Partida Rol por web

Crepúsculo

Katherine

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02/10/2007, 23:15
Director

Para Katherine todo era oscuridad. No estaba dormida, pero tampoco estaba despierta completamente. Tenía los sentidos aturdidos y ninguno de ellos parecía funcionar correctamente. Unicamente podía escuchar un sonido acuoso, como si se encontrara debajo del agua, sumergida. Y entonces fue cuando se percató de por qué estaba tan agobiada. No se debía a que no pudiera moverse en modo alguno, ni siquiera tenía nada que ver con no poder ver ni escuchar. El motivo de su agobio era que no podía respirar. Trataba de inhalar aire pero era completamente inútil. Abrir la boca hacía que una película viscosa se le pegara a los labios, sellándoselos y no dejando pasar ni la más mínima cantidad de aire.Trató de revolverse pero apenas pudo moverse. Lo intentó con más fuerza, pero aún así le fue imposible. La desesperación no hacía más que crecer en su interior. Sentía unas ganas irrefrenables de gritar, pero no tenía aire en los pulmones.

Un desgarro en la película que envolvía a Katherine hizo que ésta se partiera. Katherine estiró los brazos y las piernas como pudo, aún presa de aquella membrana viscosa mientras sacaba la cabeza húmeda por la grieta que acababa de abrirse. Como si de una grotesca versión de su propio nacimiento se consiguió salir poco a poco de aquella prisión, acabando tirada en el suelo y tiritando. Un líquido viscoso hacía que se sintiera aterida.

Katherine, gimiendo, abrió los ojos a un mundo en blanco y negro donde lo primero que vio fue una mano acercándose. Todo volvió a ser totalmente negro.

Despertó sin saber muy bien dónde se encontraba, pero escuchaba un crepitar no demasiado distante. Abrió los ojos y observó que se encontraba en el salón de alguna casa. El suelo, de madera desgastada, mostraba el peso de los años. En una vieja chimenea había un fuego azulado que iluminaba toda la habitación. Katherine se encontraba sentada y encadenada en una fría silla de metal.

- Veo que vuelves a estar entre nosotros, no? - dijo una poderosa voz a su espalda.

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02/10/2007, 23:20
Katherine

Los pasos se acercaban, se trataba de un hombre bastante alto, de 1'80 aproximadamente, vestía un traje de chaqueta algo arrugado, y en una mano llevaba una lanza romana y de la cintura una espada colgando. Llevaba el pelo corto, con la raya en un lado y tenía una mirada bastante penetrante, apoyó la lanza en la pared y dijo:

- Bien, vuelves a estar consciente entre nosotros

- ¿Nosotros? ¿Dónde estoy?- preguntó Katherine, intentando deshacerse de las cadenas, que estaban muy, pero que muy, frías, y muy bien apretadas.

- Sí, bueno, ya sabes, ahora mismo te encuentras en una morada en las afueras de Nueva Orleans. Es una vieja casa que los dueños dejaron de visitar hace bastantes años, pero era muy importante para ellos y bueno, ahora podemos usarla con relativa facilidad- el hombre apartó un poco la vista de los ojos de la chica y miró durante unos segundos al fuego, luego la volvió a mirar- ¿Qué es lo último que recuerdas?

- Yo... Iba con el coche... y... se me cayó un CD al suelo... y al recogerlo... ¡nos estrellamos...!- contestó, haciendo memoria.

- Mmm, un accidente...- dijo el hombre, pensativo- Bueno, supongo que te habrás dado cuenta de que algo ha cambiado... Verás, parece ser que no has sobrevivido y es por eso por que te encuentras aquí. Has muerto.

- ¿¿¿He muerto??? Pero...- Katherine miró a su alrededor buscando algo- iba con mi hermano, ¡Y su novia! ¡¡¡Y su hijo!!! Y Laura... ¡Mi mejor amiga! ¿Dónde están? ¿¡Los he matado!?

Él suspiró lentamente.

- No sé, no sé donde estarán todos esos de los que hablas, yo solo te encontré a ti, puede ser que hayan sobrevivido o tal vez no se encuentren entre nosotros. No todas las personas que fallecen acaban aquí, para bien o para mal.

- ¿¡Y por qué yo sí estoy aquí!? ¿¡Qué es este lugar!? ¿¡el infierno!?- al momento que decía esos una voz resonaba en su cabeza repitiendo las últimas palabras "para bien o para mal", y la idea del infierno se le esfumó de la cabeza.

El hombre alzó los hombros en muestra de indiferencia.

- ¿Infierno? ¿Cielo? Realmente no sé si esto es algo de eso, lo cierto es que aquí no hay demasiada paz. Te encuentras en el Mundo de las Sombras, así es como se llama este lugar.

- ¿... Por qué estoy aquí? Estoy muerta, ¿no? ¿Es eso lo que hay después de la muerte?

- Sí, tanto tú como yo y como todos aquellos que encuentres aquí han muerto. Ahora son Wraiths, Fantasmas, Sin Reposo, como quieras llamarlos... Pero hay algo que debes saber, por encima de todas las cosas: Por alguna razón del destino, parece ser que no deberíamos existir- el rostro se le puso visiblemente muy serio.

- ¿Y eso qué significa...?- preguntó ella, sin acabar de comprender.

- Verás, se supone que cuando una persona muere, ésta va al cielo, al infierno o adonde quiera que vaya, pero no al Mundo de las Sombras. Hay una fuerza que intenta por todos los medios acabar con nosotros, y deberás luchar constantemente contra ella...No es ningún enemigo visible contra el que puedas enfrentarte con algún arma-reliquia, no... Se trata del Olvido.

- ¿¿¿El olvido...???- balbuceó.

- Sí, es un poco complicado de explicar, pero te irás enterando poco a poco de como funciona todo esto. Mientras los vivos sigan acordándose de ti, todo te irá un poco mejor, cuando dejes de existir para el mundo de los vivos... las cosas se pondrán un poco más complicadas. Aún así, el Olvido, en este mundo, existe como fuerza, es algo así como un mar inmenso donde van a parar los Wraiths que, por la razón que sea, son destruidos. Trata de que tu Corpus no reciba demasiado daño o irás de cabeza a la Tempestad, y eso no es nada bueno.

