Partida Rol por web

-Vamos dejad en paz al sargento, cuando bajemos nos desplegaremos de la forma asignada, despejando el área de enemigos sean cuales sean, sin retroceder ni retirarse el éxito de la misión es comportarse como un grupo, no pensar con el culo y hacer todo lo que se os diga como niños buenos, ¿entendido?.-

Mientras El sargento Focker y el cabo Evans preparaban al escuadrón Fox para el descenso los Altavoces de la nave sonaron de nuevo acallando momentáneamente sus voces.

 -Atención a todo el personal! Atención a todo el personal!; 10 minutos para inicio de las maniobras de descenso. Atención todo el personal de la 47ª compañía, preséntense de inmediato a sus puestos designados, maniobras de descenso proyectadas en 10min-

El caos y nerviosismo empezaba a presentarse en el hangar, pilotos, infantes y personal de la flota corrían de un lado para otro dando ordenes e indicaciones a gritos, dirigiéndose de un punto a otro llevando cajas, municiones e una infinidad de cosas mas. Entre tanto caos incluso llegaron a ver una de esas nuevas armaduras de combate de nombre Marauder o algo parecido que eran trasportadas hacia otro de los hangares.

Señor, claro como el agua, Señor: formación en círculo para asegurar el perímetro sin alejarse o romper la formación, y freir a cualquier cosa no humana que se aproxime!

Jake sonrió tras resumir las órdenes del sargento. Bueno, ahora todo estaba dicho, y llegaba la hora del descenso...

 Entendido, señor- respondo ante las palabras del cabo. Justo en ese instante dan el aviso de que en 10 minutos descenderíamos. Ta faltaba poco para la misión, y una pequeña excitación me recorrió el cuerpo. Por fin iba a realizar una misión de verdad.

Será mejor que vaya a mi asiento de una vez, cosa que deberíamos de hacer todos. Ya no queda nada para el descenso.

Cuando Sonia cogió su granada y su cargador extra, escuchó con atención las palabras del sargento, con una sonrisa ladeada y un poco triste. Aunque lo disimulaba muy bien, se notaba que la pérdida de sus compañeros en el pasado le había afectado. Uno no llegaba a sargento en la infantería móvil sino se era muy duro y habías visto caer a muchos por el camino. A demasiados.

Asintió, suspirando y acomodándose en su sitio. Iba a cumplir la misión y seguir las órdenes como le pedían. Si de verdad había problemas, sobrevivirían así. Al fin y al cabo, él sargento sabía.

El sargento llevaba ya varios minutos hablando con sus tropas, y aunque aun no se había decidido nada se vio obligado a ordenarles a todos que acomodaran en la lanzadera para partir cuando el llamado de los últimos 5 minutos se escucho en toda la nave.

El sargento les dio indicaciones de que ajustaran bien sus cinturones y se prepararan para el descenso; a fuera empezaba ha haber un silencio mientras la compuerta de la lanzadera se cerraba con estrepitoso rechinar; el nerviosismo era cada vez más notorio, estaban a solo instantes de embarcarse en esta, su primera gran misión. Ya solo se escuchaba el sonido de los altavoces que anunciaban el inicio del conteo final para el descenso mientras el capitán de la nave les deseaba suerte a todos. Pocos podrían recordar aquellos últimos momentos antes de entrar en la atmósfera, incluso la mayoría no recordaría el conteo final; el ruido de los motores había opacado todo otro sonido que proviniera de ellos, solo el latir nervioso de sus corazones les era audible.

Supieron que el final había empezado cuando los sistemas de la lanzadera los abrazaron con aquellos cinturones de seguridad cibernéticos que se ajustaban a sus hombros… y después sintieron que caían, como quien tiene uno de esos sueños raros donde siente que caen a un abismo para luego despertar. La lanzadera había sido soltada ya de sus agarraderas, el descenso había empezado.

El vibrar de la nave se hacia mas intenso a medida que se aproximaban a la atmósfera del planeta y atravesaban esta. Una voz a lo lejos les gritaba que recordaran su entrenamiento y regresarían con vida; sin embargo, mas adelante no recordarían quien había dicho tal cosa, o si solo lo habían pensado.

