Partida Rol por web

Me quedo frio al ver todo esto. Y lo que es peor, Jud, el muy jodio-tonto, no se ha ido cuando le advertí que lo hiciera

— Vamonos-de-aqui-ahora-mism... *click*

Vamos, que no. Que no me llega el coraje para aguantar hasta el momento justo. Tampoco me da la sutileza, la destreza ni nada. Soy peor que un elefante en una cacharrería: Soy Kei, en una galería

Miré a mi alrededor de forma frenética, sin recordar que mi sirviente, evidentemente, era invisible. Sin mirar a un punto fijo, me concentré en él. —Porfiiii, ¿puedes intentar ir apartando las piedras?— si había podido portar casi todas, seguramente podría quitarlas una a una y apartarlas a un lado.

No había caído en la cuenta de que Sojiro podría interpretarlo como que le preguntaba a él, por lo que me apresuré a levantar las manos y moverlas con rapidez ante mi cara. —¡No te decía a ti! ¡Se lo pedía al sirviente! Aunque...— miré el montón de piedras, todavía me encontraba exhausta después de haber hecho el esfuerzo de levantar tanto peso —, si quieres, puedes intentar ayudarle.

Todo el esfuerzo ha sido inútil, puesto que Kei levanta el pie antes de tiempo y todo sucede como si fuera a cámara lenta, la cara de pasmado de Jud es lo último que ve antes de ser cubierto por una explosión que abarca toda el área del túnel en la que se encuentran. Cuando se disipa el humo y el polvo ve a Jud chamuscado, con la ropa bien rota y el pelo hecho un afro.
—¡Se está derrumbando! —grita tosiendo. Y en efecto, ahora la entrada ha sido totalmente cubierta por tierra y la cosa no parece qeu fuera a acabar allí, el pelirrojo se larga a correr hacia el interior del túnel y no se detiene a esperar a Kei.
La armadura lo ha protegido en gran parte, pero de todas formas ha quedado magullado y medio que aturdido, sintiendo aún un zumbido en los oídos.

El sirviente no responde, puesto que su única y sola función es la de portar objetos, no así tomarlos por su propia cuenta. Ahora mismo flota al lado de Kokoro trayendo encima una pequeña roca que no consiguió dejar caer.

Iba a ayudar a Kokoro aunque no me lo dijera, la prioridad era ayudar a Kei. Pero la explosión termina de colapsar la entrada del todo, dejándola completamente sella.

—Mierda. No no no...

¿Ha explotado una mina? ¿Ha explotado Kei? Mierda... ¡MIERDA! Macho, lo de cuidar de tus revistas guarras era solo una broma. Ni se te ocurra morir, Kei. No aquí, en todo caso que sea en una cama rodeado de hermosas elfas, como a ti te habría gustado palmar.

Trato de abrirme paso a través de las rocas y la tierra, pero es completamente inútil. Golpeo con rabia la roca y aprieto los dientes con rabia.

—... ¡¡¡KEI!!! ¡¡¡NI SE TE OCURRA MORIRTE, CAPULLO!!! ¡¡¡VAMOS A RESCATARTE!!! ¿¿¿ME HAS ESCUCHADO???— le grito con todas mis fuerzas para que me escuche,. si es que sigue con vida. Cabizbajo me giro hacia Koko —Él tiene que seguir vivo, porque es demasiado idiota para morirse. ¿Verdad?

Hay momentos en los que puedo hablar con elocuencia.
Este no es uno de esos momentos. Con el tunel cayendose, la avalancha precipitandose contra mi, Jud que no va a ayudar, y todo en este percal, sólo puedo hacer una cosa:

Echarme a correr, tunel adentro, tratando de evitar que me trague la avalancha

Comencé a tirarme de los pelos al ver que el sirviente no hacía nada por cuenta propia, por lo que me acerqué a la pila de piedras, dispuesta a empezar a quitarlas. La explosión me pilló con las manos sobre una, justo antes de intentar cogerla. Todo tembló de forma violenta y yo me alejé de la entrada a la cueva, ahora completamente sellada. —Menuda faena— ni siquiera me había parado a pensar en que Kei estuviera en peligro hasta que Sojiro apareció alterado como nunca antes lo había visto.

—¡KEI, COMO TE MUERAS TE MATO!— capaz era de empollar como nunca había hecho en mi vida para aprender un hechizo de resurrección y después matarlo mientras le obligo a contemplar un montón de chicas de buen ver para hacerle desear no morir.

