El comienzo
Innsmouth, Massachussets, febrero de 1928
El agente Kevin Walters del departamento del tesoro de los Estados Unidos se encendió un pitillo en la intimidad del furgón policial. Se ajustó su fedora mientras lo hacía, y escuchaba la lluvia caer afuera, y como este sonido se mezclaba con el del motor de los vehículos y su chapoteo sobre el camino. Al alzar la mirada, pudo ver el rostro bigotudo y aterido de frío de uno de los patrulleros, que aferraba entre sus manos una escopeta de corredera de calibre doce.
El policía agradeció el ofrecimiento de otro cigarrillo, y lo cogió, oliéndolo con una media sonrisa. "Lucy Strike", dijo. Eso hizo sonreir al agente Walters, que desvió la mirada hacia el ventanal enrejado del furgón, desde el que ya se veían las luces de la tétrica localidad costera. Repasó mentalmente los pasos que le llevaron hasta allí, y la investigación que llevó a cabo en el pueblo para el gobierno de los Estados Unidos. Una investigación que casi le costó la vida.
Cerró los ojos, tratando de olvidarse del rostro de aquellos lugareños de ojos saltones y piel grasienta, que siempre se giraban a mirarle por la calle, acusándole simplemente de ser un forastero. En realidad, nadie solía entrar y salir de Innsmouth desde la Guerra de Secesión. Un pueblo olvidado y maldito, que ahora se había dedicado a oscuros cultos y, más concretamente, al crimen, el contrabando y las conversiones forzosas a aquella oscura religión, llamada simplemente: Orden Esotérica de Dagon. Pero el curtido agente que había luchado contra los gangsters en Chicago, sabía que aquella noche iba a ser diferente. Muy diferente.
Sabía que la nave de la Armada y el submarino agregados a la operación se estaba desplegando en el estuario del río Manuxet. Sabía también que una compañía de infantería estaría desembarcando en ese momento para atravesar el río congelado y apoyarles desde el este. Pero aquello no terminaba de tranquilizarle. Él sabía más que aquellos hombres armados que cumplían órdenes. Sabía demasiado. No podía quitarse de la cabeza la imagen de aquella playa, con las mujeres desnudas encadenadas a la roca, mientras los hombres pez surgían lentamente del agua, preparados para consumar una blasfema y antinatural unión.
El sargento dió la orden de preparar las armas, y eso sacó de su ensinismamiento al agente. Echó mano a la sobaquera, y de ella extrajo una pistola colt 1911, un recuerdo de su hermano fallecido en las trincheras de la Primera Guerra Mundial, el joven y valiente teniente Walters, que murió en una carnicería sin sentido. Esperaba no terminar como él, o como aquellas personas que había visitado en el sanatorio, antiguos moradores de aquella extraña y aparentemente arruinada localidad costera.
Cuando el furgón paró, el agente más cercano abrío la puerta, y él respiró hondo, saliendo fuera detrás de ellos. Ante él, la plaza principal del pueblo, y más allá la oscura mole de la Orden Esotérica de Dagon. Los agentes de policía se desplegaron con mayor lentitud de la deseada. Entonces, los primeros disparos les recibieron desde los soportales, y los hombres se pusieron a cubierto y devolvieron el fuego. Al final, la superioridad numérica hizo morir o retroceder a sus atacantes, que se atrincheraron en el interior del edificio.
El agente Walters corrió hasta apoyar la espalda en la pared cerca de la entrada, y notó la extraña vibración. Los agentes de policía intentaron, en vano, abrir la puerta principal con el ariete de acero. Es como si la fuera incluso más dura que el metal. Por eso, y siguiendo su intuición, el agente se fijó en uno de los sectarios caídos, que había tratado en vano de deslizarse hacia una puerta secundaria. Hizo un gesto a los agentes, y uno de ellos abrió la puerta de una patada, apuntando al interior con su pistola.
