Suspiré resignado, pero al final tuve que ceder a lo que decía. No parecía querer dejarme en paz, y no podía simplemente asesinarlo o algo así para que se callara... aunque a Dios pongo por testigo que ganas me dieron.
«Está bien, está bien. Calla de una maldita vez. Mira, si has visto algo extraño, no es mi problema. ¿Vale? Probablemente esa chica esté muerta, si es que lo que dices es cierto. Te recomendaría muy encarecidamente que la dejaras atrás, pero sé que me vas a perseguir hasta los mismísimos infiernos para que te ayude. Así que lo haré, pero pongo condiciones. ¿Queda claro? No es una pregunta de sí o no, es solo de si. ¿Entendido?» Sin dejar que me respondiera siquiera, empecé a enumerar.
«Uno: Si veo que algo raro pasa, me largo. Te quedas solo.
Dos: Si veo que mi vida peligra, me largo también. Como si es una puta rama. Me da igual.
Tres: Solo por ir a ayudarte me vas a dar esa linterna con la que te estás alumbrando. ¿Capische?
Ahora vamos a rescatar a tu princesa.»
El chico se quedó algo atónito ante tus condiciones, pero finalmente comenzó a asentir.
-¡De acuerdo, de acuerdo! Toma.- El chico te cedió entonces la linterna y señaló hacia una dirección.- El santuario estaba por allí, atravesando los árboles. ¿Vamos? No se cuanto aguantará Esther.- Entonces el chico comenzó a meterse por los árboles, por donde había llegado, mientras esperaba a que le siguieras sus pasos.- Soy Anthony, por cierto. Anthony Smith. ¿Puedes alumbrar adelante, por favor? No quisiera encontrarme con nada por sorpresa...
Rezongué por lo bajo, arrepintiéndome ya de ayudar a este chaval. Es cierto que no tenía la culpa de que su chica estuviera en apuros, pero joder, no tenía yo ninguna necesidad ni obligación de ayudarlo. Y aun así lo iba a hacer, solo por que se callara de una maldita vez. Soy un blando.
En cualquier caso, apunté con la linterna hacia delante, tal y como el chico pedía. Pensé en cuánta batería tendría, y caí en la cuenta del móvil. Sería buena idea apagarlo para ahorrar energía, no fuera a ser que luego lo necesitara y no pudiera usarlo. Es cierto que venía cargado del viaje en el barco, pero no vendría mal ser precavido.
«Yo soy Christian. Ve delante, no sé a dónde tenemos que ir, así que guías tú. Abre bien los ojos, no quiero que nada se nos eche encima en la oscuridad, ¿está claro?»
Lo que no dije en alto es que, en caso de que algo nos apareciera algo a matarnos, él iba delante también para actuar como carnada. ¡Eh! No soy un desalmado, solo práctico e inteligente. Intentaría ayudarlo si estaba en apuros, a no ser que me viera obligado a huir... probablemente.