- Corpus... Tempestad... ¿No hay ninguna manera de salir de este Mundo de las Sombras, entonces?

- ¿Hay alguna forma de salir de la tierra de los vivos cuando aun estás viva?- Katherine no respondió, pero pensó "claro que no"- más o menos igual ocurre ahora. Puedes, en algún modo, interactuar con los mortales, pero no es algo nada aconsejable. Si te pillan haciéndolo... bueno, podrían convertirte en una silla, por ejemplo. De hecho, yo no debería dejarte hacerlo. Pero no lo tendré en cuenta mientras no armes ningún jaleo.

- Debo dar las gracias supongo... aunque preferiría estar viva o muerta del todo... y no aquí, que no se si estoy una cosa u otra- una voz resonó por segunda vez en su cabeza: "no es tan difícil morir definitivamente si así lo deseas...", pero lo ignoró.

- Estás muerta, y bien muerta. Para nosotros, la muerte no era el final.

- Vale... Entonces... ¿Habría alguna forma de encontrar a aquellos que viajaban conmigo o de interactuar con los vivos? sin armar jaleo.

- Sí, hay alguna forma... tendrías que aprender, por ejemplo a materializarte, cosa que no puede ser tan fácil como puede parecer... Tendrás que encontrar a algún Vigilante, ellos podrían enseñarte a conseguirlo.

- Bueno, pues aprendo... Voy a considerar eso... como una segunda oportunidad... Y dónde podría encontrar algún Vigilante?

- Puedes intentar ir al Foro de la Necrópolis, está en el centro de la ciudad, y es el lugar común de reunión para todos los Wraiths de la zona. Aún así, no deberías salir de la ciudad, las afueras no son nada acogedoras... Y no se te ocurra ir pregonando que vas buscando a un vigilante, los Gremios son ilegales, tenlo en cuenta- se quedó en silencio un momento- y otra cosita... des del momento en el que te segué... eres de mi propiedad, así que no me des demasiados quebraderos de cabeza, los Lémures estáis pero que muy bien pagados.

- ¿Así que te pagan por tenerme aquí?

El hombre sonrío ampliamente.

- No, realmente, me pagarían por venderte como materia prima para construir cualquier tipo de bien. Esta lanza fue creada con los dos primeros Lémures que conseguí, ¡y es realmente buena!

- Vale, ¡muchas gracias por no venderme!- contestó ella, atemorizándose- lo he entendido

- Realmente no soy una hermanita de la caridad ni mucho menos, pero los Señores de La Muerte cada día que pasa están más tensos y bueno, nadie sabe lo que puede ocurrir, así que prefiero tener a mis propios lémures soldados, y tú eres uno de ellos- volvío a sonreir ampliamente, y otro escalofrío recorrió el cuerpo de la muchacha- Por cierto, soy Stanley, no me has dicho tu nombre aún

- Katherine... o Kath... ¿Mucho gusto...?- respondió, insegura.

Stanley te hace un gesto de afirmación con la cabeza

- Si me disculpas voy a atender unos asuntos, volveré en algunas horas, te recomendaría que pensaras bien en tu situación y en cuales serán tus siguientes pasos, por ahora, aquí estarás segura, Kath- se acercó a ella y le quitó las cadenas y se las colgó a la cintura y se dispuso a marchar.

- Vale... gracias- dijo ella, tocándose las muñecas que le dolían y las tenía heladas.

Stanley, se marchó de la habitación, dejándola sola.

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02/10/2007, 23:21
Director

Sola. Kath se sentía totalmente sola. A pesar de no estar ya encadenada, seguía sentada en la silla, con la mirada clavada en la hipnotizante llama azulada que crepitaba en la chimenea.

La desolación crecía en su interior. ¿Estaba realmente muerta? ¿Qué era en realidad es Mundo de las Sombras del que Stanley le acababa de hablar? ¿Dónde estaría su hermano y los demás que viajaban en el coche la noche del accidente? ¿Estaría también muertos o por alguna extraña razón podría ser que siguieran vivos?

Kath no sabía qué pensar pero no podía dejar de pensar en estas cuestiones. Se sentía muy triste y visiblemente agobiada. Se encontraba en un mundo pálido y frío de aspecto decadente.

Se levantó con un suspiro de la silla y comenzó a andar por la habitación. Sus pasos hacían que la madera crujiera bajo sus pies. Observó todo cuanto había a su alrededor. La habitación estaba relativamente vacía. En una de las paredes había un mueble desgastado de aspecto quebradizo. Las ventanas eran pequeñas y estaban rejadas.

En la pared opuesta había un sofa con el tapizado rajado, entre las grietas podían verse algunos muelles oxidados. Encima del sofá, colgada de la pared, había una foto de una sonriente pareja con una niña en un campo. Parecía que eran felices. Kath sonrió amargamente acordándose de cuando era niña y sus padres solían salir con ella y su hermano para llevarlos al parque o a comer fuera.

Un fuerte sentimiento de pesar y, en cierto modo, culpabilidad, se hizo hueco en su interior. Sabía que todo aquello ya no volvería a tener lugar. Jamás. Ni sus padres ni su hermano tenían nada que ver con cómo estaban las cosas. Kath lo sabía y tuvo que contenerse las lágrimas. Por su culpa toda su familia había sido destrozada en un abrir y cerrar de ojos. Si hubiera estado un poco más atenta a la carretera aquella noche...

"Tranquila, Kath, ahora no tendrás que soportar a tus padres más y podrás hacer todo lo que te de la gana sin tener que dar explicaciones de ningún tipo a tus viejos"

Kath se volvió y miró a la puerta. Stanley no había vuelto. Por un momento pensó que alguien le había hablado, pero no había nadie más en la habitación. No era la primera vez que escuchaba esa voz, pero desde que despertó no se había encontrado con nadie más que con Stanley.

La puerta sigue cerrada. Parece ser que Stanley no quería que salieras después de todo. Recuerda lo que te dijo, le perteneces y no va a dejarte salir así por las buenas. Deberías ir pensando una forma de salir de esta habitación antes de que ese tipo vuelva. ¿Cuanto más piensas quedarte aquí encerrada, Kath?

