Partida Rol por web

El chico rechaza tu mano sanadora pegándole con la suya y así apartándola.
—¿Te crees el primer clérigo que trata? —Ríe entre dientes—. Inútil.

El muchacho compra un repollo y dos zanahorias y empieza a marchar con su andar incómodo, pero tropieza con el aire y se desploma encima de un puesto de accesorios y alhajas, desparramando en el suelo todo lo que había. Luego de unos improperios, el joven pide disculpas.

Mientras Kei fantasea cosas siente una palmada algo fuerte en su espalda.
—Buenas, míster ladrón de encargos.
Es el pelirrojo de anoche. Lleva puesta una gabardina color carmesí que es afelpada en el cuello, con tres botones desabrochados donde debajo lleva una camisa blanca. Tiene en su cinturón un búmerang.
—¿Sabes una cosa? —pregunta con tono socarrón—. Me levanté a desayunar y resulta que el papel con la recompensa de Uk ya no estaba en el tablero, me pregunto ¿quién se lo habrá podido llevar? Entonces pensé... ¡Ooh!
Pone una mano en el hombro de Kei, haciéndole cara de pocos amigos.
—¡Y qué tenemos aquí! —Alza su otra mano y sorprendentemente tiene en ella los dos papeles que ha sacado Kei de la cartelera, el muchacho puede comprobar que ya no están en donde los tenía guardados—. ¿Me estás vacilando, pedazo de capullo?

— Pues mira, da la casualidad de que te estaba buscando justo a ti, guerrero pelirrojo — le digo sosteniendo la mirada

— Si. Es cierto. Nos encontramos con él. Nos encontramos con sus bandidos. Les zurramos, pero tuvimos que huir ¿Y sabes que? Tenemos una cuenta pendiente. Pero juraría que no soy el único ¿Verdad? Y dos espadas cortan mas que una sola.
> ¿Que me dices? Ya he peleado con él. Podríamos conseguir la gloria, y con ello podrías conseguir impresionar a Asty, esa chica tan fuerte de la taberna

Imitando un poco las poses que he aprendido del macarra yakuza de Punyuru, y el tono de tio duro, le tiendo la mano.

—No hace falta ser así de borde. Es evidente que tienes una enfermedad que está afectando a tu sistema motriz— le replico al chaval, molesto con su actitud —Pero allá tú, solo quería ser amable. Con esa actitud harás pocos amigos. Y espero que no me vengas con eso de "no necesito amigos y tal", que eso es muy emo.

Es evidente que tiene alguna clase de enfermedad, pero no sé exactamente qué es (y menos si no colabora). En fin, allá él con esa actitud de mierda.

Para colmo ahora viene el pelirrojo a molestar a Kei. Me acerco rápidamente ya con mal humor y le clavo una mirada tan intensa que cualquiera pensaría que le voy a disparar rayos láser.

—¿Qué tripas se te han roto a ti ahora? ¡Ayer fuiste a intentar agredirme sin motivo y ahora andas molestando a mi amigo! Ya te vale, ¿no?. Si te molesta que él derrotara a Uk, hubieras ido a por él cuando sus bandidos nos tenían prisioneros y planeaban vender a nuestra amiga. Nosotros nos defendimos de él, así que ajo y agua. Si aún quieres ocuparte de él siempre puedes venir con nosotros, pero trátanos un poco mejor que también estamos en el gremio. Compañerismo y esas cosas, ¿sabes?

Lo han conseguido, me han amargado el día y ahora estoy en modo borde.

—¿Muy qué? —pregunta él, ahora torciendo el gesto—. Mira, sí que necesito amigos, me gustaría bastante, pero ¿te me quieres amigar por lástima? Porque si es así, pues sí, no te necesito.

