El Ummar Kahl. Con sus negras columnas vibrando al son de aquel ritmo incesante qué... ¿A dónde lleva?¿A la guerra? ¿Al fin del mundo? -Le había preguntado Eleazar al Gran Maestro cuando aún era joven, cuando estaba incompleto. El Gran Maestro siempre había creído en él más que él mismo.
A sí mismo y a la eternidad -Fue la contestación.
Ahora, esperando la llegada del sacerdote, ese instante resonó con fuerza en sus pensamientos, marcado por aquel compás atronador que ahora llevaba dentro.
A sí mismo -recordó- y a la eternidad.
Si su corazón hubiera podido latir más rápido, lo haría. Pero su corazón siempre latía al mismo ritmo, a ese ritmo, y por ese ritmo. Vivía por ese ritmo. Ahora el Gran Maestro estaba a punto de encargarle una gran misión, una misión que le convertiría en el más joven de los Elegidos; los sacerdotes más ceracanos a Ummar.
Y ahora, también, podría servir a ese ritmo.
Una avalancha de sentimientos caían brutalmente sobre la conciencia del joven adepto, finalmente entraría en servicio activo para la orden, algo que había esperado bastante tiempo. Muchos de los demás monjes habrían tenido que esperar mucho más tiempo que Eleazar, y algunos incluso nunca llegaron a recibir tal honor.
Sólo la mera idea de ser el adepto más joven en la historia de Ummar hacía que el monje se estremeciera, deberé ser paciente, quizás ésta sea la primera prueba para que sepan si estoy cualificado o no para ser merecedor de tan tamaño honor.
Mientras las palabras que el gran Maestro le había dedicado en contestación a su pregunta seguían dando vueltas por su cabeza.
A sí mismo y a la eternidad, es algo que deberé desvelar con el tiempo, es un acertijo que aún no tiene respuesta para mi, y quizás sea por eso por lo que me han elegido, es la hora de que la nueva generación de debotos a Ummar y a su impertubable ritmo, de los primeros pasos para dejar en gran estima el honor de la órden.
Serviré al ritmo, a la orden y a Ummar con toda la dedicación que un elegido pueda tener.
Mientras el silencio corria por toda la estancia, mientras Eleazar, esperaba su momento.
El Gran Maestro avanza hacia Eleazar con andar impasible, y le dirige una mirada que parece un juicio en sí mismo.
Eleazar -Pronuncia. Rara vez llama a un adepto por su nombre.
Al joven monje le invade repentinamente un sentimiento de insignificancia en una marea colosal, y se da cuenta, sin aliento, de que su única facultad, lo que le hace realmente especial, es percibir ésta marea.
Soprendido por la decisión de su maestro, de llamarle por su nombre, Eleazar hinca una rodilla en el suelo, mientras baja la cabeza, haciendo ademan de una reverencia, con un gran y profundo sentimiento de honor.
Si, Gran maestro?
Aunque la postura fuera incómoda y humillable, Eleazar estaba dispuesto a mantener la calma en todo momento, mientras esperaba que su maestro le dijera cual era su destino, poco a poco el sentimiento de nerviosismo fue apaciguandose, aunque no por eso dejaba de sentirse tan pequeño en comparación con el anciano alí presente.
Ha llegado tu hora de servir... -Comienza el anciano, con voz calmada pero potente- de servir al Ritmo.
Debes ir al Tarish Kahl y buscar una de las Gemas Rojas, que confeccionan las sacerdotisas a partir de la sangre de Tarish. Pero necesitarás ayuda.
Ayuda gran maestro? respondió Eleazar con algo de asombro, debo enocntrarla por mi cuenta o se me asignará a alguien?
Se que mi misión es de gran importancia y aceptaré cualquier prueba que se me ponga, más daré todo lo que tengo para completar ésta misión lo más rápidamente y a la perfección.
Contestaba mientras todavía seguía herguido .
Podría darme más detalles, Gran Maestro?
No. No podré darte más detalles por ahora.
Deberás encontrar a quien necesitas. Acude al barrio de sangre.
Dicho ésto, el maestro se retira.
Fin de la presentación.