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02/10/2007, 23:29
Katherine

- ¿Quién habla?- preguntó Katherine, mirando a su alrededor.

La voz contestó:

Soy Kath

Katherine, se quedó atónita.

- Yo, soy Kath- respondió, burlándose.

yo también soy Kath

- ¿Hay dos Kaths?- lo preguntó con un tono tanto de enojo como de enfado.

Si tú sigues afirmando que eres Kath, habrá dos Kaths

- ¿¡Entonces yo no soy Kath!?- se estaba liando ella sola.

Estás tan perdida que ni siquiera sabes quién eres, vamos a pasar bastante tiempo juntas, Kath, espero que nos llevemos bien

- Ya, pues búscate otro nombre... Kath me llamo yo- le contestó con un tono un poco borde, siempre había odiado que hubiera otra chica que se llamara igual.

¿Y por qué tengo que llamarme diferente? ¿Por qué no puedo llamarme igual? Búscate tú otro nombre

- Bueno, es igual, supongo que solo soy yo la que te escucho...- concluyó, dándose cuenta que actuaba como una cría- ¿Cómo te has metido a mi cabeza?

No sabría bien decírtelo, ¿Cómo te has metido tú en todo este lío? Pues creo que igual

- Ah, no lo entiendo del todo pero bueno... ¿Por qué has dicho lo de mis padres? no sabes lo que echo de menos a mi madre echándome la bronca porque había estado toda la noche de juerga otra vez...- dijo con nostalgia- ¿Se habrán enterado ya que me he cargado toda la familia?

No sé si tus padres lo sabrán ya, puede ser que sí, o puede ser que no. De cualquier modo, por mucho que digas que echas de menos las broncas de tu madre... cuando ella te regañaba y gritaba por llegar tan tarde no pensabas lo mismo, en esos momentos no albergabas ningún sentimiento positivo hacia tu madre, sino todo lo contrario

- Me da igual, importa lo de ahora. ¿Por qué estás en contra de mis padres?- se enfadó un poco, y no porque dijera una mentira, sino lo contrario, porque ahora se daba cuenta que no tendría que haber discutido tanto con su madre.

Hey, hey, no estoy en contra de tus padres. Sólo te recordaba lo mal que te caían entonces, no veo por qué ahora las cosas han de cambiar tanto

- Porque estoy muerta- contestó Katherine, sin pensarlo- y no los veré nunca más, y me odiarán toda la vida...- unas finas y rápidas lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, los echaría tanto de menos...

Las cosas han cambiado. No llores, tranquila. No creo que te odien, te echarán tal vez de menos, pero volverás a verlos. Podrías acercarte a ellos y... bueno, ya sabes... tratar de hacerles saber lo bien que te encuentras

- ¿Y mi hermano y los demás...? ¿Tú sabes dónde están?- se sentía tan desesperada... pero aquellas palabras la confortaron un poco y dejó de llorar tan desesperadamente.

Me temo que no, chica. Pero algo podremos descubrir, estoy segura

- Vale, esperaremos a que vuelva el señor y luego iremos a buscar el Vigilante- contestó, secándose las lágrimas.

¿Y por qué no salimos? ¿Por qué debemos esperar a ese Stanley?

- Porque me da miedo, y nos ha dicho que nos quedemos aquí hasta que vuelva, bueno, me lo ha dicho a mí, pero supongo que escuchabas- contestó sinceramente, Stanley no es que le diera mucha confianza, pero no desconfianza, por eso decidió hacerle caso y esperar.

Sí, ya veo... como tú quieras

Katherine caminó por la habitación y se asomó a la ventana que tenía rejas de hierro y los cristales bastante sucios.

Fuera era una noche cerrada y no había ni una sola nube en el cielo, no le importo, le gustaban las noches despejadas. Estaba en un campo, y había hierba, pero la veía distinta, aunque no sabía concretar qué le ocurría y al suelo, un camino de piedra que llevaba a la puerta de la casa de la que no tenía acceso.

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03/10/2007, 14:28
Director

La puerta de la habitación se abrió con suavidad y entró Stanley acompañado de una joven de unos 18 o 20 años. Stanley permaneció en el umbral de la puerta mientras la chica entró lentamente, mirándolo todo con aire curioso. La puerta se cerró a sus espaldas, dejándola en la habitación con Katherine.

La chica cayó de rodillas al suelo y comenzó a suspirar. Parecía estar a punto de ponerse a llorar. Tenía el pelo lacio y largo hasta la mitad de la espalda. Sus ojos eran oscuros y tenía una generosa cantidad de rimel y pintalabios corrido por la cara. Vestía un top, un pantalón vaquero y unas zapatillas deportivas Converse. En su ropa había pequeñas manchas negras y por sus manos parecía caer un líquido negro que caía al suelo formando pequeños charcos que se disolvían poco a poco. Entre sus manos, había un cuchillo de cocina muy brillante.

La chica se impuso a sus propios impulsos y alzó la cabeza, mirando fijamente a Kath.

"Parece ser que ya no estás sola, Kath, teníamos que haber escapado cuando aún teníamos oportunidad!"

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03/10/2007, 16:47
Katherine

¿Qué nos va a hacer? ¿Matarnos?

Pensó burlonamente, refiriéndose a la Kath de su cabeza.

Luego miró a la muchacha que trató de levantarse y manteniéndose alerta.

- Oye, ¿estás bien? No te voy a hacer nada... Creo que estamos al mismo barco- le dijo, sin acercarse más, por precaución

La chica pareció que se relajaba un poco, y se sentó en el suelo de forma despreocupada, con la espalda apyada en la pared.

- Estoy todo lo bien que se puede estar en este lugar- contestó- no esperaba acabar en esta casa de mierda

- Ya, yo tampoco, la verdad- dijo Kath, sin dejar de mirarla, aunque ahora más disimuladamente.

Fijándose, Katherine vio que el líquido negro que le gotea por las manos parece salir de un corte bastante profundo en las muñecas

- ¿Ya te han explicado por qué estás aquí?- le preguntó a la desconocido sin dejar de mirarla.