—Los idiotas tendemos a tener la suerte de esquivar la muerte— o al menos eso quería creer. Algo bueno tenía que tener nuestra escasez mental, ¿no? —Tendremos que buscar nosotros el asentamiento para saber dónde termina esa cueva— con la mejor de las suertes, volverían a encontrarse con Kei.

A medida que corres vas oyendo gritos del otro lado: "¡¡¡KEI!!! ¡¡¡NI SE TE OCURRA MORIRTE, CAPULLO!!! ¡¡¡VAMOS A RESCATARTE!!! ¿¿¿ME HAS ESCUCHADO???" por parte de Sojiro y "¡KEI, COMO TE MUERAS TE MATO!" por parte de Kokoro.

Y corres. El túnel resulta ser bastante largo y se te hace aún más al tenerlo derrumbándose desde todos lados, deseando que llegue pronto a su desembocadura. Entre medio de todo esto, Jud va corriendo delante de ti esquivando y contorsionándose de maneras nunca vistas para esquivar todo tipo de trampas que salen a su encuentro, afortunado eres de que vaya él delante y las active antes que tú, hasta que en un momento sientes que cortas un cable con el pie y ves que se suelta desde el techo un pesado tronco casi tan grueso como el mismo ancho de la cueva, cayendo directamente sobre por donde Jud va corriendo. Tienes una fracción de segundo para reaccionar.

No hay respuesta desde el otro lado, sólo silencio.

Es un túnel subterráneo y vieron que seguía todo recto, por lo tanto deducen que no debería ser difícil dar con el campamento si caminan un rato en la misma dirección. De hecho desde donde están consiguen vislumbrar tiendas de campaña y movimiento muy a lo lejos entre los árboles.

Lo tengo claro.

Ya sea por parte de Bishamón el Cabrón, por parte de Mazinkaiser, de Go Nagai, de Akira Fudo o de quien sea, tengo una fuerza sobrehumana. Y es hora de usarla. La voy a usar, porque yo soy Kei Ýarugä. Yo soy el hijo de Wótan Ýarugä (Aunque en verdad mi padre se llame Nobisuke Nobi, de 39 años de edad)

Así que decido que voy a DERRIBAR EL TRONCO DE UN PUÑETAZO

Al escuchar a Kokoro trato de serenarme. sí, Kei tiene que estar bien. Me incorporo y observo a mi alrededor.

—Koko, allí están las tiendas— señalo recto —Hacia allá parece que iba ese túnel. Avancemos con cautela y sin hacer ruido.

Avanzo hacia el campamento tratando de hacer el menor ruido posible y no llamar nada la atención.

—Koko, si algo sale mal y nos la vemos con bandidos, yo iré al frente. Si se pone muy feo, huye. Déjame atrás si es necesario, pero que no te cojan— murmuro.

Jud se paraliza bajo la sombra del tronco, mirándolo sin poder reaccionar a tiempo. Tú vienes más atrás y no consigues llegar para protegerlo y al final el pelirrojo se traga de lleno el placaje en el estómago, es empujado con fuerza hacia atrás y cae a tus pies sangrando por la boca y la nariz.

Te balbucea algo pero no consigues entenderlo.
—S... st...tus...
Aparece su pantalla de estado, toca algo allí con el dedo y se materializa una botellita con un líquido rojo, pero su brazo se desploma sin llegar a cogerla y ésta cae también al suelo.

El derrumbe ha parado un poco, pero sigue siendo peligroso quedarse más tiempo.

Imaginandome lo que es, no pierdo tiempo, tomo la botellita, le saco el corcho de un mordisco, y declaro pensando

"Yo tengo el podeeeeeeeer... de curarte!"

Y cerrandole los ojos, le hago beber el líquido elemental. Luego lo tomo en brazos y sigo adelante, sin aminorar la marcha

Tose un poco intentando beber, pero lo consigue y deja notablemente de convulsionar por el dolor, de algo parece que ha servido.
—Gracias, eres un amor —te murmura con sorna al oído mientras lo levantas—. Pero esto es un poquito incómodo, creo que puedo andar, ¿te parece si me dejas en el suelito?

—La estaba guardando para la pelea con el ogro, pero parece que no va a poder ser.

El derrumbe cesa por completo y la salida del túnel ya está cerca, a pocos metros vislumbras una cortina a través de la cual no consigues ver, pero evidentemente está dividiendo la entrada y salida del túnel con lo que sea que haya allí.

