Partida Rol por web

La mujer es guapa en extremo, ya que la has elegido tú.

-Pues claro. Resulta interesante salir de ese mundo de mierda donde lo único que hace el personal es joderte. Y ya que estamos, ¿cuándo empezamos?
Está visiblemente borracha, y parece deseosa de acabar cuanto antes e irse a dormir.

Ja!!! – Marc estalla en una sonora carcajada. - Me encanta ese espíritu. Verás, niña… ya hemos empezado…
- No voy a mentirte. No eres especial. Te elegí simplemente por azar, como podría haber elegido a cualquier otra. Pero ¿quién dice que hay lógica en el destino? O justicia… No obstante, estás aquí. Y eso sí te hace diferente…
Marc acerca su cuerpo a ella, y toma su cara fuertemente entre sus manos. Casi la obliga a cruzar su mirada. Trata de que las chispas que despiden sus ojos le sirvan de guía para salir de los neblinosos vapores etílicos que la confunden.
- Dime niña, ¿estás dispuesta a cruzar el cerco? ¿Tendrás el valor de terminar con tu vida de mierda y empezar una nueva, más cercana a la que vislumbraste esta noche? Pues, ni más ni menos, eso es lo que vengo a proponerte...
- Más importante aún, ¿estás dispuesta a pagar el precio?

Se acerca a tí anhelante, sus labios buscando los tuyos. Musita quedamente, pero la oyes perfectamente.
-¡¡¡Si, hazme tuya!!! Me ofrezco en todo lo que soy. Pero sácame de esta vida de mierda. Por favor... Las palabras se pierden, mientras miras en el fondo insondable de sus ojos.

Resulta atractiva, y dulce como una niña desprotegida. Tu bestia interior y tu crueldad roronean, y sientes los deseos de devorarla, de romper sus sueños en pedazos y hacerte con su vida.

El olor a sangre caliente inundó el cerebro de Marc. Sus sentidos se volvieron confusos, y sintió que su disciplina se resquebrajaba. En un último instante de conciencia, antes de abalanzarse sobre la yugular de su víctima, logró imponer brevemente su voluntad. Canalizó a su frustrada bestia hacia su propio cuerpo e hizo estallar el “Margarita” que tenía en sus manos. Los vidrios se enterraron profundamente, casi hasta el hueso.

Elevó su mano hasta ponerla a la altura de su rostro. La sangre manaba en forma abundante, y el rojo espeso que cubría su brazo se reflejó en sus brillantes pupilas. El dolor era patente, pero lo agradeció, pues le daba un respiro que le permitía recomponer su exitada mente.

- Haré todo eso que me pides. Y más. Pero antes, hablemos del precio. Hablemos de…confianza…

En un mismo movimiento, acercó su palma borboteante al rostro de la niña, mientras su boca buscaba el suave cuello.

Jadea de acorde con tus besos y mordiscos, y poco a poco lame la sangre de tus heridas.

Marc acercó su rostro al cuello desnudo de la joven. Lo hizo de forma lenta y casi imperceptible, dándole el tiempo suficiente para que ella se acostumbrara a saborear la sangre del muerto. Fueron unos segundos agónicos que parecían no tener fin.
Cuando la ansiedad se hacía ya insoportable, Marc desgarró la tierna carne con sus colmillos. La sangre brotó tibia, y se confundió con la que manaba de su propia mano… e incluso con la que nacía de la hermosa boca de Mabel, pues los vidrios incrustados en la palma del vampiro lastimaban también esos rosados labios.
Durante los primeros momentos de ese abrazo impío, Marc se preocupó especialmente en que la hermosa niña se saciara de aquel prohibido licor. Pero conforme pasaban los minutos, su propia Sed comenzó a controlarlo y pronto solo tuvo lugar en su mente para satisfacer sus propias pasiones.