Un pasillo oscuro, frío, y más allá, aunque no visible, se recortaba en la oscuridad una presencia, que respiraba de modo profundo y animal. Una respiración que ponía la carne de gallina. Dos agentes más apuntaron en aquella dirección, mientras Walters se mantenía en segundo plano, esperando. Entonces, el horror sin nombre salió como una exalación, apoyándose en sus tentáculos. Era un ser antropomorfo, con una grotesca faz semejante a la de un pulpo. Medía más de dos metros, y se avalanzó sobre los policías, haciéndolos pedazos con sus garras mientras recibía algunos disparos, que comenzaron a hacer mella en él. Entonces, el agente Walters recordó perfectamente su encuentro con una de aquellas criaturas en la costa de Kingsportm y debió luchar para mantener la cordura y apretar el gatillo, compensando el retroceso de la pistola calibre 45.
Sus disparos hicieron retroceder a la bestia, y le arrancaron un rugido que no era de este mundo. Malherida, la bestia fue remata a escopetazos por el agente al que había regalado un cigarrillo hacía unos minutos. Al cabo, mientras el agente Walters recargaba la pistola, el policía le miraba con un asomo de pavor en su rostro. "Usted guía", le dijo. Y juntos, con el resto de agentes que seguían operativos en las inmediaciones, entraron en el edificio, abriéndose paso a tiros, sala a sala, contra sectarios atrincherados.
Al llegar al hall, pudieron ver como el hombre que estaban buscando escapaba escaleras abajo hacia el sótano, defendido por una decena de hombres armados. Richard Marsh, líder de la Orden, que les dedicó una mirada irónica antes de susurrar unas extrañas palabras que hicieron retumbar la estancia un momento, apagando la luz de gas. Comenzó de nuevo el tiroteo, y la policía estuvo ocupada intentando matar sin ser matada en el proceso, mientras sus enemigos hacían lo mismo. Pero entonces, el agente Walters sintió un cansancio hondo, y ganas de terminar con todo aquello. Ganas de acabar con aquella farsa, con aquella impostura antinatural y casi herética, que desafiaba a todo orden y razón. Por eso, abriéndose paso con una ametralladora thompson robada a uno de los muertos, bajó las escaleras en persecución de Marsh. Dos metros por detrás, el agente de policía le siguió con su escopeta entre las manos, decidido ante el valor del agente del tesoro.
Juntos, recorrieron pasillos decorados con motivos blasfemos e inscripciones en un alfabeto que le era totalmente desconocido. Tuvieron que matar a dos hombres más, hasta llegar a una gran sala ceremonial donde dos enormes estatuas coronaban el acceso a unas escaleras que parecían descender al corazón de la tierra. Uno de aquellos seres, se parecía enormemente al que acababan de matar hacia unos minutos en la puerta de acceso secundaria. El agente miró las estatuas con los ojos muy abiertos, como si no se decidiera a avanzar, mientras Walters lo hizo casi sin pensar. Al verse solo, el policía salió corriendo detrás de él.
Allí abajo olía a agua de mar, y algo francamente pestilente. Se internaron en lo que era, en justicia, una caverna marina que discurría sobre el nivel de la pleamar. Guiado por su instinto de investigador, Walters siguió la pista a Marsh, llegando a una especie de embarcadero antiguo, con escaleras de piedra, al que accedieron tras pasar por una estrecha gruta. Allí, vieron de pie y de espaldas a Marsh, todavía con su tomo arcano bajo el brazo, que miraba el agua con una media sonrisa.
-Se acabó el juego, Marsh -dijo el agente Walters, amartillando la pistola con el dedo pulgar.
Se acercaron unos pasos, mientras el policía, rezagado, apuntaba a las sombras de la caverna. Algo pareció haberse movido más allá.
-Nada ha terminado, señor Walters -dijo el hombre en un perfecto inglés- Muy al contrario, está a punto de comenzar.
Por un momento, creyeron oir algo similar a un ser croyendo en la oscuridad, como una especie de rana. Él sabía a que criatura pertenecía ese siniestro y gutural sonido. Entonces, Marsh comenzó a reir, y su risa resonó por toda la caverna.