A los pocos segundos, aun cuando tiempo después la mayoría jurara que habían pasado horas, sintieron como la lanzadera se iba estabilizando; se encontraban ya surcando el cielo de Galdonia VI, y si alguno aun dudaba de esto, los pilotos en la cabina se los confirmaron.

-Sargento estamos ya sobre la zona de descenso, el lugar se ve tranquilo, pido permiso para hacerlos descender-

-(ronquido),(ronquido)-.

Jake procuró mantener su sempiterna sonrisa al iniciarse el descenso, aunque pese a que lo intentó, ninguna de sus bromas habituales fue capaz de surgir de sus labios. Respiró profundamente e intentó relajarse, tal y como le habían repetido docenas de veces. A su mente vino su canción favorita, y la fue tarareando mentalmente, mientras notaba que su respiración y pulso se relajaban, como por arte de magia...

Una vez la lanzadera atravesó la atmósfera del planeta y se fue acercando a la zona de descenso, volvió a aparecer el Buendía de siempre...

Venga, niños y niñas, que el autobús se acerca a la parada de destino! Preparen sus billetes para enseñarlos al revisor! 

Y guiñando un ojo a sus compañeros, añadió ¿Lugar tranquilo? No, si aún resultará que nos hacen bajar en un centro de vacaciones para jubilados...

Por si no hubiese sido poco el descenso, el ambiente ligeramente preocupado que ha acabado teniendo la nave me ha dejado con mal sabor de boca... y más ahora que empezamos a agitarnos. Aseguro una vez más mis cinturones, preocupado por haber oido que tenían mejor agarre, y la verdad es que todo este maldito ruido no le deja a uno ni respirar. Y de repente... mayor agarre, y una fracción de segundo de ligereza justo antes de caer en picado, me agarro con fuerza con las manos al cinturón, notando cómo nos dirigimos de cabeza hacia un infierno de velocidad y fuerzas de rozamiento. Aprieto los dientes y me aseguro en mi asiento, haciendo fuerzas para controlar mi estómago y esfinter, y lentamente, muuuy lentamente, la situación se calma y me doy cuenta de que había cerrado los ojos, así que miro a mi alrededor, confirmando que seguimos vivos, y que parece que ya estamos en el lugar.

-¿Y eso era todo? Un poco más de tranquilidad y me hubiese dormido, maldición. -Sí, claro....

La hora de la verdad. Para todos los que estaban en esa lanzadera.. pero para Sonia era aún más importante. Desde que era niña había deseado ser un soldado más para ayudar a los demás ciudadanos luchando contra las amenazas que pudiera haber por ahí.

Cuando empezó la guerra contra los putos bichos, ella la siguió con atención y preocupación, pues ahí estaba, por fin: la mayor amenaza a la que nunca se había enfrentado la raza humana, por la que de verdad debían sentir miedo. Ahí ya no tuvo duda alguna más: se esforzó en acabar el instituto con las mejores notas posibles y después se alistó. Luego ya simplemente fue cuestión de tiempo el que llegara su primera misión.

En la que ahora mismo estaban.

Suspiró largamente para relajarse del todo, al mismo tiempo que las abrazaderas bajaban sobre ellos y les sujetaban bien al asiento. Sonrió ampliamente y, al notar la sensación de caída, no pudo evitar soltar a voz en grito un "Yuuuuuujuuuuu!!!!!!".

Los nervios desaparecían junto con la sensación de caída. Ahora se sentía bien. Pues era lo que siempre había buscado y ya lo tenía.

- Tranquilo o no, Buendía - le respondió al mismo cuando sonó la voz del piloto -, tenemos que bajar ahí nuestros culos.

Antes de que empezara todo cerro los ojos y se imagino a si mismo en un lugar tranquilo, en su casa tocando el viejo piano de pared, consejo que le brindo su hermana antes de partir.