Qué asco... yo quería seguir viviendo, y me llevan esa idiota aquí que se ha quitado la vida por propia voluntad Pensó Katherine, sin esperar respuesta de la otra Kath.

- ¿Te refieres a que estamos muertos, y que estamos en este maldito mundo decrépito y toda esa parafernalia?

- Sí

Ella suspiró.

- Sí, sí, sé más o menos como va todo esto

- Ah...- no sabía qué decirle, no le caía bien.

- No fui segada ayer, quiero decir, que hace algún tiempo que estoy aquí.

- Ah, ¿y por qué te han traído hoy?- preguntó, curiosa.

- ¿Por qué crees? Un maldito legionario me pilló interactuando con los vivos, me apresó y bueno, trató de venderme en el foro. Stanley me compró y ahora soy propiedad suya para que haga conmigo lo que le de la gana.

- ¿Y cómo te pillaron interactuando con los vivos?- ella también quería hacerlo, por eso se interesó.

- Bueno, verás, a veces es importante para nosotros hablar con los vivos. ¿No has dejado atrás algún ser querido con el que necesites comunicarte? Apuesto a que sí, pues bien, a mí me pasó algo parecido. Aunque nunca me habían pillado, esta vez sí que lo han hecho.

- Pero tú te suicidaste, ¿no?- preguntó Kath, sin delicadeza

La muchacha bajó la cabeza.

- Sí, yo misma me traje aquí, si es eso lo que quieres decir... Si hubiera sabido en lo que me estaba metiendo, no lo habría hecho, puedes estar segura de eso

Kath sopló.

- Ya, pues habértelo pensado antes...

- Ya no tiene ningún sentido lamentarse por eso, créeme que en más de una ocasión me he arrepentido de haberlo hecho, pero las cosas no me iban demasiado bien y pensé que sería la mejor solución a todo... y ahora estoy en problemas mucho más gordos que antes

- Ya, ya lo veo- suspiró y se fue a mirar por la ventana, aunque no miraba nada en concreto.

- ¿Y tú? ¿por qué estás tu aquí?

- Un accidente de coche, yo conducía lo dijo amargamente y poco a poco, como si las palabras fueran a explotar.

- Comprendo. ¿Y sabes ya lo que piensa hacer Stanley contigo?

Te convertirá en una silla o un adoquín dijo la Kath de su cabeza.

No empieces, dijo k necesitaba soldados porque no se quien estaba muy tenso

- No- respondió a la otra chica.

- Mmm... bien. ¿Y qué piensas hacer?

- Nada, esperar a que venga Stanley, me ha dicho que esperara aquí, y eso voy a hacer- contestó Kath.

- Crees que puedes fiarte de los Chicos Buenos de la Jerarquía, ¿verdad?- dijo, sonriendo.

- No sé quien son los "Chicos Nuenos de la Jerarquía", en todo caso, prefiero fiarme de ellos que de nadie- contestó, un tono un tanto borde.

- Los chicos buenos de la jerarquía son los que se encargan de hacer adoquines con wraiths como tú y yo. Aún así, no todo está tan mal, supongo que en cierto modo son necesarios... ¿Sabes cual es el problema?

- No

- El problema es que algunos llevan tantos siglos muertos que han perdido el norte y no comprenden que las cosas ya no son como cuando ellos estaban vivos.

Kath, ¿qué opinas de esa chica?, ae pregunto en pensamientos a la otra Kath.

Tendría que conocerla un poco mejor para darte una opinión con fundamento, pero parece que sabe más de todo esto que tú. Sácale toda la información que puedas y luego, deshazte de ella, contestó, tan impasible como siempre.

¿¡QUé me deshaga de ella!? ¿¡Cómo y por qué tendría que hacer eso!?

A la chica no le contestó, escuchaba atenta a Kath de su cabeza

No sé, seguro que se te ocurre algo, tu eres la primera que dice que no te cae bien, tu estás aquí porque al destino así se le antojo, ella no, ella lo eligió, así que no permitas que te sueltes sus monsergas sobre lo mal que le iban las cosas y toda esa parafernalia, se lo ha buscado

La chica la miró fijamente y sonrió.

Que cruel eres, quizá necesite ayuda...

Katherine la miró e intentó sonreir forzosamente, pero notó que le salió más bien una mueca. Kath tenía razón, no le caía muy bien.

Tal vez seas tú quien necesita ayuda en lugar de ella

Eres una borde, yo solo quiero ser útil, contestó, picándose un poco.

Yo también, Kath, me duele un poco que me digas esas cosas... yo sólo intento ayudarte, la Kath de la cabeza sollozó ligeramente, y Katherine se sintió un poco culpable.

Vale... No te pongas así, ahora... Quizá Stanley está por aquí, ¿lo llamo?

Vale, bueno, yo te aprecio mucho, ¿sabes? No quisiera que me trataras así. Ve y llámalo si quieres

Vale, lo siento. No te llamaré borde nunca más...
, realmente se sentía culpable.

Se dirigió a la puerta decidida, y la intentó abrir, pero la puerta estaba cerrada.

- ¿Qué haces, intentas escapar?- preguntó la chica, mirándola des del suelo.

- Claro que no, yo no escapo nunca- dijo con segundas, reprochándole que se había suicidado.

- ¡¡¡STANLEY!!! ¿¡estás allí!?- gritó, picando a la puerta, pero nadie respondió.

- Deja que te eche una mano, ¿quieres?

- ¿Qué vas a hacer?

- Ayudarte a forzar la puerta, entre las dos tal vez podamos abrirla

- No tenemos que forzar la puerta, solo llamar a Stanley- no quería liarla el primer día que estaba allí pero... tenía que hacer algo.

- ¿Crees que Stanley va a venir a abrirte la puerta?- otra vez esa pregunta.

- ¿Por qué no lo haría?

- No lo sé, pero no creo que nos vaya a dejar salir- y ella también lo creía...

¿Qué hacemos?, preguntó a la nueva amiga que se había aposentado en su cabeza, con la mano al pomo de la puerta.

