Fue entonces cuando, rompiendo el protocolo, la hermana del novio, Rega, se acercó a la Infana y la tomó por ambas manos.
- Estoy muy contenta de tener una nueva hermana. - Dijo ella. - Y ahora, será mejor que me acompañes. Vamos a darte un buen baño y a quemar esas harapientas ropas que llevas. - Le dijo mientras se la llevaba lejos de la vista de todos. - No entiendo, habiendo canales mucho más rápidos, el porqué de tener que viajar como los plebeyos... - Negó con la cabeza. - Espero al menos que no haya sido un viaje muy accidentado, yo es que... - Y lo que Rega estaba diciendo, se perdió por la lejanía de sus palabras.
Epílogo 3
Nindra no había abierto la boca en todo el camino, no tenía fuerzas ni ánimos, había sufrido demasiado en las últimas semanas y no quería compartir ni su dolor, ni sus lamentos ni su carga con el resto de sus compañeros. Quería acabar con todo y resguardarse en algún lugar seguro en el que desaparecer por unos días. Se encontraba dividida entre la seguridad relativa que le había ofrecido su Torre, la certeza de que siempre tenía un lugar al que volver, un lugar en el que refugiarse, un lugar en el que nada ni nadie le haría daño; y el deseo de vivir fuera de los muros, descubrir todo lo que el mundo podía ofrecerle.
Y luego estaba su padre, aquellas palabras, aquella mentira de que nada volvería a ser como antes. No quería saber nada de eso. Quería olvidarlo, hacer como que no existía, como que no había pasado nada. Era un pensamiento estúpido, pero era un pensamiento cómodo y en el caos de su palacio mental, necesitaba esconder sus miserias en una habitación, cerrarla con llave y tirarla al mar.
Cuando llegaron a Umnia, Nindra se encontró un poco mejor. Habían llegado a salvo a la ciudad y se dedicó a observar todo lo que ésta ofrecía a la vista. No había estado nunca en una ciudad tan grande y cada paso que daba descubría algo nuevo que despertaba su curiosidad. Tendría que visitar sus tiendas.
Cuando fueron recibidos por el Emperador, Nindra observó que no presentaban muy buen aspecto. Se arregló lo mejor que pudo y con unas palabras mágicas, adecentó el aspecto de Thyga con un peinado y limpiando sus ropas, ajustando el color para que fuera un poco más acorde con la moda que estaba viendo por allí. Después de que ella se marchara, Nindra se sintió de repente un poco triste y se quedó allí sin saber muy bien qué hacer o qué decir al respecto.
Luego miró a un lado y a otro. ¿Y si Mediocrus estaba allí? ¿No era un consejero del Emperador?
- Gracias por sus servicios, caballeros y señoritas. - El Emperador se dirigió al grupo de aventureros que había hecho posible la llegada sana y salva de la Infanta. - Supongo que estarán cansados. - Les dijo entonces. - Ervest... - Dijo refiriéndose al mayordomo. - Les acomodará en una habitación para invitados y les proporcionará lo que necesiten. Comida, aseo, ropa... - Habló con solemnidad. - Supongo que se marcharan antes de la boda. ¿No es así? - Les preguntó. - Si se quedan, mejor será que les proporcionemos de unas mejores vestimentas. - Le comentó entonces al mayordomo.
Alderic observó el intercambio de formalidades e hizo una seña a Lurzca para que acompañara a la Infanta cuando salió con su cuñada. Podían estar en palacio pero no confiaba en nadie más que ellos para cuidarla, sobre todo después de averiguar quién estaba detrás de los atentados. La mujer del hacha asintió y fue tras las dos mujeres, algo que de todos modos hubiera hecho sin que nadie se lo indicara.
Dió un paso adelante cuando el Emperador les dirigió la palabra y ensayó algo así como una reverencia - Sepa usted disculpar el atrevimiento su Imperial Majestad, pero durante el camino la infanta ha sufrido tres atentados a manos de los Encarnados de la Sierpe. Capturamos a uno de sus integrantes y puede atestiguar que el complot incluye a dos de los consejeros de Ultar. Oskar Leclerc... - Dijo levantando el pulgar de su mano izquierda - y Mediocrus Pesimus... - leavantó ahora el índice - son hombres de recursos, y si bien dudo que tengan hombres infiltrados entre vuestras fuerzas, me sentiría más tranquilo si Lurzca puede acompañar a Thyga, y si la seguridad del prisionero fuera reforzada. ¿Con quien debo hablar al Respecto?