Comenzó de manera inconsciente a tocar las teclas de un piano imaginario, coincidiendo con el inicio del descenso su ejecución cambio, aumento la celeridad de sus dedos indicando el aumento del tempo en la melodía de su cabeza y la fuerza de sus manos dejaban ver la subida de intensidad de dicha melodía, la cual fue en "decrescendo" con forme se estabilizaba la nave.

La voz del piloto lo saco de su ensimismamiento, justo cuando la pieza llegaba a su final.

Para entonces ya estaba tranquilo y se alegro al ver que sus compañeros también lo estaban, incluso algunos parecían ansioso por salir, eso era bueno, reclino la cabeza hacia atrás mientras pensó:

-Gracias hermanita.

Bueno chicos debo deciros algo, en caso de que se dañe severamente la armadura, la temperatura corporal caerá muy rápido, además no debo recordaros lo que ocurre si se congelan los percutores y correderas de las armas, debemos mantenernos alerta, y no confiarnos, ni subestimar a los bichos, se ha probado que pueden crear tacticas de emboscada asi, que no debemos dejar que se congelen las armas o seremos helado de marines, está claro??Tras eso Aleksei se relaja mucho pues habia comunicado a sus compañeros sus preocupaciones, no eran los bichos lo que le preocupaba, si no la congelacion por frio extremo.

Al escuchar que era hora de paetir solo podia pensar.- Es la hora de la verdad, espero no nos esrellemos contra el suelo.

Al oir la voz del piloto le respondo -Por fin, gracias por la dosis de adrenalina, es buena para salir de cazeria jajajaja. ¿O que piensas ustedes compañeros?. Venimos a asegurar la zona y matar bichos si es que los encontramos y si no cuando menos algo abremos de matar para llevarnoslo de recuerdo. Es lo que les decia a mis camaradas para tratar de relajarnos en un ambiente tenso.

-Nadie se quedara, todos volveromos o no???.

La lanzadera habia sido soltada y nosotros sentiamos como caimos desde el espacio a traves de la atmosfera de aquel frio planeta. Independiente de cuantas veces uno descienda en misión, jamas se acostumbra totalmente a eso. En cambio, comienza a tomarselo de una forma mucho más natural:

 - "¿Acaso no es divertido? Es como un parque de diversiones."

Reí de forma calmada hasta que acabó la peor parte del descenso. Luego el viaje se tornó tranquilo, como un calmado sobrevuelo.

El piloto habia dado la señal que estabamos en posición, solo faltaba mi autorización para aterrizar, la que no tardé en dar:

 - "Adelante piloto, descienda en un zona amplia. No queremos que ser emboscados en alguna sorpresa."

Espero a que el piloto descienda y antes de que se abra la compuerta, camino hacia esta, miro a mis hombres y les grito:

 - "¡Llegó la hora de la acción! Preparen sus armas y desplieguense en forma circular alrededor de la lanzadera. Cubran todos los punteros del reloj y no se separen. Abran fuego contra todo lo que se mueva. ¡Desplieguense ahora! ¡AR!"

Apenas la puerta se abre, salgo encabezando la marcha para cubrir las 12 de la compuerta y comenzar de inmediato a establecer el perimetro.

El sargento Focker confirmó a los pilotos el descenso y tras pocos minutos el piloto les indico que se encontraban ya allí. Una luz roja se encendió en el compartimiento de las tropas en señal de que el desembarco estaba por iniciar.

La nave empezó a descender lentamente, aunque no por ello llegó a ser algo suave y carente de continuas sacudidas. Tras un instante y un ligero golpe proveniente de la superficie inferior habían llegado ya a tierra firme. El alta voz de la lanzadera se había encendido con la voz del piloto surgiendo de ella e indicándole al sargento que había llegado y que procedieran a desembarcar.

En ese instante todos los seguros fueron liberados para que los infantes pudieran levantarse y salir de allí a la par que el Sargento Focker les recordaba sus órdenes a los infantes vehementemente; mientras las compuertas de la lanzadera se fueron abriendo rápidamente. En cuanto estas últimas se hubieron abierto apenas un tanto una gran ráfaga de viento helado proveniente del exterior acompañado por una densa nieve se apodero de la lanzadera mostrándoles que allá afuera no les esperaba un clima agradable.