-¿No se dan cuenta cuan patéticos resultan ustedes? No falta mucho. Quizá sean sus hijos, o los hijos de sus hijos, pero ellos vivirán para ver el día en que las estrellas se alineen, y el Gran Cthulhu regrese de su sueño para reclamar la tierra que siempre le perteneció. Esta tierra.
La sombra se movió, y entonces se dió cuenta de que eran varias. Al menos tres, y les estaban rodeando. Walters no dejaba de mirar a Marsh.
-¿Que tierra, señor Marsh, los Estados Unidos?
-No... -respondió con voz cavernosa- Este planeta.
Entonces, los hombres-pez surgieron de la oscuridad, atacándoles con sus bocas y garras. Con gran acierto, y casi de modo instintivo, el agente mató a uno con un escopetazo a bocajarro, mientras Walters le empujaba para ayudarle a esquivar el ataque del segundo, disparándole con su pistola. Con el siguiente movimiento, el policía trastabilló y cayó al suelo, y el hombre-pez atacante cayó sobre él, mordiéndole en el vientre y arrancándole pedazos de carne. Mientras, Walters terminaba con la vida del tercero, con un disparo en plena cabeza de su bala calibre 45 militar.
El ser que había atacado al policía se giró a mirarle con la boca llena de sangre, rugiendo, mientras Marsh se echó sobre él, intentando arrebatarle la pistola. Forcejearon, y Walters perdió el arma, que cayó entre los cantos rodados. Con un puñetazo de boxeador, consiguió zafarse de Marsh, que cayó al agua. Entonces, se giró justo a tiempo para evitar el ataque de la criatura. Rodó, resbaló y finalmente se puso en pie, midiéndole las distancia al ser. La voz de Marsh resonó desde el agua, mientras nadaba acercándose.
-No luche, señor Walters. Usted es un privilegiado. Morirá aquí y ahora, por la misma mano de un ser superior, un semidios.
Miró a la criatura, componiendo un gesto de asco, pero sin perder el enfoque de la situación.
-A mi no me parece muy divino.
Marsh rió.
-Blasfemo. ¿No lo entiende? Su Dios no existe, y nunca ha existido. Su Dios no contesta a las plegarias, ni muestra el más mínimo poder. Mis dioses si lo hacen, señor Walters. Y le aseguro que, cuando ellos regresen, todos los infieles como usted morirán a sus manos, como si fueran patos de feria.
La criatura volvió a atacar, y Walters la esquivó, lanzándole un canto rodado que dió en su cabeza. Aquello pareció molestarla. Mientras, Marsh salía del agua, empapado pero triunfante.
-Señor Walters... prepárese para encontrarse con su dios.
Entonces, desde el suelo, destrozado pero no muerto, el anónimo y valiente policía lanzó su escopeta hacia el agente del tesoro, componiendo una postrer sonrisa. Walters rodó, lastimándose contra la dura piedra, pero cogió la escopeta, y descargó un tiro sobre la bestia, dos, tres. Al cabo, tras rugir y cocear, el hombre-pez murió ahogándose en un charco de su propia sangre. Walters encaró a Marsh, que ahora sostenía su propia pistola, con un ademán fúrico en el rostro.
-¡Ustedes perecerán! ¡La Tierra será de nuevo de nuestros amos!
Entonces, al mar puro estilo "salvaje oeste", ambos hombres dispararon en cuestión de segundos. El tiro de Walters erró, ya que el del líder sectario dió en su hombro, tirándole al suelo. Sintió que le dolía el pecho, y trató de darse la vuelta para ver el rostro de su asesino, que ahora se acercaba con una sonrisa.
-El ser humano será devuelto al lugar que le pertenece -susurró- Al servicio a sus maestros. Sus vidas servirán para alimentarles, para adorarles, para servirles. Sus mujeres serán sus procreadoras, sus hombres serán sus esclavos. El simio que bajó del árbol, volverá a él, y perecerá cuando ya no sea útil.
