocía pero imaginaba que eran las criaturas de Groomwrought. Nueva información sobre como encarcelaron a Astaroth le llegó de aquel ser. - No puede volver. le dijo con una lágrima en los ojos, aún sintiendo la amenaza que le hizo antes de caer inconsciente.

Por fin hizo la pregunta que se le revolvía en el estómago. Cómo volver y la sonrisa del Shadovar le creo un escalofrío. Su cara se volvió en asombro al saber que todo estaba pagado. ¿Quién estaba cuidando de él? ¿Y como no podían devolverle a su plano cuando Astaroth había ido y venido a sus anchas? Aquellas preguntas se le arremolinaron cuando una nueva criatura apareció en la habitación. Nunca había visto a nadie así. Estaba sorprendido de ver a aquella criatura.

-Ho...Hola, ¿Cómo sabes mi nombre? es lo único que se le ocurrió preguntarle a aquel extraño.

-Me llamo Amazo Tryggale y soy el fundador de la Compañía Interplanar Tryggale, la primera compañía mercante que trabaja a nivel de todos los planos de existencia. Yo soy un mercano, mi raza domina el viaje entre realidades y domina el comercio entre muchos de los planos que existen. Tengo una flota de caravanas que cubren regularmente varios planos, consiguiendo que gente de este Reino pueda comprar productos de Arborea y viceversa.

"¡¿De qué diablos me está hablando?!" pensaste. 

-Digamos que los mercanos no entendemos y, por ende, detestamos el esclavismo, por lo que preferimos contratar a nuestros trabajadores. Lamentablemente, en este plano vamos escasos de personal y los shadovar y las demás razas que aquí moran no quieren trabajar en una compañía como la mía. A los seres sombríos no les gustan según qué planos -soltó una leve sonrisita. -Cuando me enteré que encontraron a un ser humano del plano material moribundo no pude resistirme a sufragar los costes médicos para su pronta recuperación. Los humanos tenéis mucha fama de ser buenos guardianes de caravanas.

-¿Me estás pidiendo que trabaje para ti? -le preguntas.

-No. De hecho, desde que te han operado ya eres un empleado mío. Durante un año, pagarás con tu trabajo los costes de tu recuperación. Y no te preocupes, aun te sobrará dinero para vivir como un noble tras finalizar el contrato. Vamos escasos de magos en nuestras caravanas, ¿sabes?

-¿Pero, y si me niego?

La cara del ser se volvió muy seria. Daba miedo.

-Nunca hagas enfadar a un mercano. Estás en deuda conmigo, ya sabes lo que opinan los de por aquí sobre los asuntos del plano material. Si no fuese por mí, ahora tu alma se habría convertido ya en una vulgar sombra.

Sacó unas hojas de papel. En letras doradas estaba el nombre de la compañía. Ojeaste los documentos: buen sueldo, descuentos jugosos en los productos que vendía la compañía (básicamente objetos mágicos)...

-Y además tienes derecho a dos permisos de 48 horas con puerta dimensional gratuita a tu disposición.

-¿Eso significa que puedo ir cuando quiera a casa por dos días?

-Correcto. Amazo Tryggale trata bien a sus empleados siempre y cuando estos den el 100 por 100 durante sus horas de trabajo. ¿Algo más, joven mago?

Todo lo que escuchó le sorprendió de sobremanera pensaba que su linaje estaba detrás de su recuperación pero al parecer había sido condenado a la servidumbre durante una temporada. Realmente aquello no era tan malo bien pensado ya que podría estar muerto en estos momentos y mirado por el lado bueno él quería irse de aventuras y el recorrer los planos sería una aventura que nunca olvidaría y que le permitiría desarrollarse como hechicero mucho más rápido de lo que imaginaría. Le había dicho que si tenía algo más en mente y aquel era el momento en el que tendría que decir las palabras correctas.

- Acepto mi destino, Amazo Tryggale de la Compañia Interplanar Tryggale. Será un año instructivo y así lo tomaré. Realmente me entusiasma la idea de ver los diferentes planos aunque el estar alejado de mi familia y amigos pueda ser duro. Eso sí, me gustaría pedir algo antes de partir. Un hechicero como yo va acompañado siempre de un familiar. El mio es Cecil y se quedó en mi plano de existencia. ¿Podría venir con nosotros en nuestro viaje?

-El ser azulado sonrió. Sea pues. 

De un pequeño baúl sacó un largo pergamino y una pluma dorada y te las tendió.

-Firma y mañana podrás ir a buscar a tu familiar y despedirte de tus seres queridos.

Firmo sin que le temblara el pulso, su destino estaba decidido y lo había aceptado sin problema. Echaría en falta a su familia y amigos pero por lo menos Cecil estaría a su lado. Le devolvió la sonrisa al ser azulado devolviendole el pergamino firmado. 

- Un año a tu servicio Amazo. Aquí queda fijado, gracias por permitirme volver a despedirme y saber que ha sido de mis familiares y amigos. Quedaré a la espera de que me recojas para cumplir con nuestro pacto.

Aprovechó el resto del tiempo para descansar esperando con impaciencia el momento en que pudiera volver a su plano. A la mañana siguiente se junto con el ser azulado y volvieron al lugar donde le habían encontrado moribundo y se preparó para realizar el viaje a su plano de la mano de Amazo. Todo a su alrededor se volvió nublado y lo último que pudo divisar fue la sonrisa de Amazo mientras multitud de colores y un brillo intenso del sol de la mañana le deslumbraban. Había vuelto a su plano.