Señaló a la morena de pelo corto - Murron... - y luego hacia la puerta por la que se había ido la infanta - y Lurzca son las únicas sobrevivientes de la guardia original de la Infanta y seguramente se quedarán a la boda, nosotros... yo quisiera hacerlo más que nada para asegurarme de que nadie complete bajo vuestro techo lo que impedimos en el camino... - sonrió como quien recuerda algo importante - por cierto, mi nombre es Alderic, Su Majestad.
Miró a Guideon de soslayo y susurró en un tono bajo que de todos modos fue escuchado por los ocupantes de la habitación - Has visto, sin tacos ni insultos, eres buen maestro.
—Nada me gustaría más que acudir a tan feliz enlace, aunque estoy seguro de que vuestros hombres serán tanto o más capaces que nosotros de velar por la seguridad de la Infanta, Emperador —dijo Guideon—. Lo consultaremos entre nosotros, y si no no hay ningún asunto que requiera nuestra atención de forma inmediata, nos quedaremos.
Guideon dio unas palmadas en el hombro de su amigo y le dedicó una sonrisa de medio lado.
—Bien hecho. ¿Entiendo entonces que lo has pensado mejor y no vas a poner tu espada al servicio de la Infanta, como dijiste la otra vez?
Epílogo 4. La boda.
El Emperador le dio mucha más importancia de la que creían que le iba a dar al tema acerca de los asesinos que iban tras la Infanta, la futura esposa de su sobrino. Mathius I puso mucho énfasis en que iba a hacer todo lo necesario por depurar responsabilidades y dijo que hablaría con el rey Klodar IV sobre el asunto. También le pareció muy correcto que aquellos hombres y mujeres se quedaran a la boda de su protegida, sobre todo tras escuchar de primera voz acerca de sus hazañas en el transcurso del viaje.
Fuera como fuera, el enlace tuvo lugar tan solo cinco días después de su llegada a la capital del Imperio. La corte les proporcionó a todos las mejores galas y fueron alojados en una estancia preferente de invitados. Nindra y Guideon dieron rienda suelta a su pasión durante aquellos días, mientras que Alderic, se dedicó a recuperar su olvidada fe y a pasear por los jardines de palacio en compañía de Lurzca y también ocasionalmente de Murron.
Por su parte Murron, dejó las armas a un lado, convirtiéndose en dama de compañía de la Infanta a petición de ésta. Lo cierto era Murron Dra había entrado a formar parte del ejército más por necesidad que por amor a la guerra y a la patria, aunque si amaba a la Infanta de un modo fraternal y quedar a su lado como dama de compañía sin duda era todo un premio para ella. Lurzca por su parte, se convirtió en la jefa de seguridad de la Infanta y su marido Tomthor, pidiéndole a Alderic que se quedara con ellos. El discípulo de la espada no contestó al instante, pues debía pensarlo bien.
La boda transcurrió sin incidentes. Se celebró en la catedral de Gorant el Gris y luego se realizó una convidada en el palacio Imperial. El edificio se visitó para la ocasión con sus mejores galas y no faltó la buena comida y la buena bebida. Por suerte, la Infanta parecía enamorada de Tomthor y éste de ella. No todos los matrimonios de conveniencia tenían un inicio feliz, y ese, gracias a los dioses, parecía que lo iba a tener. Podía ser que la convivencia lo estropeara, pero de momento, Thyga se sentía afortunada y así se lo hizo saber a sus amigos.
A la ceremonia y al banquete asistió el rey de Ultar junto con gran parte de la corte ultariana. Ellos se ahorraron el viaje a pie o a caballo, pues una vez descubierto el engaño de Mediocrus Pesimus y la red arcana que impedía o dificultaba la teleportación, no había nada que temer. Klodar fue informado de las intenciones de su consejero de comercio de sabotear la boda acabando con la vida de su hija Thyga. El castigo no se hizo esperar y no necesito un juicio, ni el testimonio de Andreas para ahorcar a Oskar Lecrerc.
No quiso ni presenciarlo. Envió un recado mágico al jefe de la guardia accidental que quedó en Ultar, para que prendiera y ejecutara de inmediato al traidor y así lo hizo. Con Mediocrus no fue tan fácil. Él había huido de forma cobarde y dar con él iba a ser mucho más complicado. No obstante, tarde o temprano caería. De eso no le quedaba duda ni a Klodar IV, ni a su nuevo socio y amigo Mathius I.