Por otro lado, la expresión del pelirrojo cambia un poco con las palabras de Kei, su rostro se relaja y hasta parece algo más amigable.
—¿Dices tú? —lo suelta y se cruza de brazos, pensativo—. Normalmente trabajo solo, pero oye, que lo que hablas tiene sentido.
Pero aparece Sojiro y vuelve a ponerse tenso.
—¡Ese era mi yo ebrio! ¡Están hablando con mi yo sobrio ahora! ¡No me jodas, cabrón! —Amaga como que le va a dar un puñetazo, pero están en plena calle y rodeados de gente, además, según él, ahora se encuentra con cero alcohol en sangre.
Y chasquea la lengua.
—Podemos trabajar juntos, pero eso no significa que me caigan bien, ¿vale? Sí, compañerismo. Y tal.
Se queda mirando a Sojiro con los ojos entornados.
—¿Cuándo piensan ir a vapulear a ese ogro de mierda?

—Por lástima no, eso sería muy triste e hipócrita, y no podría llamarse amistad a eso. Pero si trataras un poco mejor a la gente te sería más fácil hacer amigos. Sin ánimo de ofender— respondo al chico zanjando el tema*.

Posteriormente escucho al pelirrojo.

—Me conformo con eso. No estoy diciendo que seamos amigos así por las buenas, pero sí que intentemos no pelearnos. No creo que mi petición sea poco razonable. Ah, por cierto, la próxima vez bebe con moderación, que con tanto abuso de alcohol uno se vuelve alcohólico y acaba teniendo problemas en el páncreas y el hígado, además de...— frunzo el ceño —Mierda, ya estoy hablando como un médico. Como sea, ¿cuándo tienes en mente ir a por ese capullo grandote, Kei? Porque le tengo ganas a su estúpido grupo de bandidos.

Bueno, parece que estamos solucionando las cosas, al menos paso a paso.

— ¿Cuando vamos a hacerle tragar a Uk sus dientes, y pasearlo por la plaza con una soga al cuello, como si fuera un perrito? Pues mira, ibamos a buscar a una amiga nuestra, a quien capturó, drogó, encarceló y mejor no saber que mas le hizo o le iba a hacer. Zellos la está cuidando ahora

> Mas que nada, ella tambien merece darle su merecido. Y por cierto, yo soy Kei. Kei Ýarugä, el es Sojiro Tanaka. No confundir con Souhiro, que ese es otro — le digo tendiendole la mano — ¿Y tu?

La mano de Kei es estrechada firmemente por el muchacho, aunque su mirada tensa permanece así todo el rato.
—Mejor no pregunto en qué pensaron sus padres al ponerles esos nombres. —Suelta a Kei y se señala con el pulgar—. Pues yo soy Erjudvosen, o mejor Jud*, para acortar.

—Los acompaño a ver a esa amiga entonces, no vaya a ser que se piren al bosque y yo quede como un paparote acá esperando.

Antes de salir, le.ofreco al enanito el cuero y el colmillo, preguntando por cuanto me los compra o si tienen salida.

Tras eso, me cojo con brazo a Soji y con otro a Judio, y usando una vez más mi super-velocidad, mi super-fuerza y todo lo demás, arranco a toda prisa hacia el templo-hospital de Zellos

— VamonooooOººOOOooo_Oooooooo....

—¿Judo? Veo que te gustan las artes marciales— comento sonriente —Perdona tronco. Mucho gusto, Judo. Tranquilo, no pensamos irnos sin más. Es más, opino que sería mejor que estuvieras con nosotros. Venga, vamos a ver a Koko.

Tengo ganas de verla. sigo preocupado por ella a pesar de que está en las capacitadas manos de Zellos.

Cuando llegan al templo lo primero que ven es a Zellos celebrando una misa delante de alrededor de una docena de fieles, al ser día de semana no se ha llenado mucho y la gran mayoría de los presentes son ancianas.
Bien junto a la puerta, recostado a la pared con los brazos cruzados, ven al tipo de la armadura y la capa blanca que conocieron anoche, que al cruzar miradas les hace guardar silencio llevando el dedo índice a los labios.
—Ya sé a qué han venido, acompáñenme —explica en voz muy baja.

Los lleva a un costado, detrás de una columna hay una puerta de madera que él empuja despacio para hacer el menor ruido posible y los conduce por un corto pasillo. La última puerta tiene un pequeño letrero con el nombre "Sophia".