Úsala para que te ayude a escapar, contestó, sin vacilar.

¡Pero no nos desharemos de ella!

Bueno, vale, como quieras, Kath, pero si te traiciona no me digas luego que te lo advertí

Vale, pero tendremos que esperar a que nos lleve a la Necrópolis, porque yo no me sé el camino

- Vale, vamos a derribar la puerta- dijo Katherine, finalmente.

- Bien, vamos a ello

La chica se puso a su lado dispuesta a forzar la puerta, y después de un rato golpandola, cede y consiguieron que se abriera.

Delante de ellas había un pequeó pasillo con unas escaleras que subían y una puerta al fondo; el suelo era de mármol, pero había perdido todo el brillo; a su izquierda una pequeña puerta, y a la mitad del pasillo a la derecha otra, ésta de metal oxidado.

Y justo a su derecha, una puerta mucho más grande.

- Yo entré por esa puerta, esa es la salida- dijo la chica, señalando la puerta grande de la derecha.

- Las demás puertas deben dar a distintas estancias de la casa.

- Vale, vamos por aquí, entonces- decidió Katherine, señalando la puerta.

Avanzaron hacia la puerta y cuando fueron a abrirla notaron que, aunque no estaba cerrada, pesaba muchisimo.

- Empujemos con fuerza- ordenó Katherine.

Empujaron y la puerta se abrió lentamente chirriando. Un suave viento frío acarició la cara y el cabello de Kath.

Estaban en un porche, con un par de columnas con enredaderas que parecían ser de alambre.

¿Pero dónde estaban?

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03/10/2007, 23:59
Director

Vanessa y Katherine examinaban el paisaje que había delante de ellas. Había un césped decrépito y una pequeña escalera de piedra que bajaba. Los peldaños eran irregulares, desgastados después de tantos años.
Al final de la escalera había un sendero de tierra y a la izquierda de éste un pequeño garaje techado con planchas de metal. En el garaje había un coche desguazado. Al otro lado del sendero había una puerta rejada de metal.

Katherine avanzó lentamente, la yerba se doblaba bajo sus pies. Vanessa la seguía de cerca, observándolo todo con cautela. Llegaron a las escaleras de piedra y bajaron los primeros peldaños, cuando vieron una luz que venía de su derecha. Vanessa se agachó y Katherine observó con detenimiento la luz. Imitando a Vanessa, se agachó, ocultándose.

Poco a poco la luz fue haciéndose más intensa y cercana, hasta que se dieron cuenta de cual era origen de ésta. Un todo terreno oscuro se acercaba. La silueta del vehículo era translúcida, como si la vieran a través de un cristal grueso.

Un hombre se bajó del vehículo y abrió la verja. Katherine podía ver como el hombre movía la verja en las Tierras de la Piel mientras que su reflejo en el Mundo de las Sombras seguía cerrado. El hombre, vestido con una cazadora vaquera y unos tejanos negros volvió a subirse en el coche y lo condujo hasta el garaje, donde aparcó. Volvió a bajarse y se dirigió hacia las escaleras, totalmente ajeno a la presencia de las dos chicas muertas.

Vanessa miró a Katherine...

-"Pensaba que la casa estaba abandonada..."

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04/10/2007, 14:46
Katherine

- ¿Eso es un vivo?- preguntó Katherine, observándolo curiosa.

- Sí, eso es alguien vivo. Fíjate, parece que no está en este mundo, pero puedes verlo, de hecho, es lo único que verás en color durante el resto de tus días.

- Me parece tan raro ahora ver a alguien vivo...- y era cierto, actuaba y se movía como si nada, para Kath estava en otra dimensión.

- No me extraña, pero escucha, ellos no pueden verte aunque tú puedas verlos a ellos, nosotros para ellos no existimos

- ¿Ni que me acerque pueden sentir mi presencia?

- Tal vez desarrolles alguna capacidad para manifestarte o interactuar con ellos, pero eso puede ser complicado

- No tengo mucho interés en ello- mintió, en realidad, interactuar con los vivos era lo que más le interesaba de todo... Pero no acabava de confiar en ella.

- Puedes acercarte todo lo que quieras, no te verá, ni te oirá. Pero en algunas ocasiones puede que sientan tu presencia, si lo tocas, se dará cuenta de que estás ahí

- Venga, vámonos- dijo Kath, ignorándola.

Vanesa también se levantó, y Katherine empezó a andar en dirección contraria a la casa.

- Vamos a la Necrópolis- ordenó Kath.

- ¿Te da igual lo que haga ese hombre en su casa? Estamos habitando la casa de un desconocido, ¿y ni siquiera te llama la atención saber algo más de él? Creo que deberíamos averiguar algo más sobre él, no crees?

Katherine se paró y la miró.

- ¿Para qué? Éste ya no es mi mundo, lo que hagan o dejen de hacer los Vivos me trae sin cuidado

- Creo que aún no sabes muy bien como funcionan las cosas, dependes de los vivos más de lo que crees, Katherine. Es una mierda, sí, nadie lo niega, pero es así.

- En todo caso no dependeré de ÉSTE vivo en particular, que no lo conozco de nada...- en realidad, los Vivos le daban un poco de rábia, precisamente porque estaban vivos, y ella no...

- Ten en cuenta que las emociones que tengan lugar en la casa la modificarán, así que yo que tú me interesaría un poco más. ¿O es que no piensas volver a esta Morada nunca más?

Katherine la miró de reojo, con desconfianza, pensando.

¿Tú qué piensas?, preguntó a la Kath de su cabeza.

Bien pensado Kath, ese vivo no te aportará nada nuevo, ignóralo y vamos a lo que realmente nos interesa...

¿Estás segura?

Como tú veas, Kath, tu eres quien decide lo que vamos a hacer... Pero no creo que ese mortal en particular sea demasiado interesante

Podríamos saciar un poco la curiosidad, ¿no crees? tendremos tiempo para ir a la ciudad, ¿no?

Tiempo... tiempo... se supone que tenemos toda la eternidad, ¿no?

Por eso lo digo, contestó en pensamientos, riéndose.