Por lo demás, los tres héroes inesperados, fueron ampliamente recompensados por los servicios que habían ofrecido a ambos estados y a la paz que debía ser duradera entre ambos. Una vez finalizada la boda y tras el banquete, se les ofreció quedarse en la capital umnia o regresar a Ultar para asumir algún cargo en la corte, no obstante, todos tenían muy claro cual debía ser su futuro y al menos el de Nindra y Guideon estaba decidido. Alderic era quizás, quien podía albergar más dudas, pues debía decidir si quedarse para proteger a la Infanta o seguir ligado a sus viejos amigos de aventuras.
En éste epílogo, sólo necesito saber que hará Alderic. Si queréis postear algo los demás, no hay problema, pero no es necesario.
En cuando postee Alderic, meto el último epílogo.
Los cinco días de sosiego hasta la boda sirvieron a Alderic para enfocarse en sus asuntos sin pensar en los peligros que depararía el día siguiente. Se dedicó a meditar por las mañanas, a repensar su vida y analizar los hechos que conocía fríamente, sin asignar culpas ni responsabilidades al menos de momento. Por las tardes conversó con sus amigos, los más antiguos y las más recientes, escuchó los planes de Guideon y la petición de Lurzca y a ambos les pidió hasta después de la boda para contestar. Sus noches dependian de su humor y del de Lurzca y su nueva ocupación, y aunque terminaban o empezaban la noche juntos no dormían en la misma cama.
Las tardes y las noches alimentaban sus meditaciones con miradas externas e instrospecciones, y para cuando llegó el momento de tomar la decisión supo que nunca había habido duda alguna de cual sería la misma. Había cambiado su segunda arma por la primera de Tasha, y eso era un compromiso para luchar contra los que habian forjado y destruido sus vidas, no por venganza sino para evitar que otros sufrieran. Viajaba junto a una mujer que decía seguir a Maahn y que era diferente a todo lo conocido, su amigo había renunciado a su antiguo dios para seguir a un dios olvidado. Él mismo iba reconectándose con Seyran, no desde la adoración sino desde la contemplación y de un código de conducta que llevaba en la sangre. Los preceptos del monasterio habían sido más fuertes que las enseñanzas de la secta, su centro dormido había despertado nuevamente y ahora le daba paz y sosiego en la tormenta. Estaba en equilibrio y entendía la misión de Guideon, estaba en paz y entendía la angustia de Nindra por la existencia de Mediocrus, estaba en deuda con el mundo y debía redimirse desmantelando la secta que lo había criado. Debía partir con sus amigos, y así se lo hizo saber a todos tras la fiesta de casamiento.
Epílogo 5. La Iglesia de la Tríada.
Finalmente los tres extraños compañeros, una maahita, un saulita y un siervo de Seyran continuaron su viaje. En este caso el viaje les llevó por los caminos de la profecía que aquella extraña anciana había desvelado en sueños muy vívidos, a Guideon. Ella le dijo al saulita, que debía encontrar otros dos pilares para formar una iglesia que devolviera el equilibrio perdido tras la traición de Sayran a Saule. Y eso hicieron.
Los tres juntos, viajaron hasta un lugar remoto, guiados únicamente por la intuición y la guía de los dioses a los que adoraban. Allí, en un lugar remoto de Harvaka, decidieron que debían construir su iglesia. Junto a un pequeño pueblo de canteros y agricultores, comenzaron a edificar los cimientos del templo de la Tríada y tomaron como mano de obra a las buenas gentes de la región. No les faltó el oro, pues la recompensa adquirida por los servicios prestados hacia la Infanta, fue suficiente para llevar a cabo la construcción.
Mientras todo eso sucedía, sentaron las bases en pleno consenso acerca de la nueva fe que iniciaban. Un fe basada en el equilibrio, la igualdad y la fraternidad entre los tres dioses celestes. Redactaron un gran tomo, en el que recogieron los preceptos de la fe y poco a poco, fueron adquiriendo seguidores, siendo los pobladores de la villa en la que se asentaron, los primeros en su fe.
Sin embargo, no abandonaron sus otros caminos, pues cierto era que había muchos asuntos pendientes y personales de cada uno que debían resolver. No obstante, cada asunto pendiente de uno de los integrantes de la cúpula del culto a la Tríada, se convirtió en un asunto pendiente para todos, pues al fin y al cabo, ahora eran uno y como uno debían resolver aquellos asuntos entre todos.
Y los resolvieron. Y la fe creció mucho. Mucho más de lo que ninguno de los tres pudiera haber soñado en un principio. Pero esa, es otra historia y como tal, será contada en otro momento.
FIN...