Walters miró a Marsh, y calculó cuantos disparos quedaban en la pistola. Uno, si le salían bien las cuentas. Entonces, fingiendo indefensión, dejó que su asesino se acercara a él, y su zancadilla le cogió desprevenido. Rodó, evitando el disparo, e hizo una tijereta al líder sectario, que cayó al suelo lastimándose contra las piedras, y sosteniendo en la mano una pistola descargada. Entonces, Walters se hirguió. Estaba herido, pero no muerto. Y sacando fuerzas de flaqueza, comenzó a golpear el rostro de su enemigo con uno y otro puño, hasta hacerle escupir sangre.
-Hay algo con lo que usted no ha contado, Marsh -le dijo, dándole otro puñetazo, y arrebatándole su arma.
La masa sanguinolenta del rostro del que fue el líder de la Orden de Dagon le miró con su único ojo sano, pero lleno de odio.
-Y es que el ser humano -prosiguió, mientras le daba la vuelta, poniéndole las esposas- Nunca se rinde sin luchar.
En la entrada del embarcadero, las luces de las linternas de los policías se definieron, y los agentes surgieron, mirando la escena. Entonces, Walters, aún herido del hombro, levantó a Marsh como la escoria que era, y lo ayudó a caminar hasta los agentes de la policía de Arkham.
Marsh había cometido el principal error de aquellos que habían entregado sus vidas al servicio de dioses que no deseaban nada bueno para la humanidad: había olvidado el valor y la determinación que anidan en el corazón de cualquier hombre. Un valor que, tarde o temprano, sus propios dioses aprenderían a no subestimar.
Nunca más.
Adaptación propia a la ambientación del juego, para entroncarla con "Delta Green".
Hacia la Guerra del Eón
Siglo XX
La redada en Innsmouth supuso la primera victoria abierta de la humanidad contra los cultos. Aunque los hombres que la realizaron no eran conscientes de ello, su trabajo tuvo enormes repercusiones posteriores. Los habitantes de la ciudad costera fueron detenidos o muertos, cuando tuvieron la osadía de resistirse por la fuerza a los agentes del gobierno. El submarino de la US Navy cumplió su objetivo, torpedeando el cuadrante establecido por el almirantazgo, aun frente a una gran oposición de los hombres-pez, llamados profundos. Su objetivo no era otro que la ciudad sumergida de estas criaturas, que habitaban frente a la costa de Kingsport.
La documentación capturada en la mansión Marsh y la sede de la Orden Esotérica proporcionaría material suficiente como para que el gobierno norteamericano fuera consciente de la amenaza que suponían este tipo de cultos. Por ello, se creó una agencia dependiente de la inteligencia naval, llamada Delta Green, que hasta 1969 se dedicó a combatir de manera abierta a las fuerzas oscuras que amenazaban a la humanidad.
A partir de esa fecha, y dada una desastrosa operación contra un culto en las selvas de Camboya, Delta Green pasó a la clandestinidad, operando merced a los contactos políticos y militares de los hombres que formaban parte de la organización, y que muy frecuentemente pagaron con sus vidas sus desvelos. Traicionados por un gobierno corrupto, donde a menudo se infiltraban poderosos contactos de los cultos, los agentes de Delta Green existieron hasta comienzos del siglo XXI. Entonces, grandes cosas estaban a punto de suceder. Cosas que cambiarían la faz del planeta tal y como lo conocemos.
La Arcanotecnología
En 2014, un año antes de la creación de las Nuevas Naciones Unidas, una joven y brillante estudiante doctoral de la Universidad de Miskatonic, Teresa Ashcroft, descubrió fortuitamente un tomo arcaico en la biblioteca de fondo antiguo de la universidad. Ella no lo sabía, pero ese libro fue donado por el doctor Harrison Lovechild, que lo recibió de las autoridades décadas más tarde de la redada en Innsmouth. El libro, llamado "El misterio implícito", hablaba sobre los principios de una geometría interdimensional no-euclidea. Su uso más inmediato e interesante para el ser humano devenía en la posibilidad de crear una fuente de energía inagotable y limpia basada en principios "mágicos".