- ¿Te decides? Vamos a la Necrópolis o a la Morada?- preguntó Vanessa, impacientándose.

- Vale, vamos a entrar, pero solo un ratito- decidió Katherine, finalmente, girándose y caminando hacia ella.

- Muy bien, vamos a ello.

Ya hacía un rato que el hombre había entrado en la casa, las luces de la casa estaban apagadas, aunque había luz.

El hombre que iba bastante bien peinado, estaba sacando algunas cosas de unos muebles de cocina, la cual se encontraba al final del pasillo.

- Vamos a mirar- dijo Katherine, curiosa.

El hombre sacó de un cajón de la cocina un mantel, y siguendo observado y seguido por las muchachas pone el mantel en la mesa.

- Parece que viva aquí- ¿la casa no estaba abandonada?

Preparó la mesa completamente para una cena de pareja, platos bonitos, cubiertos caros e incluso puso un candelabro en mitad de la mesa.

Cuando lo tuvo todo preparado volvió a la cocina y comprobó el microondas, habia algo dentro.

- Está preparando una cena romántica... ¡Que bonito...!- dijo Katherine, sonriendo y mirando a Vanessa.

Al pensar eso, Katherine sintió como una sensación muy intensa le recorrió todo el cuerpo. Ella se miró las manos, estrañada.

¿Qué habrá sido eso?, pensó

Se te están contagiando las emociones del humano... no dejes que te confundan, contestó la otra Kath.

Vanessa sonrío

-Sí, eso parece, no parece un mal tipo. Mi novio nunca hizo nada así por mí cuando aún estaba viva...- dijo, con una amarga sonrisa.

- Ya, ni ninguno de los mios- contestó riéndose.

- ¿Tuviste muchos?

- Unos cuantos, estudiar medicina abre muchas puertas- contestó, volviendo a reirse, pero esta vez más abiertamente.

- Mejor, no creo que vuelvas a tener ningún novio ya, así que cuantos más hayas tenido supongo que mejor para ti

Katherine se quedó pensando, ¿no tendría nunca más novio? Eso no lo creía... ¡Ella aún no había encontrado el amor correspondido al 100%!

De pronto el hombre se dispone a marchar, pero antes de irse, mira el reloj.

- Antes me has dicho que si lo toco o algo puede sentir mi presencia, ¿verdad?- preguntó, mirando a Vanessa

- Sí, eso mismo he dicho. ¿Vas a tocarlo?

- Me gustaría provar, ¿puedo?

Vanessa se encogió de hombros.

- Adelante

Katherine se dirijió al hombre, y con el dedo índice le dio dos golpecitos suaves al hombro, no muy fuerte, con un poco de miedo, como si el Vivo fuera a romperse.

El hombre se sobresaltó y se dio la vuelta, mirando hacia donde Katherine estaba, sin verla... y se quedó un instante pensativo.

- Bah, será mi imaginación, debo darme prisa, al final voy a llegar, como siempre, tarde- dijo el hombre, marchándose.

- ¿Has visto?- exclamó Kath, mirando a Vanessa, entusiasmada.

- Sí, sí, divertido, ¡eh!- contestó, sonriendo divertida.

- ¡¡¡Mucho!!!- ya sabía ella que estar ahí no era tan malo después de todo.

- Pero oye, no abuses, podrías hacer que los mortales se volvieran un poco paranoicos- lo dijo seria, pero seguía sonriendo.

- Eso sería aún más divertido...- contestó Kath, riéndose maléficamente- Pero bueno, vamos a la Necrópolis, ¡aún no la he visto!- estaba mucho más animada.

- Perfecto, vamos, aunque nos vamos a perder la cenita de este hombre- dijo en tono de burla.

- Sí, pero tendremos que volver igualmente, ya lo observaremos otro día- contestó, también sonriendo a la muchacha, empezaba a confiar un poco más en ella, y ya no le caía tan mal.

- Bien, sin problemas, vayamos a la necrópolis

- ¡Vamos!

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05/10/2007, 15:18
Director

El camino hacia la Necrópolis fue bastante tranquilo. Un sendero con únicamente sombras a sus lados era lo que separaba la Morada que acababan de dejar con la Necrópolis. El camino se ensanchó y a lo lejos comenzaron a dibujarse las primeras siluetas de edificios, no demasiado altos.

Vanessa y Katherine continuaron andando hasta llegar cerca del primer edificio, era una pequeña torre de vigilancia medio derruida. En lo alto había una enorme campana de hierro negro. Después de observar la torre, decidieron continuar caminando.

Unos doscientos metros más allá estaban los primeros edificios. Parecían casas coloniales del siglo XVIII, pero se encontraban en ruinas. Las paredes estaban descoloridas y faltaban secciones enteras de muro. Entre las ruinas de las moradas, había siluetas de Wraiths que parecían esperar algo que nunca llegaba o simplemente deambulaban sin rumbo fijo.

Katherine se quedó pensativa durante un instante, todas aquellas casas le resultaban familiares... se encontraba en las afueras de Nueva Orleans pero cuando estaba viva las casas no eran tan grandes ni estaban tan desgastadas...

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08/10/2007, 14:27
Katherine

Seguían andando, Katherine y Vanesa, se llevaban bien, y Kath ya empezaba a tener confianza en ella.

Kath lo miraba todo embobada, todo aquella le resultaba familiar, y Vanessa lo miraba con cautela, siempre alerta.

- Oye, Kath, hablarás con los miembros de tu legión?- preguntó Vanessa, sin dejar de andar.

- ¿Con los miembros de mi legión?- Katherine no sabía de que le hablaba, además miraba fijamente una casa que le resultaba más familiar que las otros, seguramente era la casa de algun amigo...

- Sí, bueno, supuse que sabías como iba el tema de las legiones- contestó Vanessa encogiéndose de hombros- Pero tampoco pasa nada...

- ¿Y si me lo cuentas?- Katherine la miró mal, como si la ofendiera que no se acordaba que era una recién llegada allí.

- A veces se me olvida que eres nueva... a ver... ¿sabes lo que es la Jerarquía?

- Bueno, sé lo que significa- contestó riéndose.