A pesar del inclemente viento que se volvía algo turbulento al chocar contra las paredes de la lanzadera uno a uno los infantes fueron desembarcando. Afuera todo era prácticamente blanco, el viento soplaba con algo de fuerza y era acompañado por granizos de nieve de diversos tamaños, los cuales  creaban una cortina que les impedía ver a lo lejos. El cielo era de un tono azul turquesa el hacia ver a la nieve no tan blanca como recordaban que era normalmente.

Desde dentro de la lanzadera los altavoces retumbaron una vez más con la voz del piloto que les deseaba buena suerte para enseguida encender de nuevo los motores y empezar a elevarse. Los infantes lo vieron alejar sobre las montañas hasta desaparecer en el cielo. Ahora daba inicio su misión, y se encontraban solos en aquel valle helado; para todos era obvio que si se presentaba un problema tendrían que resolverlo ellos mismos pues la ayuda tardaría en llegar.

Desplegándose en aquel lugar, mientras la nieve caía acompañada con el viento, los infantes iniciaron aquella aventura de la cual aun sentían que los llevaría a los anales de la historia de la federación.

Bajo de los primeros, con el rifle Morita TW-203-A en mano y me dispongo a colocarme en la posicion equivalente a las 6 con respecto al Sargento, dandole justo la espalda a una distancia lo suficientemente grande como para que la seguiente lanzadera pueda descender dentro del circulo que estamos acotando.

Tras esto grito:

-LISTO, FLANCO A LAS 6 CUBIERTO, SEÑOR¡¡

La chica rió divertida por las palabras del sargento, viendo que él también se soltaba. La tensión acumulada parecía ir desapareciendo en el grupo y, joder, eso era estupendo.

Iban a aterrizar en una zona amplia por órden de Focker. A partir de ese momento se trataba de seguir las órdenes dadas y tener muy presente el entrenamiento. Notó las sacudidas finales del descenso, con la luz roja iluminando el compartimento y los rostros de todos. Sonia sujetó su rifle con más fuerza, comprobando el seguro mientras esperaba a que, por fin, aterrizaran.

Y el momento llegó. Los cinturones saltaron, liberando a los infantes, y las compuertas se abrieron, dejando entrar el frío aire del exterior. Ella saltó de su asiento corriendo para formar ese perímetro que el sargento había ordenado. Observó en cuanto salió a su alrededor, viendo que todo estaba despejado, muy despejado... Hostias, si aquél lugar parecía ser un puñetero cubito de hielo en mitad del espacio.

La soldado marchaba para cubrir las 11 de la compuerta, a la izquierda del oficial y esperó a ver que iba a pasar, sin dejar de mirar a un lado y a otro, pendiente del más mínimo movimiento en mitad de aquella tormenta del carajo.

¿Sería una buena idea activar el visor para ver más lejos?

- Señor, no se ve muy lejos en esta sopa, señor.

Jake brincó como un muelle en cuanto se soltaron los seguros y salió disparado a cubrir la parte del arco asignado de la zona de descenso, a la 1 del reloj, situándose justo a la derecha del sargento, con su rifle en ristre y preparado para hacer fuego en cuento fuera necesario...

Venga, caracoles, el último es un chinche! bromeó mientras salía de la lanzadera, aunque, una vez fuera y escrutado el terreno, su semblante jovial se apagó por unos instantes...

La leche, si esto es el paraíso de los jodidos esquimales!

Una vez comprobado que nada se movía frente a su sector, preguntó al sargento, sin quitar los ojos de la zona que tenía asignada Señor, permiso para comprobar las comunicaciones una vez asegurado el perímetro, señor!

Jacob esperó sentado dejando que los fusileros saliesen delante, se puso de pie y salio caminando de la lanzadera, mientras observaba como uno de sus peores temores se había cumplido, no se veía una mierda.

Se coloco en su puesto de la formación y observo con su mira telescópica, - No se ve una mierda susurro.

A través del visor del Hawkeye uno podía ver el muro de nieve en constante movimiento, se generaban sombras y manchas constantemente, algunas incluso parecían bichos.