Paralelamente, un nuevo internacionalismo nace, fruto de la necesidad de coordinar los esfuerzos en un mundo en crisis, donde el combustible fósil comienza a escasear, y las tensiones internacionales crecen. Las Nuevas Naciones Unidas surgen intentando paliar este proceso, coordinando los esfuerzos humanos hacia metas más constructivas. Nace así el Proyecto Prometeo, misiones programadas de exploración a la Luna, Marte y las lunas de Júpiter y Saturno.
Para el año 2019, Teresa Ashcroft tuvo que ser ingresada en una institución mental, incapaz de soportar más el estudio de aquellos misterios. Sin embargo, aquella mujer había sido la pionera, la creadora de todo un campo de investigación que se abría a la humanidad: la arcanotecnología. Así, entre los años 2019 y 2026, la Universidad de Miskatonic trató de seguir los pasos de la doctora Ashcroft, pero le costó encontrar científicos dispuestos que no enloquecieran. Fue el caso del doctor Simon Yi, creador de la tan esperada máquina de energía dimensional, la Máquina-D. El académico polaco Golvash Czeny tomó el relevo a Yi, y creó un exitoso sistema de investigación arcanotecnológica en el que el trabajo se dividía entre sus becarios y personal contratado, de modo que cada uno de ellos no accediera a la totalidad de la información. De este modo, consiguió que ninguno de los miembros de su equipo de investigación enloqueciera, aunque fueron frecuentes las pesadillas y los episodios psicóticos.
En 2027, enfrentados a la falta de fondos estatales para el proyecto, se crea la Fundación Ashcroft, financiada por capital privado, que durante 6 años se dedicará a investigar y refinar el concepto de la Máquina-D. A pesar de que en la primera prueba, se manifestara una "forma de vida interdimensional aleatoria", el invento fue perfeccionándose progresivamente hasta ser presentado al público en 2033. En principio escépticos, los científicos del mundo se convencieron pronto por el mismo peso de la realidad incontestable: la máquina-D era el futuro. Además, al aplicarse en cualquier vehículo como fuente propulsora, los técnicos se percataron de que la máquina producía un interesante efecto colateral: el piloto podía "sentir" el aparato como una extensión de su propio cuerpo, mejorando enormemente su capacidad de reacción y conducción del aparato. Para el año siguiente, la Fundación Ashcroft ya era la corporación más rica del planeta Tierra.
Resuelto el problema energético, la corporación inventó ahora la Cápsula Antigravitacional, un mecanismo que proporcionaba fuerza motriz y "voladora" de manera limpia y eficiente. La cápsula-A, en conjunción con la máquina-D, revolucionaron el mundo de los transportes, y se convirtieron en tecnología básica de aplicación a escala mundial. Ambos inventos fueron aplicados al Proyecto Prometeo, creando las primeras naves espaciales reutilizables.
En 2043, el doctor Haru Akimoto da un paso de gigante, creando el primer robot basado en estos principios, capaz de operar con inteligencia semiautónoma. Su "Vehículo de Utilidad Mecánico" o mecha desvancará pronto a viejos conceptos como el bulldozer o el tanque militar. Paralelamente, se crea el Proyecto Atlantis, en el que aparecen por primera vez las ciudades submarinas gigantes y las granjas marinas, que parecen alejar de una vez por todas el fantasma del hambre en el mundo. Mientras, el Proyecto Prometeo coloniza Marte, Callisto, Ganimede y Titán. A pesar de que el bloque de naciones China-Próximo Oriente se resiste a estos grandes cambios, generando tensiones, la humanidad comienza a avanzar a pasos agigantados.
Comienzan los problemas
En 2050, una empresa contratada por las Nuevas Naciones Unidas, la Corporación Chrysalis, recibe el encargo de crear una red de satélites que orbiten alrededor del sol. La red permite comunicación en tiempo real con cualquier colonia de nuestro sistema solar. Casi inmediatamente, Chrysalis se convierte en la segunda potencia económica mundial, por detrás de la Fundación Ashcroft.
Dos años más tarde, operativos de Chrysalis encuentran en unas excavaciones arqueológicas en Ninive descubren una copia completa de "El aliento de R'yleh", que contiene el llamado Rito de la Transfiguración, que posibilita al ser humano convertirse en la "forma de sus antiguos maestros". Intentando desbancar a la fundación, Chrysalis lleva a cabo el rito, creando así los primeros dhohanoides, mitad hombre mitad bestia, pero consumidos por la maldad.