- ¿qué sabes sobre la Jerarquía, Kath? No quisiera comenzar con mal pie.

- Pues una organización de la gente, ¿no?

- Sí, pero bueno, no es de gente, sino de wraiths. Dicen que fue el mismo Caronte quien la fundó, pero yo tengo mis dudas al respecto. Sabes quién era Caronte, ¿no?

- Ammm... No- contestó, haciendo ver que se lo pensaba

- Bueno, da igual. La jerarquía es una organización de Wraiths realmente antiguos que trata de mantenernos a todos bajo su control- Kath la escuchaba atenta, sin dejar de andar- dicen que luchan contra el Olvido, pero no hacen más que aprovecharse de los más débiles. Fueron ellos los que instauraron la esclavitud y quienes llevan a otros Wraiths a las forjas para crear adoquines

- Pues proteger a los wraiths, lo que se dice proteger, no lo hacen demasiado bien...- opinó Kath, después de escuchar lo último.

- Claro que no, por eso a mí nunca me han gustado los de la Jerarquía. Pero tampoco me rebelaría abiertamente contra ellos, sabes?

- Sí, entiendo- contestó Kath, pensando que a ella tampoco le gustaba demasiado aquella jerarquía.

Después de unos segundos, Vanessa miró alrededor y con un tono más bajo de voz dijo:

- Aún así, en Little Five Points la Jerarquía no tiene demasiada autoridad... Nunca lo confesarán abiertamente, pero la ley de Caronte allí no tiene lugar

Little Five Points (L5P), Kath sabía que era un barrio dejado a la mano de Dios, lleno de góticos, punkies y escoria social, para decirlo de alguna manera... Nunca se había acercado mucho, era el barrio más barriobajero de Nueva Orleans, y nunca se le había perdido nada allí, pero ahora sentía curiosidad.

- ¿Por qué no? ¿Se juntan los Wraiths rebeldes?- preguntó.

- Pues no sabría decirte bien el por qué, pero allí gobiernan los Renegados y parecen ser bastante buenos en cuanto a gobernarse a sí mismos, al menos en L5P

- Podríamos ir a echar un vistazo
- Claro que sí

Avanzaron a través de las calles del barrio residenciar, Katherine recordó que su casa estaba de camino, una preciosa casa con jardín, de dos pisos y garaje.

- Primero... Me gustaría ir a un sitio- dijo, sin pensarlo.

- ¿Puedo saber adónde?- preguntó Vanessa sonriendo, como si ya supiera a donde iba.

- Bueno, ya sabes, a recordar viejos tiempos cuando aun me latía el corazón...- contestó con una sonrisa tímida y a la vez culpable.

- Comprendo, prefieres ir sola, ¿verdad?

- Sí... si no te sabe mal, claro. Bueno, si quieres puedes esperarme fuera de casa- agradeció que Vanessa fuera sensible con aquel tema.

- Me parece bien, no sabría qué podrías hacer si te dejara a solas en la necrópolis

Katherine se rió, más por los nervios que por la gracia, no sabía como reaccionaría al llegar a la casa en que había pasado tantos años... La casa de todos sus recuerdos.

-Bueno, no te preocupes, ya verás como todo irá bien, ya lo verás- la animó Vanessa.

Ella no respondió, solo suspiró, y estubo en silencio andando.

¿Cómo crees que les sentará a tus padres que vuelvas a casa?, preguntó su amiga Kath de su cabeza.

Y yo que sé..., contestó, tragando saliva y aún más nerviosa.

Tú misma, pero podría sentarles bastante mal, ¿cómo te sentaría a ti saber que tu hija es un fantasma?, el comentario le molestó, pero se aguantó las ganas.

Siento que tengo que ir, Kath... Me gustaría... diculparme... , confesó, sollozando un poco.

Tu disculpa no arreglará nada, Kath, sólo les haría daño

Está decidido que iré, es más, allí está mi casa, contestó decidida, fijando la mirada a una casa, aunque parecía que hubieran pasado años...

Tú misma, Kath... Yo solo te aconsejo lo que creo que sería lo mejor.

No le contestó, a ratos se cansaba de esa interrupción en su cabeza, y más aún porque aún no sabía qué era exactamente. Además, ya lo había decidido.

Se acercó a su casa lentamente, acordandose de todos los buenos y malos momentos de cuando aún estaba viva, sintiendo un enorme vacío al interior.

Vanessa la siguió manteniendo cierta distancia, como no queriendo molestarla, y Katherine se lo agradeció mentalmente. Se acabó de acercar, y allí estaba la casa, delante suyo.

La sensación de que la casa estaba más vieja era correcta, además, la algunas cosas habían cambiado, cómo la puerta del garaje, era nueva, y la puerta de la calle también.

Qué raro..., pensó Katherine.

Las cortinas de las ventanas del salón estaban medio echadas, así que si se movía por el jardín, podría echar un vistazo dentro de la casa.

Y sin pensárselo dos veces, eso hizo. Se acercó y alcanzó a ver lo que había dentro de la casa, se sorprendió al ver que estaba considerablamente más vacía que cuando vivía en ella, y también faltaban algunos muebles.

Entonces le captó la atención un almanaque colgado a la pared de la cocina:

Jueves, 14 de Julio de 2005

Katherine no sabía cómo reaccionar. ¿Julio? ¿2005? Recordaba el helado frío del mes de febrero del 2002, ¡no del 2005! ¿Cuándo habían pasado esos tres años?

Se llevó las manos a la boca, aún atónita, fijándose en los cuadros de las paredes, sólo de ella y de su hermano, pero ninguno de su madre. ¿Dónde estaba su madre?

Al fin, no pudiendo evitarlo más decidió que era el momento de entrar a la casa. Pero la puerta estaba cerrada.

Vas a entrar, ¿no? Pues adelant,e no dejes que esa estúpida puerta te frene, dijo la Katherine de su cabeza, interrumpiendo una vez más sus pensamientos.

No me pongas más nerviosa, tú, le contestó, con tono más bien borde.

Hey, no me hables así, Kath, no sabes lo que me duele...