Al entrar se encuentran en una habitación pequeña, de no más de quince metros cuadrados, con una cama, un escritorio y un armario. En la cama está Kokoro, despierta pero omnubilada, intentando comerse un guiso de lentejas. Tiene una venda alrededor de su frente. Junto a ella, sentada en una silla, ven una muchacha joven de orejas picudas y cabello blanco y largo recogido en dos coletas, casi idéntica a Selina, sólo que sus orejas son mucho más cortas y sus ojos son color esmeralda. Está vestida de novicia, con un hábito parecido al de Sojiro y una camisa con una falda blanca larga hasta los tobillos. Tiene en sus orejas unos pendientes que se sacuden suavemente al girar ella la cabeza y verlos.
—Ah, deben ser los amigos de Kokoro. Recién despierta, por favor traten de no hablar mucho. —Tiene una voz gentil y suave, con una forma madura de expresarse.
Para iluminar sólo hay una pequeña lámpara de aceite, pero que no es necesario encenderla, puesto que la ventana está abierta y entra abundante luz del sol.

Cuando veo a Zellos dar la misa me pregunto si tendré que ahcer también esas cosas. No me hace mucha gracia ya que no soy muy religioso*.

Sonrío aliviado al ver a Kokoro despierta.

—Menos mal— digo en voz baja.

Me giro hacia la elfa que está allí. Por sus vestimentas también debe ser clériga o al menos trabajará aquí. ¿Será la hija mayor de Selina? Se le parece mucho.

—Claro. Soy Sojiro, mucho gusto. Muchas gracias por cuidar de nuestra amiga— agradezco a la elfa.

Haciendo caso a sus indicaciones, tomo asiento al pie de la cama y aguardo en silencio hasta que termine de comer.

Los sitios sagrados, sea de la fe que sea, siempre tienen esa "sensación". Un hálo de respeto. Y que demonios, ver al bueno de Zellos oficiando un rito para el pueblo hace que de pronto ya no tenga ganas de liarla. Tan sólo le hago un gesto de silencio a los Soji y al Pelirrojo de Nombre Desconocido que No Quiso Decirnos Su Nombre.

Así que cuando el chico de blanco nos indica algo, voy lo más silencioso posible.

— Gracias, chico de blanco. Realmente no queremos molestar — le digo al amigo del chico pelirrojo, y que ahora está claro que es un acólito de este templo.

Cuando veo a Kokoro, casi me tiro encima de ella (con armadura y todo) gritando "¡Kokoriiiiiiin! ¡A mis brazos!". Por suerte, Sophia, la hija de Selina, me detiene a tiempo.

— Gracias ¿Eres Sophia, la hija de Selina, y la hermana de Vastín el Sabio y Delfine la listilla? Lo cierto es que no se como agradecertelo. Realmente me preocupaba por ella
> ¿Sabes si es grave? — y al fijarme en la venda, no puedo sino apreciarlo — Soji, cuando la encontramos no parecía que tuviese heridas ¿Que demonios le ha hecho Uk?

Soji escribió:

— Yo soy Kei, aunque creo que eso ya lo sabes.

—Mi nombre es Imnam, capitán de la guardia —le dice a Kei cuando él lo llama así, llevándose dos dedos a la sien en un gesto canchero. Se queda con el pelirrojo en el pasillo porque allí dentro no hay espacio para tanta gente.

La elfa ríe disimuladamente, cubriéndose la boca con la mano.
—Esos adjetivos... Veo que ya los han conocido a ellos —dice todavía con una risilla—. Así es, soy Sophia, la hija mayor de Selina. Es un placer, los dos.
Su expresión cambia a una de preocupación al explicar en respuesta a la otra pregunta.
—Recibió un golpazo muy fuerte en la coronilla que la hizo perder el conocimiento. No es nada que no pudiéramos tratar, ya debería estar sana y bien, pero el dolor de cabeza puede persistir un rato más. No tiene más nada y su cuerpo está en excelentes condiciones, pero sí que le gusta dormir...
—Por favor, no me lo agradezcan, no he hecho más que cumplir con mi deber.