Entonces, en la lejana y oscura Plutón, la raza de los mi-go, criaturas insectoides de gran poder tecnológico, se dieron cuenta de que tenían un competidor en el patio de su propia casa: el sistema solar. Inquietos por que la Humanidad había dejado de ser una raza menor encarcelada en la Tierra, y sujeta a sus experimentaciones genéticas (que se remontaban hasta la prehistoria), comenzaron a trazar planes para conquistar nuestro planeta, y devolvernos al lugar que creían que nos pertenecía: la sumisión a sus maestros. Por eso, operativos de los mi-go se infiltraron en la Fundación Ashcroft, robando los diseños de la máquina-D y la cápsula-A. Paralelamente, una oscura secta llamada los Hijos del Caos, se infiltró en la Coporación Chrysalis, tomando el control desde dentro y ocupando sus cargos directivos. Los Hijos del Caos adoraban al dios Nyarlathotep, el de las mil caras, y su propósito oculto es la desestabilización de la Humanidad para que se convierta en presa fácil del regreso de los primigenios.
En Plutón (llamado Yuggoth por los mi-go), el enemigo comenzó a preparar una flota de invasión. Pero dada su condición de mente-colmena, los preparativos se dilatarán durante años. Así que para preparar el camino, crearon una raza a partir de la ingeniería genética, los nazzadi, y les dotaron de su propia flota y unos recuerdos falsos que implantaron en sus cerebros, recuerdos sobre un planeta madre y una cultura guerrera y conquistadora.
En 2058, la nave de exploración intergaláctica Ashcroft, lanzada para explorar el confín de nuestra galaxia y más allá, desaparece misteriosamente a la altura de Plutón. Poco después, la flota nazzadi avanza inexorable hacia nuestro planeta.
La Primera Guerra de la Arcanotecnología
Tras ir perdiendo el contacto con sus colonias, una a una, la Tierra se enfrenta directamene a la flota nazzadi. El cuartel general de la Fundación Ashcroft en Arkham es destruido, y las Nuevas Naciones Unidas dan paso en 2059 al Nuevo Gobierno de la Tierra, un gobierno planetario al fin unificado frente al invasor.
La guerra es cruenta, y matará a millones de personas. Los humanos pelean con valentía, pero el cáncer se extiende en el interior de su gobierno. Operativos de Chrysalis descubren en una ciudad perdida de la Antártida los fragmentos de Ta'ge, que posibilitan el rito de comunión, una unión simbiótica más perfecta con seres de otras dimensiones. Sin embargo, miembros de Chrysalis descontentos por la dirección, roban los fragmentos y escapan hacia Chicago, nueva capital del NGT. De nueve, solo dos consiguen llegar. Serán los fundadores de la Sociedad Eldritch, una organización extragubernamental dedicada a combatir a Chrysalis y sus siervos dhohanoides, valiéndose del Rito de la Unión Sagrada, por el cual los guerreros humanos se convertían en tagers, guerreros santos que podían cambiar de forma a voluntad: humano o monstruo.
Tras intensos combates, y estando la guerra en tablas, el año 2064 ve un cambio drástico. Uno de los altos mandos nazzadi, el mariscal Vreta, un "primer nacido" (que había visto las cubas de clonación en Plutón), comprendió que los seres humanos eran sus hermanos, y que aquella guerra fraticida no tenía sentido. Dió un mensaje a sus tropas, y una semana después, la guerra entre la facción pacifista y la continuista sacudió a los nazzadi. El NGT, tras las reticencias iniciales, apoyó el bando de Vreta. Un año más tarde, la Primera Guerra de la Arcanotecnología llegó a su fin.