Es que me ponas más nerviosa, tía...
, le pareció raro que se ofendiera tan rápido.

Perdona, no era mi intención, sólo quería ayudarte...

Se pegó con fuerza a la puerta, y la empujó, para ver si cedía, pero en vez de eso, su mano empezó a travesar la madera, y poco a poco consiguió traspasar la puerta entera. Al terminar le dolían muchísimo los huesos, y se fregó los brazos sintiéndose rara.

Pero no tardó en volver a andar por el pasillo, con medio, casi temblando. Recordaba muy bien cómo era la casa... A la derecha la puerta abierta del salón, y al fondo la cocina. A la izquiera un pequeño cuarto de aseo y unas escaleras que subían a la segunda planta.

Escuchó un ruido al piso de arriba, como si una silla se hubiera movido. No se lo pensó y empezó a andar por las escaleras, poco a poco, temblando.

Creo que ya sabes lo que te vas a encontrar, ¿no? ¿Kath?

No..., contestó, sinceramente.

Al llegar arriba estaban todas las puertas de las habitaciones. Una de ellas estaba abierta, el cuarto de estar. Se dirgió hacia allí, faltaban algunos muebles y en una silla, junto a un escritorio, su padre, sentado y revolviendo algunos papeles, parecían facturas y recibos.

Katherine se lo quedó mirando, recordando la última vez que lo había visto, parecía más viejo, como si los años le hubieran pasado de golpe, con el rostro arrugado y se notaba que llevaba bastante tiempo sin peinarse y afeitarse.

- ¿Papá...?- le susurró, con nostalgia, casi llorando.

Su padre se sobresaltó, y miró hacia Katherine, invisible a sus ojos. Y se puso tan nervioso que se le cayó la factura que tenía en la mano.

Katherine medio sonrió, almenos no se había olvidado de ella, pero no pudo evitar empezar a llorar.

Su padre bajó la vista y miró el papel que se le había caído, perdido en sus propios pensamientos, luego se levantó con el rostro visiblemente triste y se fue al cuarto de baño.

Ella miró de qué papel se trataba, sin tocarlo, era una factura del seguro médico, bastante elevada y tiene anotadas algunas pequeñas intervenciones, a nombre de su padre, aunque no era el seguro que ella recordaba.

Desde el cuarto de baño escuchas un lamento ahogado

Te lo dije, no deberías haber vuelto, lo estás estropeando todo, Kath.

¿Por qué dices eso?, preguntó ella, ofendida por el comentario de su amiga.

Sólo tienes que mirar a tu padre, está como una magdalena en el baño, porque ha escuchado tu voz. Seguro que piensa que se está volviendo loco, ¡y no es para menos!

Tiene que saber que estoy bien, y yo engo que saber donde está mi madre, está claro que no vive aquí. , contestó, con una lágrima en sus ojos.

¿Y cómo piensas saber dónde está tu madre?

No sé, algun papel habrá, ¿no?

Algo puede haber, busca, busca.

Empezó a buscar por las habitaciones, armarios, cajones... En el cuarto, por fin encontró algo, una nota con un número de teléfono móbil desconocido y el nombre de CLAIRE, Claire era su madre...

Kath, intenta memorizar ese número, yo también lo memorizaré, le dijo a su cabeza.

Cuenta conmigo, Kath. ¿Vas a llamar a tu madre por teléfono?

Sí, pero desde una cabina, mejor

Bien, pero... ¿has pensado ya en cómo solucionarás el problema del marcado de los números?

Claro, tenemos que ir con el vigilante, él nos ayudará para interacutar con los vivos. , en realidad no había pensado en ello, pero fue lo primero que se le ocurrió.

Pefecto entonces, yo me encargo del número y tú del vigilante, ¿ok?

Ok, de todas formas intentó memorizarlo, siempre había tenido buena memoria, aunque tener a alguien allí mismo que la ayudara, no estaba tan mal.

Katherine volvió a la habitación, pero su padre aún estaba al lavabo, aunque no tardó en salir, y era obvio que había estado llorando.

De repente, al darse cuenta de eso, mil sensaciones extremadamente intensas recorrieron su Corpus, y se sintió un poco mejor físicamente, ella se miró las manos, una vez más, extrañada.

Su padre volvió a la habitación y se sentó de nuevo a la silla, suspirando y recogiendo el papel. Luego empezó a hacer algunas cuentas en un papel sucio. Se notaba que llevaba un buen rato haciendo cuentas, y por su lenguaje corporal la cosa no le salía como esperaba.

La chica observó qué estaba contando, estaba tratando de cuadrar todo lo que tenía que pagar con el dinero que disponía, y parecía bastante complicado que pudiera pagarlo todo.

Ella aún se sintió más culpable, y lo miró, preocupada.

- Lo siento, mucho, papá...- sollozó, al momento que se dejaba llevar y rodeaba sus brazos a su cuello, en modo de abrazo, mientras seguía llorando, pero al darse cuenta se apartó de golpe.

Al rozarlo, el padre tembló un poco, y miró a la ventana. Suspiró y se levantó para cerrarla.

- Volveré, papi- dijo en voz alta, girándose y caminando hacia la salida.

Cuando salió de la casa vio a Vanessa sentada al suelo, esperándola.

- Ya estoy...- dijo, casi en un susurro y triste.

- Genial. ¿Cómo fue la visita?

- No sé... rara, ¿vamos?- no le apetecía nada hablar del tema, y se sentía un poco mareada por todas las sensaciones que acabava de experimentar.

Vanesa miró la casa y respondió:

- Como quieras, las primeras veces es duro, hasta que te acostumbras...- Kath la sonrió tímidamente- Te deseo lo mejor en cuanto a tu família o lo que sea.

- Gracias...- contestó ella.

- Vamos al L5P, ¿no?

- Sí, ¿no?

- Me parece perfecto, vamos

- Vale

Aún Katherine un poco turbada por lo que había pasado en su casa volvió a andar junto a su nueva amiga Vanessa, ya empezaba a confiar en ella, y realmente no era mala chica... ¿Por qué se suicidaría? Se lo preguntaría en algun otro momento, ahora mismo, no tenía ganas de hablar...