Encima de tu cama , en tu sanctasantorum, encuentras una carta.
Al desplegarla lees:

Estimado DeWolf:
Sabemos donde está tu sire. Sabemos donde está usted. Pero lo que no sabemos es donde estamos nosotros. Ah, sí, aquí lo pone. Resulta que estamos en Portland (¿de verdad?). Sabemos lo de su sire. Tenemos lo de su sire. Tenemos a su sire. Y lo peor de todo, le tenemos a usted. Podemos entregarle a sí mismo si así lo desea. Pero venga a visitarnos. Usted es un rehén muy importante como para entregárselo a cualquiera. Venga pronto. No creo que aguante vivo más tiempo. Le esperamos.
Atte,
Yo, yo mismo, y otro que está por aquí. Ya no está, me lo comí.

PD: Puede que usted crea que se tiene a sí mismo, pero le aseguro que le tenemos nosotros. De verdad de la buena. Y si no nos cree, pregúnteselo a usted mismo. Verá como le dice que le tenemos nosotros.
PPD: Estamos a las afueras de Portland, en una casa a 13 km por la carretera 52. Desvíese a la derecha y penetre en el bosque. Los lupinos están amaestrados. Casi no muerden ni nada.

Es una sarta de incoherencias y parece estar escrita en sangre, pero en el fondo contiene la verdad.

Proyecto Ghoul
1.- Si al despertar la mujer sigue ahí, trato de que vuelva a beber de mi sangre. Si no está, la busco. No entro en el tema “sobrenatural”, sino que lo enmascaro como un mero acto de pasión o de demostración de confianza. Por ningún motivo utilizo mis Disciplinas Oscuras.
2.- Le consigo un pasaje para esa noche a Pórtland y le reservo una habitación en algún hotel de ahí a su nombre (todo desde un teléfono público).
3.- Le pido que me acompañe a Portland, aunque le digo que deberá viajar sola y esperarme en el hotel unos días.

Salida de la Ciudad (Plan B)
1.- Mando a la empresa de importaciones las cosas que llevaré en el viaje: ropas de calle y de vestir, mis agendas más importantes (el libro de lomo rojo), algún arma de fuego y el dinero que tenga en efectivo en mi caja fuerte. Deben embalarlas en una de las cajas que van a Portland.
2.- Si la niña está todavía a mi alcance, la mando a ella (con las cosas en la valija de disfraces). Si el “Proyecto Ghoul” fracasó, llamo un cadete de confianza.
3.- Preparo mi domicilio para que vuele en pedazos, de tal forma que pueda cobrar el seguro contra incendios: una posibilidad es dejar el gas corriendo y dejar “pelados” los cables del contestador telefónico (cuando se active la grabadora, la electricidad pasará por los cables que, al estar expuestos al aire saturado de gas, producirán una chispa que iniciará un incendio). Para ayudar un poquito, dejo muchos papeles dispersos y otras cosas inflamables.

Salida de la Ciudad (Plan A)
1.- Expongo mi caso al Príncipe de la ciudad, con lujo de detalles. Explico que tengo intención de averiguar que pasó (aunque esté poniendo la cabeza bajo la guillotina), pero necesito que me levante la prohibición de salir de la ciudad.
2.- Si acepta, salgo de inmediato a Pórtland, a través de la empresa de importaciones.
3.- Si me prohíbe salir, acepto su decisión. Después, doy varias vueltas a la ciudad hasta perder a cualquier seguidor, estaciono el auto en cualquier lado y me voy a la empresa de importaciones. Ahí, me meto en la caja que va a Pórtland y cuando estoy en el aire llamo a mi casa.

Lo siento, aun no me acostumbro a el rol por web. Mi salida de Marsella podría haber tardado 5 meses de juego. Intentaré ser más breve.

Edito: muy buena la carta, todavía me estoy riendo. Aplausos.

El Príncipe acepta a condición de que bebas de su sangre. Sonriendo aceptas (total, qué más te da) y te la sirve en una copa. Te deja marchar, pero te dice que tienes un mes para volver. Si no, sus sabuesos te seguirán el rastro.

Llegas a Portland sin problemas con tu ghoul Mabel.

Al llegar a la mansión...

CONTINUARÁ...

¿Debo gastar un punto en criados?
En todo caso, ¿como lo hago? ¿Simplemente cambio mi ficha o debo hacer algo más?

PD: gracias por los puntos.
PD 2: pensé que no me dejarías aprovecharme de la "invinculabilidad" tan temprano en el juego.