—Aun así te lo agradeceremos, a ti y a tu padre. Sois legales— afirmo con una sonrisa —Sí, no lo sabes bien. Cuando Koko se pega a una almohada no hay forma de despertarla— me giro hacia Kokoro frunciendo el ceño —¡Pero esta vez has dormido demasiado, tía! Ya pensaba que ibas a ser como la de ese cuento donde había enanos y una manzana asesina. No recuerdo bien de qué iba, me la contó mi abuelo cuando era un retaco, pero sé que la prota durmió mucho y creo que no despertó jamás*.

La risa de Sophie es contagiosa. Con tanta gente y tan animada casi parece el final de unos dibujos animados, en los que todos se rien (Salvo el villano de turno al que han capturado)

— Pues si, Soji. Tienes razón. Habia apuestas de que ella pudiera pasarse el viaje de fin de curso dormida TODO el tiempo.

> Y Sophie, has hecho un trabajo excelente. Aunque lo cierto es que Kokoro puede dormir mucho tiempo, pero cuando se despierta, puede ser La Fiesta Encarnada. Con todo, quiero preguntarte... ¿Te ha hablado Zellos acerca de donde hemos venido? Creo que tenemos que hablar acerca de ello, antes de cumplir con nuestra obligación para con tu madre. 

Ni siquiera me había terminado de ubicar cuando la amable elfa de cabello claro me ofreció comida. Olía tan bien que no opuse resistencia alguna, dejando que me alimentara como una buena convaleciente.

Al poco llegaron Sojiro y Kei, a quienes dirigí una mirada entrecerrada, más bien debido a que el sol que entraba por la ventana era demasiado resplandeciente que por otra cosa, ¡aunque me habían dejado soooola! Tan solita y desamparada... Pero bueno, me centré únicamente en seguir comiendo a mi ritmo, despacio, mientras trataba de organizar las ideas. El solo hecho de pensar hacía que me martilleara la cabeza.

—Habláis demasiado— fue la primera frase que conseguí articular en un leve gruñido al cabo de unos minutos. Suspiré con cierto pesar. Con lo bien que se estaba en la cama y me tocaba abandonarla tan pronto... (daba igual si había pasado mucho o poco tiempo, era una cama muy cómoda y todo tiempo se podía figurar poco).

Dejé, pues, que fueran los chicos los que continuaran manteniendo el peso de la conversación, ¡yo quería seguir comiendo esa delicia, que cada vez engullía con más ánimo! —¿Hay más?

Tras tanto tiempo en el que Kokoro ha estado inerte o sin responder a estímulos externos, veo como finalmente termina de consumir los alimentos, aun en la cama... Y finalmente, tras tanto tiempo, vuelve en sí.

Y habla.

Apenas puedo contenerme y darte un abrazo

— ¡Por fin has vuelto, Koko-chan! — digo tratando de contener la emoción

Después de que Kei abrazara a Koko lo aparto de un empujón y hago lo propio, revolviéndole además el pelo. Se me pueden ver lagrimones en los ojos.

—Koko, menos mal que vuelves a ser tú. Llegué a pensar que no despertarías nunca, he estado muy preocupado. No vuelvas a asustarme así.

—Tío Zellos no me dijo nada sobre vuestra procedencia, al principio pregunté por curiosidad, pero me dijo que lo sabré en su debido momento, así que no quise insistirle. ¿Necesitas hablarlo conmigo? ¿Por qué razón?

Kokoro inmediatamente se quema con la comida, emitiendo sin poder evitarlo un pequeño quejidito y apartando la cuchara que le sirve Sophia. Olvidó que tiene "lengua de gato" y es muy sensible a las comidas calientes.
—¿Eh? Pero si está tibio... ¿No lo habré soplado lo suficiente?
Entonces la joven da unos suaves soplidos más a la cuchara y prueba de nuevo acercársela a Kokoro.
—Habrá más, pero cuando llegue la hora del almuerzo, ¿de acuerdo? —le responde con una sonrisa gentil.

—Se hace taaaaarde.
El pelirrojo asoma la cara por el marco de la puerta y los mira aburrido.

— Le pedimos la bendición a Zellos, nos aseguramos de que Kokoro se pone los zapatitos antes de salir, y ¡A machacar Ogros! — le prometo a Jud el Judío.

— ¿Hay ganas, Jud? Yo creo que si