— Por supuesto, Daaaarling — le digo levantando una pierna, como un ama de casa en una de esas comedias antiguas televisivas, como Bewitched o el Show de Dick van Dyke — Si yo no te cuido ¿Quien lo hará?

Le hago un gesto de silencio a Jod, y me llevo una mano al oido: Claramente el mensaje es "Vamos a escuchar a ver si hay alguien ahi detrás"

Me acerco cautelosamente. Tras el ruido que hemos hecho, casi seguro que estarán ahora en pie de guerra, pero es mejor eso a que nos embosquen aqui dentro ¿No?

Mi mejor calidad visual HD me permitía distinguir mejor lo que nos rodeaba, aun así seguíamos sin dar con el asentamiento. Ya llegaríamos...

Simulando los pasos de Sojiro, comencé a caminar de puntillas mientras mi siervo portaba el bastón, para evitar tropezarme con él de manera absurda cuando menos lo esperase. Pese a que me había dado indicaciones acerca de salir por patas si las cosas se torcían, no pude evitar esbozar una mueca. —No soy una cobarde— aun no sabíamos la suerte que había corrido Kei, y no me quería ver absolutamente sola en aquel mundo desconocido...

—¿Y esto no valdrá?— sacudí la pequeña bolsa en la que portaba la canica multicolor que nos habían dado en el gremio. —Se suponía que servía para pedir ayuda, ¿no?

Acercándote a la cortina notas que no es lo único que divide las dos áreas, sino que también hay un mueble bloqueando esa entrada, viendo desde donde estás la parte trasera del mismo. Evidentemente estás al otro lado de un pasadizo secreto escondido detrás de un armario o de una estantería.

Pegando el oído allí oyes voces, pero es difícil saber si vienen de allí mismo al otro lado o si están más lejos:
—¿Crees que habrán podido colarse por aquí? —pregunta uno.
—¿A ti te parece? Yo ni siquiera sabiendo dónde están las trampas me atrevo a usar ese túnel, imagínate ellos. Para mí que reventaron con gracia y estilo, no servirá de nada seguir vigilando aquí.
—Haz lo que quieras, yo por las dudas me quedo.

Oyes pasos alejarse.

A medida que se van acercando visualizan más y mejor el entorno del campamento. Hay bandidos rondando por todas partes, recorriendo el perímetro como si estuvieran buscando algo, más precisamente alguien.

No están del todo seguros de si los han visto, pero el que no se les haya venido nadie encima aún puede que sea una buena señal. Sojiro puede ver que la tienda que desmoronaron ayer ya ha sido levantada de nuevo y que cerca de la despensa donde estaba presa Kokoro hay unos tres tipos vigilando, armados con lanzas y garrotes. Hay también algunas jaulas vacías fuera.

Hay un pabellón mucho más grande y vistoso que los demás, con antorchas apostadas a cada lado de la entrada, es evidente que ahí se esconde el malo más malo de todos. Justo fuera hay un grupo de más o menos media docena de tipos jugando a los dados.

No hay señales de Kei ni de Jud.

Le susurro a Jud

- Queda un guardia, solo uno. Lo mejor es no liarla y esperar a los demas, no sea que esten cavando mie tras nosotros peleamos

Nos mantuvimos tras unos matorrales, amparados por las sombras del bosque. Solo era cuestión de tiempo que nos pillaran...

—Quiero jugar a los dados...— puse morritos al ver cómo los malos se divertían mientras que a nosotros nos tocaba pasar lo tenso y complicado, ¡no es justo!

Tras un primer vistazo al lugar, lo que más me llamó la atención fueron los guardias puestos en la despensa. —¿Crees que no quieren que les robe la comida?— aunque solo verlos hacía que se despertase en mí las ganas de ponerme a prueba y lanzarme a zampar.

—Magic trick— murmuré mientras movía los dedos como si tratara de mover unos hilos. Quería hacer aparecer una suculenta cabra que pasara corriendo por delante de los guardias y corrieran en dirección contraria a la nuestra, esperando comprobar si funcionaba.

Ocultos observamos el campamento. Miro a Kokoro cuando habla de esos guardias.

—Vaya, es raro verte con tanto apetito. Creía que eras de ésas que les preocupaba mantener la línea y no estar gordas— comento en voz baja.

Observo cómo lanza su conjuro y aguardo a ver los resultados.