No podía ser posible. Fuera lo que fuese, aquello no era para nada normal. O al menos no de este mundo. Aquel ser, porque ya no podía catalogarse como cosa, los estaba persiguiendo allá donde iban. Ese maniquí se estaba moviendo de un lugar a otro. Eso o Thomas se estaba volviendo loco. El caso es que cuando volvió a verlo tras llegar a la cabaña con Tiffany en sus brazos, a Thomas le recorrió un escalofrío por la espalda que le heló la sangre. Lo miró fijamente y dijo para sí mismo, susurrando y con voz queda:
-No, no es buena idea quedarse de nuevo aquí. Hay que buscar otro sitio para refugiarse-
Tras llegar a la conclusión de que no sería buena idea quedarse allí, pensaste en cual podría ser la dirección a la que dirigirte. Había dos lugares cercanos por los que habías pasado durante el día, por lo que sería la mejor idea. Uno de ellos era la propia ciudad abandonada, llena de edificios medio en ruinas. Y la otra un santuario que se encontraba muy cercano a un cementerio. Parecía un lugar bastante grande, pero parecía estar cerrado cuando habíais pasado antes por allí. Pero desde luego, aquel maniquí tenía algo extraño y lo mejor era alejarse. Con suerte no os seguiría una vez salierais de allí.
Thomas pensó en qué sitios poder ir para refugiarse. Uno era la ciudad, medio en ruinas, y el otro un santuario que se encontraba cercano a un cementerio. Aunque pareciese lo más turbio y arriesgado, se decantó por dirigirse al santuario, eso sí, les costaría entrar puesto que recordaba haberlo visto cerrado cuando pasaron por allí.
-Tiffany, prométeme que aguantarás, por favor. Vamos a dirigirnos al santuario cercano al cementerio para refugiarnos allí, ¿vale? No es buena idea quedarse de nuevo en la cabaña, no con esa cosa rondando el lugar-
Apresurando el paso, Thomas se dirigió al santuario, con Tiffany en sus brazos.