La Segunda Guerra de la Arcanotecnología
Unidos ya al NGT, los nazzadi decidieron vivir en armonía junto a los humanos. Aunque costó hacerse al cambio, poco a poco los "extraterrestres" fueron aceptados en el seno del NGT, y recibieron para su asentamiento Cuba y Haití. Paralelamente, el presidente de la NGT Ryoko Fujiwara propugnó una "nueva era". Ciudades de polímero y maravillas arquitectónicas basadas en las nuevas tecnologías y el respeto al medio ambiente nacieron, muchas veces sobre las ruinas de cemento de las antiguas ciudades. Serían conocidas como "arcologías".
Mientras, la Sociedad Eldritch, armada con un ejército de tagers, comenzó la Guerra en la Sombra, contra Chrysalis y sus dhohanoides, intentando extirpar el cáncer que roe el corazón del NGT.
Los mi-go, que prepararon concienzudamente su flota de invasión, desatan en avanzadilla un torrente de magia oscura que inunda el mundo de seres de pesadilla. Es en este momento cuando en el desierto de Asia Central, el avatar del dios Hastur vuelve a la vida, desatando una plaga conocida como la Tormenta Devastadora. Es en 2075 cuando la flota mi-go llega a la Tierra, con una enorme nave nodriza. Su poder es impresionante, y desatan sobre la humanidad la destrucción, conquistando de modo metódico primero las áreas frías del planeta, donde se sienten más agusto. Los humanos son esclavizados, pero los nazzadi, traidores para ellos, son sistemáticamente exterminados.
Mientras, los Hijos del Caos comienzan su carrera por descubrir oscuros secretos que desestabilicen a la raza humana, y un nuevo poder surge en el Océano. La Orden Esotérica de Dagon renace, y poco a poco comienza a hacerse dueña y señora de los mares, tomando las islas Azores como base, y destruyendo las ciudades-cúpula del proyecto Atlantis y las granjas marinas.
Enfrentados ahora a tres enemigos diferentes, los humanos y nazzadi comprenden que ha comenzado una guerra nueva: la Guerra del Eón.
La Guerra del Eón
La política de contención
Al contrario de lo que pudiera parecer, los enemigos de la humanidad y los nazzadi tenían intereses distintos. Los mi-go deseaban el planeta para si, y no estaban dispuestos a compartirlo con los siervos de Hastur o la Orden de Dagon, con lo que raramente colaboraban. Desataron una guerra paralela contra la Tormenta Devastadora, mientras esta luchaba en dos frentes diferentes, encarnados en dos sectas: unos propugnaban la lucha directa, y otros la corrupción moral y la desestabilización de los humanos. Mientras, la Orden Esotérica comenzaba su gran plan: la búsqueda de la ciudad perdida de R'yleh. Las estrellas estaban prontas a alinearse, y el Gran Cthulhu debía ser despertado.
Ante esta situación, el NGT decretó en 2081 la política o doctrina de contención, que propugna una guerra defensiva contra la Orden de Dagon y la Tormenta Devastadora, mientras centra sus esfuerzos en combatir y derrotar a los mi-go, para luego acabar con el resto de sus enemigos. Sin embargo, aunque los hongos de yuggoth combatan en dos frentes, la guerra va poco a poco decantándose de su lado. Hasta ahora.
Año 2085
El año 2085 se inicia con una severa derrota de las fuerzas del NGT en Juneau, Alaska, que es invadida por los mi-go. Los medios de comunicación tratan de maquillar el fracaso, mientras el grueso de las fuerzas continentales en los antiguos EEUU establecen un perímetro en torno al frente de combate, y hay planes para intentar retomar la ciudad. Sin embargo, es bien sabido que si se tarda más de un mes en realizar un contraataque, las defensas mi-go resultan tan impenetrables que el coste de la reconquista de una arcología se hace demasiado alto.
Pero no todo son derrotas. En el Pacífico, las fuerzas anfibias vencen en un ataque por sorpresa a la Órden de Dagon en la Segunda Batalla de Pearl Harbor. Mientras, el presidente del NGT Roland Stevens se enfrenta a la reeleción, siendo su principal contrincante Ivana Godunova, cuya carrera política está en alza. Es en este marco cuando se produce la muerte de Simon Yi, y el atentado en el maglev de París.